Me escondí tras la pared, no podía verlos sin arriesgarme a qué me descubrieran, así que me concentré en escuchar atentamente.—No, señor. Sé que era la última dosis de suero que nos quedaba y se nos ha complicado últimamente conseguir porque no podemos movernos mucho, pero en vista de que la mujer no quería hablar y usted me pidió específicamente que no la dejara tan maltratada por el chiquillo, no me quedó otra opción. — Hugo.—¿Y qué? ¿Por lo menos si sacaste algo bueno?. — Roberto.—Sí, efectivamente la mujer fue enviada aquí, le pagaron una gran suma de dinero, de hecho, el pequeño, ni siquiera es hijo de ella, es de su hermana mayor. — Hugo.—Sí, me lo imaginé. ¿Y quién la envío?. — Roberto.—Ella no lo sabe, no le dieron sus nombres, pero obtuve una buena descripción de los sujetos y creo imaginar quien fue. — Hugo.Esperé que mencionaran el nombre, pero no dijeron nada por un buen rato, o por lo menos bajaron el tono de voz, decidí asomarme, seguían allí, me escondí nueva
Era el momento de hablar, de enfrentar a Roberto. Después de todo lo que había escuchado de la conversación que tuvo con Hugo, estaba más confundida que nunca y sabía que Roberto me ocultaba información importante, estaba segura, y lo demostraba más gracias a la expresión de sorpresa que se le marcaba en el rostro.—¿Qué haces aquí?. — Murmuró Roberto poniéndose ceñudo.—Creo que es obvio, te seguí. — Crucé mis brazos sobre mi pecho.—Vete a tu habitación ahora mismo. — Soltó amenazante, entrecerrando los ojos.—¿Piensas que me iré solamente porque tú me lo dices?. — Levanté el rostro, altanera.—Mayra… — Se apretó la base de la nariz con sus dedos pulgar e índice.—¡Basta de mentiras, Roberto! ¡Estoy cansada de todo esto!. — Levanté la voz con autoridad.—Nunca te he mentido. — Replicó severo.—Pero me ocultas las cosas, que es lo mismo. — Le refuté, señalándolo — Ahora, necesito la verdad, necesito explicaciones.—Este no es el momento, ni el lugar, Mayra. — Respondió con u
Llevábamos varias horas por la carretera, este viaje era el más aburrido de la vida, pero valió la pena. Por lo menos valió la pena por ver la cara de furia de Roberto cuando me subí al automóvil con Iván, aunque pensé que me iba a hacer un escándalo, no dijo absolutamente nada, terminó lanzando la puerta que había abierto para mí, dando la vuelta al auto para subir en el asiento del piloto y arrancando ese motor a todo lo que daba, dejando una nube atrás.Iván me observó serio, seguramente ya sabía algo sobre lo que había pasado esa misma madrugada entre Roberto y yo, pero me daba igual.Pensé muchas veces como abordar el tema del mafioso italiano Don Marco con Iván sin mostrarme sospechosamente curiosa, no me llegaba ninguna buena idea, el tiempo se me acababa, ya estábamos cerca de la ciudad y aunque no sabía si ese era nuestro destino, por lo menos debía ser una parada segura.Entonces, decidí improvisar, con la esperanza de que pudiera enterarme de algo que me ayude.—¿Sabes Ivá
Había pasado tres largos días y aunque debieron ser un ensueño en la nueva residencia que compartía con Roberto, resultó de lo más frustrante. Lo extrañaba más de lo que pensé, ya sentía que mi orgullo comenzaba a flaquear.Roberto casi no estaba en el apartamento, usualmente se iba a trabajar en los pisos inferiores, dónde había instalado su oficina y se reunía con los miembros de seguridad e inteligencia de su organización.Yo pasaba el día vagando acompañada ocasionalmente por el personal de servicio. Al parecer, Roberto se había tomado en serio mi ley del hielo, porque casi no se acercaba a mí, me hablaba únicamente cuando era justo y necesario.Ocasionalmente, yo bajaba hasta los pisos de seguridad con la excusa de usar el gimnasio que habían instalado allí, pero siempre intentando colarme a la oficina de Roberto, como le había advertido antes, no me daría por vencida, estaba segura de que en sus archivos encontraría la información que necesitaba. Pero esa misión resultaba más di
La camarera llegó con la botella y dos vasos, nos sirvió y dejo todo en la mesa de centro, cerró la cortina a su salida.—¿Qué te parece el lugar?. — Comenzó Roberto entregándome uno de los vasos servidos.—Está genial, me encanta. — Tomé un sorbo.—Es nuestro. — Agregó él. — Es uno de nuestros clubes.—¿En serio? ¡Wow, no me lo esperaba!. —También las tiendas que visitamos y el restaurante… — Abrí los ojos como platos. — Creo que es momento que vayas conociendo más de nuestros negocios, también de nuestras mixtas inversiones.—Querrás decir tuyas…—Nuestras. — Él me observó fijamente, serio, sin titubear. — Dijiste que querías más información y…—No era esto a lo que me refería. — Lo interrumpí.—Lo sé. — Asintió y tomo un largo trago.—Pero te lo agradezco. — Agregue. Él asintió ceñudo.—También quería informarte que los italianos ya se fueron, regresaron a su país, imagino que por el momento se dieron por vencidos, intentaron llegar a la finca, pero yo me les adelante y
La joven se quedó allí estática. Roberto, que estaba muy entretenido jugando con mis pechos en su boca, puesto que me había bajado la parte de arriba del vestido, se percató en ese momento de la joven que estaba allí de pie, seguramente todavía pensando que hacer.Al ver a la muchacha, primero lo vi ponerse ceñudo, creo que pretendía regañarla por su intromisión en tan íntimo momento, la joven notó al hombre molesto y dio un paso hacia atrás lista para retirarse avergonzada, sin embargo, cuando él levantó la vista hacia mí y vio mi expresión, entendió todo y ladeó una hermosa sonrisa.Yo seguía con mi movimiento de caderas sobre Roberto, sosteniéndome con una mano en sus hombros, termine estirando mi otra mano hacia la joven que ya estaba saliendo del cubículo, al ver el cambio de expresión de Roberto, pareció tomar valor y se acercó para tomar mi mano.La chica, camino hacia mí, levanté mi rostro hacia ella, y allí mismo, mientras Roberto nos observaba, nos besamos. Fue extraño en un
Era bastante tarde en la noche cuando llegamos a nuestro edificio, ambos estábamos de buen humor. Sonrientes y tomados de la mano, entramos al ascensor.Abracé a Roberto mientras subíamos cuando se escuchó un gruñido proveniente de mi estómago, estaba muerta de hambre. Me puse roja de la vergüenza y creo que a Roberto eso le pareció gracioso.—Tranquila, ya mandé a preparar la cena. — Fue el ridículo comentario que hizo.Llegamos a nuestro Pent-house, todo estaba oscuro, las luces estaban apagadas, di unos pasos al frente con miedo de tropezar con algo, cuando tras de mí, Roberto encendió las luces. No podía creerlo, abrí la boca de la sorpresa y mis manos la cubrieron de inmediato. Voltee hacia Roberto que me observaba sonriendo, me lancé de un salto en sus brazos.Toda la sala del apartamento estaba llena de ramos de rosas rojas, por todas partes, incluso el piso estaba cubierto con pétalos rojos, haciendo un camino hacia el comedor.—¿Qué es esto?. — Le pregunté mientras me sos
Roberto estaba abriendo la pequeña cajita cuando le di mi respuesta, se quedó paralizado por unos segundos, parecía haberle caído un balde de agua fría encima, la pequeña abertura que dejaba ver la brillante sortija, se cerró de golpe. Yo comencé a llorar con más fuerza, tape mi rostro con mis manos, me sentía tan mal, tan avergonzada, tan cruel.Él se levantó y dio media vuelta, dispuesto a salir de allí, apenas sentí sus pasos y me di cuenta de que se iba, me destapé el rostro y me estiré para sostenerlo. Alcance agarrar una punta de la parte de atrás de su camisa.—¡Espera! ¡Por favor, espera! Tienes que escuchar, déjame explicarte ¿Acaso no puedes escucharme?. — Comencé a balbucear entre lágrimas mientras él seguía allí, de pie, de espaldas, sin voltear a mirarme.—Creo que es suficiente con la respuesta que me diste. — Continúo su camino, soltándose de mi agarre, alejándose sin dejarme darle una explicación.¿Cómo terminó todo así? Nada más hacía unos segundos éramos plenament