Eve no podía creer que había aceptado el trabajo. Ese hombre se había quedado en su casa esperando a que ella recogiera algunas de sus pertenencias porque se había negado en rotundo a marcharse.Ni siquiera le había dado tiempo a explicarle a su hijo que iban a cambiar de casa durante un tiempo. Mathew no llevaba nada bien los cambios tan repentinos, por eso le había pedido a Rob que le permitiera unas horas para explicarle a su hijo antes de regresar a su casa.—Mira, a partir de ahora mamá trabajará aquí, ¿te gusta? —le dijo cuando lo recogió de la escuela y lo llevó directo al enorme rancho.Su hijo miró a su alrededor, curioso y por último a la casa. Eve sabía que su hijo no contestaría, muchas veces soñaba con oír su voz pronunciando otra palabra que no fuese mamá, pero él simplemente prefería vivir en su propio mundo.—¿Quieres entrar a ver la casa? —Mathew asintió con la cabeza y Eve lo tomó de la mano para llevarlo.Era la primera vez que Rob iba a ver a su hijo así, frente a
—Lo que el señor Ellison quiere decir es que también voy a trabajar para él —se apresuró a aclarar Eve—. ¿Cierto? —insistió.—Eso era lo que quise decir, ¿qué otra cosa sería? —balbuceó Rob con una expresión de inocencia que a ella no le resultó creíble, pero pensó que serían los prejuicios que la hacían pensar mal—. Desde mañana, antes de iniciar con sus tareas se dirigirán a Evangelina para que se las asigne. Estará a cargo, cualquier duda o problema que tengan se dirigirán con ella.—¿Y si el problema lo tenemos con ella? —Se atrevió a decir Emma y la otra mujer que estaba a su lado le dio un codazo y se cubrió la boca intentando disimular su risa.La expresión de Rob cambió, en ese momento se veía molesto.—Cualquier queja que tengan de Evangelina lo pueden hablar con Harrison, pero a mí no quiero que se me moleste. ¿Entendido? Ya pueden marcharse, los veo mañana —dijo y los empleados comenzaron a alejarse, pero Emma parecía resistirse a irse, aunque acabó por hacerlo.Eso sí, le
Rob se vio sorprendido por Harrison cuando estaba en la cocina. Su primo lo miró de arriba abajo y aguantó la risa.—No te burles —gruñó y continuó con su cometido que no era otro que servir la cena.Por querer quedarse a solas con Evangelina, no había nadie en la casa que se ocupara de eso.Estaba seguro que Harrison se estaba divirtiendo a su costa, pero no pensaba admitir que esa mujer provocaba que hiciera cosas impropias de él. Daba gracias a que su primo había pensado con la cabeza y había contratado más personal, porque a la vista estaba que él no estaba usando las neuronas, al menos no las del cerebro superior.—Es que venir a buscar algo de comer y encontrarte con el delantal puesto haciendo la cena… Reconoce que es algo inaudito. ¿No quieres que tu empleada se rompa una uña? —se burló Harrison—. Aún no están casados y ya te domina.—A mí nadie me domina, además, no la estoy haciendo, solo la caliento y la pongo en los platos. ¿Y tú qué haces aquí todavía? Espero que no te au
—¿Por qué siempre estás a la defensiva? —le preguntó Rob en tono curioso y ella todavía se sintió más tensa.—No estoy a la defensiva, no sé por qué dice eso, estoy normal. Así soy yo —masculló dejando caer su cuerpo hacia el lado contrario en el que él se encontraba sentado.Rob se movió con rapidez y, antes de que pudiera evitarlo, se había sentado a su lado y sus cuerpos se rozaban. Eve dio un salto y se puso en pie como si le hubieran pellizcado.—¿Ves? Ahora dime que me lo imagino. Solo me acerqué y te comportas como si fuera a abusar de ti —en esa ocasión su tono de voz fue molesto—. Vamos a dejar las cosas claras, Evangelina, no tengo la necesidad de forzar a ninguna mujer y tampoco estoy interesado en ti en esos términos, pero si vas a trabajar para mí necesito que me dejes de tener miedo porque esto es muy incómodo.—Lo sien-siento, yo no sé qué decir, usted se está portando muy bien conmigo, pero… ¿Por qué?Ese era el problema. Rob estaba siendo demasiado amable, más que amb
—Y caperucita se metió en la cueva del lobo —susurró Rob muy cerca de sus labios.Su cálido aliento le rozó la piel y reprimió un jadeo. Eve tembló por su cercanía y su piel se erizó. Su cuerpo se había puesto en su contra y parecía gritar que estaba necesitado de todas las sensaciones que ese hombre le provocaba.—Yo… Yo no quería —intentó decir cuando la mano de Rob comenzó a acariciarle el hombro y continuó hasta sujetarle la nuca.Quería negarse, salir corriendo, pero en aquel momento no había nada que deseara más que ser besada de nuevo por él. Sin fuerza de voluntad y sin saber por qué su cuerpo había dejado de responderle y parecía ajeno a los gritos que su mente le daba, permitió que Rob tirara de ella y la acercara más a él.Su torso duro se unió con su pecho y sintió como cada parte de su cuerpo parecía querer fundirse con las de él. Era tan guapo que quitaba el aliento y esos ojos verdes la miraban con tanta intensidad que se sintió hermosa.—Evangelina —lo escuchó susurrar
Los siguientes días tras el encontronazo en la habitación de Rob, Eve se dedicó a esquivarlo. Evitaba quedarse a solas con él a toda costa y cada vez que la llamaba «para comentar algo sobre el trabajo», ella salía corriendo en cuanto su nuevo jefe quería sacar a relucir la conversación de esa noche.¿De qué huía? Se preguntaba siempre y Eve se decía a sí misma que era lo mejor porque un jefe y una empleada debían mantener sus respectivos lugares. Pero la verdad era que se negaba a reconocer que no podía evitar buscarlo con la mirada cada vez que sentía su presencia cerca de ella.El corazón se le desbocaba y ya hasta había comenzado a soñarlo. Para colmo, cada vez que lo veía salir ya fuera solo o con Harrison, no podía dejar de comerse las uñas con el pensamiento de que iba a tener alguna cita con una mujer. Candidatas era lo que le sobraba y a ella no le importaba lo más mínimo.«Sí te importa», le gritó esa vocecita interna que se había vuelto tan irreverente los últimos días.Eve
Evangelina no se quedó esperando a que Rob regresara, engulló el desayuno como si fuera la primera y última comida de su vida y aprovechó que no había regresado para salir corriendo.Apenas se hizo la hora de comenzar su trabajo se había quitado esa tontería de la mente de parecerle atractiva a su jefe y volvía a llevar el moño de bibliotecaria. Ese día se lo había puesto bien arriba, tieso, comprimido y que le estaba provocando una terrible migraña de tan apretado al cráneo.Con el calor que hacía había decidido ponerse una rebeca pasada de moda y se la abotonó hasta el cuello. Nada de enseñar carne, ni un poquito, así evitaba tentaciones sobre todo las que la provocaba su propia cabeza.Salió de su habitación y al abrir se encontró con Harrison en la puerta con el puño alzado.—Justo estaba por llamar —le dijo con esa sonrisa amable que siempre lo acompañaba.Él le caía bien, se había acostumbrado a su presencia y la hacía sentir segura. No le provocaba ningún sentimiento contradict
—¡Ey, Eve! —la interceptó Billy cuando escapó llorando de la cocina.No sabía por qué no se había defendido, pero no soportaba la violencia. Cuando Emma la insultó explotó porque estaba cansada de siempre ser el felpudo de todo el mundo.A la mínima oportunidad siempre la atacaban.Debía ser perfecta y no cometer ningún error porque sin importar el tiempo que llevara allí viviendo siempre sería la forastera. Ni siquiera pensó en lo que hacía, actuó por impulso y después de hacerlo no supo reaccionar.Emma comenzó a golpearla y ella solo logró cubrirse.—Suéltame, Billy —balbuceó, pero el vaquero ya la tenía agarrada por los brazos y mover a esos casi dos metros de hombre era bastante difícil.—¿Otra vez el ricachón te hizo llorar? —Eve no contestó, estaba demasiado ocupada pensando en que iba a ser despedida—. Voy a romperle la cara, no tiene ningún derecho a tratarte así.Eve le colocó la mano en el pecho para detenerlo. Cuando estuvo segura de que no se movería, con ambas manos se a