Capítulo 51:

La arrogante sonrisa que emergió en los labios de Rhaegal fue tan amplia que dejó al descubierto unos afilados y poderosos caninos blanquecinos. Unos que estaban demasiado cerca del cuello de la inconsciente Lyra.

—Es curioso que digas eso, hermano, teniendo en cuenta que fuiste tú quien me echó de casa en primer lugar—ronroneo el chico de mirada tan dorada como el sol.

Nadie en el castillo movió un músculo o emitió el más mísero de los sonidos, mientras miraban con terror al hombre que sostenía en brazos a la desfallecida chica como si no fuera más que un trozo de carne inanimado.

—Eran otros tiempos, y tú te habías convertido en una bestia—escupió con el temple frío Hades, mientras deslizaba las manos dentro de sus bolsillos y observaba con detenimiento las facciones de su hermano.

El teniente Peter, atento y expectante, avanzó un paso hacia ellos, con la palma de su mano cerrada en la empuñadura de su afilada espada. Si bien era sabido que el teniente era el mejor espadachín y guer
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