Decidí acercarme hasta la barra, era el mejor punto de visión y ya era hora de concentrarme, empezar a hacer lo que vine a hacer, buscar a Julieta. Caminé entre la gente y en una enorme mesa central estaban mis objetivos.Julieta sonreía mientras sostenía una copa de champán en la mano, a su lado, Don Marco, no dejaba de hablar; alrededor de ellos, distribuidos en la mesa, estaban Mauro, el hermano de Don Marco y Giovanni, el hermano de Julieta, además de otros hombres de altos rangos, algunos acompañados por sus mujeres.Pase de largo, disimulando. Tomé asiento en un banco de la barra, pedí una copa de champán e inmediatamente volteé para contemplar mejor la escena.Cometí un error.Me quedé viéndolos fijamente durante mucho tiempo, cuando me di cuenta, ya era tarde, Giovanni me devolvía la mirada fijamente con cara de pocos amigos. No voltee, pensé que lo mejor era no mostrar nervios o debilidad, le mantuve la mirada, sería, moviendo la copa en mi mano.Así me mantuve por largo rato
El resto de la noche, fue más aburrida de lo que esperaba. Mauro se estancó a hablar con otro sujeto a su lado entre murmuros, mientras que un tal, Mattia, no dejaba de hablarme, de preguntarme sobre mi vida, como si estuviera en pleno interrogatorio.Al mismo tiempo tenía que lidiar con la mirada asesina de Giovanni, y escuchar los comentarios petulantes de Julieta y Don Marco, criticando a todo aquel que les pasara, por un lado.En ese momento, ya no estaba nerviosa, estaba hastiada.Julieta se levantó de la mesa, comentándole a su marido que debía pasar por el tocador, me levanté inmediatamente, sugiriendo mi compañía, todos me observaron atónitos, me imagino que por el ímpetu con el que hablé.Llegamos hasta el baño que obviamente era enorme, Julieta entró a una puerta para dirigirse al inodoro, mientras yo simule observarme al espejo y retocar mi maquillaje, mientras que imaginaba lo placentero que sería agarrar a esa mujer allí mismo por los pelos y darle una golpiza para defor
Luego de charlar un rato más y disimular, terminé retirándome muy pronto de la fiesta, sin siquiera despedirme, salí de allí apenas vi la primera oportunidad.Llegué a mi apartamento, nerviosa, asustada, con la sensación de que me había metido con quién no debía, con el miedo de que alguien me espiaba o de que me habían seguido, luego recordé que quizás se tratara de los hombres de Roberto. Traté de calmarme, me serví una copa de vino y fui a tomar un baño de burbujas.Pensé mucho en todo lo sucedido y decidí que no debía involucrarme con ese hombre, Mauro, era peligroso y cada fibra de mi cuerpo me lo decía, debía encontrar otra forma de acercarme a los miembros de la organización.Luego recordé a ese hombre, Don Ivanov, quizás podría encontrar una solución con ese sujeto, parecía conocer bien a los hermanos Ferro y viceversa. Además, noté que no le gustó la actitud de Mauro o su respuesta cuando él me habló, aunque era algo lógico. Pero bien podría buscarlo y pedirle esa copa de cha
Hice lo que no debía hacer, pero no tenía otra opción, no tenía a alguien más a quien recurrir, llamé a Gustavo para pedirle que me diera información de Don Ivanov.Él pareció molestarse mucho, prácticamente me insultó, sin embargo, luego de muchas disculpas y muchos ruegos, terminó por darme lo que le pedí. Así que esa misma mañana, pedí un taxi y fui a visitar al misterioso señor Don Ivanov.Llegué hasta una hermosa mansión a las afueras de la ciudad, el señor Ivanov ya me esperaba porque lo había llamado antes para anunciar mi visita, le ofrecí compartir la copa de champán que me había ofrecido la noche anterior y él aceptó.Los vigilantes de la entrada, me dejaron pasar sin problemas, le pedí al taxi que me esperaba por el tiempo que fuese necesario, se ganaría una buena propina extra por ello. Llegué hasta la puerta y una mujer con uniforme de servicio me atendió, invitándome a pasar hasta la sala, dónde esperé que me anunciaran.—Señorita, me sorprende verla nuevamente tan pron
Me arreglé de lujo e inmediatamente salí para el restaurante al que me había citado Mauro, no quería llegar muy tarde, solo un poco, para crear una pequeña expectativa.Mauro se veía molesto, seguramente era de ese tipo de hombres al que no le gusta esperar, mal hecho, muchas veces, una mujer bien arreglada siempre se dará a esperar.Apenas me vio, cambio el semblante con una sonrisa sensual y me comió con la mirada, de arriba para abajo, sin embargo, supo compensar ese incómodo momento, siendo todo un caballero, se levantó e inmediatamente movió mi silla para ayudarme a sentarme.—Buenas noches. — Lo saludé muy formal, sin acercarme mucho.—Estás preciosa hoy. — Musitó sugerente.—Gracias. — Le sonreí con picardía.—Comenzaba a pensar que no vendrías. — Comentó mientras volvía a su asiento.—Obvio que si, tu mismo me sugeriste que aprovechará mi tiempo aquí al máximo, ¿No?. — Levanté la comisura de mi labio.El mesonero llegó, nos tomó la orden y Mauro comenzó a charlar conmigo
Cómo cada mañana, en los últimos días, había terminado de hablar por teléfono con Roberto para pasarle mi reporte sobre las últimas actividades que ejecuté y los avances alcanzados, cuánto tocaron a mi puerta, fui a abrir y de nuevo, allí estaba el mensajero.El chico me saludó de forma casual, con sus recurrentes visitas, llegué a pensar que si seguíamos así, seguro que en poco tiempo terminaríamos por hacernos amigos. En esa ocasión, me entregó tres cajas, junto a la infaltable nota.“Querida Katherine.Las últimas semanas contigo han sido una revelación para mí, nunca había tenido que cortejar a una mujer como lo he hecho contigo y eso te ha convertido en alguien especial en mi vida.Por eso, esta noche, quisiera invitarte a una cena familiar.Te espero con ansias, MauroPD. Una limusina pasará por ti a las 22 horas”.¿Una cena familiar? No había vuelto a ver a su hermano Don Marco con su insufrible esposa Julieta, desde la fiesta de su cumpleaños, dónde nos habían presentado.
Estábamos terminando nuestra tercera copa de vino, todavía en el salón y nada que anunciaban la dichosa cena. Por un momento consideré que a esta familia, como que le gustaba embriagarse antes de comer, pero se me había ocurrido una buena manera de utilizar el medicamento que había comprado en la farmacia esa misma tarde y esta era mi oportunidad.Marco estaba a punto de levantarse para servir la siguiente ronda de copas cuando deslicé mi mano sobre su pierna apretándola y lo detuve, él de inmediato dirigió toda su atención a mí.—Cariño, ¿Por qué no me dejas ayudarte?. — Murmuré muy cerca de él.—¿Mmm?. — Mauro me observó confundido.—¿Qué te parece si esta vez voy yo a servir las copas?.Mauro miró de refilón a su hermano, que levantó una ceja en respuesta, parecía que se comunicaban con nada más que la mirada.—¿Estás segura? Eres nuestra invitada y no quisiera incomodarte… — Al parecer no les gustó mucho mi idea, pero tampoco desistiría tan fácilmente.—Por supuesto. — Me lev
En medio de ese enorme bochorno, por un instante, todos voltearon el rostro, pero solo por un instante, porque luego todas las miradas se redirigieron nuevamente sobre la odiosa mujer.Los que la teníamos a Julieta un poco más cerca, pudimos notar cómo un pequeño hilo líquido y oscuro bajaba por sus piernas, Don Marco miró a su mujer de arriba para abajo y al instante la soltó de su agarre. No lo pude evitar, ipso facto, de mi garganta se escapó una sonrisa que traté de contener inmediatamente y que para mi mala suerte todos notaron.—¡FUISTE TÚ, PERRA!. — Gritó Julieta histérica, señalándome, sin moverse de su lugar, todavía sudorosa y tensa, creo que conteniendo el restante de lo que quería salir.—¿Qué?. — Contesté simulando sorpresa.—¡¿QUÉ ME HICISTE?!.Sus lágrimas comenzaron a caer y mantenía los puños cerrados a los costados con fuerza, al tiempo que Don Marco miraba para todos lados, parecía confundido. Acto seguido, Julieta pareció tener un momento de iluminación, sus ojo