Bianca: La bella prostituta se quedo rigida como una estatua, sorprendida por la reacción, no solo del millonario, sino también la de sus padres. En especial la de su madre. Aquella mujer aterradora y extremadamente formidable ahora estaba observando el lugar por el que se habia esfumado Max, con la mirada fija y atenta, como si esperara que este regresara en busca de revancha. Lentamente, conforme los segundos pasaban y el calor del momento se desvanecia lentamente, la madre de Alexander se volvió hacia su hijo, pasando su mirada de el a Bianca con lentitud. Nuevamente volvía a ser aquella mujer tan fría y despreciable cargada de odio, rabia y rencor. Pero también, de un modo extraño, de alguna manera en que jamás lo habia sido, aquella mujer se convertia en madre. —Necesito respuestas de inmediato, Alexander—dijo la mujer, caminando hacia su esposo. Ella no lo tomo de la mano ni nada semejante. El tampoco se atrevio a hacer nada en su dirección. Sin embargo, era evidente que aq
Bianca se paseo por los hermosos y extravagantes jardines del lugar. Las flores blancas de los lubustros parecian resplandecían ante la oscuridad de la noche y la delicada iluminación del lugar. Todos los invitados la observaban con miradas maravilladas, como si contemplaran a una verdadera princesa o incluso un hada convertida en realidad, extraida de sus mas delirantes sueños. La bella prostituta simplemente les devolvía el gesto de una sonrisa amable, mientras seguía avanzando por los jardines. Sus años como prostituta le habían enseñado a ocultar muy bien sus emociones y sentimientos, por eso, esa noche ella pudo sonreírles en respuesta. Pero no era tan fuerte como para aguantar la fachada toda la noche. Pronto, la opresión en el centro de su pecho daría lugar a algo mas, otra emoción, una mas dolorosa y profunda que teñia todo de color ocre oscuro. Necesitaba estar a solas para poner en sintonia su alma desquebrajada y mal herida. Sus emociones e ilusiones hechadas por tierra.
Bianca observo con notable fascinación y admiración el increíble helicóptero plateado oscuro que se imponía sobre una pequeña colina despejada. Este estaba totalmente apagado, simplemente esperaba con calma a su piloto. La bella prostituta, hipnotizada por las nuevas emociones que se agolpaban en su corazón, comenzó a caminar hacia este, observándolo con sumo asombro. Solo en las novelas que rara vez podia observar en las televisiones de alquiler, ella habia visto los helicópteros. Ciertamente, en persona resultaban mucho mas impresionantes y dignos de admiración que en la ficción. Los nervios anidaron en su estomago mientras se quedaba inmóvil, esperando al millonario quien la observaba un par de pasos detrás suyo. —¿Quién lo conducirá?—pregunto ella con nervios. Alexander sonrio, y sus dientes brillaron en un destello, como si una de las estrellas del firmamento se posara en sus labios. Con calma, el se aproximo a ella, sosteniendo su mirada con cierto nervio, deseo y algo mas…
Franchesca: Su corazón se detuvo de manera abrupta en un solo latido, mientras contemplaba con perpetuo horror el cadáver de Simon. Destrozado era decir muy poco al respecto. Max simplemente parecía haber saciado por completo su deseo de violencia contra el. Lentamente, la bella chica de cabello dorado comprendio por que aquel demonio habia estado tan tranquilo aquel dia. El motivo era muy simple, estaba agotado, extasiado. Todo ese deseo de violencia habia sido drenado de la manera mas espantosa posible. Franchesca trago duro, sintiendo como todo su cuerpo se sacudia ante el temblor involuntario del miedo. Era miedo, una emoción tan primitiva que la mantenía anclada en el mundo real. En ese mundo, en esa realidad tan lugubre y rigida. Ella parpadeo un par de veces, intentando apartar las lagrimas que llegaban al encuentro de sus ojos, pero fue inútil, mas pronto que tarde, estas comenzaron a deslizarse por sus mejillas afiladas, con un único y fiel destino, el final de su menton.
Bianca: La bella mujer de cabello oscuro estaba incosciente sobre la arena, con su hermoso vestido de novia totalmente arruinado y el cuerpo lleno de raspones. Estaba lastimada, pero seguía con vida. Sin embargo, cuando Alexander abrió los ojos a su lado, el miedo, el pánico y la desesperación se apoderaron de el, puesto que la primera impresión que sintió fue la de haber perdido al amor de su vida. Bianca estaba hinerte en el piso, totalmente helada y palida. El millonario se apresuro a inclinarse sobre ella, en busca de prestarle los primeros auxilios. —Por favor, no, esto no puede ser real—dijo Alexander sobre ella, aferrándose a los retazos arruinados de su vestido blanco—. Esto es una m*****a pesadilla Lentamente, como si el mismísimo millonario la estuviera invocando, ella abrió los ojos, observándolo con perplejidad. Nunca, jamás, alguien habia llorado por ella. Menos aun un hombre. Los hombres, en general, solían utilizarla para saciar sus placeres mas oscuros y luego
Los ojos del millonario brillaron de un modo especial y particular, mientras exponía una cálida sonrisa hacia la bella prostituta.Con movimientos suaves, lentos y delicados, la dama de cabello oscuro comenzó a quitarse la rompa que la cubrían, igual que una flor se deshace de sus pétalos antes de caer al suelo marchita.Expectante, con el corazón enardecido en un tormentoso latir, Alexander contemplaba fascinado los rasgos de aquella hermosa mujer. Su esposa, su pareja. El debió repetir aquellas palabras una y otra y otra vez, incontable numero de veces, para comprender que era real. Que aquello en verdad estaba ocurriendo.Bianca, era su esposa. La mujer con la que había soñado hasta el cansancio era real, era su esposa, su pareja y compañera de vida.Por mentira, y a base de calumnias, pero el podía dar vuelta la situación, podía enderezar las ficha
La mandíbula de Daniel estaba tan tensa que sus musculos parecian a punto de estallar. Habia estado nervioso, verdaderamente nervioso durante todo el maldito dia, desde el momento en que se entero que el helicóptero de Alexander y Bianca habia sufrido un accidente. Su paradero era totalmente desconocido. Daniel paso una mano por su cabellera castaña, mientras cerraba los ojos durante algunos segundos, intentando inhalar el poco oxigeno que sus pulmones parecian se capaces de soportar. —Van a estar bien—suspiro Franchesca a unos pasos de el, con la mirada clavada en la televisión. Al oir aquella voz tan sonoramente alegre y calmada, la rabia inundo las venas del hombre, quien abrió sus ojos de manera abrupta, destellando un odio poco humano, el cual se precipito a la bella chica de cabello dorado. —Explicame, Franchesca, ¿Cuántas posibilidades en el mundo existen de sobrevivir a un accidente aéreo?—gruño el hombre con los labios apretados y los musculos tensos, mientras observaba a
El cuerpo desnudo de Bianca se envolvía alrededor del cuerpo del millonario, la calidez de uno lograba combatir el frio que el mundo a su alrededor buscaba imponer.Cuando Alexander finalmente abrió los ojos, se encontro en el mismísimo paraíso. Bianca en sus brazos, con el anillon de bodas en su dedo, descansando sobre su pecho.Aquello era mágico, soñado y muchas veces imaginado.El millonario beso la frente de su amada, para luego bajar con pereza hacia su mejilla labios y buello, lentamente la hermosa prostitua comenzó a sacudirse entre sus brazos, mientras una suave sonrisa risueña se posaba en sus labios.—Buenos días, esposa—susurro el millonario, disfrutando demasiado el pronunciar aquellas palabras, sintiendo su dulce sabor serpenteando en sus labios.Bianca abrió los ojos, posándolos en su rostro de manera gen