Lia nunca había viajado en un avión privado, pero era un lujo al que fácilmente podría acostumbrarse. No había filas que hacer, los asientos eran enormes y la cabina tenía el espacio suficiente como para desplazarte con libertad. Incluso su padre, alguien que odiaba volar, no lucía ni un poco preocupado de estar en un avión a punto de despegar.
Eran cerca de las tres de la tarde, aunque Matteo había dicho que iban a salir a primera hora de la mañana, primero fueron a algunos lugares antes de poder subir al avión. No le había gustado nada, pero era necesario. La primera parada que habían hecho había sido la comisaría y la segunda el consultorio de su psiquiatra.
—¿Quieres algo de beber? —le preguntó Matteo.
—Un poco de agua no estaría mal —respondió Lia sin mirarlo. Estaba más entretenida viendo las ex
Lia se preguntó si Matteo la recordaría ahora o seguiría sin hacerlo. De la manera que fuera, ya no le afectaba como antes. Ambos habían vivido muchas cosas a través de los años. Era cierto que ella no lo había olvidado, pero era porque significó algo para ella, tal vez porque él le dio su primer beso. Quizás si no fuera por eso, ella también hubiera seguido su camino sin recordarlo.Lo único que realmente le importaba ahora era que, pese a que la vida podía haber seguido otros caminos, al final los había vuelto a unir. No sabía con certeza si era para demostrarle que lo suyo nunca estuvo destinado a suceder o, por el contrario, porque tenía que llegar el momento adecuado.Lia giró su cabeza para mirar a Matteo cuando él siguió en silencio por un largo tiempo. Lo encontró mirándola con atención, parecía estar b
Una semana transcurrió en una tranquilidad casi idílica. Matteo y Lia establecieron una rutina. Por las mañana se levantaban temprano e iban a surfear, en las tardes salían a caminar sin rumbo fijo y a veces regresaban hasta bien entrada la noche. También aprovecharon para pasar tiempo con los padres de Lia. Si sus padres ya estaban enamorados de Matteo, ahora era como una especie de héroe para ellos.Ella misma no podía evitar amarlo más cada día. Él no solo la había acompañado, sino también estaba allí para ella. Desde que habían llegado habían sido pocas las veces que Matteo había tenido que atender una llamada de trabajo y siempre había tratado de tardar poco, pese a que ella le dijo que no había problema.Conformes los días pasaron Lia se fue sintiendo mejor y el dolor se fue haciendo más llevadero. Sonreía con m
Lia tomó un respiro profundo antes de bajar del auto. Matteo estaba esperándola fuera con la mano extendida. Miró la estación de policía y se preparó para lo que venía. Era seguro que no sería fácil, pero debía hacerlo.—¿Estás segura de esto? —preguntó Matteo.Había tomado la decisión de venir a Chiara el día de anterior en la noche. Era algo que necesitaba para terminar de cerrar algunos ciclos. Aunque el juicio sería dentro de una semana necesitaba hablar con ella antes.—Sí —respondió tratando de no mostrar que tenía sus dudas.Matteo tomó su mano y la dirigió dentro de la estación de policía. Uno de los tantos abogados que habían contratado ya los esperaba allí. En cuanto los vio él se acercó a un oficial de policía y el los gu
Lia y Matteo estaban de regreso en el departamento. Después de pasar dos días con Ava y Alessandro, el día anterior habían optado por regresar. Fue la primera noche que dormían allí desde su vuelta de casa de sus padres. Lia no sabía cómo iba a sentirse estando allí, pero resultó mejor de lo que espera. Ya no sentía que las paredes se cerraban sobre ella y tampoco se sentía infeliz en ese lugar. Parte de su tensión se había evaporado cuando notó a Matteo más tensó que ella. Eso le había parecido tierno y a la misma vez divertido. Al despertar esa mañana se sintió como en su hogar y sonrió con felicidad. Ahora estaban sentados desayunando con Matteo, él se iría para la oficina dentro de poco. Ella había insistido en que él volviera trabajar. Aunque apreciaba que estuviera allí porque se preocupaba por ella, él tenía cosas que hacer y lo entendía. Al parecer Matteo no pensaba igual porque no parecía muy contento con la idea de irse. —Hablé con mi jefe ayer por
El día del juicio llegó con rapidez. Como Lia y Matteo habían acordado pasaron los días anteriores disfrutando de estar juntos. Aunque en algunos momentos Matteo había tenido que atender algunos asuntos de negocios, ella había aprovechado esos momentos para hacer sus cosas.Se miró en el espejo y soltó un suspiro. Estaba lista para ir al juzgado, al menos en apariencia, en el interior se sentía nerviosa y no podía alejar ese sentimiento. Lo único que la confortaba era que después de ese día podría olvidarse por fin de Chiara y de todo el daño que había causado. Una vez diera su testimonio y escuchara el veredicto, que estaba segura cual sería, podría continuar con su vida.—Todo saldrá bien —dijo Matteo mirándola por el espejo. En algún momento él había entrado al baño.—Lo sé, pero no puedo evitar pensar en todas las demás posibilidades.Matteo la rodeo por detrás y beso su cabeza. Luego le dio la vuelta y la besó en los labios. Su intención era clara, l
Todos estaban sentados en la sala conversando. Habían terminado de cenar no hace poco y luego se trasladaron allí para estar más cómodos. El tema de Chiara fue dejado en el olvido, lo cual a Lia le parecía estupendo. No quería seguir hablando de ella más. En cuanto Adriano se puso de pie y le pidió que le acompañara a la terraza supo que había llegado el momento de las explicaciones. Lo había esperado desde que Leonardo había soltado la noticia del compromiso. Matteo hizo ademán de ir con ellos, pero Lia lo tranquilizó con una mirada. Su hermano solo quería hablar. Dejaron a todos en la sala y salieron al exterior. —No sabía que planeabas casarte —dijo su hermano cuando estuvieron en la terraza. Los dos estaban apoyados en la baranda con la mirada al frente. —Matteo me propuso matrimonio antes de que perdiera al bebé. Luego que lo perdí no me sentía capaz de continuar con eso. —¿Así que lo pospusieron? —No exactamente. Lia no t
Un par de semanas transcurrieron en un ambiente lleno de felicidad y tranquilidad. Aunque a veces Lia y Matteo tenían sus diferencias trataban de solucionarlo hablando y llegar a un acuerdo. Algo que a veces era difícil si se tenía en cuenta que los dos eran obstinados. Sin embargo, al final su amor era más fuerte.Lia salió de la clínica cerca de las siete de la mañana. Era domingo y había hecho guardia nocturna el día anterior. En la puerta le esperaba el carro de Matteo, lo cual no le hubiera parecido extraño de tratarse de otro día. El solía pasarse en las mañanas solo para llevarla a desayunar antes de marcharse al trabajo.Matteo se había reintegrado por completo a sus labores, pero había bajado bastante su ritmo de trabajo. Siempre desayunaban o cenaban juntos. Además en esas últimas semanas él no había viajado ni una sola vez, seg
Era como si el mundo se hubiera detenido. Allí estaban los dos, Matteo apoyado con una rodilla sobre el suelo y Lia apenas conteniendo las ganas de llorar y reír al mismo tiempo. Se sentía la mujer más feliz del mundo. —Aquí empezó nuestra historia, aunque yo no lo hubiera sabido entonces, y es aquí donde quiero que demos un nuevo paso en nuestra vida —musitó Matteo—. No sé si fue el destino o la suerte quién nos juntos de nuevo, pero quiero ser yo quien se aseguré de que permanezcamos juntos. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida y me has enseñado lo maravilloso que puede ser el amor. Lia Morelli ¿Me permitirías convertirme en tu esposo? Lia se quedó en silencio y no porque no tuviera una respuesta clara. Sabía que quería. Soñaba con pasar el reto de su vida junto a Matteo, despertar e irse a dormir a su lado, compartir los buenos y malos momentos. Si tan solo pudiera decir algo, pero su boca estaba seca y las palabras no salían de su garganta. Respiró pr