Eve despertó en la madrugada, aún no había salido el sol y sentía el brazo de Rob en su cintura. La sujetaba de forma posesiva y fue como revivir el pasado.La última vez que despertó con él, ella había huido y en esa ocasión iba a hacer lo mismo. Saldría de la cama con cuidado y regresaría a su propia cama. No quería que su hijo la viera salir de la habitación de su jefe en la mañana porque todavía tenía mucho que pensar sobre lo ocurrido.¿Qué iba a hacer? Tal vez se estaba haciendo castillos en el aire solo porque se había enamorado de él. Puede que aquello solo fuera el juego de una noche y nada más. Y si él quisiera más tampoco podía dárselo, así que de cualquier forma su corazón iba a quedar arruinado y tendría que hacerse a la idea cuanto antes.Se escabulló de la habitación y corrió a la suya mientras la casa estaba en silencio. Sería incapaz de seguir durmiendo, así que decidió darse una ducha y como los nervios le impedían quedarse quieta, decidió ir a la cocina y adelantar
—¡Mathew! —gritó Eve y empujó a Rob con fuerza para que se apartara. Ese hombre la mantenía sujeta como un pulpo—. Yo estaba, estaba…No se le ocurría ni una buena excusa. ¿Qué podía decir? ¿Qué estaba inspeccionándolo con la lengua?—Mirándole si tenía las muelas picadas, es más que obvio. Yo lo veo clarísimo, quien piense mal es que tiene la mente sucia y no creo que un niño tan pequeño la tenga así —dijo Adeline al entrar en la cocina y la miró con una sonrisa—. Mathew se despertó y quería verte, no sabía que estabas justo ejerciendo de dentista sin título.Eve miró a su amiga como si quisiera asesinarla con lentitud y volvió su atención a Mathew que se había quedado mirando a Rob como si lo estudiara. Su hijo parecía que quería decir algo y en ocasiones apretaba los ojos como si intentara que las palabras salieran.Ella se arrodilló en el suelo frente a él y le agarró los bracitos con cariño.—Mamá escuchará cuando estés preparado para hablar, ahora o cuando tú lo quieras, no es n
Eve no podía creerlo, se iba a casar con Rob.Llevaban tres semanas durmiendo en la misma cama y viviendo bajo el mismo techo como un matrimonio. Desde el momento en que lo aceptó, su primera acción, además de ponerle un enorme pedrusco en el dedo, fue despedirla de su empleo.Algo que al principio a Eve la molestó porque no quería depender de un hombre de nuevo, pero no le quedó otro remedio que aceptarlo porque él no dio su brazo a torcer.—Mírate, no hay mujer en Attica que no te mire con envidia. Todas quieren estar en tu lugar, incluida yo —le dijo Adeline y comenzó a señalar a las personas que la miraban como si quisieran que un meteorito le cayera en la cabeza y acabara con su vida.—Todo esto solo me está demostrando que al final, después de tanto aferrarme a la vida en este pueblo y a su gente porque pensaba que eran como mi familia, solo fue un engaño más. Ellos solo me miraban con lástima y ahora que ya no me la pueden tener en lugar de alegrarse me odian —le respondió Eve.
Rob no entendía a Evangelina.A veces, sentía que ella de verdad lo quería y otras que en realidad solo lo había aceptado por la seguridad que podía darle. Había regresado con ese malestar interno y la desconfianza cada vez llenándolo más, por eso no pudo evitar salir del coche y alejarse de ella en cuanto llegaron.No la miró al darle la espalda e ir a buscar a Harrison, porque si lo hacía él sería tan estúpido de pedirle perdón hasta por existir. Esa mujer lo estaba haciendo un pelele y todavía no estaban ni casados.Se sentía inseguro, por primera vez en su vida así era. La inseguridad se lo estaba comiendo vivo y no por las cosas que ella decía, más bien por todo lo que callaba. Rob sentía que no era sincera con él, que no confiaba y no lo entendía.Había visto las cicatrices en su cuerpo por más que no hubiera dicho nada. No quería incomodarla y esperaba con paciencia a que ella se sincerara, pero nunca lo hacía.Él no había hecho otra cosa que intentar que ella fuera feliz, pero
Eve no podía creer lo que estaba viendo. ¡Ese hombre estaba loco! ¿En qué se suponía que estaba pensando cuando decidió subirse a ese caballo? Él no tenía la menor idea de domar a uno, era un hombre de ciudad, un empresario no un vaquero. Por primera vez, Eve pensó en que esa maldición que decía tener era real y en algún punto de la vida lo hacía volverse loco y realizar actividades que ponían en serio peligro su vida. Porque no veía otra explicación para aquel comportamiento temerario. Todo ocurrió tan rápido, las empleadas comenzaron a suspirar a su alrededor viendo los músculos de su prometido. Era todo un espectáculo para la vista, si no estuviera tan preocupada quizá ella misma habría podido unirse al coro de suspiros. No importaba si lo tenía cada noche entre sus brazos, todavía le parecía un sueño del que despertaría en algún momento. Eve sintió deseos de saltar sobre ellas y sacarle los ojos para que dejaran de mirar… pero después todo se descontroló. Los gritos, las expr
A Eve escuchar la voz de Rob le produjo una gran alegría, pero esa euforia se convirtió en ansiedad en cuanto escuchó lo que dijo. Había cometido un terrible error, su hijo siempre se calmaba cuando le cantaba, pero nunca contó con que Rob se despertaría y la reconocería solo por eso.—Papá —dijo su hijo y señaló hacia la cama.—Sí, hijo —murmuró sin aliento y con el terror apropiándose de ella—. Papá parece que está mejor.Aquello era una pequeña mentira piadosa, él había vuelto a perder el conocimiento. No sabía si en realidad estaba mejor, pero que tuviera la fuerza para despertar a pesar de todos los medicamentos que el doctor le había dado, era una buena señal.La única buena señal, porque no tenía la menor idea de qué hacer si cuando Rob despertara recordaba lo que había dicho.En ese momento, Harrison entró en la habitación.—Eve, si quieres puedes ir a descansar un rato con Mathew, yo me quedaré con Rob. No te preocupes que si ocurre algo pediré que te avisen enseguida.Ella n
—Muy bien, Eve, ya estamos solos. Ahora deja de llorar y cuéntame lo que ha ocurrido —le exigió Billy después de que pasara más de cinco minutos llorando sin poder contenerse.Ella sabía bien lo que era sentir miedo, pero aquel terror que sentía en ese momento era diferente a temer por su vida. Era un pánico absoluto a que Rob la dejara ahora que sabía la verdad.—Si me marcho él no podrá dejarme, ¿sabes? Porque ahora que recordó todo y querrá saber por qué no le dije… —De pronto, una terrible idea se cruzó por su mente—. ¡Le diré que estaba tan ebria que tampoco lo recuerdo!Billy se cubrió el rostro con las manos y terminó por poner la cara sobre el volante.Se veía frustrado y más cuando su puño golpeó la zona de claxon y el sonido irritante la hizo chocar contra la puerta.—No quise asustarte —murmuró el vaquero—. ¡Pero es que me frustras más que Samanta que ya es decir mucho! No puedes cubrir una mentira con otra mentira, Eve. Y menos con el hombre con el que te vas a casar.—Con
—Sí, tenemos que hablar. Ya le dije a Harrison que organice nuestra boda así como quieres, íntima, aquí en la hacienda y a ser posible para mañana. Yo me presentaré así sea con muletas —se apresuró a decir Rob antes de que ella dijera algo que no quisiera escuchar.Él tendría que haberse callado lo que había descubierto, estaba casi seguro de que aquello era un recuerdo y no una alucinación de su mente, pero aunque fuera un recuerdo, le aterraba saber la verdad.Quizá se estaba comportando como un egoísta que quería casarse cuanto antes con tal de amarrarla a él y que no pudiera escapar de nuevo corriendo. En cuanto salió de la casa los empleados llegaron a avisarlo y a contarle que Eve se había marchado con Billy.Al menos en eso, le veía las ventajas a ese pueblo, la gente de allí era rápida para hacer correr las noticias.Estuvo a punto de salir de la cama, pero cuando le dijeron que Mathew se había quedado en la casa se tranquilizó, aunque fuera solo un poco. Lo suficiente como pa