Los había despertado la insistencia de mensajes que entraban sin cesar en el teléfono de Deanna, ya eran alrededor de las 9. Estaba tan cómoda durmiendo sobre él que se fastidió con el sonido persistente, no quería moverse. Finalmente, estiró la mano y alcanzó el aparto. Una hilera interminable de notificaciones: Leonard, Leonard, Leonard, Leonard. - Hola Deanna ¿estás despierta?- Debes seguir durmiendo.- ¿Qué ocurrió anoche con el imbécil?- ¿Por qué no respondes?- ¡Si te hizo algo lo voy a matar! - No me digas que estás ahí con él.- Llámame - En serio- Llámame o llamaré a la policía.- ¿Qué sucede? – Le preguntó Daniel apenas despierto.- Es Leonard, quiere llamar a la policía… Mejor lo llamaré o enviará 200 mensajes más… -- Mmmm… -Se estiró un poco antes de levantarse y sintió un poco de frío al abandonar el calor de la cama. Lo llamó mientras buscaba algo para ponerse.- ¿Leonard! –- ¡Bueno, bueno, al fin te acuerdas que tienes padre!... ¿Estás bien? –- Si, está todo b
Harry había pasado la tarde con esa mujer que le alivianaba la tristeza, para luego sentir culpa. Llegó a su casa y Laura lo esperaba con la pequeña Emma; parecía la Laura de toda la vida, pero no lo era, nunca más lo sería. Pero al verla sonriendo se olvidó por un momento lo que había sucedido la noche anterior.-Esta noche salgamos a cenar – Le dijo.No quería enmendar las cosas, no quería hacer más de lo necesario, solo quería quitarse la culpa de su tarde pecaminosa. Y Laura, muy contenta, aceptó. Pero de haber sabido lo que le esperaba no lo hubiese hecho. Emma se quedaría con la niñera y ellos tendrían una salida en pareja; así que se arregló, se maquilló y se perfumó.Deanna lo esperaba en la puerta del edificio, como aquella vez que él la había invitado a cenar cuando apenas se habían conocido. Sin falda corta, sin mostrar espalda y sin escote; pero no había dicho nada sobre cosas ajustadas. Se puso un mechón de cabello detrás de la oreja y sonrío maliciosa, sabía la cara que
De nuevo la mirada sospechosa, de nuevo el semblante incrédulo y de nuevo le sostenía la mano debajo del mantel. Otra vez la abuela de Deanna había preparado bocadillos y café y otra vez nadie comía. Pero había un nuevo factor en esta situación que se repetía: Leonard.- ¿Quiere que le crea todo lo que me dice después de como vi llorar a mi hija por su culpa? – Lo cuestionó Philippa con la voz grave.- No tengo manera de disculparme ni con usted ni con Deanna –- ¡Sin dudas! Déjeme decirle que es un sinvergüenza –- ¡Mamá! –Daniel no podía defenderse porque Philippa tenía razón.- Vino aquí aquella vez argumentando que estaba enamorado de Deanna y todo lo que terminó haciendo fue herirla. Le dije que iba a ocurrir, pero ella insistió e insistió en que usted no era de esa manera –- Es peor –Acotó Leonard y Deanna lo miró con un gesto de sorpresa. Se suponía que estaba allí para darle apoyo, pero solo aprovechaba las oportunidades para defenestrarlo. Y lo estaba disfrutando.- Tú cál
Y si, se había quedado a pasar la noche. Sin sus cosas, una vieja camisa de Daniel se convirtió en un camisón improvisado; impregnado con su aroma, con su perfume. Se paró en la puerta del baño estirando los brazos para mostrarle lo enorme que le quedaba. Se veía tan sexy. Se sentía tan sexy con ella puesta.- ¿Cómo haces para verte siempre tan hermosa, aun con esa cosa vieja? –Le preguntó abrazándola. El aroma de su cabello siempre le producía cosas.- Tú me ves así – Le respondió devolviendo su abrazo.- Eres la más hermosa para mí, siempre lo fuiste y lo serás –- Debe ser porque estás enamorado –- Muy… - Él solo necesitaba dormir abrazado con ella esa noche; quería volver a sentir el peso de su cuerpo a su lado en su propia cama. Pero no le impidió invadirle la piel de caricias y la boca de besos.- Deanna… -- ¿Mmm? –- No puedo dejarte de pensarte… con un hijo nuestro en tus brazos… -Una vez le había preguntado y se había resignado a esperar para darle prioridad a su profes
Lo esperó tan ansiosa, esa sería la última semana de su estadía en Francia y luego regresarían juntos a casa. Llevaban un mes sin poder verse, los compromisos de Daniel lo habían retenido demasiado. Él mismo había llegado a esos últimos días con un humor que se lo llevaba el diablo.Lo vio pasar la puerta y corrió a abrazarlo. Se habían extrañado lo suficiente como para obstruir el paso del resto de los pasajeros sin querer salir del abrazo. Durante todo ese tiempo habían estado viajando de un lugar al otro intermitentemente, intentando robar un par de días cada vez. No pasaba mucho entre encuentro y encuentro, quizá unas dos semanas, a veces menos, pero eso de rebotar de un lugar al otro ya los había cansado a ambos.Fue por ese motivo que el reencuentro había sido explosivo. Ya en el comienzo de ese itinerario sobresaltado los dos notaron que necesitaban estar con el otro más de lo que habían creído.- Iré por mis maletas y podremos irnos – Le dijo Daniel apartándose del beso de bie
Su última presentación sería en la Ópera de la Bastilla, algo diferente al resto de los teatros en los que había cantado porque era relativamente una construcción moderna; lo que le daba un aire relajado y un poco más mundano a las interpretaciones.Deanna se preparó en su camerino, como siempre. Salió y volvió a encantar a los espectadores con su voz. En la primera fila estaba él para aplaudirla de pie y a un costado del escenario, detrás del telón, su padre para hacer lo mismo.Daniel siguió las indicaciones de Leonard de pararse junto a la entrada de los músicos y tocó un poco la pequeña caja que llevaba escondida, como queriendo asegurarse de que allí seguía. Estaba nervioso, él estaba nervioso. La puerta se abrió y Reed lo condujo arriba del escenario. Los interpretes salieron a saludar; aplausos, ovaciones y luego era el turno de la Diva.Y Deanna saludaba y sonreía como siempre lo hacía, agradecía con leves reverencias. Daniel salió de detrás del telón llevando consigo el bouqu
Su primera boda había sido de mentira, sencilla y fugaz; un trámite. Pero ésta no, claro que no. Daniel quería ese circo que una vez lo había fastidiado tanto y contrató gente para que lo hiciera. Sin escatimar, sin pormenorizar, sin límites. Todo tenía que ser hermoso y perfecto para su futura esposa. Tanto así que mientras Deanna no podía escoger entre dos tipos de flores, porque no entendía para que; Daniel escogió colores, centros de mesa, estilos, sabores y texturas. Después de todo, tomar decisiones rápidas y acertadas era su trabajo.Los músicos y el sonido, a cargo de Marcus y todo el equipo del Ambassador. Una orquesta elegante y afinada, como en la ópera. El lugar al aire libre lo encontró Leonard: una hermosa villa apartada de la ciudad con extensiones de verde y árboles de cerezo.La boda ideal. Y Deanna la merecía. Merecía todo lo bonito que pudieran darle ambos. Y ambos como buenos tercos, competían entre ellos a ver cuál de los dos conseguía lo mejor.Jonathan correteaba
Agradecida por todos los comentarios.Esto de escribir es un ir y venir entre ustedes, lectoras, y yo. Al parecer les quedaron muchas cosas inconclusas y tienen razón. No quise hacer una lectura demasiado larga para que no sea pesada y termine por aburrirlas. Sin embargo, me piden más resoluciones y: Nobleza obliga.Vamos a tratar de poner a nuestros personajes de nuevo en movimiento; a colocaros en el camino de las cosas no transitadas para que encuentren su lugar. No estoy segura de que todos tendrán un final feliz, quizá si uno justo.¿Me acompañan nuevamente?