Eve se quitó la manta de encima apenas salieron del pueblo.—¿A dónde nos dirigimos? —preguntó un poco desconfiada.—Vamos al The other place en Garden plain, ya sabes que allí es un poco más concurrido que nuestra querida Attica. Nos dirigimos a una taberna con música country, comida que sube el colesterol, cowboys ebrios, ya sabes, un lugar para divertirse un poco —le explicó Billy.—La verdad no lo sé, será la primera vez que vaya, no he tenido oportunidad y tampoco suelo beber. —Menudo lugar para tener una cita había escogido Rob.Ese hombre tenía el romanticismo de una piedra, pero eso la alegró de una forma malvada. Quería que la cita saliera mal por más que eso la hiciera sentir una mala persona.—Habrá muchos vaqueros solitarios en ese lugar, tal vez deberías aprovechar para divertirte. Yo no te molestaré, me quedaré en la barra y cuando quieras marcharte te traeré de vuelta.Para vaqueros solitarios estaba ella con el lío que tenía en la cabeza.—No será necesario, además,
—Así te quería agarrar, vaquerito de quinta. —Billy no la soltó, pero ella se sintió incómoda por la forma en que Rob la miraba.Le importaba y mucho lo que él pensara a pesar de que no debería.—Deja de estropearlo todo, Rob, no es lo que piensas —le dijo el vaquero, pero al parecer su jefe no estaba por la labor de escuchar.—Ven conmigo, Eve —le pidió sin apartar la visión de Billy, si las miradas mataran su pobre amigo estaría revolcándose en el suelo del sufrimiento—. Este hombre solo intenta aprovecharse de ti.Ella era incapaz de hablar, se encontraba conmocionada.—¿Qué yo intento aprovecharme? ¿No será que el que quiere aprovecharse eres tú? Mejor regresa a tu auto y vuelve a tu «cita». —Billy miró por el espejo retrovisor y Eve siguió su mirada.En el coche de Rob no había ninguna mujer.—No hay ninguna cita —gruñó Rob y en ese momento Billy la miró con suspicacia y comenzó a soltarla.—Si te sientes segura marchándote con él, yo puedo regresar a casa, Samanta me espera y es
—No lo sé, hace demasiado tiempo que no tengo una, pero incluso sin recordar bien diría que se hace con la persona con la que vas a salir.Eve sabía que le estaba echando un sermón, como siempre intentaba crear una barrera entre ellos. Era la segunda vez que la tomaba de la mano y en esa ocasión no era porque la quisiera apartar de Billy.Además, ¿por qué le importaba tanto a él si estaba o no con Billy?—Entonces habrá que solucionar eso, ¿no crees? —Creyó ver un brillo en su mirada, a pesar de la oscuridad, que hizo que su corazón palpitara muy rápido.—¿A qué te refieres? —balbuceó, nerviosa y a la vez esperanzada.Debía golpear a esa parte de su cerebro que se empeñaba en crear historias de amor con ese hombre.Él sonrió y no tuvo suficiente con ponerla a temblar de anticipación con esa deslumbrante sonrisa, que acarició su mano con el pulgar. ¡Qué bien le quedaba esa sonrisa y que amargado era siempre!Ambos eran un par de amargados, quizá hacían buena pareja y Billy tenía razón.
Eve y cualquier bebida con algo de alcohol no se llevaban bien o quizá eran las ganas de vivir un poco lo que se le había subido a la cabeza.Las dos únicas veces que bebía en su vida y acababa en compañía del mismo hombre. El destino le estaba hablando para gritarle que Rob era una muy mala influencia para ella, pero se estaba riendo como hacía mucho que no lo hacía y lo más extraño era que lo hacía con su jefe.—Eso tengo que verlo —le dijo Eve cuando Rob le contó que iba a aprovechar su estancia en Attica para la cría de sementales y para aprender a domarlos.Ella había visto a Billy hacerlo, era uno de los mejores de la región y era todo un espectáculo verlo subido a un caballo salvaje y volverlo manso.Pero solo de imaginar a Rob sin camisa, sudoroso, bajo el sol… ¿Por qué le había quitado la ropa en sus pensamientos?Los motivos poco importaban, pero solo de pensarlo se le aceleraba el pulso.—Lo verás porque pienso hacerlo, ya que admiras tanto a ese vaquero te demostraré que y
Rob cerró los ojos cuando ella se abrazó a él y escondió el rostro en su cuello. Podía sentir su respiración sobre la piel y su cuerpo relajado contra el suyo.Por primera vez, Eve estaba siendo ella misma o al menos así lo sentía. Había bajado las barreras y él hizo lo mismo. La música poco importaba, o las voces de la gente, en aquel momento solo existían ellos dos y aquello tan intenso que sentía en su pecho.Rob dejó una mano sobre su cintura de forma posesiva y con la otra acarició su espalda. Las hebras de su cabello se rozaron con sus dedos y sin pensarlo deslizó su mano para acariciárselo. Cuando la antigua Evangelina regresara volvería a esconder aquella melena que tanto le gustaba, así que debía aprovechar mientras pudiera.—Rob —la escuchó pronunciar su nombre junto a su oído provocando que todas sus terminaciones nerviosas se alteraran.Esa mujer solo tenía que decir su nombre y ya lo tenía firme y dispuesto. Aguantó las respiración e intentó separarse un poco de ella para
Apenas Rob se fue, Eve se metió al baño para darse una ducha.Tal vez de esa forma enfriaba sus ideas y se olvidaba de ese absurdo pensamiento de ir tras él. Quizá fueron las palabras de Billy o sus propios deseos, pero en esa ocasión no fue capaz de meterse en la cama y obligarse a dormir sabiendo que Rob estaba al otro lado de esa pared.La ducha no cambió sus pensamientos, tampoco alivió el deseo que sentía por estar de nuevo en sus brazos. El miedo no había desaparecido, estaba aterrada por las consecuencias que aquello pudiera tener, pero era solo una noche.¿Qué daño le haría poder conservar ese recuerdo? Al menos así no podría decir nunca que lo dejó ir sin haber probado un poquito de felicidad.Con el cabello húmedo y sin que las pocas cervezas interfirieran ya en sus pensamientos, se miró al espejo. Abrió la toalla y vio su cuerpo desnudo.No se sentía cómoda con lo que veía, había dejado de ser así gracias a los muchos insultos de Gael y todavía esas secuelas estaban present
Todo el mundo quería que viviera, pues ella se veía muy viva como para que le repitieran eso una y otra vez. Al menos, lo estaba mucho más que hace unos años atrás, en aquellos momentos daba pena ajena y pena a sí misma.Había pasado de ser poco más que una muerta que caminaba a salir adelante sola, pero eso parecía que nadie lo veía. Al parecer, todos sus esfuerzos no eran suficientes para ser tomados en cuenta.Un ruido en la habitación de Rob la puso alerta, fue como si hubieran golpeado algo.¿Se habría hecho daño?, pensó y esa idea comenzó a germinar en su mente.Sujetó la toalla contra su cuerpo y corrió hacia la puerta, pero se detuvo antes de agarrar el pomo.—Ya es un adulto —susurró—. Si se ha golpeado con algo podrá solucionarlo sin necesidad de que yo vaya a comprobar si está bien.«Y si se cayó y se golpeó en la nuca, o en la sien, eso es peligroso», de nuevo su mente comenzó a incitarla y movió la cabeza como si eso lograra que esas ideas se fueran.Se estaba saboteando
—Ahora eso ya no importa —logró decir antes de que el valor se le escapara, tiró de él para que volviera a acercar sus labios y lo besó para que la hiciera olvidar cualquier pensamiento negativo.Sus manos le ardían por tocarlo, le dolían con la sola idea de no tenerlas sobre esa piel dorada. Sintió bajo sus dedos la fuerza de sus músculos cuando se aferró a sus bíceps y los recorrió con lentitud, aquellos brazos serían su perdición, porque con solo verlos quería ser protegida por ellos.Lo acarició como si en cada milímetro de su carne hubiera letras en braille que ella quisiera descifrar y leer. Lo sintió morderle el labio inferior cuando no pudo evitar bajar las manos y recorrerle los músculos del abdomen, delineándolos con sus dedos hasta llegar hasta el objeto de su deseo.La timidez quedó apartada a algún lado fuera de su mente, en aquel momento solo existía él y el deseo que sentía.—Dios, Eve, ni se te ocurra tocarme en este momento porque estoy al límite —jadeó Rob sobre sus