Desperté en la cama buscando a Roberto, él ya no estaba, supuse que se levantó bastante temprano. Me estiré un poco para desperezarme, sentí varios aguijonazos en mi vientre y algunas partes de mi cuerpo, recordatorio de la noche que pasé.Suspiré pensando y recordando, parecía estar en un sueño hecho realidad.Mi estómago gruñó, aclamaba por comida. Voltee hacia la mesita de noche en la que había un reloj para ver la hora, eran las 9:30 am. “¡Que! No puede ser”. Me levanté trastabillando, a la carrera.Con la mayor velocidad que pude, corrí hacia mi habitación para tomar una ducha rápida y cambiarme de ropa. Bajé dispuesta a desayunar y empezar con mis actividades, en las que ya iba bastante atrasada, rogando mentalmente que este atraso, no me traiga tantos problemas. Mientras que no cancelen mi entrenamiento, cumpliría con todos mis castigos de ser necesario.Desayuné ligero, en todo momento, pensando en Roberto, observando los alrededores para ver si por casualidad pasaba por allí
Los siguientes días al lado de Roberto fueron un sueño, él era un amante voraz y complaciente, un hombre respetuoso, comprometido y dulce.Mis sentimientos por él, cambiaban cada día que pasaba, ya no se trataba de un enfermizo deseo, podía decir, con total certeza, que realmente me estaba enamorando de él, sin importar nuestro parentesco o lo que el mundo dirá.De hecho, a pesar de las heridas que yo llevaba en mi alma y a pesar de que Roberto era un jefe de la mafia, llevábamos una relación bastante normal. Hacíamos actividades como si fuésemos una pareja común, veíamos películas juntos, salíamos a montar caballo, nos escabullíamos a un río cercano para bañarnos desnudos.Pero, no todo podía ser color de rosa, muchas veces no veía a Roberto en días, él simplemente desaparecía sin decir palabra, cosa que me mortificaba y enojaba. Claro, era por cuestiones de trabajo, no obstante, aun así, no podía evitar sentirme descartada.Además, había que agregarle, que comenzaba a sentirme frust
Llevábamos varios días en guerra, ninguno de los dos quería desistir, Roberto en su empeño de acabar con Liam con un simple disparo y yo en mi empeño en hacerlo a mi manera.No me rendiría, no en este punto, no cuando había llegado tan lejos, no después de todas las promesas que me hice, todas las lágrimas que derramé y todo el dolor que pasé. Pero tampoco quería seguir discutiendo con Roberto, así que volvería intentar convencerlo usando otra técnica de persuasión.Esa noche, conseguiría lo que quería.*Esperaba en silencio en mi cuarto, atenta a cualquier movimiento, muy tarde en la noche, escuché unos pasos que se detuvieron en la puerta de mi habitación, él se quedó allí por un minuto y luego se retiró.Caminé de puntilla y pegué la oreja a la puerta de mi cuarto, escuché cuando abrieron y cerraron una puerta cercana. Sí, estaba segura, se trataba de Roberto.Era mi momento.Con gran sigilo salí de mi habitación, me acerqué hasta la habitación de Roberto y en silencio me colé all
Llegué al bar acordado muy puntual. No puedo negar que estaba nerviosa y al mismo tiempo emocionada, hacía mucho que no salía en público, estuve por tanto tiempo encerrada en esa finca que me sentía algo insegura y ahora estaba en mi primera misión.Me acerqué al mostrador y lo vi, al parecer, había llegado temprano, Liam estaba sentado en un taburete en la barra, tomándose un trago, se veía decente, al parecer se había afeitado, cortado el cabello y uso un limpio traje oscuro con corbata de líneas.Estaba preparado para nuestra cita, él esperaba por mí.Di un largo suspiro, me concentré, “Vamos, te entrenaron para esto” me dije a mí misma. Siempre imaginé este momento, pero no era fácil volver a ver al hombre que por varios años amé y que al final me había traicionado, golpeado, insultado y casi asesinado.Yo pensaba y cualquier pensaría que este reencuentro me haría dudar, me llenaría de sentimientos encontrados, porque también hubo buenos momentos, porque también lo amé, pero no, d
Era algo tarde y estaba cansada de escuchar los gruñidos y las quejas de Roberto por el intercomunicador cada vez que pedía un trago o coqueteaba con Liam. Además, el bar estaba empezando a llenarse y tampoco quería que Liam terminará completamente embriagado, quería que estuviera muy consciente de lo que le iba a pasar. Así que ya era el momento de dar el siguiente paso en mi plan.Me acerqué a Liam en la mesa, pasando mi mano suavemente por su pantalón. Él me observó fijamente, con una sonrisa y un brillo en los ojos.—Liam, creo deberíamos irnos a un sitio más tranquilo, ¿No?. — Comenté con picardía.—Bueno, mi departamento no…Sabía lo que iba a decir, su departamento es un cuchitril, claro, no con esas palabras y yo ya lo sabía gracias a las fotos y los informes que inteligencia nos había suministrado. En realidad, no me importaba en que hueco de ratas nos fuéramos a meter, cualquier lugar daba igual, porque mi mente estaba puesta en otra idea, muy diferente a la que él tenía.
La sangre salía a borbotones, los gritos de Liam parecían desgarrar su garganta y yo me sentí liberada.Esperé unos segundos, dejando que se desahogara entre alaridos de dolor e improperios, que para mí, eran como música para mis oídos. Me mantuve serena, con una sonrisa dibujada en los labios, nada más que observando su dolor, hasta que comenzó a disminuir el ruido.El transmisor en mi oído estaba en silencio desde hacía rato, parecía que al escuchar que había iniciado con la tortura, Roberto decidió darme mi espacio.—¡Valla que eres grosero! ¿Cómo pudiste insultarme de esa manera luego de ofrecerme amor eterno?. — Pregunté con sarcasmo.—¡ESTÁS LOCA!. — Exclamó él, desesperado.Arranqué el cuchillo de su entrepierna y lo golpeé en la cabeza con fuerza, usando la cacha. Él volteó los ojos, mareado, y un hilo rojo de sangre comenzó a correr por su cara. Me levanté de su regazo, parecía que iba a quedar inconsciente y yo no lo iba a permitir.Lo abofeteé con todo mi vigor y Liam pa
Los días siguientes, fueron maravillosos. Despertando junto al hombre que amo, hacía mis ejercicios y entrenamientos, que ya no eran obligatorios, pero se habían convertido en una rutina para mí, sonreía todo el día. Hasta que el día que me correspondía mi sesión con el psicólogo me empañó la felicidad.—Mayra, ¿Cómo estás el día de hoy?.—Absoluta y completamente feliz. — Conteste con una enorme sonrisa.—¿Sí? Qué bueno, y puedo preguntar, ¿A qué se debe esa felicidad?.—Finalmente, lo hice, me vengué de Liam, lo hice pagar por lo que me hizo, le hice sufrir todo lo que yo sufrí. — Expliqué muy animada.—¿Y eso es lo que te trae felicidad?.—Obviamente sí. — Voltee los ojos.—¿Y crees que eso cambiará algo?.—Sí, por lo menos mi autoestima, para empezar. — Asevere.—Entonces, ¿Tu autoestima depende de eso, Mayra? ¿De vengarte de los demás?.—No… Bueno, no solamente de eso. — Comencé a dudar.—¿Has hecho los ejercicios que te pedí, Mayra? Las meditaciones, conseguir una act
—¡Buen día!. — Vocifere desde el descansillo de la escalera, sosteniéndome del barandal para que no se notarán mis nervios.Todos detuvieron sus gritos e inmediatamente voltearon para verme, bajé las escaleras lentamente, con gracia, como toda una dama, manteniendo una postura formal.Nadie dijo nada, todos se quedaron mirándome bajar, excepto por el pequeño que seguía llorando. Llegué hasta la puerta y me detuve frente a la mujer.—Mucho gusto, mi nombre es Mayra.Extendí mi mano hacia la mujer, manteniéndome sería, Hugo y Zoila, el ama de llaves, me observaron algo confundidos, mientras que la mujer me paso sus ojos de arriba hacia abajo con cierto desprecio.—Me imagino que tú eres la nueva amante de Roberto. — Gruño.—Te equivocas. — Recogí mi mano muriéndome de rabia internamente, pero disimulando. — Soy su prima.—Pues bien, prima. — Acentuó la palabra con sarcasmo. — Ve a llamar a Roberto inmediatamente, tengo que hablar con él. — Exigió arrullando por primera vez al peque