—Vivian, hey, ¡Vivian!
Creo escuchar mi nombre muy lejos tal vez porque he estado más tiempo del que debería viajando por el limbo, absorta en mis propios pensamientos. Vuelvo la vista al frente y me encuentro con mi colega Chloe.
—¿Qué?— Respondo tajante ante su molestosa insistencia.
—Mi jefe quiere verte— Dice alzando una ceja y moviendo su cabeza de una forma que resulta curioso puesto que sus espesos rizos azabache se tambalean sobre sus hombros.
—¿Para qué?— Pregunto extrañada.
Desde que llegué a Life and Place, el jefe de Chloe, es decir, Archie Lloyd Wilde, es decir, el Director General de la empresa, hijo de Simon Lloyd Wilde, mi jefe, no ha hecho más que verme por encima del hombro. Aunque si lo pienso bien y si soy justa, es algo que hace con todo el mundo. Sin embargo, es molesto, es un gesto odioso como lo es él también.
De hecho si fuese por él, no estaría aquí, literalmente. Cuando llegué a la entrevista de trabajo el cargo vacante era el de Secretaria Adjunta a la Dirección General, pero por algún motivo, el Señor Archie vio algo en mí que no le agradó. Por suerte (mi suerte), si padre si vio mi potencial (quiero pensar que fue mi potencial lo que me vio y no otra cosa), me contrató como su secretaria y mandó a casa a la antigua. Por ese motivo, cuando empecé en el puesto de Secretaria Adjunta a la Presidencia no solo Archie Lloyd Wilde me veía por encima del hombro, todos los demás también. No me lo dijeron directamente a la cara pero ya el chisme me había llegado "Ella es la que dejó sin trabajo a Frances" decían entre murmullos. Por suerte la misma Frances, quien ocupaba mi puesto antes que yo, antes de abandonar el grupo de W******p de los trabajadores escribió: "Por el amor al cielo, el Señor Simon no me despidió, solo me adelantó la jubilación cuatro meses. Dejen a la muchacha en paz" Eso me recuerda que nunca guardé su número para agradecerle por haber limpiado mi reputación en menos de veinticuatro horas.
A partir de allí todos empezaron a tratarme bien. Ya no era la arpía que había dejado sin trabajo a una mujer de setenta años, me había convertido en la víctima, en la persona que no tiene más remedio que lidiar con las exigencias del jefe mayor.
—No lo sé, Vivian— Escucho a Chloe decir entre dientes —Yo solo sigo órdenes. Yo no cuestiono las decisiones de mi jefe.
Pues deberías. Yo lo hago, mentalmente, claro. En momentos como este suelo perderme en mis pensamientos, empiezo a juzgar las decisiones de otros.
—¡Es para ahorita!— Me urge.
—Esta bien.
Tan pronto me levanto empiezo a pensar para qué demonios Archie, perdón, el Señor Archie quiere verme. No creo que sea para darme un ascenso, eso sería lo último. El Señor Superior no es del tipo de persona alegre que le guste ir por la vida dando buenas noticias. Tampoco creo que sea para despedirme, ese es trabajo de su padre. Quiero creer que es así, que es el trabajo de mi jefe.
Camino lentamente pero con paso firme, no por temor, sino por seguridad. Las oficinas de Life and Place son una extraña combinación de mármol pulido en su piso y paredes cubierta de lánguidas piezas metálicas que sirven de espejo gracias a su extrema pulitura. Acomodo mi castaña y larga cabellera sobre mis hombros antes de girar la manilla y abrir la puerta.
En otras circunstancias habría tocado, habría actuado como una persona normal, una persona educada que conoce y respetas las normas. Pero no con Archie. Si ya tiene una versión negativa de mi, simplemente le facilito el trabajo para que siga odiándome.
—¿Me mandó a llamar, Señor?— Hago énfasis en la última palabra.
El hombre que está en frente de mi, sentado en su enorme silla de cuero a juego con su enorme escritorio de vidrio y metal, se gira hacia mí, con la mano en el aire como señal de que me detenga, ya que él está hablando por teléfono.
—Turquía, sí— Hace una pausa y continúa: —Estoy seguro que hay mucho más allí que Estambul— Hace otra pausa y yo aprovecho el tiempo para inspeccionar la punta de mis zapatos azul marino que combinan a la perfección con mi camisa de seda del mismo color. Alzo la mirada, cuando escucho que deja su celular sobre la mesa y finalmente posa su atención en mí —Señorita Belo ¿podría tomar asiento?— Sonríe de manera irónica.
Una de las cosas más insoportables es tener que verle a la cara ¿cómo un hombre tan guapo puede ser tan amargado? Recuerdo que la primera vez que lo vi pensé que tenía el estirpe de un galan, pero no un galán cualquiera sino uno clásico, como esos caballeros de película. Es alto pero de porte recto, sus hombros siempre alineados perfectamente y el mentón elevado que hace juego con esa expresión de superioridad. Su cabello castaño es rebelde, y me hace gracia porque es probablemente lo único rebelde que hay en él y Archie trata de domarlo, llevándolo lo mejor peinado posible pero sus ondas que se marcan ligeramente sobre su frente, le hacen la trastada. Si le tuviera la confianza suficiente, le dijera que no se esfuerce tanto en controlar su cabello, que lo deje ser. Ya su alto y atlético cuerpo, sus ojos verdes y su inmaculada tes blanca, juegan a su favor.
—Por supuesto— Respondo también dibujando una calculada sonrisa.
Archie espera a que yo camine hasta la silla que está frente a él y tome asiento. No deja de sonreír un instante por lo que empieza a ser irritante. Cosa que no me extraña porque él, incluso cuando respira, ya resulta irritante.
—Señorita Belo— Se detiene y sacude la cabeza, luego corrige: —No. Prefiero llamarte Vivian ¿no hay ningún problema?— Me observa negar con un gesto para luego añadir: —Muy bien, Vivian. ¿Podrías recordarme dónde obtuviste tu título de Gerencia de Hostelería?
No me gusta esto.
—En el Instituto de Estudios Económicos de Nueva York.
—¿Hace cuánto tiempo?— Me interroga entre cerrando sus ojos de forma acusadora. O quién sabe, tal vez solo estoy siendo paranoica.
—Hace tres años.
—¿Y después de graduarte trabajaste en...?
—Le Domas Hotel, un hotel pequeñito en Vermont.
—¿Y por qué fue que cerró ese hotel?
Me encojo de hombros mientras intento recordar la respuesta que di cuándo ingresé ¡¿por qué demonios dije que habían cerrado el hotel?! Oh, no... Cierro los ojos con fuerza y mis mejillas, de pura furia al escucharlo reír, empiezan a hervir intensamente.
—Eso fue tan fácil — Se burla. Se rueda en su silla para apoyar ambos brazos sobre la mesa y continúa: —Tal vez mi padre te contrató por tu bonita foto en la síntesis curricular pero yo necesito mucho más.
—Gracias por lo de bonita— Exclamo con ironía.
—Ha sido solo un decir— Sus músculos del rostro se tensan.
—Por favor,— Digo poniendo los ojos en blanco —puede que no me soporte pero los dos sabemos muy bien que sí soy bonita. Hermosa, de hecho.
Dejo escapar una risotada cuando creo observar un leve destello de rubor en sus mejillas, aunque él abandona su postura sarcástica y se vuelve más serio.
—No trates de desviar mi atención.
—Si su atención se está desviando por mi, le aseguro que no es mi intención.
Después de mirarme por un segundo de forma retadora, haciendo que mi corazón palpite con fuerza, dice:
—No. Supongo que tu única intención fue engañar a mi padre.
Me gustaría decir que no sé de que me habla, me gustaría hacerme la desentendida pero algo me dice que él sabe muy bien de lo que habla así que no tengo más remedio que, como él, alzar mi mentón y no ceder ante su dominante mirada.
—Honestamente mi intención no era engañar a su padre, era engañarlos a todos.
La nariz de Archie se dilata cuando respira pesadamente a causa de mi respuesta. Creo que el Señor Superior está acostumbrado a que todo el mundo se le doblegue. Bueno, conmigo se ha equivocado.
—Pero yo no soy todos. Y definitivamente no soy mi padre. Eventualmente suelo investigar los antecedentes de todos los empleados de la empresa. Quienes entran por mí, son investigados antes, quienes ingresan por mi padre, eventualmente también son investigados. Y esta vez sacaste el boleto ganador, Vivian— Baja la mirada a la carpeta y empieza a revisar los papeles que hay en su interior —No estudiaste en ningún Instituto, no trabajaste en ningún hotel, es que ¡no siquiera existe el hotel! ¿Sabes que falsificar información es causa de privación de libertad?
Trago pesadamente cuando mi propia imagen tras las rejas empieza a alimentar mi imaginación. Quiero decirle no hay necesidad de ser tan drásticos, no tenemos por qué llegar tan lejos pero lo último que quiero es tener que rogarle.
—Lo sé — Consigo verbalizar.
—Tan pronto descubrí tu farsa decidí buscar algún antecedente penal pero estás limpia. Eres quien dices ser pero a la vez eres alguien más, Vivian.
Obviamente, cuando decidí falsificar, no, mejor lo llamo "modificar" cierta información a mi alrededor, pensé que ser descubierta podría ser una opción pero una muy remota porque mi plan había sido perfecto. Bueno, viendo la situación en la que me encuentro ahora debería decir "casi perfecto".
—Pues muy bien — Respondo tajante para ocultar mi nerviosismo. Regla número uno: nunca le demuestres miedo a tu enemigo —Si quieres que te felicite por haber sido tan astuto al descubrir mi plan, está bien, felicidades. Es usted muy inteligente, Señor Archie.
—¿Sabes qué, Vivian? Puedes ser insoportable, pero debo reconocer que tienes... Agallas ¿De verdad crees que te llamé para felicitarme? Te equivocas. En tal caso, descubrirte fue tan fácil que ni siquiera merezco felicitación por ello.
—¿Ah, no? Si no es para eso que me llamó, si no es para eso que me está diciendo cuan fácil fue descubrir mi mentira ¿para qué estoy aquí?— Cruzo mis brazos y pienso " ¿para qué va a llamarte? Probablemente me detendrá en su oficina hasta que llegue la policía"
Archie entre cierra sus ojos, casi por completo y después de un segundo sus labios se curvan en una sonrisa.
—Te tengo una propuesta, Vivian. Puedo muy bien llamar a la policía y hacer que te detengan por falsificación de datos y también por e****a o...— Se detiene pero no en una forma que me haga pensar que está creando suspenso, creo más bien que tiene miedo de hablar. Sin embargo, se las arregla y dice: —I me olvido de este inconveniente si te casas conmigo.
Nunca en mis veintiocho años de vida había experimentado esa sensación de "no saber que decir", hasta ahora. Archie Lloyd Wilde ha pronunciado cuatro palabras que jamás pensé que escucharía decirlas juntas, mucho menos a mí. Y es que cuando dicen "nada es imposible" , parece ser que realmente nada lo es, de otra forma ¿cómo podría explicar que Archie me ha dicho "Si te casas conmigo" Es que ... ¡Me lo ha dicho a mí!Unos diez segundos después cuando mi cerebro ha empezado a trabajar nuevamente y aun teniendo dificultad para hablar, sin saber exactamente como ordenar y darle salida a todas las palabras que se han aglomerado en la punta de mi lengua, todo lo que he hecho es reír. —Tienes un extraño sentido del humor, Archie. Bueno, de hecho me sorprende que tengas humor en primer lugar— Digo secando mis lágrimas con ayuda de mis dedos índice.Cuando retomo la compostura, esperando escuchar su verdadera propuesta, me doy cuenta que él tiene la misma expresión cautelosa y tensa de hace c
Me quedo de pie, justo delante de la puerta por un largo segundo. Es extraño, es tremendamente extraño cómo me siento. Observo cada rincón de la oficina a la que mi vista tiene acceso y todo sigue completamente igual a como estaba antes de hablar con Archie pero a su vez todo me parece diferente. Y es que desde luego nada será igual para mí. Ni el mes de compromiso, no los seis meses siguientes, ni lo que está por venir. Divorciada antes de los treinta, y finalmente libre también.Sonrío ampliamente cuando pienso en esos cincuenta millones de dólares que caerán en mi cuenta y que me darán la libertad que tanto he anhelando este último año. La vida es una caja de sorpresas, mayormente pésimas sorpresas pero si son como estas, a veces vale la pena vivirla.Me alejo de la puerta con una sonrisa de oreja a oreja mientras camino a mi escritorio, casi puedo escuchar algún ritmo sonoro proveniente del ruido de mis tacones sobre el piso. No recuerdo cuando fue la última vez que me sentí tan e
Mientras espero que el flujo del tráfico merme, de pie en el borde de la acera, aprovecho de buscar en mi cartera mis llaves. Acomodo nuevamente los tirantes de cuero sobre mi hombro y una vez que me aseguro de que la vía está libre, cruzo la calle.Tomo los tres escalones que me conducen a la parte inferior del townhouse, coloco la llave en la cerradura y abro la puerta para poder entrar, finalmente. Hogar, dulce, hogar. Junto a la puerta, en un perchero de madera, dejo mi bolso, los zapatos a los pie de este y camino directamente hasta el mueble junto a la mesa de centro, donde reposo mis pies.Mi hogar no es definitivamente un palacio, es de hecho el sótano de un townhouse, y aún así es el mejor lugar donde he vivido en toda mi vida.Nací y me crié en St. John, cerca de las costas de Carolina del Norte, en medio de una familia pobre y numerosa. Mis padres tienen una modesta siembra de tomate; la cual mi madre procesa y los convierte en salsas que luego mi papá sale a vender en su v
Me siento como una tonta. No debería estar nerviosa. No quiero estar nerviosa. Pero por alguna indescifrable razón, ver en mi casa a mi jefe, quien además será mi esposo, me causa ansiedad. Él entra a esta y se detiene justo en el centro, en el área que considero mi sala de estar pero se queda allí, tieso, como si fuese una estatua de piedra. Al menos no está mirando a todos lados como un fisgón, debo concederle el hecho de que así como ahorita, siempre me ha dado la impresión de que Archie es una persona bastante prudente.—Toma asiento, Archie. Mi casa no muerde — Digo poniendo los ojos en blanco.Él gira su rostro para mirarme y aunque entre abre sus labios para decir algo, no lo hace. Simplemente toma asiento en el sofá más amplio y apoya sus brazos en sus piernas.—Así que granjera— Lo escucho decir.Mis ojos se abren como enormes platos cuando enseguida comprendo a que se refiere. Me giro de golpe para corroborar mi teoría y lo veo allí, sentado, sosteniendo entre sus manos el p
Archie detiene su auto justo en frente del famoso The White Palace, el cual haciendo honor a su nombre tiene una fachada impoluta, extremadamente grande a pesar de ser una sola planta y, por supuesto, completamente blanca.Yo comienzo a andar hacia las escaleras pero un segundo después siento que alguien me toma de la mano. Más que sorprenderme, siento una especie de cosquilla en mi mano y en mi columna vertebral, mero reflejo del tacto de Archie contra mi piel. Yo bajo mi mirada a nuestras manos, ahora entrelazadas, y luego lo veo directamente a los ojos.—¿Vamos, cariño?— Dice antes de concederme una sonrisa y entonces pienso que es la primera vez que me sonríe. A mí. Vamos, puede que esté siendo sarcástico (estoy segura que lo está siendo) pero no puedo evitar sonreír también.—Me gustan tus hoyuelos — Le susurro.—¿Qué?— Me responde, creo que he hablado muy bajo y realmente no me ha escuchado así que acaricio suavemente su mejilla, justo uno de sus hoyuelos.—Buenas noches, Señor
Después de dar el último sorbo a la -segunda- copa de vino que tomo, la dejo vacía sobre la mesa. No puedo creer que por un segundo pensé en ordenar una soda o una cerveza cuando tengo la oportunidad de tomar este vino de quien sabe cuántos dólares que parece hecho con uvas del mismísimo Edén. Aunque debería de detenerme, después de esa segunda copa no me parece buena idea tomar tanto teniendo hambre, primero porque ¿y si no estoy lo suficientemente sobria como para saborear como es debido la comida que he ordenado? Y, segundo, estoy aquí para discutir temas importantes, temas que se deben discutir teniendo intacto los cinco sentidos.—No es buena idea despachar la bebida antes de la comida— Concluyo dando vueltas con mi dedo al borde de la copa que tengo delante de mí —¿Y si luego no me puedo comer todo lo que he pedido?— Claro está que un segundo después de hacer tal comentario, que es más un pensamiento en voz alta que otra cosa, recuerdo que este es un restaurante caro, con porcio
Yo me quedo perpleja, primero mientras lo escucho, y también porque...—¡Santo cielo! Eres tremendamente bueno para esto.Doy gracias al cielo que la cena ha llegado, así podré servir otra copa de vino porque un trago es justo lo que necesito ahora. Mientras el mesero va dejando cada plato sobre la mesa, yo solo pienso en todo lo que ha dicho ¡y es clavadisimo a como pasaron las cosas!Yo fui a Life and Place con la intención de trabajar como su asistente, ese era el cargo vacante, llegué puntual y usando mi mejor ropa que en ese instante no era más que una camisa blanca, unos vaqueros gastados y unas zapatillas que había comprado en una tienda de segunda mano un par de semanas antes. Allí estaba yo, de pie, sosteniendo mi síntesis curricular engañosa en una mano y extendiendo la otra hacia él, dibujando una sonrisa -mi mejor sonrisa- de esas que gritan n ¿Acaso no soy la persona más dulce que has visto en tu vida? Pero el pasó de mí, me miro de forma despectiva, con su ceño fruncido
No sabía que pronunciar la palabra mágica -sexo- mientras Archie da un sorbo a su vino podría ser casi mortal. El pobre se ha ahogado, al punto de que casi le sale vino por la nariz. Yo aprieto mis labios con fuerza porque no quiero reírme, no en su cara, en mi cabeza estoy tirada en el piso, sacudiendo las manos, riendo como una histérica.He descubierto que esa actitud impenetrable, cargada de misterio y cierta petulancia, e algo que detesto en él pero sólo Dios sabe porque es lo que también me atrae, lo que hace que no deje de interesarme por él, lo que me hace disfrutar sacarlo de quicio. «Yo hago que su impoluto mundo de tambalee».—Lo siento— Digo tratando de mantener la seriedad en mi rostro —Disculpa por pronunciar la palabra que empieza por S— Me burló —Olvidé que tienes doce años y aún te ruborizas al escucharla — Esta vez me valgo de una papa frita para disimular mi risa.—No seas irónica, Vivian— Me recrimina —Y no me he ruborizado.—No, te has ahogado. Lo cual es peor. Mu