Queridos papás, Rhen, Arlette, Fery y London.Así había comenzado Lyra la carta a su familia, intentando sonar formal y algo elocuente; sin embargo, conforme avanzaba la pluma por la hoja, deborando el papel blanco a su paso, aquel intento de sonar formal desapareció.Rápidamente le contó sobre su viaje, evitó entrar en detalles respecto al enfrentamiento con la criatura en el bosque y claramente no mencionó la aparición del hada, aunque siendo honesta, deseaba poder hablarlo con el mayor de sus hermanos, Arlette.El era inteligente y comprensivo, pero por encima de todo eso, era su mejor amigo, el guardián de sus secretos y la persona que la comprendía mejor que ella misma.Pero no podría hacerlo, ella no podría confesar lo del hada, al menos no sin poder evitar que sus padres metieran sus narices.No es que a ella le desagradara la idea de tener padres protectores, en realidad lo que verdaderamente la detenía de agregar aquella información a la carta era la idea de imaginar a su mad
Hades:Edith era perfecto, todo su cuerpo desnudo parecía resplandecer ante los incandescentes rayos de la luz que generaban las velas a su alrededor.Hacia poco más de cinco años atrás, ella había llegado al castillo en compañía de su padre, desde ese momento, ambos se habían convertido en amantes.Ella sabía perfectamente como complacerlo, y el conocía cada pequeño pedazo de su piel, por lo que no le resultaba difícil llevarla al límite de su excitación.Una vez dentro del cuarto de ella, Hades no había demorado ni un instante para quitarle la ropa, desnudandola por completo para admirar su tersa piel.Ni una arruga, ni una marca… nada que delatase la verdadera edad que cargaba en sus venas.Ella era demasiado vieja en comparación de una vida humana, sin embargo, en comparación con la suya, ella era poco más que una mocosa.Pero si se ponía a pensar seriamente al respecto, nadie podía llegar siquiera a igualar mínimamente la edad de él.Mil años, el había logrado superar con creces
La mirada azul con iris dorado de Lyra viajo por el trabajado y tonificado cuerpo del rey, asombrandose de lo magnífico y espectacular que podría llegar a ser un cuerpo.Sin embargo, sus traicioneros ojos no se detuvieron allí, migraron alrededor de su abdomen firme y se deslizaron sobre los remolinos de tinta, buscando el origen de estos debajo de los ceñidos pantalones oscuros."¿Que haces aquí?" Había dicho el, y ella no tenía la más pálida idea de que responder.No al menos de forma racional y refinada, puesto que verlo así, casi desnudo ante ella, le planteaba una clara y descabellada posible respuesta que nunca diría en vos alta.—Me perdí—logro articular ella, mientras luchaba contra el demonio lujurioso que habitaba en su interior para guardar la compostura y clavar su mirada en la de él.—¿Cómo es que te perdiste? Tu ala del castillo está lejos de aquí—volvio a gruñir el con mal genio.Hades podría ser increíblemente hermoso, una fantasía hecha carne; pero todo lo que tenía d
¿Entregarse o no entregarse? Ese era el mayor tormento que acongojaba a la hermosa chica de dorada cabellera, mientras los labios de Hades se aproximaban más y más cerca de ella.Sus fuertes brazos la rodeaban con firmeza y delicadeza en igual medida, mientras su embriagador aroma llenaba sus fosas nasales, seduciendola, al igual que aquella penetrante mirada púrpura colmada de estrellas, capaz de corromper cualquier alma.Lyra sería una completa hipócrita si decía que no sentía deseo, lujuria o placer, mientras aquel hermoso hombre la acechaba igual que una bestia.Sin embargo, ella también tenía otro sentimiento presente en su corazón.La incertidumbre.Ella podía ver qué en la mirada del rey había deseo, pero Lyra era muy inteligente como para saber que si ella le daba lo que él buscaba, rápidamente se aburriría de ella y la descartaría igual que a las otras.—¿Que pasó, Lyra Sardinton?—comenzo a ronronear el mientras una de sus manos subía con delicadeza hasta su cuello, tomándol
Cuando Lyra cerro final sus ojos al recostarse varios minutos más tarde en su mullida cama, el sueño no demoró en alcanzarla.Luego de pasar casi una semana durmiendo en el bosque, con rígidas rocas como almohadas y el constante sonido de las bestias acechandolos desde detrás de los árboles, la simple idea de recostarse en su propio cuarto y dormir plácidamente le pareció irreal, hasta que se encontró sola en el cuarto, vistiendo un pijama y arropada en su enorme cama de dos cuerpos.Una vez allí, el sueño no demoró demasiado en llegas hasta ella y envolverla entre sus dulces y cálidos brazos seductores.En su sueño, Lyra bailaba entre los preciosos jardines del castillo en compañía de un hermoso hombre de cabello negro como la imponente noche, sin embargo su rostro se encontraba cubierto por una marcará oscura, la cual dejaba al descubierto sus carnosos labios y su mirada peculiar.Un ojo verde como esmeralda y el otro púrpura colmado de estrellas.El hombre de sus sueños la envolvía
Hades:De pie, frente al espejo de su habitación, el aguardaba pacientemente a que el hombre a su lado terminará de vestirlo perfectamente, igual que siempre.No conocía el nombre del hombre, jamás se había interesado en entablar algún tipo de conversación con el desde que trabajaba como su asistente de recamara desde había ya varios milenios, sin embargo, en aquel momento estaba completamente desesperado.Había cometido un tonto, absurdo e idiota error la noche anterior.Sus emociones se habían salido de control, empujándolo al límite de su recistencia. Un segundo más con los labios sobre el cuerpo de Lyra y el la habría tomado allí mismo, sobre las escaleras, igual que si fuera una vuelta mujer cualquiera.Pero Lyra no era una puta ni mucho menos, algo en su ser ponía a arder la sangre en las venas del rey, a la vez que su fuerza de autocontrol llegaba a un limita casi inexistente.Sin embargo, debido al temperamento de la hermosa mujer, ellos rara vez lograban congenear.Para Hades
Hades:No solo fue el corazón de Lyra el que dejo de latir mientras un sumbido inundaba sus oídos, lo mismo les ocurrió a todos los presentes, quienes volteaban lentamente sus rostros para observar el de Hades.Lívido, petrificado, sin saber que demonios hacer o decir, el observaba al chico frente a él.El parecido con Lyra era impresionante, incluído su semblante demacrado por la inhanicion.Acababa de anunciar públicamente que torturaria al hombre frente a él, sin embargo esto era antes de saber su parentesco con la única mujer que había ofrecido su sincera, pura y genuina amistad.El rey de mirada púrpura no se atrevió a voltear hacia Lyra, quien seguramente estaba aterrada ante lo que él, el monstruo del castillo, podría llegar a decir.—Viniste a buscar a tu hermana como si hubiera que rescatarla—comenzo a ronronear Hades mientras hacia una seña a sus guardias para que lo soltaran—. Quiero informarte que todas las damas que se encuentran en esta habitación vinieron por voluntad p
Miles no cerró la boca ni un segundo desde que Hades había salido de la sala de té, en completo opuesto a ella, Gwen no emitió una sola palabra, ni siquiera un suspiro, solo el más aturdidor de los silencios.—Tu hermano si que tiene cojones para treverse a enfrentar al rey… y en su propio castillo—volvio a decir Miles mientras le daba otro mordisco a su galleta dulce.Había mencionado aquel hecho como mínimo unas ocho veces mientras que Lyra engullia toda la comida que le era posible.Tenía hambre, de eso no cabía duda, sin embargo también estaba aterrada de dejar a su hermano a solas con aquellos poderosos y peligrosos hombres.En su familia, Arlette, el primogénito era el más sensato, Fery, el tercero en nacer era tan callado que a veces era fácil olvidar que estaba presente en una habitación.Por el contrario, Rhen era un opuesto perfecto de las personalidades de sus dos hermanos mayores.Había nacido segundo, por lo tanto, sus padres no se enfocaron tanto en sus cuidados como lo