Una habitación muy iluminada es la que recibe a Alessa. Tal vez demasiado. Sus pensamientos le parecerán más oscuros si los revela allí.El doctor Edward la invita a tomar asiento. Un hombre joven. Creyó que Augusto la derivaría con una mujer.Agradece que le hubiera enviado su ficha. No tendrá que volver a decir que es peor que una perra callejera y que no puede mantener las piernas juntas. El hombre habla de lo frío que han estado estos días y de lo bien que le fue al equipo de fútbol de la ciudad en el último torneo. Temas superficiales para distender el ambiente y que ella se sienta cómoda al dejarlo meterse en su cabeza.Ella sabe que nunca se sentirá lo suficientemente cómoda, pero se esfuerza. Cree que la sanación es posible.—Háblame de tu primera vez, Alessa.—Fue a los dieciséis.—Eras muy joven. ¿Estabas enamorada?—No, estaba caliente.El hombre se remueve.—Háblame de él. ¿Cómo lo conociste?—En ese tiempo vivía con mi hermana y mi mamá en casa. Ella es viuda, empezó a s
Ahogarse. La muerte por ahogamiento ocurre cuando alguien presenta una imposibilidad para nadar o una disminución de su nivel de conciencia que le impide mantenerse a flote. Lo anterior se ve agravado cuando hay pánico y agotamiento. Luka no estaba en el agua ni cerca de ella, conducía su auto por la autopista, pero se ahogaba. Sentía sus pulmones llenándose de algo más espeso que el aire, algo que le quemaba las entrañas y lo llevaba a su límite.No encontró a Alessa en su casa. Y no le había contestado ninguna de sus llamadas.—¿Estás seguro de que no la has visto? —le preguntó al barman.—No podría decirlo, aquí viene mucha gente.—Tiene una melena negra, ojos pardos. Es la que siempre toma tequila, muy sociable.Suele irse a socializar a los baños, quiso agregar.—No, creo que no la he visto.Luka lamentó no tener ninguna fotografía de ella. Fue a revisar a los baños. Causó algunos reclamos cuando entró como un loco al de mujeres, y algunos halagos también. No hallarla tampoco all
—Es tu desayuno favorito, lo preparé para ti —dijo Rebeca.Hasta la cocina llegó Luka siguiendo el perfume de Rebeca. Era una fragancia única, ella la preparaba mezclando costosos perfumes cuyo nombre se había negado a revelarle. Él los descubrió igual. Se pasó toda una tarde recorriendo perfumerías italianas, analizando fragancias, mezclándolas en su cabeza, pero aun así seguía faltándole algo. El aroma de su piel.Se le acercó por detrás, le rozó el hombro con la nariz y se perdió en sus rojos cabellos. Ese aroma podía revivir a un moribundo y alzar hacia los cielos a alguien que se asaba en el mismísimo infierno.—Desayuna o llegarás tarde.—¿Me estás echando de mi propia casa? Acabamos de reencontrarnos. Además, ya no tengo ninguna razón para volver a la empresa.—No, Luka. No quiero que vuelvan a culparme si dejas el trabajo. Tu madre puede ser realmente fastidiosa, no quiero a tu familia metida en lo nuestro, no nos separarán esta vez.Luka se sentó, el desayuno que ella había
Alessa iba caminando por su jardín feo cuando Rebeca le habló, bajaba de su auto.La mujer apenas aparecía y ya la había descubierto, eso pensó. La alerta de paranoia se encendió al instante. La invitó a entrar preparándose para recibir unas cuantas bofetadas y tal vez algún jalón de cabello. Lo esperaba, la ayudaría a entrar en razón. —¿Quieres un té, un café?"¿Una copa del vino que tu novio ganó para mí?".—Un té estará bien.Alessa le sirvió uno frío, por si se lo lanzaba encima. Y no le llevó cuchara, por si intentaba clavársela en un ojo. —¿Lo trajiste aquí? —preguntó Rebeca, mirando la decoración de la sala.—¿Disculpa?—A Luka. Sé que te acostabas con él, te vi en las grabaciones de su edificio así que no lo niegues. Descubierta como una rata. Y la serenidad de la mujer al revelar las fechorías que le había descubierto no hacía más que alarmarla.—Sí, él vino.Las risas de Rebeca le pusieron la carne de gallina. —Este lugar debió volverlo loco: demasiados colores, demasiad
Salón de reuniones del séptimo piso de empresas IABOSCH. El equipo de Luka esperaba, expectante, saber cuál sería el siguiente designio de su lunático jefe. Él podía ver en sus ojos cómo deseaban que fuera Francesco. Empezaba a sentirse como un secuestrador.Inhaló profundamente y habló:—Los libero —dijo por fin. Nadie entendía nada. Tal vez los dejaría salir más temprano.—He tenido algunos problemas de salud y por recomendaciones médicas me ausentaré de la empresa de manera indefinida. Cada uno puede regresar a lo que sea que hiciera antes de que yo llegara y unirse al proyecto de Francesco... ¿Dónde está Montoya?Había evitado mirar en su dirección y cuando lo hizo, vio un puesto vacío.—Envió una licencia médica —informó Fabián.—¿Le pasó algo grave?—No lo sé. Es una licencia de su psiquiatra, que indica un mes de reposo.En la trastornada cabeza de Luka todas las piezas empezaron a encajar. ¿Qué más clara señal del destino que la que le acababa de ser revelada? Y él sintiéndo
Las manos de Luka seguían aferrándole la cintura y sus ojos llamándola a perderse en sus profundidades.La lujuria convulsionaba, la razón se había quedado calva.—¡¿Por qué estás aquí?!—¡Es un país pequeño! ¡Vayamos a otro lado, no quiero estar gritando!Alessa salió, seguida de él. En la entrada había algunas mesas, allí podrían conversar a gusto. Ella pasó de largo y empezó a correr. Luka salió corriendo tras ella por la costanera.—¡Espera!—¡Desaparece!—¡Tenemos que hablar!—¡Yo no quiero hablar contigo!—¡Yo tampoco, pero hay que hablar antes de follar!Alessa se detuvo y lo encaró. Luka llegó hasta su lado y alcanzó a esquivar por un pelo el puñetazo que ella le lanzó.—¿Cuándo pasaste de ser una ebria caliente a una violenta?—¡Vine aquí para alejarme de ti! —Lo empujó.—Yo no quiero que te alejes de mí.—¡Tienes novia!—¿Y qué? Dijiste que habías estado con hombres casados.Alessa volvió a empujarlo. Le dio unos golpes en el pecho. La razón había enmudecido y no la encontra
La primera sensación de Luka al despertarse fue una intensa punzada en la ingle. Seguía duro. Toda la noche se la había pasado en aquel estado de aflicción y la culpable dormía a su lado como un angelito. Un angelito acosador. La mujer se había convertido en un pulpo, que no dejó lugar sin tocar. Alessa pensaba en sex0 hasta cuando dormía y allí la tenía, con la cabeza apoyada en su cuello y una infame mano dentro de su bóxer, sosteniéndole el falo.—Alessa.Nada.—Alessa, despierta.La mujer se removió y le aferró más el miembro.—¡Auch, Alessa!—¿Qué?...—Suéltame.Poco a poco ella fue cobrando conciencia y notó qué era lo que sujetaba con tanto ahínco.—¡Oh, por Dios! —Se apartó.Luka se sentó, tuvo una punzada en el vientre como si lo patearan.—¿Es normal que esté de ese color?Él no quería ni mirar. Se le iba a caer, estaba seguro de que se le iba a caer.Rápidamente Alessa corrió a la cocina, cogió una lata de cerveza del minibar, la envolvió en una toalla y se la dio a Luka.
—¿Por qué tenemos que ir con otras personas si nos bastamos con nosotros dos para divertirnos?—Porque con otras personas mi cuerpo correrá menos riesgos y es más probable que logres mantener tu abstinencia.La ingenuidad de Luka casi la hizo reír. —Además, quiero conocer a ese tal Teo.—¿Por qué?—Porque así sabré más cosas sobre ti.—Pregúntame todo lo que quieras y te lo diré.—No, así es aburrido, como leer tu expediente médico para saber si estás saludable. Es más divertido verte corriendo para ver cuánto aguantas.—De acuerdo —dijo ella por fin, pero luego no te quejes.—Yo no me quejo.—Ni me juzgues.—Ya me estoy haciendo una idea del asunto.Sin embargo, cuando se trataba de Alessa, la imaginación de cualquiera se quedaba pequeña.El tal Teo resultó ser un tipo alto, más alto que Luka. Por el cuello se le asomaban unos tatuajes tribales. La idea de que Alessa estuviera pensando en él cuando le preguntaba por los tatuajes le dejó un mal sabor de boca. Ni mencionar sus bien de