El día del juicio llegó con rapidez. Como Lia y Matteo habían acordado pasaron los días anteriores disfrutando de estar juntos. Aunque en algunos momentos Matteo había tenido que atender algunos asuntos de negocios, ella había aprovechado esos momentos para hacer sus cosas.
Se miró en el espejo y soltó un suspiro. Estaba lista para ir al juzgado, al menos en apariencia, en el interior se sentía nerviosa y no podía alejar ese sentimiento. Lo único que la confortaba era que después de ese día podría olvidarse por fin de Chiara y de todo el daño que había causado. Una vez diera su testimonio y escuchara el veredicto, que estaba segura cual sería, podría continuar con su vida.
—Todo saldrá bien —dijo Matteo mirándola por el espejo. En algún momento él había entrado al baño.
—Lo sé, pero no puedo evitar pensar en todas las demás posibilidades.
Matteo la rodeo por detrás y beso su cabeza. Luego le dio la vuelta y la besó en los labios. Su intención era clara, l
Todos estaban sentados en la sala conversando. Habían terminado de cenar no hace poco y luego se trasladaron allí para estar más cómodos. El tema de Chiara fue dejado en el olvido, lo cual a Lia le parecía estupendo. No quería seguir hablando de ella más. En cuanto Adriano se puso de pie y le pidió que le acompañara a la terraza supo que había llegado el momento de las explicaciones. Lo había esperado desde que Leonardo había soltado la noticia del compromiso. Matteo hizo ademán de ir con ellos, pero Lia lo tranquilizó con una mirada. Su hermano solo quería hablar. Dejaron a todos en la sala y salieron al exterior. —No sabía que planeabas casarte —dijo su hermano cuando estuvieron en la terraza. Los dos estaban apoyados en la baranda con la mirada al frente. —Matteo me propuso matrimonio antes de que perdiera al bebé. Luego que lo perdí no me sentía capaz de continuar con eso. —¿Así que lo pospusieron? —No exactamente. Lia no t
Un par de semanas transcurrieron en un ambiente lleno de felicidad y tranquilidad. Aunque a veces Lia y Matteo tenían sus diferencias trataban de solucionarlo hablando y llegar a un acuerdo. Algo que a veces era difícil si se tenía en cuenta que los dos eran obstinados. Sin embargo, al final su amor era más fuerte.Lia salió de la clínica cerca de las siete de la mañana. Era domingo y había hecho guardia nocturna el día anterior. En la puerta le esperaba el carro de Matteo, lo cual no le hubiera parecido extraño de tratarse de otro día. El solía pasarse en las mañanas solo para llevarla a desayunar antes de marcharse al trabajo.Matteo se había reintegrado por completo a sus labores, pero había bajado bastante su ritmo de trabajo. Siempre desayunaban o cenaban juntos. Además en esas últimas semanas él no había viajado ni una sola vez, seg
Era como si el mundo se hubiera detenido. Allí estaban los dos, Matteo apoyado con una rodilla sobre el suelo y Lia apenas conteniendo las ganas de llorar y reír al mismo tiempo. Se sentía la mujer más feliz del mundo. —Aquí empezó nuestra historia, aunque yo no lo hubiera sabido entonces, y es aquí donde quiero que demos un nuevo paso en nuestra vida —musitó Matteo—. No sé si fue el destino o la suerte quién nos juntos de nuevo, pero quiero ser yo quien se aseguré de que permanezcamos juntos. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida y me has enseñado lo maravilloso que puede ser el amor. Lia Morelli ¿Me permitirías convertirme en tu esposo? Lia se quedó en silencio y no porque no tuviera una respuesta clara. Sabía que quería. Soñaba con pasar el reto de su vida junto a Matteo, despertar e irse a dormir a su lado, compartir los buenos y malos momentos. Si tan solo pudiera decir algo, pero su boca estaba seca y las palabras no salían de su garganta. Respiró pr
Lia no podría asegurar si era por costumbre o por emoción, pero al día siguiente despertó temprano. Se giró en los brazos de Matteo que aun la sujetaban con firmeza y lo observó. Sonrió cuando recordó todo lo transcurrido el día anterior. Pensar que pronto sería esposa de Matteo la llenaba de ilusión y él parecía sentirse de la misma manera.Toda duda o inseguridad que había tenido hasta hace unas semanas, había terminado de desaparecer. En su mente y en su corazón ahora solo quedaba seguridad. Aun no tenía una certeza del futuro, pero no encontró una razón por la que debía seguir preocupándose por algo que no podía controlar.Miró el anillo en su dedo y la ilusión del día anterior la volvió a embargar. Le gustaba como sonaba ser la esposa de Matteo. No faltaba mucho para que eso sucediera.
—¿Ya me vas a decir a dónde vamos? —preguntó Lia después de quince minutos de viaje.Esa mañana Matteo la había despertado temprano y luego del desayuno le dijo que iban a salir. Hasta ese momento no sabía a donde se dirigían y conociendo a Matteo, él no le diría nada, pero al menos tenía que intentarlo.—Llegaremos en breve y lo sabrás.—No puedes simplemente decírmelo —insistió.—Eso arruinaría la sorpresa.—Puedo fingir estar sorprendida de todos modos.Matteo soltó una carcajada y luego se inclinó para darle un beso fugaz. Él devolvió la vista a la pista y no dijo nada más. Lia soltó un suspiro y se rindió, sabía que no iba que él le dijera que estaba planeando.Las casas a los lados de la pista comenzaron a aparecer con men
Lia no tenía idea cuan agotador podía ser preparar una boda en un mes, pero se hacía una idea. Era por eso que había tratado de ayudar a Matteo en cada uno de sus momentos libres. Es solo que él no la dejaba involucrarse, estaba cumpliendo su palabra, con una ligera variable. No solo se estaba haciendo cargo de todo, sino que también había decidido que quería que la boda fuera una sorpresa para ella. Como consecuencia ella no tenía ni la mínima idea sobre dónde o cómo sería su boda. Algo risible cuando era la novia.Seguro que a otras mujeres la idea de no saber nada sobre el evento más importante en su vida les podría parecer incómodo. En cambio a Lia le resultaba un gran detalle por parte de Matteo. Era por eso que confiaba en que él le daría la mejor boda que una mujer podía soñar. Además él no estaba solo. Los padres de Lia también estaban en la ciudad para apoyarlo. E incluso Ava y Bianca estaban con él para ayudarlo a tomar algunas decisiones.A pesar de todas la
—¿Qué estás tramando? —preguntó Matteo. Algo en el brillo de los ojos de Lia le generaba una sensación en la boca del estómago.—No sé de qué hablas —dijo ella mientras terminaba de alistarse. En cuanto se terminó de colocar los zapatos lo miró de pies a cabeza—. ¿No deberías alistarte para salir con los chicos? Ellos llegaran pronto.En apenas tres días Lia iba ser su esposa y a ella se le había ocurrido que ambos tuvieran sus despedidas de solteros. Él no estaba tan feliz con la idea, pero si ella lo quería que mal podía hacer. Eso fue hasta ver la expresión de Lia. Conociéndola como lo hacía sabía que algo estaba a punto de pasar. Si tan solo supiera de qué se trataba.—Me puedes repetir que es lo que harán —pidió tratando de no sonar como un novio cont
Lia se sentía como en el paraíso. Si la intención de Matteo había sido sorprenderla, él lo había logrado y con creces. Aunque se había quejado un montón de veces por ser mantenida en la ignorancia, la mayoría de veces solo porque podía, el misterio detrás de todo el evento hizo más mágico el momento. De antemano esperaba que la boda fuera hermosa; pero el lugar, la decoración y todos los pequeños detalles eran más que perfectos. La imagen de todo quedaría grabada en su mente por mucho tiempo, si no es que para siempre.Matteo había elegido la playa, cerca de donde él la había llevado un tiempo atrás, para llevar a cabo la boda. Él había alquilado un complejo turístico por completo para todos los invitados. Lia no había tenido idea de que se casarían allí hasta esa mañana, cuando fue sacada de la comodidad de su cama para ser trasladada hasta el recinto.La marcha nupcial comenzó a sonar y la sacó de sus pensamientos por un momento. Lia empezó a avanzar y