Bianca reía roncamente, mientras Daniel lanzaba hojas secas contra ella. Por algunos segundos ella se había olvidado de absolutamente todo.Sus miedos se habían esfumado en el aire, como si no fueran nada, sus preocupaciones se volvieron insignificantes, mientras la risa de el llenaba sus oídos, sofocando el silencio.—¡Dan! —rio ella ronca, mientras buscaba más hojas para arrojarle.Sin embargo, de un segundo a otro, el hombre sobre ella fue arrancado de su cercanía. Bianca se sintió vacía durante un segundo, mientras abría los ojos y veía a Daniel serio, con el rostro pálido y enfilado hacia…Hacia un iracundo Alexander, quien lo sujetaba por el borde de su camisa.—¿Qué crees que estás haciendo? —dijo el millonario contra el rostro de Daniel, con una seriedad aterradora.Bianca trago duro, mientras observaba a Alexander sujetar a Daniel con una fuerza que no sabia que poseía. Su mirada era poco mas que aterradora, con el frio del invierno atrapado en su iris verde.Lentamente ella
Alexander esbozo una leve sonrisa, mientras Franchesca se retiraba la chaqueta y exponía sus hombros desnudos. Su piel parecía brillante y suave bajo los efectos de las luces del restaurante. —¿Ya sabes que vas a pedir? —pregunto el con delicadeza, mientras acomodaba sus utensilios. —Creo que comenzare con algo ligero, como una ensalada—respondió ella con calma. La sonrisa en los labios del millonario flaqueo, pero no se desvaneció por completo. Alexander aun guardaba cierta esperanza en su interior de que Franchesca no fuera como el resto de mujeres que había conocido. Esas que se enfocaban mas en su apariencia que en los sentimientos. —Y dime… ¿Qué haces de tu vida? —pregunto el con calma. —Trabajo en la empresa de mi padre… soy su administradora, por así decirlo—explico ella restándole importancia—. Pero aun busco crear mi propia compañía. —Eso es increíble, te felicito—. —Por favor, no seas condescendiente conmigo… tu eres brillante, ya tienes tu propio imperio desligado del
Bianca: La música en aquel bar era triste, cargando el ambiente con una energía aun mas melancólica de la que ya poseía. Era extraño ver a Dan allí. El, quien siempre había sido feliz, alegre y risueño, el hombre que solía mantener una sonrisa radiante en sus labios mientras observaba el mundo con un brillo especial. Ver a Dan allí, tan triste, melancólico, con una angustia desgarradora resultaba shockeante. La sonrisa en sus labios, la que parecía ser su carta de recomendación al mundo, se había desdibujado. En su lugar había una extraña mueca triste y lúgubre que no lograba hacer otra cosa mas que contorsionar todas sus bellas facciones. —Sigue exactamente igual que la ultima vez que vine—susurro el, mientras lanzaba una mirada a su alrededor, observando todo, a la vez que sostenía la cerveza entre sus largos dedos—. No cambio en nada. —Y eso… ¿Es bueno?—pregunto Bianca sin logran comprender el matiz que envolvía sus palabras. La mirada azul de Dan se poso lentamente en ella, c
Alexander movió el nudo de su corbata, desajustándola para permitir que el oxigeno llegara a sus pulmones y aplacara un poco del incendio que avanzaba en su interior. El había dejado a Franchesca en su casa hacia alrededor de veinte minutos, luego de llegar a un arreglo con ella.Todo había sido dicho, el le había revelado absolutamente toda la verdad sobre su situación con Bianca, para finalmente, aceptar la propuesta que ella le ofreció.Estaba avergonzado por todo. Era demasiado evidente que las intenciones de Franchesca eran firmes.Ella quería un esposo, pero no uno cualquiera, ella lo quería a él.Alexander se quito la chaqueta, mientras se aproximaba a la ventana y recostaba la frente contra el vidrio. Una parte dentro suyo sabia que la propuesta de Franchesca era la mejor opción posible para salir de todo aquel enredo.Sin embargo, en su interior, otra parte suya repudiaba con fervor aquel simple pensamiento.Había una verdad muy clara. Franchesca era lo que se suponía el debí
Alexander estaba aterrado. Los nervios se lo estaban devorando lentamente mientras luchaba con todas sus fuerzas para sofocar aquellos temblores que sacudían sus manos de manera constante.Su enfoque estaba puesto en el nudo de la corbata. Un nudo que habia realizado incontable cantidad de veces a lo largo de su existencia, pero que en ese preciso instante no tenia la menos idea de como llevarlo adelante.Para su desgracia, Simon estaba en su propia casa, preparándose para acudir al evento. No habían hablado al respecto, pero lo mas seguro era que el se presentaría en el lugar por su cuenta, escoltado por algún acompañante o no, ya que era de su entera decisión.—Por favor—pidió el millonario, mientras mordisqueaba nerviosa su labio inferior.Sin embargo, al fracasar por cuarta vez en intentar realizar el nudo acabo por frustrarse y arrancar el trozo de tela por completo de su cuello.—Pobre corbata ¿Qué problema tienes con ella?—ronroneo Bianca ingresando al cuarto de visitas de Alex
Bianca se obligo a sonreiré a los lobos que la rodeaban. Ella mantuvo la mirada clavada en el frente durante todo el rato en que Alexander llevaba a Franchesca al centro de la pista de baile.Ella apreto su propio corazón, obligándose a no sangrar por amor. Bianca podía soportarlo, tenia que hacerlo. No tenia otra opción mas allá de lograrlo. Aun asi, por mas que buscara fingir lo contrario, verlo al millonario allí, sosteniendo a Franchesca entre sus brazos le resultaba demasiado doloroso.—¿Esta mal pedir que ella tropiece o el la pice?—ronroneo Simon inclinándose hacia adelante, susurrando en el oído de Bianca con cierta diversión.Sin poder evitarlo, la sonrisa en los labios de la bella prostituta se volvió mas real y solida, mientras seguía con suma atención los movimientos del millonario en el centro de la pista de baile.—Creo que le agregaría cierta emoción a la velada—admitio el acompañante de Simon, aproximándose un paso hacia ellos.Aquellas eran las primeras palabras que e
Bianca no habia alcanzado a llegar al baño cuando escucho las palabras de Alexander.Todos allí las habían escuchando en realidad, no habia modo alguno de escapar de aquella voz que resonaba feroz como un trueno en medio de la noche.La bella prostituta se quedo rigida, mientras volvía la mirada ligeramente hacia el lugar donde podía observar al millonario en la lejania. Alexander estaba rigido, con su rostro como la piedra y su mirada verde clavada en su madre.>>Mierda>Respira, tranquilízate Bia
Franchesca azoto la puerta de su habitacion, antes de arrancarse el collar de diamantes y arrojarlo con rabia y furia sobre la cama. Lo siguiente que hizo fue quitarse los aretes del mismo valor y dejarlos sobre el tocador de su cuarto.Era cuestión de tiempo, solo eso antes de que…Mucho mas furiosos que ella, su padre entro a la habitacion.—Padre, puedo explicar…—comenzó a decir ella volviéndose rápidamente en su dirección. Pero fue demasiado tarde.El hombre estampo la palma de su mano contra la suave mejilla de Franchesca. Por el feroz impacto, ella perdió la estabilidad, cayendo sobre el suelo. Algo que a su padre no le agrago en lo mas mínimo.Sin perder un solo segundo, el se inclino y, tomándola por los mechones sueltos de su cabello, la obligo a mantenerse de pie ante el.—Una sola cosa, tenias que hacer Franchesca—comenzó a decir el hombre contra su rostro. La rabia se podía sentir emanando de el. Una clara advertencia del peligro inminente—. Una sola maldita cosa y lo hech