Nunca en mis veintiocho años de vida había experimentado esa sensación de "no saber que decir", hasta ahora. Archie Lloyd Wilde ha pronunciado cuatro palabras que jamás pensé que escucharía decirlas juntas, mucho menos a mí. Y es que cuando dicen "nada es imposible" , parece ser que realmente nada lo es, de otra forma ¿cómo podría explicar que Archie me ha dicho "Si te casas conmigo" Es que ... ¡Me lo ha dicho a mí!
Unos diez segundos después cuando mi cerebro ha empezado a trabajar nuevamente y aun teniendo dificultad para hablar, sin saber exactamente como ordenar y darle salida a todas las palabras que se han aglomerado en la punta de mi lengua, todo lo que he hecho es reír.
—Tienes un extraño sentido del humor, Archie. Bueno, de hecho me sorprende que tengas humor en primer lugar— Digo secando mis lágrimas con ayuda de mis dedos índice.
Cuando retomo la compostura, esperando escuchar su verdadera propuesta, me doy cuenta que él tiene la misma expresión cautelosa y tensa de hace cinco minutos atrás.
—Estoy hablando en serio, Vivian. Muy en serio — Me dice como si fuese capaz de leer mi mente.
—¡¿Qué?!— Consigo exclamar —Quiero decir.... ¿¡QUÉ!?— Exclamo aún más alto sintiéndome completamente aturdida.
Mi cerebro parece retornar a la fase en la que no funciona, solo está allí arriba en mi cabeza como una masa inútil. Solo sé que Archie se pone de pie y camina hasta la puerta de su oficina y acaba cerrando la puerta.
Regresa hasta el escritorio pero no precisamente a su silla blanca e impoluta que probablemente ha costado medio millón de dólares, al contrario, se sienta en el borde del vidrio del escritorio que más le vale sea caro también para poder soportar el peso de un cuerpo de más de metro ochenta.
—Mi padre está pensando en renunciar a la presidencia de la cadena hotelera. De hecho, su idea es ceder todos los derechos de la misma a quien tome su lugar— Dice cruzado de brazos.
—¿Y esa persona serás tú?— Cuestiono.
—No exactamente — Dice entre dientes —Todo el mundo pensaría que yo soy su primera opción, todo el mundo excepto mi padre. Después de todo soy yo quien ha estado aquí todos estos años pero a mi padre eso parece importarle poco. Él,— De nuevo se detiene —quiere entregarle la presidencia a mi hermano. Y Jeremy solo quiere vender la cadena de hoteles.
—¿Cómo sabes eso?— Su voz tensa, su expresión sería y su tendencia a hacer que todo luzca un poco dramático me hace pensar que podría estar exagerando.
—Jeremy me lo ha dicho. Textualmente. Si mi padre me cede la presidencia, él no se opondría, después de todo Jeremy tiene su propio negocio. Pero si se la otorga a él, tampoco le dirá que no porque quiere venderla y eso no puede ser posible.
Alzo la comisura de mis labios para dibujar una sonrisa irónica. Creo que el inmaculado y casi perfecto Archie Lloyd Wilde no es consciente de sus propias palabras. Todo este berrinche es por dinero. Quién lo diría.
—Eso no puede ser posible ¡No!— Exclamo llevando una mano a mi frente de manera teatral, completamente exagerada. Entonces suelto una carcajada —Después de todo este tiempo aparentando ser perfecto, correcto, intachable, demuestras que solo te importa el dinero. No puedes soportar la idea de que tu hermano venda la cadena hotelera y no te quede ni un dólar por ello.
—Por supuesto que no — Me refuta al instante —¿De verdad crees que lo que me interesa es el dinero?— Suena casi decepcionado por mi conclusión pero si somos honestos no me ha dejado otra opción para pensar —Esta cadena fue el sueño de mi madre. Ella trabajo día y noche durante años hasta que nos dejó. Mantenerlo con vida es una forma de mantener una parte de mi mamá conmigo pero ni mi padre ni mi hermano lo ven así.
—No, no creo que el Señor Simon y el Señor Jeremy sean así de cursis — Bromeo, sin embargo, en el fondo, muy en el fondo me siento... ¿conmovida? No, nada de eso. No hay forma que yo conecte con este hombre que, tal como él mismo me ha dicho, me considera insoportable.
—Piensa lo que quieras, Vivian.
—No, no puedo pensar lo que quiera. No mientras no me expliques exactamente que haré yo en tu plan porque no hemos llegado a la parte que supongo es la que me interesa — Respondo con ironía y viendo mi reloj de pulso añado: —Y estoy perdiendo una parte valiosa de mi tiempo.
—Hablé con mi padre acerca de la cadena y por qué debería ser yo quien continúe al mando después de él— Dice en un tono sereno —Me ha dicho que no cambiará de idea, que ya ha tomado una decisión. Sin embargo, me ha dado una condición, me ha hecho una propuesta.
Me sorprende como se mantiene tan calmado mientras habla muy a pesar de que decir esas palabras lo debe hacer rabiar. Él no necesita gritar para causar terror, solo le basta su voz grave y su mirada serena para hacer temblar a más de uno. No perder los estribos aun cuando debería tiene que ser considerado una habilidad.
—¡Santo cielo! ¡Habla ya!— Le aliento.
—Mi padre me ha dicho que me otorga la presidencia de la cadena hotelera solo si me caso con alguien en menos de un mes y si consigo que el matrimonio dure al menos seis meses.
Esta vez no creo que sea broma, me ha dejado muy claro que habla en serio, pero exactamente eso lo que hace que consiga todo esto hilarante. Qué gente más extraña.
—Ustedes los ricos son personas bien extrañas — Consigo decir mientras mis mejillas parecen que arden —¿Quién en la vida real hace propuestas de ese tipo? ¡Es absurdo!
—Exactamente — Coincide él —¿No lo ves, Vivian? Mi padre me ha fijado esa única condición porque cree que no lo voy a hacer. Porque piensa que voy a creer que es una estupidez y no lo voy a cumplir y él se saldrá con la suya. Quiero que vea hasta donde soy capaz de llegar por mantener el legado de mi madre.
Suelto un bostezo y apoyo uno de mis codos sobre el escritorio, me reclino hacia adelante para reposar mi mentón en mi mano.
—Entonces ¿yo soy tu mejor opción?— Sonrío de manera ladina.
—¡Ja!— Exclama de forma satírica. Es él quien ahora tiene la osadía de burlarse de mí —No eres mi mejor opción. De hecho, diría que eres la peor pero eres la más fácil.
—¿Fácil?— Repito —¿Me estás llamando fácil, Archie Lloyd Wilde?— Finjo estar ofendida —¿No te han dicho que esa es una terrible forma de dirigirte a la mujer que le acabas de pedir matrimonio?
—No estoy diciendo...— Pone los ojos en blanco, frustrado por mi comentario. Yo río cuando veo que he conseguido mi objetivo —No me refiero a que tú seas fácil, me refiero a que como opción eres la más fácil de conseguir ¿No lo ves?— Yo niego aunque en el fondo creo comprender su punto— Solo tengo dos opciones: encontrar el amor de mi vida en un mes, lo cual es prácticamente imposible o sobornar a alguien y tú, Vivian, me lo colocaste en bandeja de plata.
Nunca, ni en un millón de años habría pensado en plantearme la idea de casarme con Archie. Es que él solo pensarlo se me hace ridículo.
—Si acepto ¿qué ganaría?
—¿De verdad?— Archie me ve como si realmente no me entendiese —Te estoy ofreciendo tu libertad.
—¿Solo eso?— Sueno ofendida, lo estoy —Estás a punto de heredar un emporio hotelero valorado en billones de dólares ¿y solo me ofreces mi libertad? El trato es: mi libertad y cien millones de dólares.
—Tu libertad y cinco millones de dólares.
—¿Perdón?— Quién se cree para ofrecerme tan poco —Noventa millones.
—Doce millones de dólares.
—Setenta y cinco millones de dólares.
—Veinte millones.
—Sesenta.
—Cincuenta millones de dólares y tu libertad. Esa es mi última oferta.
—Trato hecho— Él toma mi mano entre la suya haciendo que me sienta diminuta, la sostiene con firmeza y cuando la aparta, lo retengo y le digo: —Espera ¿y si después que nos casemos tu papá no te da nada?
—Mi papá podrá ser muchas cosas pero siempre mantiene su palabra — Alzo las cejas diciendo: "¿Y? Eso no es suficiente para mí. No pienso casarme con Archie por nada —Está bien. Haré que firme una carta compromiso diciendo que la empresa pasará a mis manos una vez que contraiga matrimonio.
—Mucho mejor — Esta vez soy yo quien suelta su mano. Sonrío triunfante y añado: —¿Y bien, cariño? ¿Dónde me llevarás a cenar?
—¿Perdón?— Archie me ve confundido y yo disfruto viendo su expresión confundida. Me encanta verlo cuando pierde la b****a en este tira y encoge que tenemos.
—¿Perdón, qué? ¿Qué te llame "cariño" o que te pregunte a dónde vamos a cenar?
— ¿Ambas?— Dice de forma retórica —¿Qué parte de que nuestro matrimonio será fingido no entiendes?
—Sé muy bien que lo nuestro será un "amor bajo contrato" — Digo haciendo las comillas con mis manos —Pero si vamos a hacer esto, lo haremos bien. Lo haremos a mi manera.
—¿De verdad esperas que me confíe de tus palabras? ¿Tú, cuya mentira la descubrí literalmente en un día?
—Soy tu opción más fácil, así que sí, creo que no tienes más opción que confiar en mí — Le guiño un ojo y vuelvo a mirar mi reloj —Ahora, si me disculpas, iré a casa. Necesito arreglarme porque esta noche tengo una cena con mi futuro esposo.
—¿Quién te ha dado permiso de retirarte?
—Si voy a casarme contigo, creo que pasaré a ser la esposa del vicepresidente, es decir, ya no seré una empleada ordinaria. Así que, este es el plan. Apenas yo traspase la puerta de salida de este edificio, le pedirás a Chloe mi número telefónico, me llamarás y yo te daré mi dirección, irás por mí y me llevarás al restaurante más caro de la ciudad. Tenemos que discutir el contrato de nuestro matrimonio ¿no? No pensarás que voy a hacerlo en esta deprimente oficina.
Si las miradas matarán, sería persona muerta pero como es típico en Archie, no dice nada. Simplemente me ve levantarme y camino hasta la puerta, antes de salir, me giro a él y lanzo un beso en el aire. Río descaradamente y salgo de la oficina.
Creo que a partir de ahora, nada será igual.
Me quedo de pie, justo delante de la puerta por un largo segundo. Es extraño, es tremendamente extraño cómo me siento. Observo cada rincón de la oficina a la que mi vista tiene acceso y todo sigue completamente igual a como estaba antes de hablar con Archie pero a su vez todo me parece diferente. Y es que desde luego nada será igual para mí. Ni el mes de compromiso, no los seis meses siguientes, ni lo que está por venir. Divorciada antes de los treinta, y finalmente libre también.Sonrío ampliamente cuando pienso en esos cincuenta millones de dólares que caerán en mi cuenta y que me darán la libertad que tanto he anhelando este último año. La vida es una caja de sorpresas, mayormente pésimas sorpresas pero si son como estas, a veces vale la pena vivirla.Me alejo de la puerta con una sonrisa de oreja a oreja mientras camino a mi escritorio, casi puedo escuchar algún ritmo sonoro proveniente del ruido de mis tacones sobre el piso. No recuerdo cuando fue la última vez que me sentí tan e
Mientras espero que el flujo del tráfico merme, de pie en el borde de la acera, aprovecho de buscar en mi cartera mis llaves. Acomodo nuevamente los tirantes de cuero sobre mi hombro y una vez que me aseguro de que la vía está libre, cruzo la calle.Tomo los tres escalones que me conducen a la parte inferior del townhouse, coloco la llave en la cerradura y abro la puerta para poder entrar, finalmente. Hogar, dulce, hogar. Junto a la puerta, en un perchero de madera, dejo mi bolso, los zapatos a los pie de este y camino directamente hasta el mueble junto a la mesa de centro, donde reposo mis pies.Mi hogar no es definitivamente un palacio, es de hecho el sótano de un townhouse, y aún así es el mejor lugar donde he vivido en toda mi vida.Nací y me crié en St. John, cerca de las costas de Carolina del Norte, en medio de una familia pobre y numerosa. Mis padres tienen una modesta siembra de tomate; la cual mi madre procesa y los convierte en salsas que luego mi papá sale a vender en su v
Me siento como una tonta. No debería estar nerviosa. No quiero estar nerviosa. Pero por alguna indescifrable razón, ver en mi casa a mi jefe, quien además será mi esposo, me causa ansiedad. Él entra a esta y se detiene justo en el centro, en el área que considero mi sala de estar pero se queda allí, tieso, como si fuese una estatua de piedra. Al menos no está mirando a todos lados como un fisgón, debo concederle el hecho de que así como ahorita, siempre me ha dado la impresión de que Archie es una persona bastante prudente.—Toma asiento, Archie. Mi casa no muerde — Digo poniendo los ojos en blanco.Él gira su rostro para mirarme y aunque entre abre sus labios para decir algo, no lo hace. Simplemente toma asiento en el sofá más amplio y apoya sus brazos en sus piernas.—Así que granjera— Lo escucho decir.Mis ojos se abren como enormes platos cuando enseguida comprendo a que se refiere. Me giro de golpe para corroborar mi teoría y lo veo allí, sentado, sosteniendo entre sus manos el p
Archie detiene su auto justo en frente del famoso The White Palace, el cual haciendo honor a su nombre tiene una fachada impoluta, extremadamente grande a pesar de ser una sola planta y, por supuesto, completamente blanca.Yo comienzo a andar hacia las escaleras pero un segundo después siento que alguien me toma de la mano. Más que sorprenderme, siento una especie de cosquilla en mi mano y en mi columna vertebral, mero reflejo del tacto de Archie contra mi piel. Yo bajo mi mirada a nuestras manos, ahora entrelazadas, y luego lo veo directamente a los ojos.—¿Vamos, cariño?— Dice antes de concederme una sonrisa y entonces pienso que es la primera vez que me sonríe. A mí. Vamos, puede que esté siendo sarcástico (estoy segura que lo está siendo) pero no puedo evitar sonreír también.—Me gustan tus hoyuelos — Le susurro.—¿Qué?— Me responde, creo que he hablado muy bajo y realmente no me ha escuchado así que acaricio suavemente su mejilla, justo uno de sus hoyuelos.—Buenas noches, Señor
Después de dar el último sorbo a la -segunda- copa de vino que tomo, la dejo vacía sobre la mesa. No puedo creer que por un segundo pensé en ordenar una soda o una cerveza cuando tengo la oportunidad de tomar este vino de quien sabe cuántos dólares que parece hecho con uvas del mismísimo Edén. Aunque debería de detenerme, después de esa segunda copa no me parece buena idea tomar tanto teniendo hambre, primero porque ¿y si no estoy lo suficientemente sobria como para saborear como es debido la comida que he ordenado? Y, segundo, estoy aquí para discutir temas importantes, temas que se deben discutir teniendo intacto los cinco sentidos.—No es buena idea despachar la bebida antes de la comida— Concluyo dando vueltas con mi dedo al borde de la copa que tengo delante de mí —¿Y si luego no me puedo comer todo lo que he pedido?— Claro está que un segundo después de hacer tal comentario, que es más un pensamiento en voz alta que otra cosa, recuerdo que este es un restaurante caro, con porcio
Yo me quedo perpleja, primero mientras lo escucho, y también porque...—¡Santo cielo! Eres tremendamente bueno para esto.Doy gracias al cielo que la cena ha llegado, así podré servir otra copa de vino porque un trago es justo lo que necesito ahora. Mientras el mesero va dejando cada plato sobre la mesa, yo solo pienso en todo lo que ha dicho ¡y es clavadisimo a como pasaron las cosas!Yo fui a Life and Place con la intención de trabajar como su asistente, ese era el cargo vacante, llegué puntual y usando mi mejor ropa que en ese instante no era más que una camisa blanca, unos vaqueros gastados y unas zapatillas que había comprado en una tienda de segunda mano un par de semanas antes. Allí estaba yo, de pie, sosteniendo mi síntesis curricular engañosa en una mano y extendiendo la otra hacia él, dibujando una sonrisa -mi mejor sonrisa- de esas que gritan n ¿Acaso no soy la persona más dulce que has visto en tu vida? Pero el pasó de mí, me miro de forma despectiva, con su ceño fruncido
No sabía que pronunciar la palabra mágica -sexo- mientras Archie da un sorbo a su vino podría ser casi mortal. El pobre se ha ahogado, al punto de que casi le sale vino por la nariz. Yo aprieto mis labios con fuerza porque no quiero reírme, no en su cara, en mi cabeza estoy tirada en el piso, sacudiendo las manos, riendo como una histérica.He descubierto que esa actitud impenetrable, cargada de misterio y cierta petulancia, e algo que detesto en él pero sólo Dios sabe porque es lo que también me atrae, lo que hace que no deje de interesarme por él, lo que me hace disfrutar sacarlo de quicio. «Yo hago que su impoluto mundo de tambalee».—Lo siento— Digo tratando de mantener la seriedad en mi rostro —Disculpa por pronunciar la palabra que empieza por S— Me burló —Olvidé que tienes doce años y aún te ruborizas al escucharla — Esta vez me valgo de una papa frita para disimular mi risa.—No seas irónica, Vivian— Me recrimina —Y no me he ruborizado.—No, te has ahogado. Lo cual es peor. Mu
—¡Ya no sigas dejando frases a medias, por favor!— Si suena a súplica es porque así lo siento, empieza a ser frustrante que deje cosas a medias ¿qué demonios pasa por su cabeza? ¿se está arrepintiendo de hacer esto? ¿no me cree digna de ser su esposa aunque sea de mentiras? Pues podría decírmelo a la cara.—Lo siento, no volverá a pasar.Mas te vale.—Eso espero. Lo otro es —Esta vez antes de formular la pregunta acabo con el vino que queda en mi copa—, durante estos meses que se nos vienen ¿podremos acostarnos con otras personas?—Absolutamente no.—¿Por qué?— Le replico.—Tú misma lo dijiste, no quieres arriesgar tu reputación ¿qué pasaría si te acuestas con algún conocido en común?—Eso lo dudo. Mi círculo social está muy pero muy pero muy, muy lejos del tuyo. Dudo que tengamos conocidos en común.—¿De verdad? ¿No puedes estar unos meses sin...?—¿Sin...?— Repito alzando una ceja, de cierta forma lo reto a que diga la palabra mágica.—Sin tener relaciones con nadie.—¿Son acostarme