A Eve no le fue posible hablar con su jefe.A pesar de vivir en la misma casa que ese hombre, él parecía haberse desvanecido desde que la vio con Billy. Incluso cuando llegó la hora de la comida, Eve descubrió que Rob había pedido que Harrison se la subieran a su habitación alegando que estaba indispuesto.Ella no se creía esa excusa, sentía que la estaba evitando a toda costa.Rob huía de ella como de una enfermedad contagiosa y si algo tenía muy claro Eve era que no pensaba volver a entrar en su habitación por su propia voluntad, pero bien podría hacerse cargo de llevar la bandeja. Le quitaría ese trabajo a Harrison que debía estar muy ocupado porque no había aparecido por la cocina y tendría la excusa para hablar con Rob y enfrentarlo.Al final, su jefe le había dejado muy claro que ella era su empleada personal, eso era algo que correspondía a su trabajo y no al de Harrison.—Yo lo llevaré —dijo casi arrancándole la bandeja de las manos a la cocinera—. Es parte de mi trabajo —se j
—Es un explotador, pero me quedaré porque con lo que me pagará de horas extra tengo para sobrevivir un mes. No sé cómo es tan rico si derrocha de esa forma —le dijo Adeline, pero ella estaba muy distraída pensando en lo que le había dicho Harrison.Le había pedido que se arreglara porque esa noche comenzaba su otro trabajo, Rob iba a tener una cita y los quería a ellos allí para que le dieran sus impresiones.¿Qué clase de locura era esa? Eve pensaba que ella le diría lo que sabía de esas mujeres, no que tendría que estar presente mientras ese degenerado con cuerpo de Dios griego intentaba seducir a su futura esposa.No lo iba a soportar, imposible, sería una tortura.—Eve, ¿me escuchas? —le preguntó Adeline.—Claro que te escucho y ya te dije que no me gusta mi jefe, te lo he repetido muchas veces. Si por eso soy una mustia para ti, lo acepto. Ahora voy a arreglarme —graznó y dejó a su amiga allí con el interrogante en su expresión.—¿Y ahora a esta qué le pico? —escuchó que decía an
Rob vio como la camioneta Billy salía de su propiedad y la furia contra ese vaquero era casi tan destructiva como un huracán.—¡Harrison, ven aquí ahora mismo! —gritó fuera de sí y corrió detrás de su primo al ver que intentaba huir.—Mi madre está enferma, no me entretengas que ya trabajé todo el día y eso es explotación laboral.Harrison intentó escaparse, pero ni en sus sueños se lo iba a permitir. Le debía muchas explicaciones.—¡Me lleva el diablo! ¿Qué pretendes trayendo a ese vaquero para que se lleve a Evangelina delante de mis narices? —gritó, iracundo y celoso.Sí, era hora de reconocerlo. Se lo comían los celos y no soportaba ver a ese hombre cerca de ella. Puede que aquellos locos sentimientos hubieran trastocados sus planes y lo obligaran a desistir de casarse con ella, pero por encima de su cadáver ese maldito Billy la iba a tomar como amante.Eve se merecía ser el todo de un hombre no ser la otra.—¿Yo, nada? —dijo su primo con total inocencia, pero él lo conocía demasi
Eve se quitó la manta de encima apenas salieron del pueblo.—¿A dónde nos dirigimos? —preguntó un poco desconfiada.—Vamos al The other place en Garden plain, ya sabes que allí es un poco más concurrido que nuestra querida Attica. Nos dirigimos a una taberna con música country, comida que sube el colesterol, cowboys ebrios, ya sabes, un lugar para divertirse un poco —le explicó Billy.—La verdad no lo sé, será la primera vez que vaya, no he tenido oportunidad y tampoco suelo beber. —Menudo lugar para tener una cita había escogido Rob.Ese hombre tenía el romanticismo de una piedra, pero eso la alegró de una forma malvada. Quería que la cita saliera mal por más que eso la hiciera sentir una mala persona.—Habrá muchos vaqueros solitarios en ese lugar, tal vez deberías aprovechar para divertirte. Yo no te molestaré, me quedaré en la barra y cuando quieras marcharte te traeré de vuelta.Para vaqueros solitarios estaba ella con el lío que tenía en la cabeza.—No será necesario, además,
—Así te quería agarrar, vaquerito de quinta. —Billy no la soltó, pero ella se sintió incómoda por la forma en que Rob la miraba.Le importaba y mucho lo que él pensara a pesar de que no debería.—Deja de estropearlo todo, Rob, no es lo que piensas —le dijo el vaquero, pero al parecer su jefe no estaba por la labor de escuchar.—Ven conmigo, Eve —le pidió sin apartar la visión de Billy, si las miradas mataran su pobre amigo estaría revolcándose en el suelo del sufrimiento—. Este hombre solo intenta aprovecharse de ti.Ella era incapaz de hablar, se encontraba conmocionada.—¿Qué yo intento aprovecharme? ¿No será que el que quiere aprovecharse eres tú? Mejor regresa a tu auto y vuelve a tu «cita». —Billy miró por el espejo retrovisor y Eve siguió su mirada.En el coche de Rob no había ninguna mujer.—No hay ninguna cita —gruñó Rob y en ese momento Billy la miró con suspicacia y comenzó a soltarla.—Si te sientes segura marchándote con él, yo puedo regresar a casa, Samanta me espera y es
—No lo sé, hace demasiado tiempo que no tengo una, pero incluso sin recordar bien diría que se hace con la persona con la que vas a salir.Eve sabía que le estaba echando un sermón, como siempre intentaba crear una barrera entre ellos. Era la segunda vez que la tomaba de la mano y en esa ocasión no era porque la quisiera apartar de Billy.Además, ¿por qué le importaba tanto a él si estaba o no con Billy?—Entonces habrá que solucionar eso, ¿no crees? —Creyó ver un brillo en su mirada, a pesar de la oscuridad, que hizo que su corazón palpitara muy rápido.—¿A qué te refieres? —balbuceó, nerviosa y a la vez esperanzada.Debía golpear a esa parte de su cerebro que se empeñaba en crear historias de amor con ese hombre.Él sonrió y no tuvo suficiente con ponerla a temblar de anticipación con esa deslumbrante sonrisa, que acarició su mano con el pulgar. ¡Qué bien le quedaba esa sonrisa y que amargado era siempre!Ambos eran un par de amargados, quizá hacían buena pareja y Billy tenía razón.
Eve y cualquier bebida con algo de alcohol no se llevaban bien o quizá eran las ganas de vivir un poco lo que se le había subido a la cabeza.Las dos únicas veces que bebía en su vida y acababa en compañía del mismo hombre. El destino le estaba hablando para gritarle que Rob era una muy mala influencia para ella, pero se estaba riendo como hacía mucho que no lo hacía y lo más extraño era que lo hacía con su jefe.—Eso tengo que verlo —le dijo Eve cuando Rob le contó que iba a aprovechar su estancia en Attica para la cría de sementales y para aprender a domarlos.Ella había visto a Billy hacerlo, era uno de los mejores de la región y era todo un espectáculo verlo subido a un caballo salvaje y volverlo manso.Pero solo de imaginar a Rob sin camisa, sudoroso, bajo el sol… ¿Por qué le había quitado la ropa en sus pensamientos?Los motivos poco importaban, pero solo de pensarlo se le aceleraba el pulso.—Lo verás porque pienso hacerlo, ya que admiras tanto a ese vaquero te demostraré que y
Rob cerró los ojos cuando ella se abrazó a él y escondió el rostro en su cuello. Podía sentir su respiración sobre la piel y su cuerpo relajado contra el suyo.Por primera vez, Eve estaba siendo ella misma o al menos así lo sentía. Había bajado las barreras y él hizo lo mismo. La música poco importaba, o las voces de la gente, en aquel momento solo existían ellos dos y aquello tan intenso que sentía en su pecho.Rob dejó una mano sobre su cintura de forma posesiva y con la otra acarició su espalda. Las hebras de su cabello se rozaron con sus dedos y sin pensarlo deslizó su mano para acariciárselo. Cuando la antigua Evangelina regresara volvería a esconder aquella melena que tanto le gustaba, así que debía aprovechar mientras pudiera.—Rob —la escuchó pronunciar su nombre junto a su oído provocando que todas sus terminaciones nerviosas se alteraran.Esa mujer solo tenía que decir su nombre y ya lo tenía firme y dispuesto. Aguantó las respiración e intentó separarse un poco de ella para