4. El Contrato.

GABRIEL

Me sentía algo cansado, asi que me di una ducha y me recosté en mi cama, tomé mi teléfono y observé nuevamente las publicaciones en donde aparecía mi bella acompañante, me sorprendí mucho cuando ví una del momento en que la besé en el jardín, realmente habia ojos por todas partes.

Recordé que aún no habia hecho el contrato, me levanté, tomé mi portatil y lo escribí con los cambios, los tiempos y el pago, aunque ella no me habia dado una cifra, solo la calculé, necesitaba verla al dia siguiente para poder concretarlo.

POR LA MAÑANA

Llegué a mi oficina y llamé a Samantha, nunca me han gustado los mensajes de texto.

-Buen dia Samantha, te necesito en mi oficina a las 11, está listo el contrato.

- Disculpe, señor Ferrer, pero no tengo todo mi tiempo disponible para poder correr con usted a la hora que quiera, también tengo obligaciones -

Ninguna mujer me habia respondido de esa manera tan irrespetuosa, pero no estaba molesto.

- Entonces, ¿a qué hora, puede venir su majestad a firmar el contrato? -exclamé seriamente.

Escuché una fuerte carcajada, que fue desapareciendo lentamente.

- Lo siento - dijo aún riendo - es que el título de majestad solo le queda a usted - hizo una pausa - solo podría ir a la hora de comer, si el príncipe esta disponible.

No pude evitar sonreir ante su respuesta.

- De acuerdo, a las 3, use su tarjeta de acceso para el elevador, y no llegue tarde, mi tiempo es limitado -colgué.

- Señor Ferrer, su madre quiere hablar con usted. - dijo Lorelei, por el teléfono interno.

- Madre, ¿todo está bien? - dije al responder su llamada.

- ¿De qué se trata lo de la chica de anoche, Gabriel? me dijiste que era tu amiga y ¿después ya es tu novia? ya hasta hay fotos tuyas, besándola.

- No quiero hablar de esto por teléfono, te veo en la noche y te explico todo, por favor.

- Bien, solo espero que no te metas en un lío.

SAMANTHA

Llegué puntual a la oficina de Gabriel, estaba nerviosa, su asistente me miró y sonrió.

- Puede pasar, la está esperando.

Entré y él se levantó de inmediato, estaba sin su saco y con las mangas de la camisa dobladas, informal y sexy, se acercó y me dió un beso en la mejilla.

- Puntual, me agrada. - hizo un gesto para que me sentara.

- No me gusta hacer perder el tiempo a las demás personas. - dije, sonrió levemente mientras me daba una carpeta.

- Es lo que acordamos, - llamó a su asistente- ¿Lorelei, está listo lo que pedí? . . . gracias.

Después ella entró con una bandeja con comida, dejándola en una mesa cercana.

- Ya puedes ir a tu almuerzo, yo me encargo- le dijo.

- Esta cantidad de dinero, es demasiada - exclamé cuando su asistente salió - es mucho más de lo que necesito, no lo aceptaré.

- Solo hice un cálculo de acuerdo a lo que ví, creo que tiene talento, y debe explotarlo.

- Sigue siendo demasiado, a menos que. . . que sea mi socio.

El se sorprendió, creo que no esperaba eso.

-¿Socio? nunca he invertido en ese ramo- dijo pensativo- sería interesante.

- Y obtendría ganancias, créame, soy buena en lo que hago señor Ferrer, no lo decepcionaré.

- Eso cambia todo, asi que debo hablarlo con mi abogado.

- Me voy entonces - me levanté, y él tambien, pero me sujetó del brazo.

- Es mi hora de comer también, acompáñeme, recuerde que es mi novia y debe comportarse como tal.

- Es que tengo una cita a las 4:30 - ya habia pasado más media hora.

- ¿Una cita? ¿Con quién?- dijo irritado - le dije que debe ser discreta.

- Tengo que ver a una clienta en la tienda - respondí con el ceño fruncido.

Suspiró, y me miró.

- Discúlpeme . . . quédese y le prometo que llegará a tiempo.

- Está bien, su majestad, está disculpado.

Me mostró una sonrisa deslumbrante, nunca lo habia visto de esa manera, en todas sus fotografías siempre tiene un semblante serio, intimidante.

Nos sentamos a la mesa, me ofreció un tazón y destapó lo que había dejado su asistente.

- Oh, me encanta la paella - dije sonriendo.

- Igual a mi. - me sirvió un poco y después él, conversamos un rato, quería saber más de mí para no cometer errores, terminamos de comer justo a tiempo para poder irme.

- Adrián - llamó - necesito que lleves a Samantha, tiene que estar en media hora en su tienda.

Nos levantamos, tomó su servilleta y limpió la comisura de mi boca.

- Tenia. . . una mancha - miró mis labios, se acercó un poco más y de repente tocaron la puerta, disolviendo el encanto.

- Debe ser Adrián.

Abrió y vi a un hombre fornido, de mirada seria, con un audífono en su oído.

- ¿Lista señorita? - miré a Gabriel y me besó en la mejilla.

- Te llamaré después. Adrian - se dirigió al hombre - por la noche iré a ver a mi madre, saldremos de mi departamento.

- Si señor ¿nos vamos señorita?

El recorrido hasta la tienda fue en silencio, Adrián iba en el asiento del copiloto y otro más conducía, cuando llegamos a mi destino, el chofer abrió la puerta y me ayudó a salir.

- Gracias, ¿cuál es su nombre?.

El miro hacia Adrian, que asintió.

- Soy Raúl, señorita.

- Gracias a los dos.- les dije.

Entré a la tienda y ellos se marcharon, debia admitir que tenia sus beneficios ser la novia falsa de un multimillonario.

Julia ya me esperaba, yo había llegado con 10 minutos de anticipación, y dispusimos de todo lo necesario para atender a la clienta.

- ¿Qué paso en tu reunión con el riquísimo de Gabriel? - preguntó discretamente, aunque no habia nadie.

- Tengo que hablar contigo de eso, pero solo te adelanto, no debes decir nada de lo del contrato, con nadie, ni siquiera puedo decírselo a mi madre.

- ¿Porqué ? eso es muy extraño.

- No es extraño, solo protege su privacidad, recuerda que es una figura pública.

En eso, llegó la clienta y dejamos de hablar del asunto, afortunadamente hicimos una venta, cuando llenaba el recibo, me preguntó.

- ¿Acaso es usted la novia del CEO, de las empresas Ferrer?

Julia y yo nos vimos y reimos.

- Claro que no señora, ¿usted creería que alguien como yo, estaría con un gran empresario como él, y seguiria aquí, en esta modesta tienda? la verdad es que me han confundido todo el dia.

- Lo siento - rió - tiene razón, gracias por todo - se retiró.

Solté el aire contenido,- por esta, me salvé, - dije a Julia- pero cuando sepan mi nombre, todo cambiará.

Y de qué manera. . .

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