5. Ten cuidado

SUSANA

No podía creer que Gabriel, mi Gabriel, haya preferido a una insignificante mujer, eso no podía permitirlo, tenía que averiguar quien era, para poder actuar, la fiesta habia sido mi oportunidad para convencerlo y regresar con él, pero no contaba con que tuviera novia.

¡Una novia!, habia una fotografía tomada a lo lejos, de ellos, besándose y me llené de rabia, Gabriel y sus millones, tenían que ser solo míos.

*

-¿Qué pasa muñeca? ¿Te fue bien en la fiesta con Gabriel?- dijo mi padre el optimista al verme.

- No papá, dice que tiene novia, y que lo deje en paz -respondí con voz llorosa - ahora no sé si lograré reconquistarlo.

- Tú eres más hermosa que las demás mujeres, preciosa, no pierdas la esperanza - besó mi frente, como cuando era niña - te veré más tarde.

Mi padre me amaba, también era socio en la empresa Ferrer, sabía que podía darme lo que yo quisiera si se lo pedia, pero esto tenia que hacerlo por mí misma.

- Esta humillación me la vas a pagar, Gabriel Ferrer.

NOCHE, GABRIEL

- Pero hijo, ¿no es muy arriesgado que hayas hecho eso? Que tal que la chica se arrepiente y habla con la prensa o te chantajea, dices que sabe mucho de ti, ¿no es sospechoso?

- No, madre, yo fui el que la buscó para hacerle la propuesta, además ya comprobé que no quiere aprovecharse de mi posición, le ofrecí mucho dinero para su negocio y no lo aceptó.

- Aún asi, sabes que debes tener cuidado, no te quiero ver en escándalos por una mujer - me miró fijamente - te gusta, ¿verdad?

Sonreí, a mi madre no se le escapa nunca nada.

- Si, madre, en más de un sentido, es inteligente, es perspicaz, hermosa, no habia conocido a alguien como ella.

- ¿Ni siquiera a Susana? - preguntó curiosa.

- Susana es una niña mimada, y caprichosa, me di cuenta de eso muy tarde, creo que ahora está obsesionada conmigo y presiento que será un dolor de cabeza.

- Entonces, sé más inteligente, y no dejes que te manipule.

Mi madre siempre me daba buenos consejos, por eso no podía esconderle nada.

- Debes traer a esa Samantha que tanto te gusta, quiero conocerla mejor, saber sus intenciones, si dices que es tan lista, también entenderá que no son compatibles.

- ¿Compatibles? ¿no estarás hablando de la clase social? tú nunca hiciste eso antes, no imagino porqué empezarías ahora.

Ella me miró algo avergonzada y no dijo nada.

- Madre, solo me gusta, no es que vaya a casarme con ella, organizaremos una cena para que la conozcas.

- Me parece bien, mientras tanto comportate, no te quiero en la primera plana de los periódicos o en las redes sociales por exhibirte.

- Si madre, no te preocupes- la besé en la frente - debo irme ya.

***

Cuando llegué a mi departamento, solo podía pensar en Samantha, lo que habia dicho a mi madre era verdad, la conocia poco, pero me gustaba su forma de pensar y de actuar, estuve a punto de besarla y mandar al carajo el contrato, tal vez lo habria hecho si Adrian no hubiera interrumpido.

Pasaban de las 8, aún era temprano para mí , y decidí llamarla, solo por el gusto de oir su voz.

- ¡Su majestad! ¿teniamos algún compromiso esta noche y lo olvidé?- dijo al tomar mi llamada, haciéndome reir.

- Claro que no, solo queria decirle que mi madre sabe del acuerdo que tenemos, y quiere invitarla a cenar, cuando la princesa tenga tiempo - se quedó en silencio.

- ¿Sam?

- Sigo aquí, es que no esperaba eso.

- Quiere interrogarla, saber que no quiere aprovecharse de su muy querido hijo.

Ella rió - Debería saber que su hijo es intimidante, dudo que alguien pueda aprovecharse.

- Podríamos tener esta conversación frente a frente, ¿le parece si le invito un café?

- Bueno, yo no creo estar lista para una salida tan rápido, la verdad es que ya estoy en pijama.

La imaginé con poca ropa, pero quité ese pensamiento de mi mente.

- Vistase rápido, enviaré a Raúl por usted.

- Pero. . .

- 20 minutos - y colgué, después marqué otro número.

- Adrián, envia a Raúl por la señorita Samantha a su casa y que la traiga aquí.

Me levanté y puse en marcha mi cafetera, queria algo suave, tenía algunos bocadillos y los calenté, mi madre no me habia hecho un inútil y no quería traer a mi cocinera solo por café, dispuse todo, crema, azúcar, no sabía lo que le gustaba.

Llamaron a la puerta, ya habia llegado, abrí, no tenia una gota de maquillaje y se veia tan bella, se habia puesto un lindo vestido suelto, a la rodilla.

- Gracias- dije a Raúl, la besé en la mejilla - se ve muy linda.

- Tuve menos de 20 minutos, hice lo que pude.

La invité a entrar, y cerré la puerta, el aroma a café se percibía.

- Huele delicioso, me encanta el café.

Llevé la bandeja con todo lo necesario hasta mi mesa de centro, en la sala.

-¿Entonces?- dijo sentándose en el tapete, recargando su espalda en el sofá - ¿Que quiere saber su madre de mi? ¿Que no soy una estafadora o una cazafortunas? - tomó una taza con café, agregó azúcar y crema y tomó un poco.

- Básicamente, y que no es una asesina serial. - seguí su ejemplo y me senté junto a ella. - ¿Ya habló con su madre?

- Aún no, es que me han tenido algo ocupada, entre la tienda y mis ocupaciones reales con el príncipe.

Solté una carcajada.

-¿Porqué siempre me dice eso del príncipe?- dije curioso.

-¿Acaso no lo es? tiene todo a sus pies, un chasquido de sus dedos y aparece una mujer en su casa para tomar café - replicó riendo.

Me quedé mirando sus labios más de lo debido, queria besarla, ella bajó su taza, me miró también, y ya no pude evitarlo, la tomé de su rostro y la besé, un segundo y ella respondió, mordiendo mis labios, invadí su boca con mi lengua, era deliciosa.

- Creo que. . . - dijo agitada - esto no está bien - se levantó bruscamente, volteando la taza.

- Sam, por favor - me levanté también - me gustas. . . me gustas de verdad - la sostuve de ambos brazos, intenté besarla de nuevo, pero se alejó.

-No . . . yo no puedo permitirme esto, tenemos un acuerdo, lo cumpliré y desapareceré de su vida, usted y yo no somos compatibles. Quisiera irme, por favor.

La miré un momento, perplejo, cualquier mujer se habria aprovechado de la situación, llamé a Adrian.

- Samantha ya se va, llévala a su casa. . . bien.

Ella se agachó, intentaba limpiar la mancha de café del tapete con la servilleta.

- Déjalo asi, si no se quita, lo reemplazaré.

Adrian tocó y ella se fue, dejándome solo con mis pensamientos, esta mujer cada vez me gustaba más.

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