Intentó correr lo más rápido que sus extremidades se lo permitieron, pero no fue lo suficiente como para superar a un hombre que, más allá de su estado físico, contaba con la motivación de vivir en su fantasía de tenerla allí con él, así que antes de que ella pudiera correr demasiado lejos, sintió como unas fuertes manos la sujetaban por el estómago, arrastrándola de regreso al lugar en el que había estado encerrada por más de veinticuatro horas.Leonardo colocó su mano sobre los labios de Emma, silenciando sus gritos y regresándola hacia el apartamento, en donde, una vez allí, la arrojó al suelo, lastimándola, arrancándole las llaves de las manos.De un fuerte estruendo cerró la puerta. Uno tan violento que todas las extremidades de Emma se cubrieron de miedo ante aquel rubio con sus ojos sumergidos en cólera y dolor. Había sido lo suficiente ingenuo como para creer que esos besos voluntarios habían sido por amor, porque ella había querido hacerlo.Emma se paró del suelo con premura,
CAPÍTULO 15: EN MARCHA.La mujer dejó con cuidado la cabeza de Leonardo sobre el suelo, con el corazón palpitándole en el pecho de manera violenta. Temía que en cualquier momento él despertara y la capturara en medio de su acción, como hace unas horas lo había hecho. Él no sería tan misericordioso si se daba cuenta de que una vez más, ella había usado la necesidad de amor que él tenía para escapar de aquel departamento.Fueron aquellos pensamientos los cuales la frenaron por instantes, pero luego se imaginó a sí misma siendo obligada a ir a Alemania, y aquello le proporcionó la motivación que necesitaba para pararse del suelo, alejándose del hombre. Él podría hacerle cosas horribles si despertaba, pero nada sería más horrible que estar al lado de un hombre al cual había dejado de amar hace mucho tiempo.La mujer le sacó las llaves del pantalón a Leonardo, sintiendo como este se sacudió un poco.El corazón de la mujer tocó el suelo cuando vio como él empezaba a jadear, buscando su tact
La calma siempre era el presagio de la tormenta. Emma lo sabía, de ahí nacía su profunda preocupación.En dos semanas que habían transcurrido, no había sabido nada de Leonardo. No era que quisiera hacerlo en realidad, pero le preocupaba que él se encontrara planeado algo en su contra, algo más de lo que sabía que tenía planeado. La desesperación que había visto en los ojos de Leonardo, no había sido poca, era la suficiente como para pensar que él se atrevería a aparecerse en el mismo hospital a llevársela, pero nada de aquello había ocurrido. De hecho, Liam había sido dado de alta, y Emma no había sabido nada de Leonardo.Por un instante, ella pensó en que quizás existía la posibilidad de que él se hubiese dado por vencido. Anhelaba que algo así sucediera.—¿Te duele aquí, mi amor? —preguntó Emma, con los labios cargados de dulzura.Liam negó.—No me duele nada cuando estoy contigo.Una sonrisa torpe ornamentó el rostro de Emma, pero esta se fue suprimiendo cuando empezó a recordar to
—Mi propuesta en muy simple, una en la que ninguno sufrirá… demasiado.—¡Dilo de una vez! —le gritó Liam, con la furia consumiéndole la mirada, le tomaba todo de él no abalanzarse sobre aquel hombre.—Ninguno de ustedes quiere involucrar a la ley en esto, lo sé; así que pensé en llegar a un acuerdo… —Siguió dándole más vueltas al asunto, amaba la angustia que nacía en el rostro de la pareja—. Soy el padre biológico de Liliana, y por más que me odies, Emma, es mi derecho poder pasar tiempo de calidad con mi hija; no me importa un demonio que ella no me conozca, no me podría importar menos que ella le diga papá a este… —Leonardo miró a Liam; lo único que anhelaba era acabar con él—. A este hombre, si ahora mismo voy y le realizo una prueba, los resultados hablarán solos.—¿Y cuál es tu p-propuesta entonces? —La voz dulce de Emma se dejó escuchar, trémula, colmada de pavor—. ¿A dónde quieres llegar?«A ti. Ahí quiero llegar».—¿Alguna vez escuchaste hablar de custodia compartida, Emma?L
Había transcurrido una semana desde que el peor suceso había tenido lugar en la vida de Emma y Liam. La vida se les había roto en solo un par de meses por un desastre natural que tenía el nombre de Leonardo.Y aunque él sabía que su decisión había causado miseria en la pareja, empezaba a creer que también había traído un montón más de miseria hacia su propia vida.El plan inicial que había cruzado por la cabeza de Leonardo, era compartir la custodia con Emma de aquella forma para así, en una de las oportunidades en las que ella fuera a su departamento a visitar a la pequeña, poder llevársela lejos, pero las cosas no habían salido como él esperaba, pues sorprendentemente, ella no había ido a visitar a Liliana ninguno de aquellos días, lo cual, considerando las lágrimas que ella había derramado al dejar a su hija irse con él, carecía de algún sentido.El enfado que aquello le causaba a Leonardo, no tenía alguna comparación. No había dormido en absoluto por aquel llanto infantil, cada ve
Miseria.Aquella era la única palabra que resonaba en su cabeza, en su vida.Eso era él, miseria.En eso lo había convertido aquel amor unilateral.En un mísero.Amaría poder recuperarse a sí mismo. Al antiguo Leonardo que no moría por un suspiro del corazón al que anhelaba.Cien cigarrillos le habían tomado aquella decisión.Por lo menos, mil lágrimas. Desesperación. Llanto. Furia. Arrepentimiento. Todo aquello le había tomado ejecutar esa decisión.Sabía que era lo mejor, aquello no implicaría que no fuera doloroso. Doloroso porque sabía lo que implicaba. Irónico.Había armado un juego que desde el principio, había perdido.Nada de lo que hiciera, recuperaría el amor que ella solía tener por él.Lo sabía, pero había sido el dolor de no querer aceptarlo el que lo había orillado a ganarse el odio de Emma.Pero de nada valían sus esfuerzos. De nada valía sumergirse en la miseria eternamente.Incluso, había ocasionado que la relación entre Emma y Liam se reforzara. Él la consolaba con m
CAPÍTULO FINAL: MI PRECIOSA EMMA. El tiempo continuó su acarreo, con la misma rapidez con la que él se alejó para siempre de aquella mujer que lo enloquecía, que lo poseía con solo una sencilla mirada. Cuando ella le vio irse, no creyó que lo hiciera para siempre. El temor de que Leonardo White algún día regresara, permanecía vivo en su corazón. Permaneció vivo hasta que llegaron las semanas, luego los meses y con estos, los años. Jamás había visto de nuevo aquella cabellera rubia, aquellos ojos color océano tempestuoso, jamás había escuchado aquella voz, jamás había vuelto a saber nada de Leonardo White, el hombre que con una mirada le mostró la mucha miseria que podía cargar un hombre. Doce años habían transcurrido desde aquella oscura tarde en la que él se había ido sin retorno. No había sabido nada de él, ni siquiera en los periódicos. Él se había desvanecido, como el humo de un cigarro. De vez en cuando, solo se encontraba presente en sus pensamientos. Lo había odiado, por al m
La noticia de que Leonardo White iría a hacer una visita a la empresa, había sido una de la cual no se había dejado de hablar en por lo menos dos semanas completas.No había secretaría que no hablara de eso, o que no se encontrara intensamente contenta por el suceso. Emma, seguía sin comprenderlo del todo, en realidad, no lo comprendía en absoluto. Demasiadas eran las dudas que tenía con respecto a la visita de Leonardo, en primero lugar, ni siquiera sabía quien era Leonardo White, así de desorientada se encontraba.«Supongo que pronto lo conoceré», se dijo, mientras caminaba.Elevó la mano, para que así se le hiciera realizable ver la hora. Siete y diez de la mañana. Apretó el paso, casi corriendo, si se encontrara con unos zapatos un poco más cómodos, se permitiría a sí misma correr, lástima que aquellos tacones tan altos que exigían usar a las secretarias, no le permitían siquiera caminar de manera adecuada. Siempre le había parecido, injusto en el hecho de que se hiciera un hincap