Hola, quiero decirles a todos los que llegaron hasta acá: GRACIAS. No saben lo feliz que me ha hecho ver como cada día sumaban más lecturas a la novela. Estoy deseando leer sus comentarios, saber qué les ha parecido la historia. Les agradecería que dejaran sus impresiones y con gusto les responderé. Un abrazo y espero leernos muy pronto. Se les quiere.
—Vivian, hey, ¡Vivian!Creo escuchar mi nombre muy lejos tal vez porque he estado más tiempo del que debería viajando por el limbo, absorta en mis propios pensamientos. Vuelvo la vista al frente y me encuentro con mi colega Chloe.—¿Qué?— Respondo tajante ante su molestosa insistencia.—Mi jefe quiere verte— Dice alzando una ceja y moviendo su cabeza de una forma que resulta curioso puesto que sus espesos rizos azabache se tambalean sobre sus hombros.—¿Para qué?— Pregunto extrañada.Desde que llegué a Life and Place, el jefe de Chloe, es decir, Archie Lloyd Wilde, es decir, el Director General de la empresa, hijo de Simon Lloyd Wilde, mi jefe, no ha hecho más que verme por encima del hombro. Aunque si lo pienso bien y si soy justa, es algo que hace con todo el mundo. Sin embargo, es molesto, es un gesto odioso como lo es él también.De hecho si fuese por él, no estaría aquí, literalmente. Cuando llegué a la entrevista de trabajo el cargo vacante era el de Secretaria Adjunta a la Dire
Nunca en mis veintiocho años de vida había experimentado esa sensación de "no saber que decir", hasta ahora. Archie Lloyd Wilde ha pronunciado cuatro palabras que jamás pensé que escucharía decirlas juntas, mucho menos a mí. Y es que cuando dicen "nada es imposible" , parece ser que realmente nada lo es, de otra forma ¿cómo podría explicar que Archie me ha dicho "Si te casas conmigo" Es que ... ¡Me lo ha dicho a mí!Unos diez segundos después cuando mi cerebro ha empezado a trabajar nuevamente y aun teniendo dificultad para hablar, sin saber exactamente como ordenar y darle salida a todas las palabras que se han aglomerado en la punta de mi lengua, todo lo que he hecho es reír. —Tienes un extraño sentido del humor, Archie. Bueno, de hecho me sorprende que tengas humor en primer lugar— Digo secando mis lágrimas con ayuda de mis dedos índice.Cuando retomo la compostura, esperando escuchar su verdadera propuesta, me doy cuenta que él tiene la misma expresión cautelosa y tensa de hace c
Me quedo de pie, justo delante de la puerta por un largo segundo. Es extraño, es tremendamente extraño cómo me siento. Observo cada rincón de la oficina a la que mi vista tiene acceso y todo sigue completamente igual a como estaba antes de hablar con Archie pero a su vez todo me parece diferente. Y es que desde luego nada será igual para mí. Ni el mes de compromiso, no los seis meses siguientes, ni lo que está por venir. Divorciada antes de los treinta, y finalmente libre también.Sonrío ampliamente cuando pienso en esos cincuenta millones de dólares que caerán en mi cuenta y que me darán la libertad que tanto he anhelando este último año. La vida es una caja de sorpresas, mayormente pésimas sorpresas pero si son como estas, a veces vale la pena vivirla.Me alejo de la puerta con una sonrisa de oreja a oreja mientras camino a mi escritorio, casi puedo escuchar algún ritmo sonoro proveniente del ruido de mis tacones sobre el piso. No recuerdo cuando fue la última vez que me sentí tan e
Mientras espero que el flujo del tráfico merme, de pie en el borde de la acera, aprovecho de buscar en mi cartera mis llaves. Acomodo nuevamente los tirantes de cuero sobre mi hombro y una vez que me aseguro de que la vía está libre, cruzo la calle.Tomo los tres escalones que me conducen a la parte inferior del townhouse, coloco la llave en la cerradura y abro la puerta para poder entrar, finalmente. Hogar, dulce, hogar. Junto a la puerta, en un perchero de madera, dejo mi bolso, los zapatos a los pie de este y camino directamente hasta el mueble junto a la mesa de centro, donde reposo mis pies.Mi hogar no es definitivamente un palacio, es de hecho el sótano de un townhouse, y aún así es el mejor lugar donde he vivido en toda mi vida.Nací y me crié en St. John, cerca de las costas de Carolina del Norte, en medio de una familia pobre y numerosa. Mis padres tienen una modesta siembra de tomate; la cual mi madre procesa y los convierte en salsas que luego mi papá sale a vender en su v
Me siento como una tonta. No debería estar nerviosa. No quiero estar nerviosa. Pero por alguna indescifrable razón, ver en mi casa a mi jefe, quien además será mi esposo, me causa ansiedad. Él entra a esta y se detiene justo en el centro, en el área que considero mi sala de estar pero se queda allí, tieso, como si fuese una estatua de piedra. Al menos no está mirando a todos lados como un fisgón, debo concederle el hecho de que así como ahorita, siempre me ha dado la impresión de que Archie es una persona bastante prudente.—Toma asiento, Archie. Mi casa no muerde — Digo poniendo los ojos en blanco.Él gira su rostro para mirarme y aunque entre abre sus labios para decir algo, no lo hace. Simplemente toma asiento en el sofá más amplio y apoya sus brazos en sus piernas.—Así que granjera— Lo escucho decir.Mis ojos se abren como enormes platos cuando enseguida comprendo a que se refiere. Me giro de golpe para corroborar mi teoría y lo veo allí, sentado, sosteniendo entre sus manos el p
Archie detiene su auto justo en frente del famoso The White Palace, el cual haciendo honor a su nombre tiene una fachada impoluta, extremadamente grande a pesar de ser una sola planta y, por supuesto, completamente blanca.Yo comienzo a andar hacia las escaleras pero un segundo después siento que alguien me toma de la mano. Más que sorprenderme, siento una especie de cosquilla en mi mano y en mi columna vertebral, mero reflejo del tacto de Archie contra mi piel. Yo bajo mi mirada a nuestras manos, ahora entrelazadas, y luego lo veo directamente a los ojos.—¿Vamos, cariño?— Dice antes de concederme una sonrisa y entonces pienso que es la primera vez que me sonríe. A mí. Vamos, puede que esté siendo sarcástico (estoy segura que lo está siendo) pero no puedo evitar sonreír también.—Me gustan tus hoyuelos — Le susurro.—¿Qué?— Me responde, creo que he hablado muy bajo y realmente no me ha escuchado así que acaricio suavemente su mejilla, justo uno de sus hoyuelos.—Buenas noches, Señor
Después de dar el último sorbo a la -segunda- copa de vino que tomo, la dejo vacía sobre la mesa. No puedo creer que por un segundo pensé en ordenar una soda o una cerveza cuando tengo la oportunidad de tomar este vino de quien sabe cuántos dólares que parece hecho con uvas del mismísimo Edén. Aunque debería de detenerme, después de esa segunda copa no me parece buena idea tomar tanto teniendo hambre, primero porque ¿y si no estoy lo suficientemente sobria como para saborear como es debido la comida que he ordenado? Y, segundo, estoy aquí para discutir temas importantes, temas que se deben discutir teniendo intacto los cinco sentidos.—No es buena idea despachar la bebida antes de la comida— Concluyo dando vueltas con mi dedo al borde de la copa que tengo delante de mí —¿Y si luego no me puedo comer todo lo que he pedido?— Claro está que un segundo después de hacer tal comentario, que es más un pensamiento en voz alta que otra cosa, recuerdo que este es un restaurante caro, con porcio
Yo me quedo perpleja, primero mientras lo escucho, y también porque...—¡Santo cielo! Eres tremendamente bueno para esto.Doy gracias al cielo que la cena ha llegado, así podré servir otra copa de vino porque un trago es justo lo que necesito ahora. Mientras el mesero va dejando cada plato sobre la mesa, yo solo pienso en todo lo que ha dicho ¡y es clavadisimo a como pasaron las cosas!Yo fui a Life and Place con la intención de trabajar como su asistente, ese era el cargo vacante, llegué puntual y usando mi mejor ropa que en ese instante no era más que una camisa blanca, unos vaqueros gastados y unas zapatillas que había comprado en una tienda de segunda mano un par de semanas antes. Allí estaba yo, de pie, sosteniendo mi síntesis curricular engañosa en una mano y extendiendo la otra hacia él, dibujando una sonrisa -mi mejor sonrisa- de esas que gritan n ¿Acaso no soy la persona más dulce que has visto en tu vida? Pero el pasó de mí, me miro de forma despectiva, con su ceño fruncido