Se quedó paralizada, por completo estática, el color abandonó a su rostro, sus extremidades perdieron la fuerza, y no caerse resultó para ella, una completa lucha. Con mucho esfuerzo, le miró a los ojos, completamente perpleja, las palabras de Leonardo retumbaron como violentos truenos en sus oídos, el habla por un instante la abandonó. Sostenida de la mano de su jefe, que le acababa de proponer que fuera su novia, Emma tembló. ¿Se trataba todo de una cruda broma? Quiso saber, todavía sin otorgarle alguna respuesta. Le miró, esperando que el arrepentimiento se dejara ver entre sus ojos, pero solo firmeza vio en ellos, había dicho lo que había dicho y no parecía arrepentirse.—¿S-su novia? —balbuceó ella cuando por fin pudo deshacer un poco el nudo asfixiante en su garganta.—Emma, ¿no te das cuenta de que me gustaste desde la primera vez que te vi? —La muchacha no respondió, sostenida aún permanecía de él, miraba hacia todas las direcciones, como si intentara buscar una escapatoria a
A nadie le había contado sobre la propuesta de Leonardo, solo a su madre, con la cual hablaba en aquel momento, removiéndose con agitación de un margen a otro, sosteniendo el celular de manera trémula mientras miraba el vestido que Leonardo le había regalado. No solo un vestido, sino unas joyas, unos aretes, unos zapatos… sentía que era demasiado, estaba orillada al colapso y había muy poco que pudiese tranquilizarla en un momento como aquel.—¿Y qué le dijiste cuando te propuso aquello? —preguntó su madre con interés.—Que lo iba a pensar —contesto Emma, sentándose en su sofá y derrumbando su mirada en el reloj, faltaba una hora exacta para que Leonardo la pasara a buscar—. Pero no sé que contestarle…—No me digas que piensas darle una respuesta negativa, Emma.—No lo sé, mamá…—Emma, por el bien de todos, debes de decirle que sí aceptas ser su novia.Emma acarició su sien con impaciencia, sabía que su madre le respondería aquello, justo por eso, treinta largos minutos había dudado e
Era el lugar más precioso que en su vida completa hubiese visto. Una casa enorme de color blanco hueso, con cada uno de sus márgenes adornados, una araña enorme adornaba el techo, Emma se percató cuando entró al lugar, sostenida de la mano de Leonardo. Tragó saliva, intentando regular el volumen de su respiración, sintió como un par de miradas caían en ellos, lo primero que su mente paranoica le dijo, era que desde lejos todos podían ver que ella no era de clase alta, que era solo una simple secretaria.Leonardo miraba a Emma, tensa como una roca, pero bella como un diamante, era muy fácil leer sus ojos, era como si con mirarla, contara con la capacidad de saber cuales eran los pensamientos que se encontraban en su cabeza, en aquel instante, ella sentía las miradas clavadas en su cuerpo, en los cuerpos de ambos, ella desconocía que era la primera mujer con la que Leonardo White iba a una fiesta como aquella. Por supuesto que sería ganadora de cada una de las miradas de todos.Una músi
En su cabeza, recreaba una y otra vez lo que había ocurrido, demasiado en tan poco tiempo. Leonardo le había dicho que no tenía que regresar a trabajar más, y mucho antes de que ella ni siquiera pudiese objetar, él le había dicho que tenía que ir a la casa de sus padres a conocerlos.Emma se había quedado de piedra, ¿conocer a la familia White? Ni siquiera sabría como reaccionar, era muy probable que los nervios la sofocaran inmediatamente el padre de Leonardo le hiciera alguna pregunta, pero él había insistido, a pesar de que ella le había dicho que era demasiado pronto para ir a donde su familia. “Yo fui a donde la tuya” le había dicho él, ganándole la conversación y terminando de convencerla. “Te regalaré un nuevo vestido color frambuesa, mamá ama ese color”, seguía recordando las palabras de Leonardo a medida que observaba aquel nuevo vestido, habían sido demasiados en muy poco tiempo, sentía que no era algo que pudiese manejar, no estaba acostumbrada a que los hombres le obsequia
Leonardo ladeó su cabeza con cuidado, fijando su mirada en un punto indeterminado.—De ser una más, no la hubiese traído a este lugar, papá —fue lo único que respondió, sin mirar a su padre; un hombre bastante fornido a pesar de su edad—. ¿No lo crees?—Tiene sentido —admitió el hombre—. Pero no sé que tácticas estás empezando a usar ahora, Leonardo.El rubio le dedicó una mirada fulminante a su padre.—¿A qué te refieres con “tácticas”? ¿Tú también crees todos esos rumores de mí? Porque es lo único que me falta, primero Emma creyendo esos rumores, las estúpidas secretarias de tu empresa dispersándolo, ¿y ahora tú, mi padre, creyéndolos?—Leonardo, ambos sabemos que no son simples rumores.—Son cosas que sucedieron hace años, papá, y sabes que es así, ¿por qué es tan difícil creer que cambié? Maldición, ¿me has vuelto a ver haciendo lo mismo?—No, pero…—Exacto, ya dejé de ser así, pero todos se empeñan en restregarme en la cara lo que solía ser, maldición, sé que era un estúpido, ¿es
Ella le había pedido la discreción que él no quería mantener. “¿Por qué es necesario mantenerlo en secreto?” le había dicho Leonardo, él quería gritarlo a todos lados, quería que todos supieran que ella era su novia, para que así nadie se atreviera a intentar seducirla, pero Emma, seguía creyendo que se veía demasiado mal ser la novia de su jefe, por ello, le había pedido solo un par de semanas. “Solo espera un poco, solo unas semanas” le había dicho, aunque él se había notado en completo desacuerdo había accedido a no decírselo a nadie, pero eso no evitaba que su comportamiento fuera el inadecuado, al menos allí: besos, caricias, casi delante de todos.Ni siquiera era necesario decirle a nadie que ellos eran más que secretaria y jefe, pues Emma tenía la idea de que las suposiciones estaban circulando, todo era demasiado evidente, una semana y ya lo que había querido mantener en secreto, estaba en la boca de todos, las personas la miraban distinta, siempre que Leonardo se acercaba a e
Habían transcurrido tres semanas desde que Leonardo había echado a aquellas dos secretarias, y si Emma hubiese sabido las consecuencias que eso traería, hubiese insistido en que no las echaran; todos en la empresa le apuntaban con un ojo acusador, todos le decían que había sido su culpa que hubiesen echado a esas dos inocentes muchachas que vivían de eso, pero nadie se lo decía directamente, porque, según lo que Emma había escuchado, todos temían de que ella fuese a donde Leonardo a contárselo. Le parecía una gran locura como pasó de ser una don nadie en aquella empresa, a ser una —por no decir la más— de las más odiadas de allí, miradas crueles se topaba en cada esquina, si necesitaba ayuda, y Leonardo no estaba a su lado, nadie se la ofrecía, pero para su dicha, él siempre estaba a su lado, incluso, hasta un punto algo… sofocante para Emma.“Soy un hombre bastante romántico cuando me enamoro” recordaba sus palabras, una sonrisa se le arrancó del rostro, no podía decir que mentía, en
Liam notó la expresión en los ojos de aquel desconocido, pero Emma pareció no hacerlo. La muchacha se limpió un poco de los trozos de galleta que se le habían caído sobre la ropa, y se colocó de pie, con una suave sonrisa caminó hacia donde Leonardo, quien se había quedado estático en su posición, como fuera incapaz de darle crédito a sus ojos, parpadeó con fuerza, como si con hacer aquello, lograría que ese sujeto que él desconocía, saliera del lugar en donde vivía Emma.La muchacha caminó hacia Leonardo, abriendo sus abrazos, dándole un abrazo que él ni siquiera correspondió, pues permaneció estático, en su lugar, mirando a Liam, que lo retó con la mirada, ni siquiera supo por qué, Leonardo no entendía que hacía aquel sujeto con Emma, y Liam no entendía quien era aquel sujeto y por qué Emma lo había abrazado y besado en la mejilla, ambos hombres se encontraban en una mezcla de dudas, Emma ni siquiera se percataba de que las miradas de ambos parecían batallar sin alguna razón.—Leona