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Capítulo 30: ¿Por qué le dolía tanto?

—Y caperucita se metió en la cueva del lobo —susurró Rob muy cerca de sus labios.

Su cálido aliento le rozó la piel y reprimió un jadeo. Eve tembló por su cercanía y su piel se erizó. Su cuerpo se había puesto en su contra y parecía gritar que estaba necesitado de todas las sensaciones que ese hombre le provocaba.

—Yo… Yo no quería —intentó decir cuando la mano de Rob comenzó a acariciarle el hombro y continuó hasta sujetarle la nuca.

Quería negarse, salir corriendo, pero en aquel momento no había nada que deseara más que ser besada de nuevo por él. Sin fuerza de voluntad y sin saber por qué su cuerpo había dejado de responderle y parecía ajeno a los gritos que su mente le daba, permitió que Rob tirara de ella y la acercara más a él.

Su torso duro se unió con su pecho y sintió como cada parte de su cuerpo parecía querer fundirse con las de él. Era tan guapo que quitaba el aliento y esos ojos verdes la miraban con tanta intensidad que se sintió hermosa.

—Evangelina —lo escuchó susurrar
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