Todo mi cuerpo temblaba, no podía negar que estaba aterrada, no sabía lo que me esperaba. Suspiré, cerré mis ojos con fuerza, traté de concentrarme, de enfocarme, no quería que Roberto me viera así, si él notaba un ápice de duda en mí, seguramente me sacaría volando de este lugar.“Recuerda por qué estás aquí” me decía a mí misma, tratando de animarme.—¿Te encuentras bien?. — Abrí los ojos, sobresaltada.No esperaba que Roberto volviera tan pronto, tomó asiento a mi lado, hoy se veía más serio de lo normal y no era para menos.—Sí, gracias. ¿Ya todo está listo?. — Pregunté tratando de mantenerme formal.—Dejé a Hugo e Iván arreglando todo. — Respondió con fastidio. — Me molesta hacer estos trámites.Asentí, bajé la mirada, no sabía que decirle, o si lo sabía, pero no encontraba como decírselo. Volteó hacia mí y estiró su mano para comenzar a acariciar mi cuello.—Todavía estás a tiempo de retractarte. — Murmuró. Se concentró en masajear suavemente uno de mis hombros, al parecer,
Durante todo el vuelo estuve llorando por Roberto, por nuestra separación. Este era mi segundo viaje internacional y aunque viajar en primera clase era definitivamente todo lo contrario a mi primera experiencia, empezando por la comodidad, no pude evitar recordar en como viaje la primera vez, cuando llegue a Nueva York, como indocumentada, sin conocer a nadie, pasando trabajo y calamidades para poder encontrarme con mi entonces, querido primo, Roberto.Comencé a pensar en aquel joven con el que crecí, viéndolo como si fuera mi hermano y que ahora amaba como hombre. Durante el vuelo, también reflexioné sobre como habían cambiado las cosas en tan poco tiempo. Y luego, termine imaginando en como acabar con todo esta misión lo más pronto posible, para volver a los brazos de Roberto.Llegué al aeropuerto, roja e hinchada, cubriéndome el rostro con unas enormes gafas oscuras y a lo lejos, vi a un sujeto que me esperaba con un cartel en la mano, anunciando mi nuevo nombre, Katherine Olson.
Había llegado el día de la fiesta, finalmente haría mi debut en el centro de la mafia italiana y los nervios me comían viva. Ese día, me esforcé para prepararme lo mejor que pude, pase la mañana practicando mi acento y la tarde en salones de belleza para arreglarme. Estaba muy cansada mentalmente y el evento ni siquiera había empezado.Se escuchó un timbre constante. Caminé por toda la suite desesperada, buscando el pequeño teléfono que sonaba, por fin Roberto me estaba llamando.—Hola preciosa, ¿Cómo estás?. — La gruesa voz sonó al otro lado de la bocina.—Hey… — No pude evitar sonreír. — Estaba a punto de volverme loca porque no me habías llamado.—Lo siento, yo también moría de ganas por hablar contigo. — Escuché un suspiro. — Pero no es fácil, no puedo comunicarme cada vez que quiera, debemos ser muy cuidadosos. Eso significaba que casi no podría hablar con él, se me hizo un nudo en la garganta.—Entiendo. — Gemí.—Mayra, no vayas a arruinar el maquillaje que te hiciste… Te
Decidí acercarme hasta la barra, era el mejor punto de visión y ya era hora de concentrarme, empezar a hacer lo que vine a hacer, buscar a Julieta. Caminé entre la gente y en una enorme mesa central estaban mis objetivos.Julieta sonreía mientras sostenía una copa de champán en la mano, a su lado, Don Marco, no dejaba de hablar; alrededor de ellos, distribuidos en la mesa, estaban Mauro, el hermano de Don Marco y Giovanni, el hermano de Julieta, además de otros hombres de altos rangos, algunos acompañados por sus mujeres.Pase de largo, disimulando. Tomé asiento en un banco de la barra, pedí una copa de champán e inmediatamente volteé para contemplar mejor la escena.Cometí un error.Me quedé viéndolos fijamente durante mucho tiempo, cuando me di cuenta, ya era tarde, Giovanni me devolvía la mirada fijamente con cara de pocos amigos. No voltee, pensé que lo mejor era no mostrar nervios o debilidad, le mantuve la mirada, sería, moviendo la copa en mi mano.Así me mantuve por largo rato
El resto de la noche, fue más aburrida de lo que esperaba. Mauro se estancó a hablar con otro sujeto a su lado entre murmuros, mientras que un tal, Mattia, no dejaba de hablarme, de preguntarme sobre mi vida, como si estuviera en pleno interrogatorio.Al mismo tiempo tenía que lidiar con la mirada asesina de Giovanni, y escuchar los comentarios petulantes de Julieta y Don Marco, criticando a todo aquel que les pasara, por un lado.En ese momento, ya no estaba nerviosa, estaba hastiada.Julieta se levantó de la mesa, comentándole a su marido que debía pasar por el tocador, me levanté inmediatamente, sugiriendo mi compañía, todos me observaron atónitos, me imagino que por el ímpetu con el que hablé.Llegamos hasta el baño que obviamente era enorme, Julieta entró a una puerta para dirigirse al inodoro, mientras yo simule observarme al espejo y retocar mi maquillaje, mientras que imaginaba lo placentero que sería agarrar a esa mujer allí mismo por los pelos y darle una golpiza para defor
Luego de charlar un rato más y disimular, terminé retirándome muy pronto de la fiesta, sin siquiera despedirme, salí de allí apenas vi la primera oportunidad.Llegué a mi apartamento, nerviosa, asustada, con la sensación de que me había metido con quién no debía, con el miedo de que alguien me espiaba o de que me habían seguido, luego recordé que quizás se tratara de los hombres de Roberto. Traté de calmarme, me serví una copa de vino y fui a tomar un baño de burbujas.Pensé mucho en todo lo sucedido y decidí que no debía involucrarme con ese hombre, Mauro, era peligroso y cada fibra de mi cuerpo me lo decía, debía encontrar otra forma de acercarme a los miembros de la organización.Luego recordé a ese hombre, Don Ivanov, quizás podría encontrar una solución con ese sujeto, parecía conocer bien a los hermanos Ferro y viceversa. Además, noté que no le gustó la actitud de Mauro o su respuesta cuando él me habló, aunque era algo lógico. Pero bien podría buscarlo y pedirle esa copa de cha
Hice lo que no debía hacer, pero no tenía otra opción, no tenía a alguien más a quien recurrir, llamé a Gustavo para pedirle que me diera información de Don Ivanov.Él pareció molestarse mucho, prácticamente me insultó, sin embargo, luego de muchas disculpas y muchos ruegos, terminó por darme lo que le pedí. Así que esa misma mañana, pedí un taxi y fui a visitar al misterioso señor Don Ivanov.Llegué hasta una hermosa mansión a las afueras de la ciudad, el señor Ivanov ya me esperaba porque lo había llamado antes para anunciar mi visita, le ofrecí compartir la copa de champán que me había ofrecido la noche anterior y él aceptó.Los vigilantes de la entrada, me dejaron pasar sin problemas, le pedí al taxi que me esperaba por el tiempo que fuese necesario, se ganaría una buena propina extra por ello. Llegué hasta la puerta y una mujer con uniforme de servicio me atendió, invitándome a pasar hasta la sala, dónde esperé que me anunciaran.—Señorita, me sorprende verla nuevamente tan pron
Me arreglé de lujo e inmediatamente salí para el restaurante al que me había citado Mauro, no quería llegar muy tarde, solo un poco, para crear una pequeña expectativa.Mauro se veía molesto, seguramente era de ese tipo de hombres al que no le gusta esperar, mal hecho, muchas veces, una mujer bien arreglada siempre se dará a esperar.Apenas me vio, cambio el semblante con una sonrisa sensual y me comió con la mirada, de arriba para abajo, sin embargo, supo compensar ese incómodo momento, siendo todo un caballero, se levantó e inmediatamente movió mi silla para ayudarme a sentarme.—Buenas noches. — Lo saludé muy formal, sin acercarme mucho.—Estás preciosa hoy. — Musitó sugerente.—Gracias. — Le sonreí con picardía.—Comenzaba a pensar que no vendrías. — Comentó mientras volvía a su asiento.—Obvio que si, tu mismo me sugeriste que aprovechará mi tiempo aquí al máximo, ¿No?. — Levanté la comisura de mi labio.El mesonero llegó, nos tomó la orden y Mauro comenzó a charlar conmigo