El corazón de Lyra se apretó con brutalidad en un puño de hierro, en la soledad de los corredores de aquel frío castillo las lágrimas comenzaron a deslizarse de sus ojos, mientras un doloroso soroso grito cerraba su garganta, imposibilitando dejar salir el aire de sus pulmones compungidos.Todos sus sueños, las esperanzas de un futuro, todo se había desecho al igual que su corazón. Aquella sensación desfallecida de sentirse morir con cada aliento que sus pulmones exhalaban, eso era la señal más clara de un corazón roto.En todo el tiempo que llevaba en el castillo, desde que conoció a Hades lo había visto utilizar muchas máscaras. Algunas eran aterradoras, otras melancólicas y muy pocas rozaban la alegría, sin embargo, allí en medio de la sala ella pudo ver que el rey de mirada púrpura no llevaba ninguna máscara puesta mientras le obsequiaba una sonrisa a Edith.Él la amaba, había utilizado a Lyra para recuperar el amor de la bella mujer, y cuando la simple humana no le resultó más út
El hermoso teniente de mirada verde como esmeraldas dudo, durante algunos instantes su rostro se volvió hacia Lyra y luego hacia Hades, su rey. Nuevamente el corazón de Peter se encontraba dividido entre el deber y sus deseos.Preso de las emociones, no supo qué camino tomar, mientras en silencio el comando que había empleado Hades comenzaba a tirar de aquel vínculo invisible de obediencia.Lyra noto aquello, pudo ver la desesperación y la duda plasmada en las facciones del teniente, mientras buscaba una solución que mantuviera su alma y corazón en paz. Peter era dos hombres dentro de un cuerpo, y aquello era su condena.—Gracias, Peter, pero puedes dejarme—dijo Lyra en un tono bajo, intentando que aquellas palabras fueran solo oídas por el teniente. Sin embargo, la agudeza auditiva de Hades le permitio escuchar cada matiz que tintaba su voz.Peter arrugó el ceño sin estar totalmente convencido de aquello.—¿Estás segura? Puedo quedarme contigo si me lo pides—respondió el teniente con
Lyra se encerró en su cuarto, sintiendo como su corazón latía con violencia en el centro de su pecho. Su mente daba vueltas sobre las palabras de Hades, una parte de ella deseaba creer que aquello había sido mentira, que todo lo que había ocurrido ese maldito día era solo una pesadilla…pero no era así.Aunque le doliera demasiado admitirlo, ella le había entregado el corazón al hombre equivocado y ahora pagaba las consecuencias de aquello.Como un destello de relámpago atravesando una noche oscura, el recuerdo de su propio reflejo sobre el piso de mármol se ilustró en las cavernosas paredes de su mente, mientras se sentía aún más patética de lo que era.No. Ella no era patética, estaba enamorada y le habían roto el corazón, aquella desgarradora sensación era igual que llamas abrazándola por dentro en pleno invierno. Dolor, desesperación y angustia, todo mezclado de forma armoniosa en un mismo cuerpo.Peter había pasado cuarenta días encerrado tras la muerte de la mujer que amaba, pero
Luego de presenciar aquella asquerosa escena en el gran salón, Rhen salió a toda velocidad de aquel lugar, preparado para hablar con su hermana e intentar consolarla de la mejor manera posible. Sin embargo el teniente ya se había adelantado a su encuentro.Sabiamente, el hermano de Lyra decidió no interrumpir aquel momento.Sin un rumbo claro en mente, Rhen comenzó a vagar por el castillo, hasta que se vio sin previo aviso frente a una puerta que conocía muy bien solo por fuera.Antes de poder decirle a su cerebro que no, este le había mandado la orden silenciosa a su mano para que llamara a la puerta. Un par de latidos de corazón más tarde, Gwen emergió desde detrás.—¿Rhen?—preguntó la chica de cabello oscuro con el ceño algo fruncido.—¿Puedo pasar?—preguntó Rhen, y antes de que esta lo echara, él se deslizó con gracia y elegancia dentro del cuarto.—¿Que quieres?—preguntó Gwen cerrando la puerta detrás suyo, dejándolos a ambos solos, dentro de la habitación.Rhen camino un par de
Fue el tono de voz que utilizó Rhaegal lo que hizo poner en alerta todos los sentidos de Lyra; aquella mirada dorada, igual que oro derretido, parecía haberse oscurecido un poco, mientras respiraba profundamente, intentando reunir el valor que su corazón necesitaba para narrar aquella historia.—Cuando mi madre se casó con el difunto rey, ella heredó un regalo ancestral proveniente de una raza ya extinta—comenzó a decir él con tranquilidad—. Ese objeto era un prendedor antiguo, el cual se cree guarda en su interior un poder inimaginable.Lyra trago duro, mientras recordaba nuevamente el estupido e inseguro lugar donde lo había dejado.>—Era de mi madre, y por derecho debería ser mío—continuó él con tranquilidad—. Antes de morir, mi madre me dijo que ese prendedor pasaría a mi poder por tiempo finito, hasta que yo encontrara a la mujer que reinaría a mi lado, a quien le pertenecería ese prendedor. A mi compañera.>—Pero ella murió, y la nueva reina, la madre de Hades, lo reclamó como s
Rhen y Gwen:Los labios de Rhen eran suaves, cálidos y gentiles, mientras se deslizaban sobre los de la bella chica de cabello oscuro; el corazón de Gwen palpitaba frenético, eufórico en el centro de su pecho, mientras miles de emociones la abordaban de manera violenta.Recuerdos, aterradores y enfermizos recuerdos desgarraban las paredes de su mente, intentando alejarla de los brazos de Rhen para volver a sumirla entre las garras de la oscuridad. Una parte suya, una parte sombría y oscura, la cual le gritaba a diario que ella merecía la miseria que estaba sufriendo, la empujó lejos del hermoso hombre.Gwen se sintió vacía, mientras dejaba atrás el gentil beso de Rhen para volver a compadecerse y autoflagelarse.Rhen retiró sus labios de los de ella, sin embargo, no la liberó de sus brazos. Muy por el contrario, él la estrechó con más fuerza contra su pecho, como si intentara con desesperación reconstruir su alma hecha pedazos con aquel abrazo.—Lo lamento, Rhen… no puedo darte más qu
Rhaegal y Lyra:—¿Podrías ir más despacio, por favor?—suplico Rhaegal desde detrás de la montura, aferrado con fuerza a la silla.Lyra elevó la comisura de sus labios, sonriendo al bosque que se imponía ante sus ojos.—¿Quién diría que un guerrero tan fuerte y poderoso como tu le temería a un caballo?—se burló ella, mientras pasaba a propósito sobre un tronco quebrado.Por instinto, el caballo saltó, y Rhaegal se agarró de la cintura de Lyra. Al principio el contacto los sorprendió a ambos, pero al notar el leve temblor del cuerpo del hijo de la luna, ella comenzó a reírse.—Eres cruel, Lyra—bufo Rhaegal cerrando los ojos, sin poder disfrutar demasiado aquel momento—. Demasiado cruel con un hombre que se enfrenta a su mayor temor solo para complacerte.Lyra tiro de las riendas del caballo y detuvo su avance, mientras volvía el rostro hacia el.—Ya llegamos, lobito—ronroneó ella sin poder quitar la sonrisa de sus labios—. Es gracioso ver a un anciano como tú tan atemorizado.Rhaegal ba
Lyra y Rhaegal:Las palabras que salieron de los labios de Rhaegal golpearon a Lyra, sin embargo una de estas fue la que permaneció en su mente, brillando con una intensidad poco usual. Vínculo.Había un vínculo que los unía.—¿A qué te refieres con vínculo?—susurró ella, sintiendo su corazón latir con una violencia poco usual, mientras su garganta se secaba y volvía rasposa.El hijo de la luna se quedó lívido, como si recién entonces comprendiera lo que había dicho, las palabras que habían escapado de su confinamiento para salir a relucirse al mundo en el peor momento posible.La cara de Rhaegal se volvió algo pálida, mientras leía las emociones plasmadas en los ojos de ella. ¿Fue dolor o angustia lo que serpenteo en la mirada dorada de él? Bueno, Lyra no logró decidirse.Sin embargo, aquello fue instantáneo, casi inexistente. Antes de que ella pudiera argumentar algo en contra o a favor, Rhaegal ya había cambiado su postura tensa a una más relajada y aquella sonrisa colmada de arrog