—¡Ya no sigas dejando frases a medias, por favor!— Si suena a súplica es porque así lo siento, empieza a ser frustrante que deje cosas a medias ¿qué demonios pasa por su cabeza? ¿se está arrepintiendo de hacer esto? ¿no me cree digna de ser su esposa aunque sea de mentiras? Pues podría decírmelo a la cara.—Lo siento, no volverá a pasar.Mas te vale.—Eso espero. Lo otro es —Esta vez antes de formular la pregunta acabo con el vino que queda en mi copa—, durante estos meses que se nos vienen ¿podremos acostarnos con otras personas?—Absolutamente no.—¿Por qué?— Le replico.—Tú misma lo dijiste, no quieres arriesgar tu reputación ¿qué pasaría si te acuestas con algún conocido en común?—Eso lo dudo. Mi círculo social está muy pero muy pero muy, muy lejos del tuyo. Dudo que tengamos conocidos en común.—¿De verdad? ¿No puedes estar unos meses sin...?—¿Sin...?— Repito alzando una ceja, de cierta forma lo reto a que diga la palabra mágica.—Sin tener relaciones con nadie.—¿Son acostarme
Desde que tengo uso de razón, mi madre es la persona que más he admirado en el mundo. Aún siendo testigo en primera fila de lo que ha sido capaz de hacer, me resulta increíble que prácticamente sola haya sacado adelante una familia de cinco, teniendo en cuenta que de esos cinco, tres éramos niños y uno era un adicto. Como si ya no fuese eso alucinante, mi madre nunca se ha quejado. Sin embargo, a veces, me enojaba al ver como mi madre desperdiciaba todo su potencial. Solo sé que me daba mucho coraje ver como mi mamá, una mujer tan inteligente y tan inagotable, se conformaba con una casa de madera, en medio de la nada, rodeada de tomates. Por eso, cuando cumplí dieciocho salí despavorida a buscar trabajo. Sabía que los planes de mamá era emplearme en su pequeña fábrica de salsa de tomate casera, pero yo me negué a la idea. Mi plan -el menos realista- era mudarme a la ciudad pero ni tenía los recursos ni los medios para hacerlo. No contaba con el dinero suficiente para mudarme, ni tení
Santo cielo ¡tenía que haber traído un abrigo!Estoy empapada.Mientras camino desde el elevador, por el largo camino que lleva hasta mi escritorio, voy dejando una terrible marca del agua que cae por mi cabello. La madera del piso está pagando las consecuencias de haber olvidado un abrigo y una sombrilla. Estoy hecha un desastre. Lo peor de todo es que bien podría haber olvidado traer algo para cubrirme, pero en su lugar, podría haber escogido algo más acorde para vestir en temporada de lluvia. Y aquí estoy, con un diminuto vestido plisado de color ciruela y unas sandalias verdes, que se convirtieron en mis verdugos cada vez que tenía que pisar por una calle irregular toda llena de agua. Por eso vengo bufando, por eso vengo molesta conmigo misma.«Santo cielo ¡tenía que haber traído un abrigo!» Repito, aunque da igual cuantas veces lo repita, no haré aparecer mágicamente un abrigo sobre mis hombros.Tiro mi bolsa en mi silla y me abrazo a mi misma. El frío es insoportable y alguien e
Cuando dije que quería vengarme de Archie por haberse metido en mis sueños sin mi autorización, lo decía muy en serio. Quién se cree que es para invadir mi subconsciente. Antes de su propuesta, yo era una persona normal. No me despertaba en medio de la noche, con la respiración agitada, pensando que se sentirá tener las manos de Archie sobre mi cuerpo, sus labios sobre los míos. Y ahora, aquí estoy, temerosa a volver a dormir porque no sé que mala jugada me deparan mis sueños. No, Archie, no voy a ceder nuevamente a tus encantos.Y estoy en desventaja, oficialmente me declaro en desventaja porque estoy completamente segura que Archie Lloyd Wilde no se ha despertado esta noche, con una almohada entre las piernas y la respiración entre cortada, pensando cómo serán mis besos. Eso no le ha pasado. Aún. Estoy decidida a cambiar las cartas en este juego. Y estoy decidida a ganarlo también.Es por que esta mañana cuando desperté puse en marcha mi rutina matutina como cualquier día pero sinti
Escucho decir a Chloe: —Lindo suéter —, aunque su halago lo tomo con pinzas, creo que es su forma de intentar desviar mi atención de la puerta de su jefe. —Ah, sí ¿gracias?— Me incorporo en mi silla, dirigiendo mi atención al ordenador y verifico la hora: 8:23. Tomo una bocanada de aire y luego permito que fluya por mis pulmones y luego fuera de mi cuerpo. «Esta es mi idea. Puedo hacerlo» Me animo mentalmente. Espero que el tiempo avance mientras finjo hacer algo en el ordenador. Ayer saqué el trabajo pendiente y mi jefe no ha llegado así que no tengo realmente nada que hacer hasta dentro de unos veinte minutos. Veo nuevamente la hora y cuando me doy cuenta que el reloj marca la hora que me interesa me levanto con tanta fuerza que la silla se rueda unos centímetros sobre el piso de madera. Empiezo a caminar en dirección a la oficina de Archie y cuando coloco mi mano sobre la perilla, escucho la voz de Chloe que dice: —¿Qué haces? Nadie entra a esa oficina sin ser anunciado. —Es un
Mi día en el trabajo definitivamente no fue mejor. Mi jefe, el señor Simon llegó al menos diez minutos después que salí de la oficina de Archie ¡diez! Cuando me dijo "Buenos días, Vivian" no pude evitar fulminarlo con la mirada, lo bueno es que ni se dio cuenta. El señor Simon siempre anda en su mundo, un mundo gobernado por él, habitado por él. Un mundo imperturbable, donde, por lo visto, a veces se le ocurren ideas sin sentido, como obligar a su hijo a que busque una esposa para cederle lo que por derecho le pertenece. Y aunque mi jefe no se dio cuenta de mi comportamiento, media hora después tuve que ofrecerle una taza de café como ofrenda de paz. Él no se percató de mi mirada asesina pero yo no podía con el cargo de conciencia. El señor Simon siempre ha sido muy bueno conmigo y definitivamente no tiene la culpa de los desplantes de su hijo.Después de reunirse a primera hora con Archie , no se volvieron a cruzar uno en el camino del otro casi hasta el último tramo de la jornada la
Tan pronto pronuncia esas cuatro palabras, él empieza a decir mientras suelta los botones de la manga de su camisa, para subirlas hasta sus codos. Me sorprende que se muestre tan tranquilo, supongo que eso es una buena señal. El agua de su cabello moja su frente y me doy cuenta que realmente está empapado.—Espera un segundo— Debería interesarme en lo que está a punto de decir pero no puedo concentrarme mientras lo veo en ese estado. Así que después de hacer que se detenga por un instante, salgo corriendo hasta mi habitación, voy directo al armario y saco mi otra toalla de baño. Se la ofrezco tan pronto regreso a la sala —Dame tus zapatos — Le ordeno.—No es necesario — Niega.—No, no te dará un resfriado. Al menos no mientras estés bajo mi techo. Vamos. Zapatos. Y medias.Casi que contra su voluntad, Archie se deshace de sus zapatos y medias y me los entrega. Lo próximo que hago con ellos es un viejo truco que me enseño mi mamá: los colocó detrás de la nevera. Cuando me giro hacia él
Retrocedo en el sofá antes de ponerme de pie casi en un salto:—¡Pizza! ¡Pizza!— Exclamo como si tuviese cinco años pero sintiéndome tan emocionada como si tuviese diecisiete; amino hacia la puerta tratando de hacer de cuentas que nada ocurrió realmente porque así fue.Me detengo frente a la puerta con la respiración agitada, en parte por lo rápido de mis movimientos y parte por los nervios. Me atrevo a tomar una bocanada de aire y entonces giro la manilla de la puerta. El chico delivery está vestido con un enorme traje impermeable amarillo, sosteniendo una caja de pizza, cubierta por una bolsa también impermeable.—¿Vivian?— Yo asiento —Una pizza primavera.—Espera un segundo — Doy un par de pasos hasta mi cartera que cuelga en el perchero y tomo tres billetes de cinco dólares. Regreso a la puerta y entonces, luego de tomar la caja de pizza le entrego el pago y su propina —Aquí tienes, chico delivery— Bromeo —Gracias.Cierro la puerta con ayuda de mi pie y me giro para regresar a la