Sebastián —¿Hasta cuánto pensabas ocultármelo Sebastián? ¡Esto es algo demasiado importante como para mantenerlo en secreto!— me reclamaba ella. —¡Lo sé! ¡Lo sé! ¡Sabes muy bien por qué lo hice!— exclamo. —Hijo… no entiendes…tú bien sabes que esa relación no es posible... — —No mamá… tú eres l
—¿Encontraron víctimas? ¿Algún cuerpo?— pregunto aterrado. —Nada, no hay huellas de nada, solo olor a humanos— dice. —Puede estar llevando a los humanos a otro lado— menciona David. —Hicieron bien en avisar. No es normal... ¡vamos!— digo y me aparezco frente a Marco. —Vaya, vaya... pero si ac
Tatiana Hay una teoría que dice que todo lo que puede salir mal, saldrá mal y hay que estar preparados, y yo por supuesto no lo estaba. Nancy poco me había tratado, ella, al igual que toda la manada Medianoche, hacía como que yo no existía. Dicen que las Lunas protegen y son como las madres de la
—Yo pensé que era mi hogar... pero solo fui objeto de burlas. Una tonta y gorda humana... ¿Quieres que pase por eso de nuevo? ¿Quieres que yo sufra de nuevo?— le digo colocando mis manos en su pecho, intentando que la balanza caiga a mi favor de una manera u otra. Estoy completamente determinada a n
Tatiana —¿Vamos al bosque de nuevo?— le pregunto. Debía reconocer que no tenía buenos recuerdos de nuestro encuentro ahí. Parecía que ese lugar estaba destinado para el rechazo y la idea me preocupaba. Él soltaba una risita. —Prometo que será algo bueno— dice tan sonriente que no me queda otra c
Es verdad, aquí no había señal seguramente, y yo no me podía comunicar con él como el resto de los hombres lobos. Él había pensado en todo. —Esto es... precioso— digo y él se acerca a acariciar mi cabello y tocar mi rostro. —Quiero que sepas que sé cómo te sientes, y que no niego la posibilidad d
Tatiana Yo después de escuchar esas palabras había perdido cualquier idea de alejarme de él. Este hombre había jugado sus cartas, y las había jugado muy bien y simplemente ya no podía resistirme. Él me va empujando a la cama mientras yo sé exactamente que quiero hacer con él, absolutamente todo,
Él me sigue observando y pasando sus dedos por las líneas de mi cuerpo, ahora bajando por mi ombligo, acariciando mi vientre. —¿Y qué más le gusta a mi mate?— pregunta de forma tentativa y yo traigo saliva. La realidad es que teniéndolo así al lado mío, desnudo, con la piel brillante y luego de