Tatiana —¿Vamos al bosque de nuevo?— le pregunto. Debía reconocer que no tenía buenos recuerdos de nuestro encuentro ahí. Parecía que ese lugar estaba destinado para el rechazo y la idea me preocupaba. Él soltaba una risita. —Prometo que será algo bueno— dice tan sonriente que no me queda otra c
Es verdad, aquí no había señal seguramente, y yo no me podía comunicar con él como el resto de los hombres lobos. Él había pensado en todo. —Esto es... precioso— digo y él se acerca a acariciar mi cabello y tocar mi rostro. —Quiero que sepas que sé cómo te sientes, y que no niego la posibilidad d
Tatiana Yo después de escuchar esas palabras había perdido cualquier idea de alejarme de él. Este hombre había jugado sus cartas, y las había jugado muy bien y simplemente ya no podía resistirme. Él me va empujando a la cama mientras yo sé exactamente que quiero hacer con él, absolutamente todo,
Él me sigue observando y pasando sus dedos por las líneas de mi cuerpo, ahora bajando por mi ombligo, acariciando mi vientre. —¿Y qué más le gusta a mi mate?— pregunta de forma tentativa y yo traigo saliva. La realidad es que teniéndolo así al lado mío, desnudo, con la piel brillante y luego de
Sebastián —¿Cómo está? ¿Cómo se siente?—, me preguntaron los hermanos mientras yo la dejaba dormir a ella. —Ha sido… un shock. Ella adora esos animales y ha sido una escena espantosa... — —Lo siento Alfa… estábamos ocultándolo cuando…— —Lo entiendo…. ¿No encontraron nada extraño en las cercan
—Ahora suenas como tu madre... — —Pues es una mujer inteligente, quizás deberías escucharla más a menudo— Me mantengo en contacto con los hermanos y Noemí, así como a todos los guerreros que están dispuestos a vigilar y proteger a mi mate. Pero eso no es suficiente, y no se puede comparar a estar
Tatiana Mi vida había tenido un comienzo complicado, pero ya había llegado la tranquilidad. Tenía mis pocas cosas, pero eran mías. Tenía mis rutinas, unas más agradables que otras. Yo distaba de ser aquella chica que entraba a escondida a las habitaciones en la casa de la manada, para hacer la l
—¿Qué quieres decir?— —Creo que quizás sería bueno cerrar el restaurante por un tiempo…— —No… no puede ser... — digo con pánico, ella toma mis manos. —Es por el bien de todos, Tati. Si algo les pasara yo... no sé qué haría. Sabes que ustedes son como mi familia. Y por favor no te preocupes por