Se encontraba al borde de un profundo ataque de pánico, sus pies vertiginosos viajaban de un margen hacia el otro, sus dedos se removían de manera trémula, pocas veces se había visto a Leonardo White tan agitado como se encontraba en aquel instante, con su cabello rubio despeinado, con su torso desnudo, sus labios agrietados de tantas mordidas que se había dado en estos. El volumen de sus propios pensamientos, era como las olas del mar: se lo llevaban, haciéndolo flaquear, intentaba mantener la calma, pero parecía una misión demasiada difícil hacerlo, porque aquel problema había regresado, y algo le decía que esta vez, no podría controlarlo, el empeño que ponía en silenciar a sus impulsos, era completamente nulo, se insultaba a sí mismo por dejarse castigar por un impulso tan estúpido como aquel, ni siquiera era una enfermedad, pero lo angustiaba y fustigaba como una.Habían transcurrido tres días desde que había tomado el cuerpo de Emma por primera vez, y no solo no se había podido d
Corrió tan rápido como sus piernas se lo permitieron, en más de una ocasión, su cuerpo sintió la tentación de caerse, el camino era borroso, sus lágrimas no le permitían ver nada, pero siguió corriendo hacia las afueras de aquella empresa, escuchando los gritos de Leonardo, que exclamaban su nombre con una aterradora desesperación, pero no pensaba en mirar hacia atrás; el dolor que sentía en su corazón, era uno indescriptible, su estómago había sido golpeado por un dolor apenas soportable, sus labios se habían de repente agrietado, sus manos temblaban, sus ojos no salían de aquella amarga sorpresa, en su garganta tenía gritos que se aferraban a esta, casi asfixiándola, en su cabeza recreaba una y otra vez aquella imagen, desgarrándose cada vez más.—¡Por favor, Emma, mi amor! —Había sentido la mirada de todos caer sobre ellos mientras corrían en la empresa, y al salir a la calle, también sentía como las personas le miraban, como si fueran capaces de conocer que ella había sido lo sufi
Leonardo se acercó bruscamente a Emma cuando esta puso un pie afuera, intentando sostener sus manos, pero la muchacha lo esquivó, sintiendo el dolor de su cuerpo, que todavía no digería del todo la situación.—Emma, mi amor… —Una vez más, quiso acercarse a ella, quien se resistió—. Mi amor precioso, podemos hablar… vamos, ven conmigo, hablaremos…El rubio observó con furia como Emma ignoró sus palabras, caminando hacia Liam.—¡Estoy hablando contigo, Emma! —Leonardo le dio un brusco jalón a la muchacha, acercándola a él y sujetándola por la cintura, sus labios casi se unieron, y lo hubiesen hecho, de no ser porque Liam lo evitó; ver como Emma por un instante, pareció refugiarse en Liam, resultó tan agrio para Leonardo, que apenas fue capaz de sostener las ganas de partirle el rostro a aquel otro hombre—. ¡No toques a mi mujer!Cuando vio como Leonardo caminó hacia Liam, Emma se colocó en el medio, su amigo todavía seguía herido del brazo, no lo suficiente como para no poder conducir,
«El único motivo con el que te escribo esta corta carta, es para pedirte perdón. Jamás me vi como la clase de persona que dejaría que un amor —o la malinterpretación de él— la envenenara al grado en el que creyera que todos querían romperlo. Me dijiste que solo el dolor podía enseñarme, mi corazón palpita en él, siento sus besos aferrados a mis mejillas, he llorado tanto que casi puedo nadar en el mar de mi propia desgracia. Perdón si dudé de ti, Sofía. No hay alguna justificación para mí, pero tal vez, ahora comprendo lo que sucedió; siempre me sentí excluida, de todo, de todos… aunque había tenido parejas con anterioridad, todos terminaban fallándome, jamás me consideré una persona a la que se pueda amar, y cuando aquel rubio de precioso rostro y labios suaves me dijo que me quería, enloquecí, porque finalmente alguien no me había rechazado, pero que ilusa fui al creer que podía ser feliz por primera vez en mi vida con un hombre. No quiero entrar en detalles, porque mi garganta no s
«Me cuesta demasiado tener que deshacerme de la parte de mí que todavía sigue esperando una explicación, una razón, uno de tus besos, uno de tus abrazos, una de tus bromas, tus caricias, tus toques, tus miradas coquetas, tus provocaciones. Me siento estúpida por haberme sumergido tan profundamente en el fondo de este pozo llamado amor, en solo cuatro meses. Tengo mucho para decirte, pero no hay suficiente papel para ello, así que intentaré ser breve, así como lo que yo creí que era amor. Mi parte más estúpida —o quizás más humana— no sabe guárdate rencor, aunque debería hacerlo. No eres capaz de imaginar el dolor que sentí, al darme cuenta de nunca fui especial, al darme cuenta de que el abrigo que me brindaban tus preciosos ojos, era uno falso, que en realidad, nunca dejé de estar sola, pero esta vez, tenía a mi lado a alguien que me celaba, que me anulaba, que me humillaba con pequeños gestos, y que de vez en cuando, decía quererme, pero no pude abrir los ojos… y creo que me tomará
Se sentía tan extraño todo, tan desigual a la realidad que ella había vivido durante sus cortos años de vida; había crecido y vivido en la ciudad en donde había conocido a Leonardo, y dejarla tan de repente, mientras apenas le había avisado a sus padres, se sentía muy diferente a lo que ella hubiese hecho, a lo que la antigua Emma hubiese hecho; el viaje hacia el otro estado, había sido, no solo largo, sino también molesto y tedioso, o tal vez se trataban de las resistencias que su propio cuerpo ponía para quedarse en el lugar en donde había sido lastimada, solo porque era aquello todo lo que conocía. Lo único que había conseguido menguar un poco su malhumor, habían sido las ocasionales bromas de Liam, solo él, solo eso, pero, para su dicha, el viaje había concluido, y con el rubio se encontraba caminando hacia su nuevo destino, hacia lo que esperaba que fuera una mejor vida.—Mi padrastro me dijo puedo instalarme por el tiempo que quiera —le dijo Liam—. No es la mejor casa, pero aquí
CAPÍTULO 1: SILLA DE RUEDAS.Leonardo White jamás en toda su vida se había sentido tan avergonzado de que lo vieran como el aquel instante. Había sido dado de alta de aquel hospital, sus resistencias, sus intentos de salirse de la cama e ir por Emma —a donde sea que ella se encontrara— habían ocasionado que su estadía en el hospital se prolongara por dos semanas más de lo usual, lo cual hacía un total de casi un mes sin Emma, sin verla, sin escucharla, sin sentirla; la desesperación se le veía en los ojos, reflejada en cada uno de sus gestos. Había controlado un poco sus impulsos nerviosos y pensamientos intrusivos, eso no significaba que cuando se sanara por completo, no iría a buscarla, a donde sea que ella se encontrara, ninguna mujer jamás se había ido de su lado de aquella manera y él no permitiría bajo ningún motivo que Emma, la única por la que había sentido algo, se fuera para siempre; él podía encontrarla, no sabía precisamente en donde, pero podía encontrarla, o al menos… es
CAPÍTULO 2: ¡CONQUISTALA! A la mente de Liam, no llegaban demasiadas cosas que su padrastro pudiese decir sobre Emma, además de preguntar cosas básicas sobre ella; y siendo sincero consigo mismo, el hombre no había parecido mostrar algún interés en saber mucha de aquella información.Cuando ambos hombres salieron de allí, dejando a Emma sola en la joyería, el padrastro de Liam se permitió hablar.—A otro perro con ese hueso, Liam.—¿De qué hablas? —El rubio lucía genuinamente confundido, se cruzó de piernas y enarcó sus cejas.—¿Me vas a decir que trajiste a esa muchacha de otro estado, solo porque es tu amiga?—¿Qué hay de malo en eso?—Nada, por eso no termina de convencerme.—No entiendo a donde quieres llegar —admitió Liam—. ¿Qué cosa es la que no termina de convencerte?—Sabemos que no la trajiste contigo por pura amistad, creo que ya deberías de empezar a entenderme.Liam abrió sus labios cuando comprendió lo que él quería decir, empezando a negar con su cabeza de manera reiter