Lia se arregló temprano esa mañana para ir al trabajo. Antes de salir de casa miró su mano y observó su anillo mientras diversas emociones la atravesaban. Cogió el anillo y lo deslizó fuera de su dedo. Con la luz del día la observó mejor. Era una pieza hermosa y debía de haber costado una fortuna.
Guardó la joya en su estuche y lo dejó en el cajón del buró. Sería momentáneo, solo hasta que se lo comunicaran a sus hermanos y padres. Apenas lo había usado una noche y sentía que a su dedo le faltaba algo. Pero no quería arriesgarse a que alguien le tomara una foto.
En el coche rumbo a la clínica llamó a Ava, necesitaba hablar con ella. Acordaron verse en la noche después que saliera de su trabajo.
Su día en la clínica estuvo un poco ocupado y agradeció por ello. En cuanto se quedaba sin nada que hace
El celular de Matteo vibró en su bolsillo. Lo sacó y vio el nombre de su hermano en la pantalla. Pensó en cortar y devolverle llamada más tarde, pero un presentimiento le dijo que debía contestar. Lia estaba reunida con Ava, algo podía haber pasado con alguna de las dos, aunque esperaba que no fuera así. Se disculpó antes de salir afuera, al mismo tiempo que el jefe de su seguridad aparecía por el pasillo. Eso no podía ser una coincidencia, en definitiva algo había pasado. —Alessandro —dijo como saludo. —Necesitas ir a la clínica donde trabaja Lia —musitó él. —¿Por qué? —preguntó. Su corazón dejó de latir un segundo y luego todo su mundo se vino hacia abajo con las siguientes palabras de su hermano. —Lia fue ingresada por emergencias hace apenas unos minutos. Matteo estuvo a punto de dejar su peso caer al suelo, pero a nadie ayudaba con su debilidad. Debía mantener la cabeza fría. —¿Qué pasó? —Te lo explicaré cu
Lia abrió los ojos desorientada, los cerró casi de inmediato cuando el brillo le causó un dolor de cabeza. Llevó su mano para taparse los ojos, pero un tirón en su dedo la detuvo. Ella entreabrió los ojos para ver de qué se trataba. Era un sensor de saturación conectado a un monitor. Estaba en el hospital. No necesitaba ser un genio para deducir eso. Lo que no podía recordar es como había llegado allí. Trató de hacer memoria, pero el dolor de cabeza aumentando a cada segundo, le hizo la tarea imposible. Lo último que recordaba era estar con Ava en una cafetería, le había contado sobre el compromiso y luego antes de irse ella había entrado al baño. Después de eso todo estaba en negro. Todo eso quedó en segundo plano cuando pensó en su bebé. Necesitaba saber si su bebé estaba bien. Una enfermera entró a la habitación en ese preciso momento, al verla despierta sonrió, pero Lia no podía corresponder su sentimiento. —¿Mi bebé? —preguntó—. ¿Cómo est
—Lia —dijo Matteo mientras guardaba las cosas. El doctor había firmado su alta hace apenas unos minutos. Ella estaba sentada en la cama porque él no le permitía empacar sus propias cosas. Si de él hubiera dependido la habría tele transportado hasta el departamento. Matteo se había tomado muy enserio la recomendación del doctor de que no debía de realizar movimientos bruscos. El problema es que Matteo consideraba a todo como un movimiento brusco. Le había sugerido que fuera a descansar al departamento, pero él ni siquiera se había tomado la molestia de escucharlo. >>Tus padres y tus hermanos están aquí —continuó Matteo—. Ayer hablé con ellos para que te dieran tiempo, pero ellos están preocupados por ti y quieren verte. Lia cayó en cuenta que absolutamente nadie la había visitado el día anterior y ahora entendía el motivo. Agradecía por eso a Matteo, en realidad el día anterior no habría tenido idea de cómo mantener la calma ante tantas per
Al día siguiente Lia despertó en la cama de Matteo, vagamente recordaba que él la había llevado de regreso cuando se había quedado dormida. Un sonrojo se apoderó de su rostro al recordar cómo se había abrazado a él como si se tratara de un salvavidas. Había sido un acto inconsciente. Aun medio dormida se sentía segura a su lado. También estaba segura de que le había dicho algunas cosas, solo que no sabía de qué se trataba.Rodó en la cama y encontró el otro lado vació, pese a ello sabía que Matteo había dormido allí con ella. Todavía podía sentir su cuerpo junto al suyo. Tal vez eso era lo único que había impedido que vuelva tener pesadillas.Lia se quedó recostada tan solo pensando, no tenía ganas de levantarse, pero tarde o temprano tendría que hacerlo.La puerta de s
Matteo iba directo a la salida, pero cambio de rumbo en el último momento. No quería estar lejos por si algo le pasaba. Todavía tenía miedo de que algo le sucedería si se alejaba demasiado. Incluso había redoblado el equipo de seguridad.Los padres de Lia habían salido y la única otra persona en el departamento era Carina. La última vez que había estado sola, la habían atacado. Quien iba a decir que su parte racional dejaba funcionar cuando se trataba de ella. Podía haber personas entrenadas protegiéndola y aun así se sentía inseguro sobre su seguridad.Chiara aún estaba desaparecida y no quería que tuviera la oportunidad de volverse a acercar a Lia. Todavía no sabía todos los motivos por los que la había atacado con tanto odio, se negaba a creer que alguien actuaba como lo había hecho Chiara solo por una idea errónea
Después de que Matteo salió de la habitación, Lia se sentó en el sofá que había a un rincón. No tenía las fuerzas para mantenerse en pie, sentía que se iba a derrumbar. El dolor ya no solo era por la pérdida del bebé, también tenía que ver con el hombre que amaba. Estuvo tan tentada de salir y buscar a Matteo para decirle que había cometido un error al decirle que se iba a ir. Pero no podía hacerlo, necesitaba alejarse de ese lugar.Cuando se cansó de lamentarse se puso de pie y fue hasta su armario para alistar sus maletas. Las colocó encima de la cama y una a una fue poniendo sus cosas dentro. Cada cierto tiempo se detenía tratando de escuchar algún sonido. Quería creer que Matteo no se había marchado así sin más; sin embargo, no podía decir que ella le hubiera dejado otra opción.Estaba termina
Lia nunca había viajado en un avión privado, pero era un lujo al que fácilmente podría acostumbrarse. No había filas que hacer, los asientos eran enormes y la cabina tenía el espacio suficiente como para desplazarte con libertad. Incluso su padre, alguien que odiaba volar, no lucía ni un poco preocupado de estar en un avión a punto de despegar.Eran cerca de las tres de la tarde, aunque Matteo había dicho que iban a salir a primera hora de la mañana, primero fueron a algunos lugares antes de poder subir al avión. No le había gustado nada, pero era necesario. La primera parada que habían hecho había sido la comisaría y la segunda el consultorio de su psiquiatra.—¿Quieres algo de beber? —le preguntó Matteo.—Un poco de agua no estaría mal —respondió Lia sin mirarlo. Estaba más entretenida viendo las ex
Lia se preguntó si Matteo la recordaría ahora o seguiría sin hacerlo. De la manera que fuera, ya no le afectaba como antes. Ambos habían vivido muchas cosas a través de los años. Era cierto que ella no lo había olvidado, pero era porque significó algo para ella, tal vez porque él le dio su primer beso. Quizás si no fuera por eso, ella también hubiera seguido su camino sin recordarlo.Lo único que realmente le importaba ahora era que, pese a que la vida podía haber seguido otros caminos, al final los había vuelto a unir. No sabía con certeza si era para demostrarle que lo suyo nunca estuvo destinado a suceder o, por el contrario, porque tenía que llegar el momento adecuado.Lia giró su cabeza para mirar a Matteo cuando él siguió en silencio por un largo tiempo. Lo encontró mirándola con atención, parecía estar b