—Hueles al bosque…— decía ella pasando sus labios por mi piel, mi ombligo y yo rugía. —Mi mate… — le dije desesperado y la recosté en la cama mientras quitaba su ropa interior de un solo movimiento y vi como volaban los pedazos de tela y su expresión de sorpresa. —Cada vez que te tengo así… me s
Sebastián Sabía que ella estaba nerviosa, pocas veces una Luna se convertía en la líder indiscutible de la manada, por derecho propio y por herencia. Y solo por si acaso íbamos realmente preparados. La familia Razzio ya no existía y prácticamente se había desintegrado, pero desde el momento es q
Héctor fue un Alfa que sin duda no merecía su cargo, y que había defraudado a su mate, el gran regalo que había dado la diosa luna. Y con ello, sin saberlo, defraudó a su manada también y la entregó a las peores manos. —¡Aquí está!— aparecía Marina con una pulsera de corazón. Tatiana inmediatamente
Tatiana Yo Tatiana, la chica que había sido tirada a la calle, que creía que no tenía nadie en el mundo y que no tenía ningún lugar en este planeta, de repente sentía que todo era posible. Pensaba que de repente yo no era una persona vacía y errante, sino que quizás podría tener un lugar en este m
Noemí y Martín seguían aventurándose por los bosques y siendo felices. Henry y Mariela estaba segura de que dentro de poco me iban a decir que iba a ser tía. Cada quien había encontrado su lugar en la manada, y era lógico que mi hermana también quisiera seguir su vida. Cada vez que pasaba el tiemp
—Y nosotros sabemos que eso no es así… al menos no es el alfa que nosotros conocemos— digo triste. Xavier era un hombre tan bueno, me había ayudado, había estado a nuestro lado como uno más de la manada. Sabía que era un hombre fuerte, de una manada poderosa. Yo rogaba todas las noches de que cons
Sebastián Meses después —¡Henry, Mariela!— veía a mi mate contenta recibiéndolos con besos. Siempre era una fiesta cuando todos nos reencontrábamos, pero ahora ellos volvían con Mariela embarazada que caminaba con dificultad. —¡Ahora pronto Nathan vas a tener con quién jugar! ¡Y tienen que con
—Pues… ¿Qué te parece si haces dormir a nuestro pequeño y precioso alfa… y yo te espero aquí… con mucho más de esto?— dice ella pasando sus manos por mi pecho y yo la beso contra la cama, apretando su trasero y escuchando sus suaves gemidos. —Demonios… realmente eres mi perdición…— digo jadeando.