Me siento como una tonta. No debería estar nerviosa. No quiero estar nerviosa. Pero por alguna indescifrable razón, ver en mi casa a mi jefe, quien además será mi esposo, me causa ansiedad. Él entra a esta y se detiene justo en el centro, en el área que considero mi sala de estar pero se queda allí, tieso, como si fuese una estatua de piedra. Al menos no está mirando a todos lados como un fisgón, debo concederle el hecho de que así como ahorita, siempre me ha dado la impresión de que Archie es una persona bastante prudente.
—Toma asiento, Archie. Mi casa no muerde — Digo poniendo los ojos en blanco.
Él gira su rostro para mirarme y aunque entre abre sus labios para decir algo, no lo hace. Simplemente toma asiento en el sofá más amplio y apoya sus brazos en sus piernas.
—Así que granjera— Lo escucho decir.
Mis ojos se abren como enormes platos cuando enseguida comprendo a que se refiere. Me giro de golpe para corroborar mi teoría y lo veo allí, sentado, sosteniendo entre sus manos el portarretrato de madera que está junto a la bandeja para las llaves sobre la mesa del centro. Archie tiene una expresión divertida mientras observa la foto.
—¿Eres tú?— Dice con expresión dubitativa pero enseguida cambia de opinión —Claro que eres tú, sólo basta con ver esas pobladas cejas.
Suficiente.
Camino hasta él en grandes zancadas y le quito el portarretato para devolverlo al lugar donde se encontraba, que nunca debió tomar.
—¿De verdad? ¿Vas a burlarte de mis cejas?— Lo fulmino con la mirada y me encargo que su expresión divertida se esfume.
—Solo bromeaba ¿vale?— Vuelve a mostrarse tenso una vez más —No era mi intención hacerte enojar—Se encoge de hombros y por último añade— Y es una foto muy simpática. Deberías contarme el contexto detrás de esta.
—Define "simpática"— Digo haciendo las comillas con mis dedos, ignorando todo lo que dijo después de esa palabra.
—Quiero decir, es tu foto, sabes a lo que me refiero. Una niña con dos largas trenzas y un enorme sombrero tejido de paja, esos enormes y expresivos ojos debajo de esas cejas tan peculiares, llevando un overol de mezclilla sucio y sosteniendo una cesta de ¿tomates? ¿Cómo no va a ser simpática?
—¿Te estás burlando de mi?— Lo miro con los ojos entre cerrados, completamente a la defensiva.
—Debería hacerlo pero no. De hecho, si no fueses tú la niña de la imagen diría que la foto es entrañable.
—¿Y qué tiene que sea yo la de la foto?
—Que te conozco y sé que no tienes nada de entrañable, ni siquiera el nombre, Vivian.
—¡Hey!—Le llamo la atención pero literalmente me muerdo la lengua porque no tengo moral para reprocharle nada, no cuando todo el tiempo estoy riéndome de él —Mejor nos vamos ya.
Archie asiente y sigue mis pasos tan pronto dejamos la casa. En la calle es él quien me guía a mi hasta su espectacular deportivo negro. Espero impaciente, aunque tratando de lucir casual, mientras él abre la puerta del lado del copiloto por mí.
Me escabullo hasta el interior del auto y suelto una carcajada de puro placer al apoyar mi cuerpo contra el firme cuero del asiento. En su interior el auto es prácticamente todo negro también y es tremendamente espacioso. Archie me concede una rápida mirada antes de poner el auto en marcha y yo vuelvo a reír divertida. Muevo mi espalda disfrutando de la suavidad del asiento contra mi piel.
—Este asiento es muy amplio — Digo comentando lo obvio —Fácilmente podría vivir aquí. Bueno, no vivir pero podría disfrutar de unas palomitas mientras veo una película en esa diminuta pantalla— Comento señalando la pantalla sobre el dispositivo GPS que está en su coche.
—Comer dentro de mi auto sería tu intento más acertado para hacer que no me agrades.
—¿Para hacer que no te agrade? ya no te agrado ¿cuál sería la diferencia?— Me encojo de hombros y paso una mano por el asiento.
Aunque muero de ganas por descubrir que tipo de música escucha el señor ceño fruncido, me detengo y trato de hacerme la idea de que delante de mi no está su reproductor de música aunque por otra parte la idea de viajar en completo quien sabe por cuanto tiempo solo hace que muera del aburrimiento.
—¿Para donde vamos?— Le pregunto cuando recuerdo que en ningún momento me ha dicho exactamente a donde pretende llevarme.
—¿No prefieres descubrirlo cuando lleguemos?
—No, no me gustan las sorpresas— Respondo —Eso también deberías apuntarlo. Insisto, tienes que aprender a conocer a tu futura esposa — Bromeo.
—No es una sorpresa— Me corrige sin siquiera girar su rostro para mirarme.
—¿Ah, no? ¿Entonces por qué no me dices a dónde vamos? ¡¿Quieres que adivine?!— Agrego inmediatamente.
—No lo creo— Dice por lo bajo, lo suficiente como para hacer de cuentas que no lo escuché y decir.
—Apuesto a que podría adivinar a donde vamos— Llevo una mano a mi mentón, pretendiendo un gesto pensativo y entonces suelto: —The White Palace— En vista de que Archie se mantiene imperturbable, repito: —¡Es The White Palace! Allí vamos — Comento entre risas —Archie, eres tan predecible.
—No soy predecible— Se defiende enseguida, con ambas manos apoyadas al volante.
—¿No? ¿Acaso no es a The White Palace a dónde vamos?— Insisto con una expresión engreído.
—¿Cómo lo has sabido?
Yo suelto una carcajada y sacudo la cabeza para negar.
—Hace dos meses cuando cumpliste año, tu padre me pidió que reservara una cena para ti y para él en The White Palace y recuerdo perfectamente que mencionó que ese era tu restaurante favorito. Que prácticamente vivías allí.
—Tampoco es para tanto — Dice a la defensiva .
—¿Cuántas veces a la semana vas allí?
—No lo sé — Dice encogiéndose de hombros —Cuatro, tal vez— Añade de forma casual.
—Pues creo que tu padre tiene razón.
—Y a todas estás ¿cómo mi padre sabe cuál es mi restaurante favorito?
—Eh, no lo sé ¿Tal vez por qué eres así de predecible?— Exclamo con sarcasmo aunque enseguida me percato que mi broma no le asienta bien a Archie. Los músculos de su mentón se tensan y yo sintiendo cierto remordimiento añado: —O tal vez tú papá si se interesa por ti, lo suficiente como para notar ese tipo de cosas.
Hay un breve silencio entre los dos donde solo escuchamos el sonido proveniente del reloj de pulso de Archie, cosa que hace que dirija mi mirada a este. Es plateado, es de marca, es enorme y probablemente es algo que yo podría comprar con tres años de trabajo. Eso me hace pensar nuevamente en mi matrimonio ¿Hasta qué punto será capaz de cederme los derechos que como esposa tendré naturalmente? O al contrario ¿hasta qué punto será capaz de negarme lo que me corresponde? ¿Viviremos juntos? ¿viajaremos juntos? ¿Podré vestir ropa tan cara como él? ¿Tendrá que conocer a mi familia? Definitivamente eso es algo en lo que ni había pensado y definitivamente debería, especialmente debería pensar cómo explicarle a mi mamá que en menos de un mes estaré casándome con el hijo de mi jefe.
Suelto un suspiro inaudible y decido prestar atención a lo que nos rodea. Mi mirada se posa en cada rascacielo, en cada anuncio en la cúspide de estos, incluso en el reflejo de sus luces en el húmedo pavimento.
—Vaya— Escucho a Archie decir —No sabía que podías pasar más de un minuto sin hablar. Eso también debería apuntarlo.
—¿Estás bromeando?— Pregunto dirigiendo mi mirada a él. ¿lo está? Su comentario suena a burla pero por otra parte ¡santo cielo, ¿este hombre sabe lo que es sonreír?
—No lo sé — Se encoge de hombros —Soy predecible ¿no? Deberías saber si estoy hablando en serio o si solo bromeo.
Pongo mis ojos en blanco y cruzo mis brazos a la altura de mi pecho, mientras, me inclino a un lado para contemplarlo mejor. Vale, quizás no es tan predecible después de todo. De hecho, desde que lo conozco siempre me ha parecido una persona impenetrable que aunque siempre trae cara de pocos amigos y parece odiar a todo el mundo, en realidad no sé qué está pensando. Quiero decir, ni en un millón de años hubiese pensado que este hombre iba a proponerme algo tan loco como un matrimonio por contrato.
—¡Nah!— Exclamo —Tienes que estar bromeando. Nadie puede ser así de amargado.
—¿Me estás llamando amargado? Primero me llamas predecible ¿y ahora me llamas amargado? ¿Así tratas a tu futuro esposo?
—Tú me llamaste fácil — Respondo en mi defensa —Supongo que estamos a mano.
—Nunca me referí a ti como "fácil" , ya te lo dije. Me refería a que eras mi opción más fácil. Y creo que no me equivoqué.
Relajo mis hombros cuando dejo que el aire en mis pulmones fluya fuera mi cuerpo. Contemplo el perfil de Archie y, como si fuese necesario, me convenzo de que es un hombre muy guapo. Al menos he tenido suerte en eso ¿no? Mi primer esposo es guapo y millonario ¿no es ese el sueño de toda mujer?
—¿Por qué eres tan amargado si eres tan guapo? Si trataras de ser un poquito, solo un poquito más simpático te aseguro que te lloverían las candidatas para esposas.
—¿Es lo que crees?— Por un segundo despega la mirada de la carretera y con una ceja alzada me mira y dice: —¿Con qué crees que soy guapo?
—Sabes que lo eres— Respondo poniendo los ojos en blanco —De hecho, cuando llegué a la oficina pensé que te parecías a...
—El Señor Darcy, lo sé — Me interrumpe.
—¿Cómo lo sabes?— Pregunto incrédula. Nunca pero nunca lo he llamado Señor Darcy en público, de hecho es un apodo que reservo para mí y mi mejor amiga que no tiene nada que ver con Life and Place. Nadie sabe de mi apodo excepto... —¡Chloe! Esa traidora — Repongo entre dientes. Solo una vez lo llamé así delante de ella y se río, dijo que le parecía gracioso porque podía ver el parecido pero...
—Lo hizo sin querer ¿vale? Me llamó así por accidente y se avergonzó. Me dijo que tú me llamaste así a una vez y a ella le resultó gracioso, por eso me dijo Señor Darcy en ese momento. Por favor, no vayas a hacerle nada a la chica.
—Por supuesto que no— Sacudo la cabeza —Pero cuando me convierta en tu esposa ¿tendré la potestad de despedirla?
Lo miro por un segundos antes de estallar en risas.
—No me digas ¿es broma?
—Muy bien, veo que me conoces mejor.
Archie detiene su auto justo en frente del famoso The White Palace, el cual haciendo honor a su nombre tiene una fachada impoluta, extremadamente grande a pesar de ser una sola planta y, por supuesto, completamente blanca.Yo comienzo a andar hacia las escaleras pero un segundo después siento que alguien me toma de la mano. Más que sorprenderme, siento una especie de cosquilla en mi mano y en mi columna vertebral, mero reflejo del tacto de Archie contra mi piel. Yo bajo mi mirada a nuestras manos, ahora entrelazadas, y luego lo veo directamente a los ojos.—¿Vamos, cariño?— Dice antes de concederme una sonrisa y entonces pienso que es la primera vez que me sonríe. A mí. Vamos, puede que esté siendo sarcástico (estoy segura que lo está siendo) pero no puedo evitar sonreír también.—Me gustan tus hoyuelos — Le susurro.—¿Qué?— Me responde, creo que he hablado muy bajo y realmente no me ha escuchado así que acaricio suavemente su mejilla, justo uno de sus hoyuelos.—Buenas noches, Señor
Después de dar el último sorbo a la -segunda- copa de vino que tomo, la dejo vacía sobre la mesa. No puedo creer que por un segundo pensé en ordenar una soda o una cerveza cuando tengo la oportunidad de tomar este vino de quien sabe cuántos dólares que parece hecho con uvas del mismísimo Edén. Aunque debería de detenerme, después de esa segunda copa no me parece buena idea tomar tanto teniendo hambre, primero porque ¿y si no estoy lo suficientemente sobria como para saborear como es debido la comida que he ordenado? Y, segundo, estoy aquí para discutir temas importantes, temas que se deben discutir teniendo intacto los cinco sentidos.—No es buena idea despachar la bebida antes de la comida— Concluyo dando vueltas con mi dedo al borde de la copa que tengo delante de mí —¿Y si luego no me puedo comer todo lo que he pedido?— Claro está que un segundo después de hacer tal comentario, que es más un pensamiento en voz alta que otra cosa, recuerdo que este es un restaurante caro, con porcio
Yo me quedo perpleja, primero mientras lo escucho, y también porque...—¡Santo cielo! Eres tremendamente bueno para esto.Doy gracias al cielo que la cena ha llegado, así podré servir otra copa de vino porque un trago es justo lo que necesito ahora. Mientras el mesero va dejando cada plato sobre la mesa, yo solo pienso en todo lo que ha dicho ¡y es clavadisimo a como pasaron las cosas!Yo fui a Life and Place con la intención de trabajar como su asistente, ese era el cargo vacante, llegué puntual y usando mi mejor ropa que en ese instante no era más que una camisa blanca, unos vaqueros gastados y unas zapatillas que había comprado en una tienda de segunda mano un par de semanas antes. Allí estaba yo, de pie, sosteniendo mi síntesis curricular engañosa en una mano y extendiendo la otra hacia él, dibujando una sonrisa -mi mejor sonrisa- de esas que gritan n ¿Acaso no soy la persona más dulce que has visto en tu vida? Pero el pasó de mí, me miro de forma despectiva, con su ceño fruncido
No sabía que pronunciar la palabra mágica -sexo- mientras Archie da un sorbo a su vino podría ser casi mortal. El pobre se ha ahogado, al punto de que casi le sale vino por la nariz. Yo aprieto mis labios con fuerza porque no quiero reírme, no en su cara, en mi cabeza estoy tirada en el piso, sacudiendo las manos, riendo como una histérica.He descubierto que esa actitud impenetrable, cargada de misterio y cierta petulancia, e algo que detesto en él pero sólo Dios sabe porque es lo que también me atrae, lo que hace que no deje de interesarme por él, lo que me hace disfrutar sacarlo de quicio. «Yo hago que su impoluto mundo de tambalee».—Lo siento— Digo tratando de mantener la seriedad en mi rostro —Disculpa por pronunciar la palabra que empieza por S— Me burló —Olvidé que tienes doce años y aún te ruborizas al escucharla — Esta vez me valgo de una papa frita para disimular mi risa.—No seas irónica, Vivian— Me recrimina —Y no me he ruborizado.—No, te has ahogado. Lo cual es peor. Mu
—¡Ya no sigas dejando frases a medias, por favor!— Si suena a súplica es porque así lo siento, empieza a ser frustrante que deje cosas a medias ¿qué demonios pasa por su cabeza? ¿se está arrepintiendo de hacer esto? ¿no me cree digna de ser su esposa aunque sea de mentiras? Pues podría decírmelo a la cara.—Lo siento, no volverá a pasar.Mas te vale.—Eso espero. Lo otro es —Esta vez antes de formular la pregunta acabo con el vino que queda en mi copa—, durante estos meses que se nos vienen ¿podremos acostarnos con otras personas?—Absolutamente no.—¿Por qué?— Le replico.—Tú misma lo dijiste, no quieres arriesgar tu reputación ¿qué pasaría si te acuestas con algún conocido en común?—Eso lo dudo. Mi círculo social está muy pero muy pero muy, muy lejos del tuyo. Dudo que tengamos conocidos en común.—¿De verdad? ¿No puedes estar unos meses sin...?—¿Sin...?— Repito alzando una ceja, de cierta forma lo reto a que diga la palabra mágica.—Sin tener relaciones con nadie.—¿Son acostarme
Desde que tengo uso de razón, mi madre es la persona que más he admirado en el mundo. Aún siendo testigo en primera fila de lo que ha sido capaz de hacer, me resulta increíble que prácticamente sola haya sacado adelante una familia de cinco, teniendo en cuenta que de esos cinco, tres éramos niños y uno era un adicto. Como si ya no fuese eso alucinante, mi madre nunca se ha quejado. Sin embargo, a veces, me enojaba al ver como mi madre desperdiciaba todo su potencial. Solo sé que me daba mucho coraje ver como mi mamá, una mujer tan inteligente y tan inagotable, se conformaba con una casa de madera, en medio de la nada, rodeada de tomates. Por eso, cuando cumplí dieciocho salí despavorida a buscar trabajo. Sabía que los planes de mamá era emplearme en su pequeña fábrica de salsa de tomate casera, pero yo me negué a la idea. Mi plan -el menos realista- era mudarme a la ciudad pero ni tenía los recursos ni los medios para hacerlo. No contaba con el dinero suficiente para mudarme, ni tení
Santo cielo ¡tenía que haber traído un abrigo!Estoy empapada.Mientras camino desde el elevador, por el largo camino que lleva hasta mi escritorio, voy dejando una terrible marca del agua que cae por mi cabello. La madera del piso está pagando las consecuencias de haber olvidado un abrigo y una sombrilla. Estoy hecha un desastre. Lo peor de todo es que bien podría haber olvidado traer algo para cubrirme, pero en su lugar, podría haber escogido algo más acorde para vestir en temporada de lluvia. Y aquí estoy, con un diminuto vestido plisado de color ciruela y unas sandalias verdes, que se convirtieron en mis verdugos cada vez que tenía que pisar por una calle irregular toda llena de agua. Por eso vengo bufando, por eso vengo molesta conmigo misma.«Santo cielo ¡tenía que haber traído un abrigo!» Repito, aunque da igual cuantas veces lo repita, no haré aparecer mágicamente un abrigo sobre mis hombros.Tiro mi bolsa en mi silla y me abrazo a mi misma. El frío es insoportable y alguien e
Cuando dije que quería vengarme de Archie por haberse metido en mis sueños sin mi autorización, lo decía muy en serio. Quién se cree que es para invadir mi subconsciente. Antes de su propuesta, yo era una persona normal. No me despertaba en medio de la noche, con la respiración agitada, pensando que se sentirá tener las manos de Archie sobre mi cuerpo, sus labios sobre los míos. Y ahora, aquí estoy, temerosa a volver a dormir porque no sé que mala jugada me deparan mis sueños. No, Archie, no voy a ceder nuevamente a tus encantos.Y estoy en desventaja, oficialmente me declaro en desventaja porque estoy completamente segura que Archie Lloyd Wilde no se ha despertado esta noche, con una almohada entre las piernas y la respiración entre cortada, pensando cómo serán mis besos. Eso no le ha pasado. Aún. Estoy decidida a cambiar las cartas en este juego. Y estoy decidida a ganarlo también.Es por que esta mañana cuando desperté puse en marcha mi rutina matutina como cualquier día pero sinti