—No saldrás de aquí Marco… hemos venido a proteger a nuestra Luna— dice David y los lobos gruñen. —¡Bestias! ¿Qué demonios hacen aquí? ¡Mátenlos!— decía Marco con su comitiva mientras los animales y mi beta no daban un paso atrás. Él estaba acorralado y era y cuando él podía hacer más peligroso. —
Tatiana Lo que pedía Marco era complicado, y él lo sabía. Los alfas siempre presentaban a sus Lunas con orgullo y era una celebración… pero mi caso era extraño y escandaloso, por decir algo. El desgraciado de Marco tenía razón, nunca había existido una Luna humana, ni siquiera Fabrizio, que había
Yo recuerdo esos momentos y siento un dolor en mi pecho. Habíamos pasado tanto, recuerdo sus miradas, su molestia, su negación. No sabía como acercarse a mí. —Es cierto lo que dicen, el mundo realmente se detiene cuando ves a tu mate y yo no pude negarme. Desde el momento en que la toqué... fui com
Sebastián Me había atrevido a hablar, y a decir mis sentimientos, como nunca había hecho. A Los alfa no se nos enseñaba a hablar con nuestro corazón, eran cosas de tontos. Mi padre jamás lo había hecho, pero el mundo estaba cambiando y supongo que yo también. Sin duda tenía que haberlo hecho ante
Marco había perdido su gran ventaja, y peor aún la confianza de todos los lobos, y él lo sabía. Lo tenían totalmente rodeado los lobos salvajes, completamente sometido, algunos mordían sus brazos y otros sus piernas, estaba en mis manos. —¡No se dejen engañar! ¡Es una humana, la peor de su clase! ¡
Sebastián Era inevitable no inclinarse ante él, su aura y su fuerza eran formidables, a nadie le quedaba dudas de que él era uno de los primeros lobos que alguna vez pisaron la tierra. Alaric se aproximaba a nosotros vestido de guerrero con telas finas y armaduras de plata, y el cabello largo y lo
—Ustedes… ¡Ustedes destruyeron mi bar! ¡Nos engañaron!— grita Tomás. —Así que lo reconoces…nunca nadie confesó algo tan espantoso frente al rey de todos los lobos — dice el rey. —Yo… no no el rey no es de verdad… es un mito… es mentira es…— dice temblando y pensando en huir. En cuestión de segu
Tatiana —¿De verdad todo ha terminado?— le pregunto mientras él me lleva cargando fuera de donde había sucedido la batalla. Dejamos atrás humo y fuego de los soldados borrando los vestigios de lo que sucedió hace poco. —Ha terminado, te lo prometo mi mate…— dice Sebastián sujetándome con fuerza.