Eve vio marchar a Rob y se molestó consigo misma porque no quería que se fuera. Cuando la abrazó de aquella forma todas sus defensas bajaron y por primera vez en mucho tiempo se sintió segura.No podía creer que esa sensación tan maravillosa se la hubiera provocado precisamente el hombre del que debería estar huyendo, él movía demasiadas cosas en su interior y le traía recuerdos de una vida a la que no podía regresar.Sin contar que también era el hombre que podría descubrirla, pero dudaba mucho que él la hubiera reconocido y, por lo que había dicho, ni siquiera recordaba esa noche. Eso la dejó más tranquila y decidió abrir el papel que él le había dado.Cuando vio el dinero que le ofrecía por trabajar para él casi se cae al suelo, pero en esa ocasión no por un ataque de pánico, sino por la cifra exorbitante que ese loco había puesto allí.¡Debía estar de broma!Los golpes en la puerta la sacaron de la impresión, se llevó la mano al pecho con la intención de ralentizar la explosión de
—¿Dónde te has metido? —le preguntó su primo apenas consiguió entrar en la propiedad que había comprado. No tenía la menor idea de qué estaba pasando, pero tuvo que apañársela para entrar por la puerta de atrás porque había una gran aglomeración de mujeres en la entrada. —¿Desde cuándo te tengo que dar explicaciones? —argumentó, ya de malhumor porque al parecer no iba a poder vivir tranquilo en ese pueblo. —Desde siempre. —¡¿Qué?! Deja de decir tonterías y mejor explícame por qué he tenido que entrar a escondidas en mi propia casa. ¿Qué hacen esas mujeres en mi propiedad? Harrison lo miró como si le hubieran salido dos cabezas. —¡Pero si me dijiste que necesitabas empleados!, así que me puse con ello porque después te quejas de que por nuestro parentesco familiar nunca hago nada. —Es que nunca haces nada, pero cuando debes quedarte quietecito siempre metes las narices donde no te llaman. Yo ya me ocupé de eso y tengo una mujer que se encargará de todo. Harrison lo miró con susp
Pasaron tres días y Rob continuaba sin noticias de Eve. Había esperado de forma paciente a que ella le diera una respuesta positiva. Pensó que el sueldo que le había ofrecido era suficiente para hacerla caer en la tentación a pesar de sus reticencias, pero se había equivocado.Harrison se había ocupado de contratar a algunas empleadas, pero al parecer su primo cada vez hacía su trabajo de mal en peor. Fue muy explícito en su petición, pidió señoras mayores, nada de jovencitas que estuvieran revoloteando alrededor de él.¿Y qué había obtenido?Jovencitas que aparecieron a trabajar en minifalda y enseñando escote.En cuanto pudo, esa mañana salió de la casa y no pensaba regresar hasta que no se hubieran marchado. Iría a buscar a Evangelina, no estaba dispuesto a seguir esperando para obtener una respuesta.Cuando llegó a la casa de la reticente mujer, se encontró con que nadie le abría la puerta. Al principio creyó que sabía que era él y que no quería salir, pero tal fue su insistencia
Eve no podía creer que había aceptado el trabajo. Ese hombre se había quedado en su casa esperando a que ella recogiera algunas de sus pertenencias porque se había negado en rotundo a marcharse.Ni siquiera le había dado tiempo a explicarle a su hijo que iban a cambiar de casa durante un tiempo. Mathew no llevaba nada bien los cambios tan repentinos, por eso le había pedido a Rob que le permitiera unas horas para explicarle a su hijo antes de regresar a su casa.—Mira, a partir de ahora mamá trabajará aquí, ¿te gusta? —le dijo cuando lo recogió de la escuela y lo llevó directo al enorme rancho.Su hijo miró a su alrededor, curioso y por último a la casa. Eve sabía que su hijo no contestaría, muchas veces soñaba con oír su voz pronunciando otra palabra que no fuese mamá, pero él simplemente prefería vivir en su propio mundo.—¿Quieres entrar a ver la casa? —Mathew asintió con la cabeza y Eve lo tomó de la mano para llevarlo.Era la primera vez que Rob iba a ver a su hijo así, frente a
—Lo que el señor Ellison quiere decir es que también voy a trabajar para él —se apresuró a aclarar Eve—. ¿Cierto? —insistió.—Eso era lo que quise decir, ¿qué otra cosa sería? —balbuceó Rob con una expresión de inocencia que a ella no le resultó creíble, pero pensó que serían los prejuicios que la hacían pensar mal—. Desde mañana, antes de iniciar con sus tareas se dirigirán a Evangelina para que se las asigne. Estará a cargo, cualquier duda o problema que tengan se dirigirán con ella.—¿Y si el problema lo tenemos con ella? —Se atrevió a decir Emma y la otra mujer que estaba a su lado le dio un codazo y se cubrió la boca intentando disimular su risa.La expresión de Rob cambió, en ese momento se veía molesto.—Cualquier queja que tengan de Evangelina lo pueden hablar con Harrison, pero a mí no quiero que se me moleste. ¿Entendido? Ya pueden marcharse, los veo mañana —dijo y los empleados comenzaron a alejarse, pero Emma parecía resistirse a irse, aunque acabó por hacerlo.Eso sí, le
Rob se vio sorprendido por Harrison cuando estaba en la cocina. Su primo lo miró de arriba abajo y aguantó la risa.—No te burles —gruñó y continuó con su cometido que no era otro que servir la cena.Por querer quedarse a solas con Evangelina, no había nadie en la casa que se ocupara de eso.Estaba seguro que Harrison se estaba divirtiendo a su costa, pero no pensaba admitir que esa mujer provocaba que hiciera cosas impropias de él. Daba gracias a que su primo había pensado con la cabeza y había contratado más personal, porque a la vista estaba que él no estaba usando las neuronas, al menos no las del cerebro superior.—Es que venir a buscar algo de comer y encontrarte con el delantal puesto haciendo la cena… Reconoce que es algo inaudito. ¿No quieres que tu empleada se rompa una uña? —se burló Harrison—. Aún no están casados y ya te domina.—A mí nadie me domina, además, no la estoy haciendo, solo la caliento y la pongo en los platos. ¿Y tú qué haces aquí todavía? Espero que no te au
—¿Por qué siempre estás a la defensiva? —le preguntó Rob en tono curioso y ella todavía se sintió más tensa.—No estoy a la defensiva, no sé por qué dice eso, estoy normal. Así soy yo —masculló dejando caer su cuerpo hacia el lado contrario en el que él se encontraba sentado.Rob se movió con rapidez y, antes de que pudiera evitarlo, se había sentado a su lado y sus cuerpos se rozaban. Eve dio un salto y se puso en pie como si le hubieran pellizcado.—¿Ves? Ahora dime que me lo imagino. Solo me acerqué y te comportas como si fuera a abusar de ti —en esa ocasión su tono de voz fue molesto—. Vamos a dejar las cosas claras, Evangelina, no tengo la necesidad de forzar a ninguna mujer y tampoco estoy interesado en ti en esos términos, pero si vas a trabajar para mí necesito que me dejes de tener miedo porque esto es muy incómodo.—Lo sien-siento, yo no sé qué decir, usted se está portando muy bien conmigo, pero… ¿Por qué?Ese era el problema. Rob estaba siendo demasiado amable, más que amb
—Y caperucita se metió en la cueva del lobo —susurró Rob muy cerca de sus labios.Su cálido aliento le rozó la piel y reprimió un jadeo. Eve tembló por su cercanía y su piel se erizó. Su cuerpo se había puesto en su contra y parecía gritar que estaba necesitado de todas las sensaciones que ese hombre le provocaba.—Yo… Yo no quería —intentó decir cuando la mano de Rob comenzó a acariciarle el hombro y continuó hasta sujetarle la nuca.Quería negarse, salir corriendo, pero en aquel momento no había nada que deseara más que ser besada de nuevo por él. Sin fuerza de voluntad y sin saber por qué su cuerpo había dejado de responderle y parecía ajeno a los gritos que su mente le daba, permitió que Rob tirara de ella y la acercara más a él.Su torso duro se unió con su pecho y sintió como cada parte de su cuerpo parecía querer fundirse con las de él. Era tan guapo que quitaba el aliento y esos ojos verdes la miraban con tanta intensidad que se sintió hermosa.—Evangelina —lo escuchó susurrar