Sebastián —Se siente algo diferente…— me dice mi lobo mientras corremos. Connor había empezado a despertarse, pero todavía estaba débil como para poder transformarme, y eso que él me lo pedía. —¿Qué es?— le preguntaba, pero él se quedaba callado. Todo era tan extraño que ya nada me sorprendía. Ha
—Si Marco cae, todo caerá, tenemos que buscarlo y a la vez tratar de que las personas de la manada estén lo más segura posible, que huyan, que se pongan a salvo y también cuidar a los heridos— digo. Veo que todos están nerviosos, pero también dispuestos a lo que sea. —Necesitamos saber dónde está
Tatiana Me costó entender qué había sucedido y la cabeza me daba vueltas. Sentía mi corazón ajetreado y salí como pude del auto, cuando vi hacia atrás no encontré a Martín, ni tampoco veía a Henry o a Noemí. Parecía que nos había atropellado un ciclón y el auto había dado muchas vueltas. No sabía
—¿Quieren probar de lo que tengo para ustedes bestias anormales?— pregunta él, cuando uno de los rogues se le viene encima y caen al suelo, él lo toca con la pistola eléctrica y el lobo chilla y cae jadeando a un lado. Es claro que ha probado su punto y ahora el resto de los lobos lo ve de lejos,
Tatiana —Me dijo claramente que me alejara de ti, que si me veía de nuevo, iba a acabar conmigo. Y yo pensé que solo era un hombre celoso, uno que quiere acostarse contigo, tener un revolcón con una virgen. Pero no. Varias veces lo observé entrando, esperándote, y luego se quedaba a dormir contigo…
—Ustedes tienen sus mates, y él los está manipulando con eso. Los trata como sus esclavos, sus mascotas— digo y ellos se agitan, gruñen y aúllan. —Conocí a Joanna y a sus compañeros rogues…muchos están de nuestro lado porque nuestro enemigo es el mismo. Aquel que no nos deja estar con nuestros mat
Sebastián —¡Realmente está aquí...mate! ¡Mate!— grita Connor desesperado. —Si está aquí... debe haber venido con apoyo, quizás hayan venido otros alfas. Sigamos buscando en el territorio— digo y empezamos a movernos, atentos a lo que podemos encontrar. Cuando vemos un grupo de autos que se aprox
—¡Nunca! ¡Jamás! ¡Y por sobre mi cadáver ella será la mate de otro hombre y mucho menos de Marco!— grito y quisiera tirar toda la casa abajo. Sigo escuchando los gritos de Noemí afuera, intentando buscar una salida. Los hermanos gruñen empujando las ventanas. —Bueno…entonces supongo que nuestro tra