Capítulo 4 ¡Hermosa hada!
Eleonor sintió el toque, de una pequeña mano muy suave y se giró con un respingo, escucho la llamada de una voz infantil y se distrajo de la tormenta de flashes tras ella. Sus ojos, nublados por el llanto, se posaron en la pequeña que le sonreía con inocente alegría; luego bajaron a sus manos unidas… y se agachó a su altura. — ¿Estás perdida, pequeña? —preguntó Eleonor con voz temblorosa, intentando secar sus lágrimas con el dorso de su mano libre. Jennifer la observó con seriedad, con su pequeña frente fruncida en una expresión de genuina preocupación. —No, no estoy perdida —respondió con dulzura—. Pero tú sí, señorita hada. ¿Tienes que encontrar a tu mamá? ¿Te perdiste? Eleonor parpadeó, sorprendida. — ¿Por qué dices eso? —Porque estás llorando —susurró la niña—. Solo alguien que está perdido llora así. Yo lo se. La inocente declaración hizo que un espasmo recorriera el rostro de Eleonor. Para Jennifer, Eleonor no era una extraña. La recordaba con absoluta claridad, como si cuatro meses no hubieran pasado. Como si ese día estuviera ocurriendo otra vez. El día en que su señorita hada la salvó. Había estado perdida en un enorme y lujoso centro comercial, incapaz de encontrar a su mamá. El miedo la había paralizado, pero entonces, Eleonor apareció. La tomó de la mano, también la abrazo, y le dio confianza, le prometió llevarla con su mamá, con una sonrisa cálida que Jennifer jamás olvidó. Desde entonces, en su mundo de cuentos e ilusiones, Eleonor se convirtió en su hada salvadora. Ahora, sin embargo, ella debía ser el hada salvadora que Eleonor necesitaba. Jennifer ladeó la cabeza y alzó una mano para acariciar la mejilla húmeda de Eleonor, en un gesto instintivo de consuelo. Pero cuando retiró los deditos, la piel de Eleonor estaba manchada de un rojo oscuro y espeso. La niña bajó la mirada, y sus ojos se agrandaron con horror. No era su sangre. Su corazón latió con fuerza al notar que los dedos de Eleonor también estaban manchados. Con una valentía inesperada, Jennifer tomó su mano y la levantó para verla mejor. En ese mismo instante, Luca llegó, con el pecho subiendo y bajando por la carrera. Y justo antes de que pudiera hablar, la escuchó preguntar con espanto: —Señorita hada… ¿te duele? Eleonor contempló a la pequeña frente a ella. Su rostro inocente le resultaba familiar, aunque no lograba recordar de dónde. — ¡No te preocupes! ¡No te dejaré sola! ¡Mi papá te ayudará! —exclamó Jennifer con firmeza infantil. Eleonor parpadeó, confundida, hasta que notó que la niña señalaba su mano. Su vista bajó lentamente y, para su asombro, vio que se había lastimado con el alfiler con forma de libélula. El alfiler de Michael. Su aliento se cortó. No había sentido el dolor hasta ese momento, como si su cuerpo hubiera estado ajeno a la herida. Ahora, sin embargo, el punzante ardor la sacudió. Se quedó observando la sangre resbalando por sus dedos, y, por un instante, sintió que todo a su alrededor desaparecía. Luca la observó con detenimiento. A pesar de su evidente malestar, era imposible ignorar su belleza. Su melena castaña caía en suaves ondas hasta su cintura, enmarcando un rostro angelical, con labios generosos y unos ojos de un cálido color miel, tan expresivos que parecían revelar cada una de sus emociones. Era hermosa. Pero Luca no estaba en condiciones de fijarse en ninguna mujer, sin importar lo atractiva que fuera. — ¡Por favor, papá! ¡Ayúdala! —rogó Jennifer, tirando de su manga con impaciencia. Luca reaccionó al instante. Sacó un pañuelo de su bolsillo y tomó con delicadeza la mano de Eleonor para limpiar la herida. Pero ella reaccionó con un respingo y se apartó con brusquedad. —No —susurró, casi para sí misma. Acto seguido, giró sobre sus talones y comenzó a caminar con pasos apresurados, sin importarle que los tirantes de sus tacones se le clavaran en la piel. Luca la siguió con la mirada, desconcertado. Eleonor sentía que su dignidad pendía de un hilo. No podía soportar que ese hombre y su hija la vieran llorar, que la miraran con lástima, que la imaginaran como "la gorda sufrida" a la que un hombre despreciaba. No. No necesitaba la compasión de nadie. Pero antes de que pudiera salir del aeropuerto, una mano firme sujetó su antebrazo, deteniéndola en seco. Eleonor giró bruscamente y se encontró con la mirada intensa de Luca. Sus ojos oscuros brillaban con irritación y su respiración era agitada, probablemente por haber corrido tras ella. Jennifer no lo había dejado rendirse. Ignorando las protestas de Eleonor, Luca volvió a tomar su mano herida y, esta vez, la sujetó con firmeza. Sacó su pañuelo y comenzó a limpiar la sangre con movimientos rápidos pero cuidadosos. Luego, lo ató alrededor de su palma, cubriendo la herida. Sin decir una palabra, tomó el alfiler de libélula aún prendido en su ropa y lo lanzó con precisión a un bote de basura cercano. Eleonor siguió el recorrido del objeto con la mirada. Lo vio caer entre los desperdicios, como si fuera un símbolo de lo que quedaba de su fallida relación amorosa. Así como Michael la había desechado. — ¿No sentiste el alfiler clavado en tu mano? ¿Acaso estás…? —Luca se mordió la lengua antes de terminar la frase. No quería insultarla, pero la extraña reacción de esa mujer lo inquietaba. Más aún, le sorprendía que Jennifer, quien solía ser desconfiada con los desconocidos, sintiera un apego tan fuerte hacia ella. Eleonor parecía ajena a sus pensamientos. Su rostro estaba pálido y un leve temblor recorría su cuerpo. Entonces, de repente, explotó. — ¡No te conozco! ¡Déjame en paz! ¡Quiero salir de aquí! —gritó, con voz quebrada por la desesperación—. ¡El maldito se va a casar! ¡Se burló de mí! Luca la soltó de inmediato. No era su problema. Había hecho lo que su hija le pidió, pero no tenía ninguna obligación de soportar los arrebatos de una mujer desconocida que ni siquiera sabía agradecer. Justo cuando iba a darse la vuelta para cargar a Jennifer y marcharse, sus ojos captaron que Eleonor retrocedió tambaleante, y sus piernas le fallaban. — ¡Papito! ¡Ayúdala, papá! ¡Pobrecita! —Jennifer lloraba, aferrándose a su brazo con angustia. Luca con indecisión maldijo entre dientes.Capítulo 5 No es mi esposaLuca sintió el pánico apoderarse de él cuando Eleonor se desvaneció en sus brazos. Su rostro estaba pálido, su cuerpo temblaba, y por un instante, él se quedó paralizado. La multitud a su alrededor desapareció de su percepción: solo existían ella y la desesperación por ayudarla.Sin pensarlo, la levantó con cuidado, sintiendo lo frágil que era.Jennifer, con los ojos empapados en lágrimas, lo seguía muy de cerca.—¡Papito! ¿Qué le pasa? —gritó, sollozando mientras se aferraba a su brazo.Sin perder más tiempo, Luca caminó con pasos decididos hacia su vehículo, estacionado a unos metros. Al llegar, ordenó con urgencia al chofer:—Vamos al hospital. Rápido.Con suavidad, colocó a Eleonor en el asiento trasero, recostándola con el mayor cuidado posible. Jennifer subió enseguida, mirándola angustiada.—Papá… ¿por qué está así? ¿Está muerta? —preguntó con un hilo de voz.—No, no lo está. Confía en mi cariño. —respondió él, tratando de sonar firme—. Pero está mu
Capitulo 6 Sucio secretoLucas se levantó de golpe, sorprendido al ver a su hermano, señalándolo mientras respiraba como un animal feroz. No podía creerlo… aquel hombre celoso, que había llamado al celular de la mujer que él estaba ayudando, precisamente ese hombre, era su hermano.—Te he preguntado, ¿qué haces aquí? —la voz de Michael sonó tensa. Y su rostro, tan rojo como una brasa encendida, hizo que Lucas desviara la mirada instintivamente hacia la cama, donde Eleonor seguía inconsciente.—Creo que deberías calmarte… y hacer silencio. Las reglas de estos lugares se respetan —Lucas señaló con el dedo el letrero que decía: "Por favor, guardar silencio". Luego, alzando una ceja, manteniendo una sonrisa burlona—. ¿No crees?— ¡Me importa un c…!La mirada dura de Lucas bastó para que Michael no terminara la frase. Se atragantó con su propia rabia, rechinando los dientes como un caballo enfurecido, y avanzó con pasos firmes hacia él.— ¿Qué te propones?La expresión de Lucas se tornó en
Capítulo 7 Con el corazón rotoEl personal médico del hospital iba y venía de un lado al otro, al igual que los visitantes. De repente, la voz estridente de Carla, interrumpió las actividades de las personas alrededor. , su rostro enrojecido por la ira.— ¡Así que aquí están! —gritó Carla, avanzando hacia Eleonor con determinación—. Tú —señaló a Eleonor—, ¿no tienes vergüenza? ¡En un hospital, encontrándote con un hombre casado y encima con mi hija presente! ¡Eres una descarada!Luca suspiró pesadamente, tratando de mantener la calma y explicarle, ya estaba acostumbrando a estos numeritos de Carla. Eran parte de su rutina acostumbrada, pero no dejaría que armara un escándalo en ese lugar.— No es lo que piensas, Carla. Solo estamos aquí por…— ¿Quieres convertirme en la cornuda del año? —continuo, Carla interrumpiéndolo, su voz llena de desprecio—. ¿O quizás crees que lo nuestro es un juego?La niña observaba a los adultos con angustia. Conocía de sobra el carácter de su mamá. Esperab
Capítulo 8 ¿Cómo pudiste? Eleonor aceptó que el chofer la trasladara. Tenía que llegar a casa de su madre. Ver que estaba ocurriendo. Aún estaba preocupada por su padre y no perdería el tiempo buscando un taxi. Aparte de que en realidad no se sentía muy bien. El automóvil se detuvo. Antes de poner el automóvil en movimiento, le había dado la dirección de la casa de su madre al chofer. Al bajar del automóvil, otro vehículo iba llegando. Eleonor reconoció a su hermana. Cristina se quedó viendo con asombro el automóvil de lujo de donde salía Eleonor. Se moría de curiosidad. — ¿Qué hace ella bajando de un automóvil tan lujoso? ¿En qué andará esa cochina gorda? Ambas se encontraron en la puerta de entrada y Cristina no pudo evitar preguntar: — ¿Eleonor, quién te trajo? ¿Dónde está tu carcacha? Eleonor no estaba de humor para sus ironías, así que se encogió de hombros y avanzó sin prestarle atención. Abrió la puerta y en el salón encontró a su madre inquieta, caminando de un lado a
Capítulo 9 Sueños rotos —Tú trabajas allí, puedes hablar con tu jefe. Dile que necesitamos tiempo para cubrir el pedido —dijo Cristina con voz tensa, casi suplicante. —Eres una irresponsable —replicó Eleonor, la frustración y el dolor en su tono—. Antepusiste el beneficio sobre la responsabilidad de cumplir los plazos con el cliente. —Ya te lo dije, nunca nos exigieron cumplir con los plazos. Ellos siempre esperaban. Pensé que sería igual esta vez —su voz se escuchaba temblorosa. Eleonor sabia que todo eso era una estratagema de Michael, lo hizo para someterla en el momento que quisiera. —Habla con ellos, baja los precios como compensación por la espera —insistió Eleonor, pero en su tono no había seguridad, sonaba más bien desesperado. —No me atienden. Ya fui hasta allá desde que se comunicaron con nosotros y me pasan al departamento legal. Nos hundirás si piden compensación económica —señalo Cristina con un tono ahogado. —Habrá que pagar. Venderemos algo. Hay que buscar el mod
Capítulo 1 Una amante secretaEleonor Rossi llegó a casa de su madre con una amplia sonrisa, a pesar de que esta visita no era de su agrado.Hoy se sentía feliz; nada de lo que dijeran su madre o su hermana cambiaría eso, porque esperaba la llegada de Michael.Él era su amante secreto desde hacía dos años y había estado ausente un mes, lo que le pareció una eternidad. Solo iría a verlo desde lejos. ¿Le parecería a Michael una sorpresa maravillosa? Ella pensaba que la sorpresa era fantástica, pero… ¿se lo parecería a Michael? ¿No pasaría nada con ir hasta el aeropuerto y saludarlo? ¿Verdad?Sus planes de encontrarlo en el aeropuerto, le llenaba el estómago de mariposas y la ilusión de verlo la rebasaba, se sintió como una adolescente.Los conflictos financieros de la empresa de Michael habían terminado. Las estrategias de Michael para atraer inversión de grandes capitales habían sido un éxito.En su última llamada le dijo que tenía algo que decirle que cambiaria sus vidas. Ella de inme
Capítulo 2. Una Mujer decepcionada — ¿Ya están comprometidos? ¿Tienen establecida fecha para la boda? ¿Qué hay de cierto sobre una fusión entre sus empresas familiares? Un zumbido sordo comenzó a resonar en sus oídos. Su mano apretó con fuerza el alfiler en forma de libélula, tanto así que este se soltó y siguió presionando, sin darse cuenta de que se le incrustaba en la piel, provocando que la sangre comenzara a brotar. La imagen de Michael, acompañado de esa mujer deslumbrante, la golpeó con fuerza. Mientras la multitud de periodistas rodeaba a la pareja, sus palabras resonaban en su mente como ecos de una pesadilla. La mujer, con su vestido ajustado y su risa encantadora, se veía tan bien a su lado. Michael, el hombre que amaba, estaba sumido en un torbellino de flashes y preguntas que esperaban una respuesta ansiosa. Alexandra se sintió invisible, como si su presencia no tuviera peso en ese momento. "¿Ya se comprometieron?" "¿Tienen planeada la fecha para la boda?" Las pregunta
Capítulo 3 Un encuentro inesperado Al mismo tiempo, Luca caminaba en busca de su hija y su esposa en el aeropuerto mientras seguía amonestando su chofer. — ¿Eres un principiante o qué? Casi chocamos con ese automóvil en la carretera —Disculpe, señor, en verdad solo pensaba en que usted quería llegar a prisa. Fue un error de mi parte, lo lamento. —Solo espero que no vuelva a ocurrir, o perderás tu empleo. ¡Espérame en el automóvil! Además, verifica si la cámara grabó el número de matrícula del vehículo de la persona con la que casi chocamos por tu culpa. Necesito disculparme por tu imprudencia. —En verdad lo lamento, Señor, el hombre estaba muy preocupado.Este empleo era bien pagado y había cometido un gran error. Comenzó a alejarse deseando que la presencia de la niña calmara al empresario. — ¡Papá! —Se escuchó gritar a una niña. — ¿Por qué llegas tan tarde, Luca? ¡He estado esperándote por horas! Una mujer y una niña pequeña estaban de pie cerca de ellos. La mujer de aspecto