El ceño de Simón estaba fruncido, mientras lo observaba junto al escritorio, con los brazos cruzados sobre su pecho.—Deja de mirarme así—se quejo Alexander, con disgusto hacia su hermano.El chico de cabello tintado bufo, mientras rodaba los ojos.—Deja de hacer estupideces y no te mirare de ese modo—respondió a la defensiva, sin dejar de arrugar el ceño.Alexander suspiro, mientras elevaba las manos hacia arriba.—¿Qué se supone que debía hacer, Simón? No tenía otra opción…—Claro que tenias otra opción… siempre podrías haber mantenido tu “amigo” en los pantalones—se burló Simón.—No es tan fácil, hermano… tu no lo entiendes—suspiro Alexander, mientras pasaba una mano por su cabello dorado—. Mi relación con Bianca es complicada.—Eso es evidente desde el momento en que se conocieron, ambos sabían que la situación seria difícil… pero al menos podrías haber tomado una maldita decisión que no fuera tan...—Simón se detuvo, conteniendo las palabras.Pero Alexander estaba demasiado enfada
Bianca mordió nerviosa su labio inferior, mientras sujetaba con fuerza la canasta con comida que había preparado. Nadie la esperaba en la oficina de Alexander, eso era seguro, menos aún luego de lo que había ocurrido la noche anterior.Aun no podía creer que se había acostado con el millonario, menos aún que ella había sido su primera vez y él no le había advertido al respecto. Bianca le había dado vueltas al asunto en su mente durante toda la maldita mañana.Sin embargo, luego de meditar, decidió que necesitaba un poco de normalidad en su vida. Para ella y Alec. Incluso aunque esa normalidad fuera increíblemente forzada.Con calma, Bianca preparo el almuerzo para el millonario, Simón y Daniel, si es que se lo cruzaba por la oficina.En aquella ocasión había optado por el transporte publico para evitar que Simón o el propio millonario tuvieran que salir del trabajo para ir por ella.>>Vamos Bianca, tu quieres esto. Son amigos y nada más<< se dijo a si misma la bella prostituta, mientr
Bianca le dio vueltas a la comida con su tenedor mientras masticaba lentamente el trozo de carne.—Es un idiota, no le des importancia—dijo con firme determinación Daniel mientras le obsequiaba una sonrisa a Bianca.Ella parpadeo alazando la mirada hacia el. Por algunos instantes, ella habia viajado tanto en sus pensamientos que habia olvidado por completo la presencia del hombre.La bella prostituta abrió la boca para agradecer, pero Simon intervino con disgusto.—¿Lo dices por Alexander o Max?—desafio con firmeza.Un par de minutos atrás, Daniel habia irrumpido en la oficina de Alexander para invitar a Bianca a almorzar, algo que ella se sintió inclinada a aceptar, en especial porque el millonario estaría fuera con Franchesca y Simon permanecería en la oficina para reemplazar a su hermano como figura de autoridad hasta que este regresara.Pero justo cuando Bianca acepto aquella propuesta, ofreciendo comer al aire libre la comida que ella habia llevado para Alexander, Simon encontro
Bianca reía roncamente, mientras Daniel lanzaba hojas secas contra ella. Por algunos segundos ella se había olvidado de absolutamente todo.Sus miedos se habían esfumado en el aire, como si no fueran nada, sus preocupaciones se volvieron insignificantes, mientras la risa de el llenaba sus oídos, sofocando el silencio.—¡Dan! —rio ella ronca, mientras buscaba más hojas para arrojarle.Sin embargo, de un segundo a otro, el hombre sobre ella fue arrancado de su cercanía. Bianca se sintió vacía durante un segundo, mientras abría los ojos y veía a Daniel serio, con el rostro pálido y enfilado hacia…Hacia un iracundo Alexander, quien lo sujetaba por el borde de su camisa.—¿Qué crees que estás haciendo? —dijo el millonario contra el rostro de Daniel, con una seriedad aterradora.Bianca trago duro, mientras observaba a Alexander sujetar a Daniel con una fuerza que no sabia que poseía. Su mirada era poco mas que aterradora, con el frio del invierno atrapado en su iris verde.Lentamente ella
Alexander esbozo una leve sonrisa, mientras Franchesca se retiraba la chaqueta y exponía sus hombros desnudos. Su piel parecía brillante y suave bajo los efectos de las luces del restaurante. —¿Ya sabes que vas a pedir? —pregunto el con delicadeza, mientras acomodaba sus utensilios. —Creo que comenzare con algo ligero, como una ensalada—respondió ella con calma. La sonrisa en los labios del millonario flaqueo, pero no se desvaneció por completo. Alexander aun guardaba cierta esperanza en su interior de que Franchesca no fuera como el resto de mujeres que había conocido. Esas que se enfocaban mas en su apariencia que en los sentimientos. —Y dime… ¿Qué haces de tu vida? —pregunto el con calma. —Trabajo en la empresa de mi padre… soy su administradora, por así decirlo—explico ella restándole importancia—. Pero aun busco crear mi propia compañía. —Eso es increíble, te felicito—. —Por favor, no seas condescendiente conmigo… tu eres brillante, ya tienes tu propio imperio desligado del
Bianca: La música en aquel bar era triste, cargando el ambiente con una energía aun mas melancólica de la que ya poseía. Era extraño ver a Dan allí. El, quien siempre había sido feliz, alegre y risueño, el hombre que solía mantener una sonrisa radiante en sus labios mientras observaba el mundo con un brillo especial. Ver a Dan allí, tan triste, melancólico, con una angustia desgarradora resultaba shockeante. La sonrisa en sus labios, la que parecía ser su carta de recomendación al mundo, se había desdibujado. En su lugar había una extraña mueca triste y lúgubre que no lograba hacer otra cosa mas que contorsionar todas sus bellas facciones. —Sigue exactamente igual que la ultima vez que vine—susurro el, mientras lanzaba una mirada a su alrededor, observando todo, a la vez que sostenía la cerveza entre sus largos dedos—. No cambio en nada. —Y eso… ¿Es bueno?—pregunto Bianca sin logran comprender el matiz que envolvía sus palabras. La mirada azul de Dan se poso lentamente en ella, c
Alexander movió el nudo de su corbata, desajustándola para permitir que el oxigeno llegara a sus pulmones y aplacara un poco del incendio que avanzaba en su interior. El había dejado a Franchesca en su casa hacia alrededor de veinte minutos, luego de llegar a un arreglo con ella.Todo había sido dicho, el le había revelado absolutamente toda la verdad sobre su situación con Bianca, para finalmente, aceptar la propuesta que ella le ofreció.Estaba avergonzado por todo. Era demasiado evidente que las intenciones de Franchesca eran firmes.Ella quería un esposo, pero no uno cualquiera, ella lo quería a él.Alexander se quito la chaqueta, mientras se aproximaba a la ventana y recostaba la frente contra el vidrio. Una parte dentro suyo sabia que la propuesta de Franchesca era la mejor opción posible para salir de todo aquel enredo.Sin embargo, en su interior, otra parte suya repudiaba con fervor aquel simple pensamiento.Había una verdad muy clara. Franchesca era lo que se suponía el debí
Alexander estaba aterrado. Los nervios se lo estaban devorando lentamente mientras luchaba con todas sus fuerzas para sofocar aquellos temblores que sacudían sus manos de manera constante.Su enfoque estaba puesto en el nudo de la corbata. Un nudo que habia realizado incontable cantidad de veces a lo largo de su existencia, pero que en ese preciso instante no tenia la menos idea de como llevarlo adelante.Para su desgracia, Simon estaba en su propia casa, preparándose para acudir al evento. No habían hablado al respecto, pero lo mas seguro era que el se presentaría en el lugar por su cuenta, escoltado por algún acompañante o no, ya que era de su entera decisión.—Por favor—pidió el millonario, mientras mordisqueaba nerviosa su labio inferior.Sin embargo, al fracasar por cuarta vez en intentar realizar el nudo acabo por frustrarse y arrancar el trozo de tela por completo de su cuello.—Pobre corbata ¿Qué problema tienes con ella?—ronroneo Bianca ingresando al cuarto de visitas de Alex