Al momento en que Simon ingresa a la sala de conferencia, todos los reciben con el típico "cumpleaños feliz", después hay aplausos y Simon se ve genuinamente conmovido. Chloe se ofrece a servir las porciones de pastel, justo después que Simon apaga la vela y pide su respectivo deseo a petición de todos los presentes. Después de varios minutos, Simon se anima a dar unas palabras:
—Gracias, de verdad gracias por este detalle— Dice alzando su plato con la porción de torta —No sé si todos estarán al tanto de esto pero hoy mismo viajo a Nueva Zelanda, no solo para celebrar mi cumpleaños, tengo intenciones de quedarme allí varios meses— Simon dirige su mirada a Archie, yo también lo hago. Desde luego, la revelación de mi jefe es sorpresiva —Pero sé que mientras esté ausente, quedarán en buenas manos.
Después de la celeb
Archie me responde sin tener una pista de todo por lo que estoy pasando por mi cabeza, por mi corazón.—Jeremiah dice que está mejor, las contracciones han disminuido y todo salió bien en el eco— Se voltea para verme y me sonríe.—¿Por qué crees que Jeremiah esté llamándote todo el tiempo?— Suelto unos minutos después de pensar en la actitud que este ha tomado.Desde que conocí a los hermanos Lloyd Wilde, siempre tuve la impresión de que Jeremiah era el de espíritu libre, el que hace lo que quiere, lo que siente y rara vez lo que debe. Siempre llegaba a la oficina con todo el desparpajo del mundo, interrumpiendo el trabajo de más de uno y todo por capricho, solo para hablar de temas insignificantes como el resultado del partido de béisbol o algún videojuego nuevo. De repente, todo lo que hace es llamar a Archie, como si n
Han transcurrido exactamente seis meses desde la última vez que vi a Archie. Aquella noche, después de la cena en el White Palace, volvimos a casa y tomé mis maletas con lo esencial. Quise darle un último beso antes de partir pero reservé ese deseo para mí y simplemente lo abracé. Archie me rodeó con sus brazos de una forma que no lo había hecho nunca; se mantuvo de pie, estoico, aferrado a mí como si tuviese miedo de soltarme, sabiendo que al hacerlo, no había vuelta atrás.Esa noche me quedé en casa de Lydia. Mi mejor amiga me dijo que estaba loca después de haberle dicho lo que hice, pero cuando me vio llorar, me ofreció su hombro -literalmente- como apoyo. Abrió una botella de vino barata que había comprado en el súper hace unos días, preparó unas palomitas de maíz y pasamos el resto de la noche viendo películas de terro
Suelto una carcajada divertida mientras intento que el trípode de la cámara se mantenga firme sobre la arena. Me detengo frente a la cámara unos segundos, atenta a que no se caiga. —Lo siento, tengo que hacer esto— Digo divertida a los hombres que están impacientes detrás de mí. —Pensé que querías que este momento fuese solo para nosotros— Me recuerda Archie. —Quiero que sea solo para nosotros, por supuesto, pero también quiero que sea para siempre. Por eso quiero que la cámara capture cada segundo de lo que está a punto de suceder. Tomo la falda de mi vestido para caminar más rápido hasta Archie y me detengo justo en frente de él. Cuando empezamos a planificar nuestra primera boda, los dos dijimos que una ceremonia en privado sería mejor que armar todo el teatro con una gran fiesta y una ceremonia de más de cien invitados. Sin embargo, eso era parte del plan. Pero ahora no hay planes, no hay contratos, sólo hay amor. Así que para complacer el deseo de ambos, nos trasladamos hasta
—Vivian, hey, ¡Vivian!Creo escuchar mi nombre muy lejos tal vez porque he estado más tiempo del que debería viajando por el limbo, absorta en mis propios pensamientos. Vuelvo la vista al frente y me encuentro con mi colega Chloe.—¿Qué?— Respondo tajante ante su molestosa insistencia.—Mi jefe quiere verte— Dice alzando una ceja y moviendo su cabeza de una forma que resulta curioso puesto que sus espesos rizos azabache se tambalean sobre sus hombros.—¿Para qué?— Pregunto extrañada.Desde que llegué a Life and Place, el jefe de Chloe, es decir, Archie Lloyd Wilde, es decir, el Director General de la empresa, hijo de Simon Lloyd Wilde, mi jefe, no ha hecho más que verme por encima del hombro. Aunque si lo pienso bien y si soy justa, es algo que hace con todo el mundo. Sin embargo, es molesto, es un gesto odioso como lo es él también.De hecho si fuese por él, no estaría aquí, literalmente. Cuando llegué a la entrevista de trabajo el cargo vacante era el de Secretaria Adjunta a la Dire
Nunca en mis veintiocho años de vida había experimentado esa sensación de "no saber que decir", hasta ahora. Archie Lloyd Wilde ha pronunciado cuatro palabras que jamás pensé que escucharía decirlas juntas, mucho menos a mí. Y es que cuando dicen "nada es imposible" , parece ser que realmente nada lo es, de otra forma ¿cómo podría explicar que Archie me ha dicho "Si te casas conmigo" Es que ... ¡Me lo ha dicho a mí!Unos diez segundos después cuando mi cerebro ha empezado a trabajar nuevamente y aun teniendo dificultad para hablar, sin saber exactamente como ordenar y darle salida a todas las palabras que se han aglomerado en la punta de mi lengua, todo lo que he hecho es reír. —Tienes un extraño sentido del humor, Archie. Bueno, de hecho me sorprende que tengas humor en primer lugar— Digo secando mis lágrimas con ayuda de mis dedos índice.Cuando retomo la compostura, esperando escuchar su verdadera propuesta, me doy cuenta que él tiene la misma expresión cautelosa y tensa de hace c
Me quedo de pie, justo delante de la puerta por un largo segundo. Es extraño, es tremendamente extraño cómo me siento. Observo cada rincón de la oficina a la que mi vista tiene acceso y todo sigue completamente igual a como estaba antes de hablar con Archie pero a su vez todo me parece diferente. Y es que desde luego nada será igual para mí. Ni el mes de compromiso, no los seis meses siguientes, ni lo que está por venir. Divorciada antes de los treinta, y finalmente libre también.Sonrío ampliamente cuando pienso en esos cincuenta millones de dólares que caerán en mi cuenta y que me darán la libertad que tanto he anhelando este último año. La vida es una caja de sorpresas, mayormente pésimas sorpresas pero si son como estas, a veces vale la pena vivirla.Me alejo de la puerta con una sonrisa de oreja a oreja mientras camino a mi escritorio, casi puedo escuchar algún ritmo sonoro proveniente del ruido de mis tacones sobre el piso. No recuerdo cuando fue la última vez que me sentí tan e
Mientras espero que el flujo del tráfico merme, de pie en el borde de la acera, aprovecho de buscar en mi cartera mis llaves. Acomodo nuevamente los tirantes de cuero sobre mi hombro y una vez que me aseguro de que la vía está libre, cruzo la calle.Tomo los tres escalones que me conducen a la parte inferior del townhouse, coloco la llave en la cerradura y abro la puerta para poder entrar, finalmente. Hogar, dulce, hogar. Junto a la puerta, en un perchero de madera, dejo mi bolso, los zapatos a los pie de este y camino directamente hasta el mueble junto a la mesa de centro, donde reposo mis pies.Mi hogar no es definitivamente un palacio, es de hecho el sótano de un townhouse, y aún así es el mejor lugar donde he vivido en toda mi vida.Nací y me crié en St. John, cerca de las costas de Carolina del Norte, en medio de una familia pobre y numerosa. Mis padres tienen una modesta siembra de tomate; la cual mi madre procesa y los convierte en salsas que luego mi papá sale a vender en su v
Me siento como una tonta. No debería estar nerviosa. No quiero estar nerviosa. Pero por alguna indescifrable razón, ver en mi casa a mi jefe, quien además será mi esposo, me causa ansiedad. Él entra a esta y se detiene justo en el centro, en el área que considero mi sala de estar pero se queda allí, tieso, como si fuese una estatua de piedra. Al menos no está mirando a todos lados como un fisgón, debo concederle el hecho de que así como ahorita, siempre me ha dado la impresión de que Archie es una persona bastante prudente.—Toma asiento, Archie. Mi casa no muerde — Digo poniendo los ojos en blanco.Él gira su rostro para mirarme y aunque entre abre sus labios para decir algo, no lo hace. Simplemente toma asiento en el sofá más amplio y apoya sus brazos en sus piernas.—Así que granjera— Lo escucho decir.Mis ojos se abren como enormes platos cuando enseguida comprendo a que se refiere. Me giro de golpe para corroborar mi teoría y lo veo allí, sentado, sosteniendo entre sus manos el p