Capitulo 6 Sucio secreto
Lucas se levantó de golpe, sorprendido al ver a su hermano, señalándolo mientras respiraba como un animal feroz. No podía creerlo… aquel hombre celoso, que había llamado al celular de la mujer que él estaba ayudando, precisamente ese hombre, era su hermano.
—Te he preguntado, ¿qué haces aquí? —la voz de Michael sonó tensa. Y su rostro, tan rojo como una brasa encendida, hizo que Lucas desviara la mirada instintivamente hacia la cama, donde Eleonor seguía inconsciente.
—Creo que deberías calmarte… y hacer silencio. Las reglas de estos lugares se respetan —Lucas señaló con el dedo el letrero que decía: "Por favor, guardar silencio". Luego, alzando una ceja, manteniendo una sonrisa burlona—. ¿No crees?
— ¡Me importa un c…!
La mirada dura de Lucas bastó para que Michael no terminara la frase. Se atragantó con su propia rabia, rechinando los dientes como un caballo enfurecido, y avanzó con pasos firmes hacia él.
— ¿Qué te propones?
La expresión de Lucas se tornó en desprecio y sus labios se apretaron en una línea dura.
—Para empezar… primero pregunta por la salud de tu mujer —hizo una pausa intencionada, sonriendo con malicia—. O mejor dicho, de tu amante. Tengo entendido que te has comprometido… o estás a punto de hacerlo.
— ¿Cómo lo sabes? —Michael se mostró desconfiado, tragando en seco.
Si hubiese imaginado que Luca estaba detrás de aquella llamada, jamás habría ido a ese hospital. Pero sus celos lo habían cegado tanto, que no pensó dos veces en presentarse. Solo escuchar la voz de un hombre, responder el teléfono de la mujer que consideraba suya, de su propiedad, lo llenó de una furia ciega.
Y ahora… se arrepentía.
Porque pensaba que si Luca decidía exponer su relación con Eleonor, los problemas que enfrentaría serían graves. Muy graves. Sobe todo con el padre de Luisa.
—Tu padre anda presumiendo de la unión perfecta de su niño preferido —dijo Luca, casi escupiendo las palabras con sarcasmo.
— ¡Con un demonio, no me llames niño! ¡Soy un hombre, más hombre que tú!
—Lo dice el señorito, que no sale de debajo de las alas de papi y mami.
Michael resopló con fuerza, y con el pecho inflado de indignación.
—Hablas corroído por la envidia, se te nota. Todavía te duele que de los dos, yo sea el hijo que nuestro padre prefiere que te haya dejado de lado por mí —espetó con rabia, cruzándose de brazos, como si la defensiva fuera su única forma de sostenerse en pie. — Ahora deberías decirme qué haces aquí—preguntó tajante.
Sin embargo, antes de que Luca pudiera responder, chasqueó la lengua interrumpiéndolo.
— ¡No responda! Permíteme adivinar… -Simulo que estar pensativo por un segundo.- Descubriste que Eleonor es mi mujer y te acercaste a ella solo para joderme la vida.
Lucas rompió a reír. Justamente había investigado a su hermano para encontrar algo, lo que fuera, que le ayudara a destruirlo a él y a su padre. No obstante, no había conseguido mucho. Hasta ahora. Pero ahora… ahora tenía información de Eleonor. Y sabía que podía usarla. Solo debía esperar el momento exacto.
No dijo nada. Se limitó a mirarlo con una sonrisa de insuficiencia, de esas que hacen hervir la sangre.
Michael gruñó como un animal salvaje.
Luca se volteó y, con calma provocadora, cargó a la pequeña Jennifer en sus brazos. Pero cuando estaba por cruzar el umbral de la puerta, Michael lo detuvo con una mano firme en el pecho.
—No te puedes ir sin darme una explicación.
— ¿Por qué tendría que explicarte nada? —soltó Luca, encarándolo—. ¿Con qué derecho me lo pides?
—Con el derecho que me da ser su marido —dijo, señalando la cama con un dedo tembloroso—. Ahora dime… ¿Qué estás tramando?
Luca lo contempló entrecerrando los ojos, sintiendo una mezcla hirviente de irritación y curiosidad.
—Parece que te interesa mucho esta mujer —musitó con sorna.
Michael se quedó inmóvil. Había dejado escapar demasiado. Una gota de pánico le recorrió la columna.
—Lo que me interesa saber es de dónde la conoces tú.
—Interesante —Luca ladeó la cabeza, estudiándolo como a un insecto enredado en su propia telaraña—. Respondes a una pregunta con otra pregunta… No hablas directamente, hijito consentido.
— ¿No piensas responderme? —interrumpió Michael, frustrado, con la respiración entrecortada.
—Ya pagué la factura del hospital... es lo único que puedo decirte. Pero de haber sabido que eras su marido, no me habría tomado tal molestia.
Michael no aguantó. Con la palma abierta, le dio un golpe en el pecho a Luca que resonó en la habitación.
La pequeña Jennifer, entre los brazos de su padre, despertó con un sobresalto.
— ¿Papito? —murmuró, parpadeando, mientras miraba a Michael, ese hombre al que su padre no le permitía acercarse.
Luca, con la mandíbula apretada, contuvo el impulso de responder con los puños. Sabía que eso era justo lo que su hermano buscaba. Se dio media vuelta y llevó a Jennifer junto a Eleonor.
—Papá tiene que hablar con ese hombre. No te preocupes, cariño. Todo está bien —le susurró con ternura, acariciándole el cabello para calmarla.
La niña asintió, todavía adormilada.
La rabia consumía a Michael. La sola idea de que otro hombre estuviera cuidando a Eleonor lo volvía loco. Además, deseaba asegurarse de que ella no hablaría con ningún periodista de la relación entre ellos, sospechaba que podía hacerlo por venganza y eso perjudicaría las negociaciones.
—Vamos fuera. No quiero que mi hija presencie esto —escucho que le exigió Luca, con tono firme.
— ¿Te avergüenza que se entere de que su padre es un completo infeliz? —escupió Michael con sarcasmo.
Mientras ellos discutían, Jennifer pasó su manita por el rostro de Eleonor, que empezó a abrir los ojos lentamente. Movió la cabeza, desorientada, y observó su entorno con expresión de desconcierto.
—Papito, ¡mi hada abrió sus ojitos! —exclamó Jennifer con alegría.
Tanto Michael como Luca se detuvieron.
— ¿Qué… sucedió? —preguntó Eleonor, como si cada palabra le costara un mundo.
—Mi papá te trajo al hospital, hada hermosa —respondió Jennifer, apretándole la mano sana y recostando su cabecita sobre el pecho de Eleonor—. ¡Ponte bien, para que podamos jugar!
Michael, sintiéndose ignorado, se adelantó.
—Eleonor, mi amor —la llamó, con ansiedad, intentando tomar su mano. Pero ella la retiró de inmediato.
— ¡Piérdete! No quiero verte —gritó, con la voz desgarrada por el odio.
—Escucha, tenemos que hablar. Entiendo que mereces una explicación. He intentado llamarte para explicarte. ¿Por qué no has respondido? —su tono era seco, pero confiado, y casi calculador. Eso solo encendió más la furia de Eleonor.
— ¡El tiempo de las explicaciones ya pasó! ¡Todo quedó muy claro para mí! ¿Cómo puedes ser tan cínico? ¡Lárgate! ¡No quiero verte más! —gritó, sintiendo un ardor en el estómago por la rabia acumulada.
Luca observaba cómo Eleonor temblaba de los nervios. Una sonrisa apenas visible se dibujó en su rostro y se planto delante de Michael.
—Ya escuchaste a la señorita. Puedes irte...
Michael se volvió hacia él, rabioso.
—No tienes derecho a decirme qué hacer. ¡Tú no eres nadie! —gruñó, girándose nuevamente hacia Eleonor, pero ella lo atravesó con una mirada de desprecio.
— ¡Lárgate!
—Si no sales por tu cuenta, te echaré yo. La señorita no quiere verte —repitió Luca, esta vez con firmeza.
—Veamos si te atreves —desafió Michael.
—Por supuesto que me atrevo. Por lo que veo, tú no eres una persona bienvenida aquí —replicó con frialdad.
Eleonor, sintiéndose respaldada, se incorporó un poco en la cama, ignorando por completo la mirada insistente de Michael.
—Michael, no necesito tus explicaciones ni tus excusas. Estoy cansada de tus mentiras y tus manipulaciones. Eres un maldito mentiroso! ¡Te odio! ¡Te has burlado de mi! ¡Jamas te perdonare!
Michael se sintió acorralado, penso en la retirada.
—Esto no ha terminado —advirtió, temblando de ira y frustración—. Te buscaré otra vez. En algún momento tendrás que escucharme. Te advierto que no hagas nada de lo que puedas arrepentirte después. Y tú —dijo, mirando a Luca con desprecio—, sé que estás tramando algo. Eleonor, no te confíes de él. No es lo que aparenta.
Eleonor giró la cabeza hacia el lado opuesto, como si mirarlo le diera náuseas.
— ¡Márchate! —le gritó ella una vez más.
Michael entendió que ese no era el momento para conversar. Salió dando un portazo que retumbó como un disparo.
Luca se acercó a Eleonor. Ella parecía un poco más fuerte, aunque aún vulnerable.
— ¿Estás bien? —preguntó, buscando su mirada con genuina preocupación.
—No lo sé… Yo… Gracias por hacer que se marchara —susurró, apenas audible.
Jennifer sonrió, aliviada de ver despierta a su hada.
—No tengas miedo. Papi te defenderá de los malos, hermosa hada —dijo, entrelazando sus dedos con los de Eleonor, envolviéndola en una calidez dulce y reconfortante.
Eleonor sintió ese contacto y, por un instante, el dolor pareció desvanecerse.
— ¿Conoces a ese hombre...? —le preguntó con cautela a Luca.
—Sí... digamos que lo conozco bien —respondió él, ladeando la cabeza.
Eleonor asintió en silencio. Luego, con un movimiento brusco, arrancó el bajante del suero de su brazo.
— ¿Qué haces? —preguntó Luca, sorprendido.
—Irme.
—Hermosa hada, ¡tu mano está sangrando! —exclamó Jennifer, horrorizada.
Eleonor le dedicó una sonrisa, suave, a pesar del dolor.
—Gracias por ayudarme, princesita—le dijo con ternura, antes de tomar una toalla desechable de su bolso para limpiar su sangre. Lo agarró con firmeza y comenzó a caminar decidida hacia la caja para pagar la factura del hospital.
Pero Luca, que iba justo detrás de ella, la detuvo con una voz serena pero firme.
—Ya he pagado.
Eleonor se giró en seco, sacando unos billetes arrugados de su bolso.
—Tenga. No me gusta deberle nada a desconocidos —le dijo, pasándole el dinero—. Si falta algo, por favor, dígame.
Luca no podía creer lo que escuchaba. Atrapó su mano suavemente antes de decirle que no era necesario, que en realidad era él quien le debía un gran favor. Pero justo cuando iba a hablar, una voz estridente rompió la calma detrás de ellos.
—Así que esta mujer es tu sucio secreto, Luca Smith…
Capítulo 7 Con el corazón rotoEl personal médico del hospital iba y venía de un lado al otro, al igual que los visitantes. De repente, la voz estridente de Carla, interrumpió las actividades de las personas alrededor. , su rostro enrojecido por la ira.— ¡Así que aquí están! —gritó Carla, avanzando hacia Eleonor con determinación—. Tú —señaló a Eleonor—, ¿no tienes vergüenza? ¡En un hospital, encontrándote con un hombre casado y encima con mi hija presente! ¡Eres una descarada!Luca suspiró pesadamente, tratando de mantener la calma y explicarle, ya estaba acostumbrando a estos numeritos de Carla. Eran parte de su rutina acostumbrada, pero no dejaría que armara un escándalo en ese lugar.— No es lo que piensas, Carla. Solo estamos aquí por…— ¿Quieres convertirme en la cornuda del año? —continuo, Carla interrumpiéndolo, su voz llena de desprecio—. ¿O quizás crees que lo nuestro es un juego?La niña observaba a los adultos con angustia. Conocía de sobra el carácter de su mamá. Esperab
Capítulo 8 ¿Cómo pudiste? Eleonor aceptó que el chofer la trasladara. Tenía que llegar a casa de su madre. Ver que estaba ocurriendo. Aún estaba preocupada por su padre y no perdería el tiempo buscando un taxi. Aparte de que en realidad no se sentía muy bien. El automóvil se detuvo. Antes de poner el automóvil en movimiento, le había dado la dirección de la casa de su madre al chofer. Al bajar del automóvil, otro vehículo iba llegando. Eleonor reconoció a su hermana. Cristina se quedó viendo con asombro el automóvil de lujo de donde salía Eleonor. Se moría de curiosidad. — ¿Qué hace ella bajando de un automóvil tan lujoso? ¿En qué andará esa cochina gorda? Ambas se encontraron en la puerta de entrada y Cristina no pudo evitar preguntar: — ¿Eleonor, quién te trajo? ¿Dónde está tu carcacha? Eleonor no estaba de humor para sus ironías, así que se encogió de hombros y avanzó sin prestarle atención. Abrió la puerta y en el salón encontró a su madre inquieta, caminando de un lado a
Capítulo 9 Sueños rotos —Tú trabajas allí, puedes hablar con tu jefe. Dile que necesitamos tiempo para cubrir el pedido —dijo Cristina con voz tensa, casi suplicante. —Eres una irresponsable —replicó Eleonor, la frustración y el dolor en su tono—. Antepusiste el beneficio sobre la responsabilidad de cumplir los plazos con el cliente. —Ya te lo dije, nunca nos exigieron cumplir con los plazos. Ellos siempre esperaban. Pensé que sería igual esta vez —su voz se escuchaba temblorosa. Eleonor sabia que todo eso era una estratagema de Michael, lo hizo para someterla en el momento que quisiera. —Habla con ellos, baja los precios como compensación por la espera —insistió Eleonor, pero en su tono no había seguridad, sonaba más bien desesperado. —No me atienden. Ya fui hasta allá desde que se comunicaron con nosotros y me pasan al departamento legal. Nos hundirás si piden compensación económica —señalo Cristina con un tono ahogado. —Habrá que pagar. Venderemos algo. Hay que buscar el mod
Capítulo 10 ¿Qué son esos gritos?Luca salió de la ducha, aun sintiendo el calor del agua en su piel. Solo una diminuta toalla cubría sus partes íntimas y su mente estaba agitada, llena de pensamientos confusos. Al abrir la puerta que dividía el baño y su habitación, se encontró con Carla. Ella estaba acostada en su cama en una pose sensual, su figura envuelta en un negligé de encaje negro que dejaba poco a la imaginación.La forma en que ella lo miró sugería que estaba lista para algo más, y eso provocó un acceso de rabia en él. ¿Cómo se atrevía?— ¡Maldición! —exclamó—. ¿Qué demonios haces aquí? —Su irritación era evidente.—Cariño, ¡soy legalmente tu mujer! —respondió Carla, acercándose con una sonrisa seductora. Su mirada intensa de deseo y sus dedos rozando el borde de la toalla lo incomodaban—. Yo… te deseo. ¡Hace tiempo que no me tocas!Luca la miró con desprecio, sintiendo cómo su cuerpo se tensaba. No había nada en ella que despertara su deseo; solo un rechazo profundo.—No m
Capítulo 1 Una amante secretaEleonor Rossi llegó a casa de su madre con una amplia sonrisa, a pesar de que esta visita no era de su agrado.Hoy se sentía feliz; nada de lo que dijeran su madre o su hermana cambiaría eso, porque esperaba la llegada de Michael.Él era su amante secreto desde hacía dos años y había estado ausente un mes, lo que le pareció una eternidad. Solo iría a verlo desde lejos. ¿Le parecería a Michael una sorpresa maravillosa? Ella pensaba que la sorpresa era fantástica, pero… ¿se lo parecería a Michael? ¿No pasaría nada con ir hasta el aeropuerto y saludarlo? ¿Verdad?Sus planes de encontrarlo en el aeropuerto, le llenaba el estómago de mariposas y la ilusión de verlo la rebasaba, se sintió como una adolescente.Los conflictos financieros de la empresa de Michael habían terminado. Las estrategias de Michael para atraer inversión de grandes capitales habían sido un éxito.En su última llamada le dijo que tenía algo que decirle que cambiaria sus vidas. Ella de inme
Capítulo 2. Una Mujer decepcionada — ¿Ya están comprometidos? ¿Tienen establecida fecha para la boda? ¿Qué hay de cierto sobre una fusión entre sus empresas familiares? Un zumbido sordo comenzó a resonar en sus oídos. Su mano apretó con fuerza el alfiler en forma de libélula, tanto así que este se soltó y siguió presionando, sin darse cuenta de que se le incrustaba en la piel, provocando que la sangre comenzara a brotar. La imagen de Michael, acompañado de esa mujer deslumbrante, la golpeó con fuerza. Mientras la multitud de periodistas rodeaba a la pareja, sus palabras resonaban en su mente como ecos de una pesadilla. La mujer, con su vestido ajustado y su risa encantadora, se veía tan bien a su lado. Michael, el hombre que amaba, estaba sumido en un torbellino de flashes y preguntas que esperaban una respuesta ansiosa. Alexandra se sintió invisible, como si su presencia no tuviera peso en ese momento. "¿Ya se comprometieron?" "¿Tienen planeada la fecha para la boda?" Las pregunta
Capítulo 3 Un encuentro inesperado Al mismo tiempo, Luca caminaba en busca de su hija y su esposa en el aeropuerto mientras seguía amonestando su chofer. — ¿Eres un principiante o qué? Casi chocamos con ese automóvil en la carretera —Disculpe, señor, en verdad solo pensaba en que usted quería llegar a prisa. Fue un error de mi parte, lo lamento. —Solo espero que no vuelva a ocurrir, o perderás tu empleo. ¡Espérame en el automóvil! Además, verifica si la cámara grabó el número de matrícula del vehículo de la persona con la que casi chocamos por tu culpa. Necesito disculparme por tu imprudencia. —En verdad lo lamento, Señor, el hombre estaba muy preocupado.Este empleo era bien pagado y había cometido un gran error. Comenzó a alejarse deseando que la presencia de la niña calmara al empresario. — ¡Papá! —Se escuchó gritar a una niña. — ¿Por qué llegas tan tarde, Luca? ¡He estado esperándote por horas! Una mujer y una niña pequeña estaban de pie cerca de ellos. La mujer de aspecto
Capítulo 4 ¡Hermosa hada!Eleonor sintió el toque, de una pequeña mano muy suave y se giró con un respingo, escucho la llamada de una voz infantil y se distrajo de la tormenta de flashes tras ella. Sus ojos, nublados por el llanto, se posaron en la pequeña que le sonreía con inocente alegría; luego bajaron a sus manos unidas… y se agachó a su altura.— ¿Estás perdida, pequeña? —preguntó Eleonor con voz temblorosa, intentando secar sus lágrimas con el dorso de su mano libre.Jennifer la observó con seriedad, con su pequeña frente fruncida en una expresión de genuina preocupación.—No, no estoy perdida —respondió con dulzura—. Pero tú sí, señorita hada. ¿Tienes que encontrar a tu mamá? ¿Te perdiste?Eleonor parpadeó, sorprendida.— ¿Por qué dices eso?—Porque estás llorando —susurró la niña—. Solo alguien que está perdido llora así. Yo lo se.La inocente declaración hizo que un espasmo recorriera el rostro de Eleonor. Para Jennifer, Eleonor no era una extraña. La recordaba con absolut