“El indolente Daniel Crusher se casó con una mujer más joven, seguramente por dinero”, “Ese matrimonio está condenado, él es demasiado frío para tener contenta a una mujer”, “Dicen que la esposa tuvo un romance con el hermano antes de atraparlo”. Esa era la clase de chismes que se susurraban a voces en su círculo social, la comidilla del momento. Y ninguno se le escapaba a Camila.
La madre de Daniel venía siendo objeto de silencios incomodos y voces bajas cuando estaba presente. Sabía que eso sucedería, se lo advirtió a su hijo muchas veces. Pero él estaba embelesado de esa trepadora que lo dejaría en ridículo, era cuestión de tiempo. Ella no permitiría que Daniel pasara por esa situación, la que lo dejaría ante los ojos de todas las mujeres de “bien” como un títere de sus impulsos.Hace rato que tenía en mente a una de las hijas de su amiga Arlene, era la mujer ideal para Daniel. Profesional, bonita, provenía de una buena familia acomodada y, sobre todo, tenía la edaNo podía moverse entre el cuerpo de Daniel y la pared, y tampoco quería. Si hubiese sabido que él estaba al vilo como ella hubiese actuado antes. Pero pensaba que Daniel quería seguir esperando para estar seguro, que no quería adelantarse y perder los estribos.- Estoy harta de probarme ropa… - Le dijo mirándolo sobre el hombro.- Mmmm… -- ¿Por qué no nos vamos? –- ¿Estás segura? –- Si… -Daniel tomó una bocanada más de aire y terminó de hundir su rostro en el cuello de Deanna. Iba a perder la cordura, ella estaba tan impaciente como él y se le notaba en el tono de la voz y los movimientos de su cuerpo. Era la primera vez que una mujer tomaba la iniciativa con él de una forma tan evidente, demostrando que lo deseaba con la misma intensidad. No era solamente una seducción pasajera para acariciarle el ego y conseguir algo, vivía en su casa y si algo sucedía entre ellos se volvería a repetir. Daniel estaba seguro de que una vez que probara el sabor de su piel se co
Esa tarde no pudieron ir a ningún otro lado, para cuando las parejas se despidieron ya era tarde, al día siguiente los niños tenían que volver a la escuela y Daniel al trabajo. Harry se había encargado de hacerlos deambular para no perderlos de vista. Y su hermano solo dejaba que las cosas se sucedieran, le daba más perspectiva de las actitudes y las intenciones que tenía realmente. En un principio a Daniel le parecía extraña la relación que su hermano tenía con su amiga, eran demasiado cercanos, compartían un lenguaje que solo ellos comprendían. Pero Deanna no parecía tener ningún interés en particular por Harry, al contrario, lo trataba como un hermano menor, aunque tuviesen la misma edad. En algún momento le había llegado uno de los tantos rumores que corrían por todos lados de que Deanna y Harry habían sido más que amigos en alguna oportunidad. Pero si Harry tenía sentimientos por ella ¿Por qué había insistido tanto en que se casaran? Había cosas que no encajaban, pero Daniel
Susan seguía totalmente desencajada y triste por Harry. Daniel se desplomó en su sillón tomándose la cara con las manos, como se hubiese peleado una batalla.- Dios mío… Harry –- ¿Qué voy a hacer, Susan? No sé cómo podremos convivir como hermanos después de esto… ¡Es un mocoso cobarde! ¡Sabía, lo sabía! Sabía que estaba enamorado de Deanna –- Daniel, él ya no puede hacer nada con respecto a su cariño por tu esposa, está casado ahora y sé que no se atreverá a dañar a Laura –- “Cariño por mi esposa” … Deberé presenciarlo cada vez que la mire. Sabes como soy, Susan, no podré tolerarlo –- Pues tendrás que hacer un esfuerzo sobrehumano porque sigue siendo tu hermano y con el tiempo las cosas cambiaran. Cuando nazca su hijo se olvidará de todo –- Créeme que no esperaba desarrollar sentimientos por ella, desde que la conocí es en todo lo que pienso… -- Me di cuenta antes que tú mismo, Daniel… -- Es mucho más joven… -- Eso no tiene nada que ver, hermano. Ella te miraba de la misma man
El viernes por la tarde Deanna se encontró con ellos luego de la escuela. Por primera vez salían los cinco juntos a la vista de todos, el hecho de que la vieran con sus hijos era evidencia suficiente para demostrar que eran una familia y que era su esposa. Lo primero que buscaron fue un regalo para Camila y luego pasearon por el lugar mirando vidrieras y comprando cosas que los niños querían. Deanna le eligió unas corbatas y él por fin aprobó un vestido para el cumpleaños. Jonathan caminaba junto a sus hermanos, maravillado y contento. No tenían muchas salidas como esa. -No se alejen demasiado – Les advertía Deanna. Daniel no recordaba cuando fue la última vez que había disfrutado tanto un paseo en familia, quizá cuando Emily aún vivía. Más los observaba, más se enamoraba. Ella abrió su corazón a sus tres hijos sin segundas intenciones, sin intentar utilizarlos para ablandarlo o convencerlo. Por un momento imaginó como sería un hijo de Deanna, pero descartó de inmediato la idea… po
La fiesta que Camila había organizado sería a lo grande, se la conocía por hacer de sus eventos algo muy pomposo por donde desfilaban muchos miembros importantes de su círculo social. Nadie se los perdía.Por todo aquello, Daniel estaba más que consciente de que, junto con Deanna, serían el centro de atención. Todos querrían ver a su nueva esposa y comprobar si alguno de los chismes que corrían eran ciertos. Deanna no estaba nerviosa, pero si preocupada. Tratar de encajar para que la imagen de su esposo siguiera intacta y no sea blanco de críticas le pesaba bastante. Nunca se hubiese imaginado que enfrentar todas esas exigencias fuera un trabajo a tiempo completo. Las presentaciones de rigor no terminaban más, pero él no se separaba de ella ni un momento. Le sostenía la mano o la tomaba de la cintura, lo que para Daniel era una clara muestra de su apoyo y también de orgullo. Sentía orgullo de mostrarle a todos la mujer que tenía. También hacía las veces, en su cabeza, de señal de
- ¿Dónde la dejaste? – Le preguntó Daniel - ¿Qué cosa? – - La vergüenza… - - Ah, si… La perdí por ahí cuando Susan me dijo que se llevaría los niños porque se lo pediste… ¿Cuándo lo encontraste? – - ¿Qué cosa? – - El descaro – - El día que te conocí… - Daniel se apoyó en el escritorio, con unas ganas de tocarla que lo quemaban. Pero ya que ella había tomado el primer paso, quería saber hasta dónde estaba dispuesta a llegar. - Elegiste a propósito el vestido – Dijo Deanna. - Sí, para poder verte… - Deanna se volteó y volvió a mirarlo por encima del hombro. Su rostro tenía una expresión que nunca había visto. - ¿Así? – - Si, así… - - Siempre rodeado de mujeres… Que descarado, eres un hombre casado – Volvió a mirarlo de frente. - Y tú cercada por esos tipos que se roban mi tiempo contigo… - Daniel se incorporó y caminó hasta el sillón detrás del escritorio. Si no ponía un poco de distancia iba a reaccionar como un animal. Se sentó. - Ah, pero eres mi caballero favorito… -
Luego de esa fiesta muchas cosas cambiaron en la vida de Daniel, si antes había caído como un niño por su sonrisa ahora estaba perdido. La primera noche que pasaron juntos resultó ser todo lo que había imaginado y más; volvía a tener una mujer en su vida. Una esposa. Deanna comenzó a derretir su coraza y a menguar su tristeza, le devolvió la alegría. Su casa era un hogar otra vez, cálido y feliz. -El cumpleaños de Deanna es la próxima semana, Harry ¿Qué deberíamos comprarle? ¿Crees que lo festeje en la casa? – - No lo sé, Laura – - La llamaré para preguntarle. Ya no podremos salir a festejarlo como antes. Dudo que Daniel la deje reunirse otra vez con todos los muchachos – - No lo sé – - ¿Qué es lo que te sucede? Llevas días apático – - Lo siento, he tenido problemas en el trabajo. Lamento hacértelo sufrir a ti también – Harry puso su mano sobre el vientre de Laura que ya se notaba bastante. No quería descargar con ella su frustración, pero no podía evitarlo. Nada le quit
Mudarse a su habitación fue toda una revelación para Deanna. Ya no tenían ninguna excusa para seguir durmiendo separados. Daniel no encontraba el sentido a seguir durmiendo solo, sin sentirla a su lado, pero cuando se lo propuso se sentía tan nervioso como un adolescente. Esa tarde estaban sentados en su oficina, escuchando música, mientras él leía. Estar así entre sus brazos, oliendo su perfume que era una mezcla de madera y sándalo, hacía que se sintiera dentro de un capullo. Los momentos de calma como ese, con su cabeza apoyada sobre su hombro, la relajaban tanto como si estuviese por entrar en un sueño profundo. - Deanna… - - ¿Mmmm? – - Crees que… ¿estas despierta? – - Ajammm – - Si, bueno… Crees que… en realidad me parece que ya es tiempo… no sé qué pensarás… - - ¿Sobre qué? – - Mudarte a mi habitación – Deanna abrió los ojos de repente, estaba esperando que se lo pidiera y si no lo hacía ella se lo propondría. Una diminuta sonrisa s