Capítulo 5 No es mi esposa
Luca sintió el pánico apoderarse de él cuando Eleonor se desvaneció en sus brazos. Su rostro estaba pálido, su cuerpo temblaba, y por un instante, él se quedó paralizado. La multitud a su alrededor desapareció de su percepción: solo existían ella y la desesperación por ayudarla. Sin pensarlo, la levantó con cuidado, sintiendo lo frágil que era. Jennifer, con los ojos empapados en lágrimas, lo seguía muy de cerca. —¡Papito! ¿Qué le pasa? —gritó, sollozando mientras se aferraba a su brazo. Sin perder más tiempo, Luca caminó con pasos decididos hacia su vehículo, estacionado a unos metros. Al llegar, ordenó con urgencia al chofer: —Vamos al hospital. Rápido. Con suavidad, colocó a Eleonor en el asiento trasero, recostándola con el mayor cuidado posible. Jennifer subió enseguida, mirándola angustiada. —Papá… ¿por qué está así? ¿Está muerta? —preguntó con un hilo de voz. —No, no lo está. Confía en mi cariño. —respondió él, tratando de sonar firme—. Pero está muy mal. Tenemos que ayudarla, ¿sí? El coche arrancó velozmente en dirección al hospital. El chofer, echando un vistazo al retrovisor, murmuró con preocupación: —Señor Smit… si la señora se entera de que usted llevó a esta chica al hospital, hará un escándalo como la vez pasada. —Solo conduce —ordenó Luca con voz grave, sin mirarlo. En la sala de emergencias, Eleonor fue atendida de inmediato. Luca, nervioso, se quedó de pie junto a Jennifer sin saber qué hacer. Odió estar en un hospital con su hija; siempre temía que contrajera algún virus. Por eso, pensó en dejar al chofer esperando con ella fuera, mientras él se quedaba a la espera del diagnóstico. Le entregó el bolso de Eleonor, que aún sostenía, pero Jennifer se aferró con fuerza a su pierna. —¡No quiero irme! —rogó entre lágrimas—. ¡Papito, por favor! ¡Ella es mi hada salvadora! Él frunció el ceño, sorprendido. —¿Tú qué? —¡Es ella! —aseguró con brillo en los ojos—. ¡La chica que me ayudó en el centro comercial! ¡La que me llamó princesa! ¡Mi hada! De pronto, todo encajó. Luca la miró con una mezcla de culpa y asombro. Su hija había estado hablando de esa misteriosa mujer durante semanas… y ahora entendía por qué. Conmovido, se acercó a una doctora que acababa de salir del área de atención. —¿Podrían trasladarla a una habitación privada? Por favor. —Por supuesto, señor. Su esposa será ingresada en una habitación VIP —respondió la doctora con una sonrisa apresurada, antes de desaparecer en el pasillo. —No es mi esposa… —murmuró Luca, pero ya era tarde. Jennifer se cubrió la boca con su manita y soltó una risita suave. Sus ojitos brillaban de ilusión. —Si el hada es tu esposa… ¡entonces ella es mi mamá! —exclamó con emoción, juntando las manos como si pidiera un deseo. Luca se pasó la mano por el rostro, negando con la cabeza y soltando un suspiro. Aquella niña lo tenía completamente desarmado. Sin embargo, no quería más mujeres en su vida. Con su esposa actual, ya tenía más que suficiente. Aquella mujer controladora y agresiva era motivo constante de discusiones, y aunque seguía casado por el bien de Jennifer, su matrimonio era cualquier cosa menos una relación feliz. Estaba cansado. Exhausto, en realidad. Después de ser llevados a una habitación, una enfermera se acercó a él con una libreta en mano. —¿Puede proporcionarme los datos de la paciente? Luca se tensó. No sabía qué responder. No se sentía con derecho a hurgar en el bolso de Eleonor, aunque este reposaba sobre la mesita de noche. Dudó por un momento, hasta que la enfermera, notando su vacilación, propuso otra opción. —Podemos ingresarla como su esposa, si lo prefiere. —No —respondió tajante, dando un paso atrás. Finalmente, con algo de culpa, tomó el bolso de Eleonor y buscó su identificación. Minutos después, la doctora que la había atendido se le acercó con expresión seria. —La paciente sufrió una fuerte conmoción y presenta signos evidentes de desnutrición. —¿Desnutrición? —repitió Luca, sorprendido. No lo entendía. Eleonor tenía un cuerpo voluptuoso, nada que ver con la imagen tradicional que él relacionaba con ese diagnóstico. Pero ahora que lo pensaba… estaba tan débil, tan pálida… Quizá sí. Entró a la habitación con el corazón apretado. Eleonor dormía profundamente, con el suero conectado al brazo. Su rostro, pese al cansancio, tenía una serenidad especial. Luca volvió a mirarla. No era el tipo de mujer que su círculo social aplaudiría. No era delgada ni encajaba en los cánones superficiales que tantos admiraban… pero a él le parecía perfecta. Llena de curvas reales, con un cuerpo que parecía hecho para abrazar, para calmar, para enloquecer a cualquier hombre con sentido común. Jennifer lo sacó de sus pensamientos al tirar suavemente de su camisa. —Papito… ¿puedo sentarme con ella? Luca asintió y la ayudó a subir a la cama. La niña, con delicadeza, tomó una toallita húmeda de su mochila y comenzó a limpiar el rostro manchado de sangre de Eleonor. Luca la observó sin poder evitar una sonrisa. Con esa mujer, su hija era diferente… más dulce, más libre, incluso la veía tan confiada. No era como con su madre, con quien Jennifer apenas se atrevía a hablar o acercarse. Lo entendía. Su esposa no le daba amor. Solo órdenes, castigos y gritos. Ese era el motivo principal por el que temía que Carla se quedara con la niña en el divorcio. La maltrataría solo para hacerle daño. La conocía suficientemente bien. Entonces, el teléfono de Eleonor sono en el bolso sobre la mesita interrumpiendo sus pensamientos. Luca se acercó, dudó un segundo, lo saco y respondió pensando que era su familia, y antes de que pudiera hablar escucho una voz altanera del otro lado de la línea. —¿Por qué me pusiste en esta situación, Eleonor? ¡No debiste hacerme eso! Sabes que te quiero. Tenía mis razones para hacer lo que hice, pero esperaba más juicio de tu parte —escuchó al otro lado de la línea. La voz de un hombre. Molesta, dominante, exigente. —Disculpa —dijo Luca con voz firme, interrumpiéndolo. Hubo un silencio. Luego, una explosión: — ¿Quién eres? ¿Por qué tienes el teléfono de mi mujer? Luca apretó los dientes. —Sí, eres su esposo. Ven al hospital central. Tu mujer no está bien. Deberías venir a atenderla. — ¿¡Qué demonios haces tú con ella!? ¿Son amantes? —Solo la ayudé y la traje al hospital. En vez de reclamarme, muévete y ven de una vez para que pueda irme a mi casa. Colgó. Molesto. Incómodo. Algo en ese tipo no le gustaba. Además, le pareció reconocer la voz. Unos minutos después, mientras Luca respondía correos en su teléfono y Jennifer dormía plácidamente sobre sus piernas, la puerta de la habitación se abrió bruscamente. — ¡Tú! ¡¿Cómo es posible…?! —gritó un hombre, señalándolo con furia.Capitulo 6 Sucio secretoLucas se levantó de golpe, sorprendido al ver a su hermano, señalándolo mientras respiraba como un animal feroz. No podía creerlo… aquel hombre celoso, que había llamado al celular de la mujer que él estaba ayudando, precisamente ese hombre, era su hermano.—Te he preguntado, ¿qué haces aquí? —la voz de Michael sonó tensa. Y su rostro, tan rojo como una brasa encendida, hizo que Lucas desviara la mirada instintivamente hacia la cama, donde Eleonor seguía inconsciente.—Creo que deberías calmarte… y hacer silencio. Las reglas de estos lugares se respetan —Lucas señaló con el dedo el letrero que decía: "Por favor, guardar silencio". Luego, alzando una ceja, manteniendo una sonrisa burlona—. ¿No crees?— ¡Me importa un c…!La mirada dura de Lucas bastó para que Michael no terminara la frase. Se atragantó con su propia rabia, rechinando los dientes como un caballo enfurecido, y avanzó con pasos firmes hacia él.— ¿Qué te propones?La expresión de Lucas se tornó en
Capítulo 7 Con el corazón rotoEl personal médico del hospital iba y venía de un lado al otro, al igual que los visitantes. De repente, la voz estridente de Carla, interrumpió las actividades de las personas alrededor. , su rostro enrojecido por la ira.— ¡Así que aquí están! —gritó Carla, avanzando hacia Eleonor con determinación—. Tú —señaló a Eleonor—, ¿no tienes vergüenza? ¡En un hospital, encontrándote con un hombre casado y encima con mi hija presente! ¡Eres una descarada!Luca suspiró pesadamente, tratando de mantener la calma y explicarle, ya estaba acostumbrando a estos numeritos de Carla. Eran parte de su rutina acostumbrada, pero no dejaría que armara un escándalo en ese lugar.— No es lo que piensas, Carla. Solo estamos aquí por…— ¿Quieres convertirme en la cornuda del año? —continuo, Carla interrumpiéndolo, su voz llena de desprecio—. ¿O quizás crees que lo nuestro es un juego?La niña observaba a los adultos con angustia. Conocía de sobra el carácter de su mamá. Esperab
Capítulo 8 ¿Cómo pudiste? Eleonor aceptó que el chofer la trasladara. Tenía que llegar a casa de su madre. Ver que estaba ocurriendo. Aún estaba preocupada por su padre y no perdería el tiempo buscando un taxi. Aparte de que en realidad no se sentía muy bien. El automóvil se detuvo. Antes de poner el automóvil en movimiento, le había dado la dirección de la casa de su madre al chofer. Al bajar del automóvil, otro vehículo iba llegando. Eleonor reconoció a su hermana. Cristina se quedó viendo con asombro el automóvil de lujo de donde salía Eleonor. Se moría de curiosidad. — ¿Qué hace ella bajando de un automóvil tan lujoso? ¿En qué andará esa cochina gorda? Ambas se encontraron en la puerta de entrada y Cristina no pudo evitar preguntar: — ¿Eleonor, quién te trajo? ¿Dónde está tu carcacha? Eleonor no estaba de humor para sus ironías, así que se encogió de hombros y avanzó sin prestarle atención. Abrió la puerta y en el salón encontró a su madre inquieta, caminando de un lado a
Capítulo 9 Sueños rotos —Tú trabajas allí, puedes hablar con tu jefe. Dile que necesitamos tiempo para cubrir el pedido —dijo Cristina con voz tensa, casi suplicante. —Eres una irresponsable —replicó Eleonor, la frustración y el dolor en su tono—. Antepusiste el beneficio sobre la responsabilidad de cumplir los plazos con el cliente. —Ya te lo dije, nunca nos exigieron cumplir con los plazos. Ellos siempre esperaban. Pensé que sería igual esta vez —su voz se escuchaba temblorosa. Eleonor sabia que todo eso era una estratagema de Michael, lo hizo para someterla en el momento que quisiera. —Habla con ellos, baja los precios como compensación por la espera —insistió Eleonor, pero en su tono no había seguridad, sonaba más bien desesperado. —No me atienden. Ya fui hasta allá desde que se comunicaron con nosotros y me pasan al departamento legal. Nos hundirás si piden compensación económica —señalo Cristina con un tono ahogado. —Habrá que pagar. Venderemos algo. Hay que buscar el mod
Capítulo 1 Una amante secretaEleonor Rossi llegó a casa de su madre con una amplia sonrisa, a pesar de que esta visita no era de su agrado.Hoy se sentía feliz; nada de lo que dijeran su madre o su hermana cambiaría eso, porque esperaba la llegada de Michael.Él era su amante secreto desde hacía dos años y había estado ausente un mes, lo que le pareció una eternidad. Solo iría a verlo desde lejos. ¿Le parecería a Michael una sorpresa maravillosa? Ella pensaba que la sorpresa era fantástica, pero… ¿se lo parecería a Michael? ¿No pasaría nada con ir hasta el aeropuerto y saludarlo? ¿Verdad?Sus planes de encontrarlo en el aeropuerto, le llenaba el estómago de mariposas y la ilusión de verlo la rebasaba, se sintió como una adolescente.Los conflictos financieros de la empresa de Michael habían terminado. Las estrategias de Michael para atraer inversión de grandes capitales habían sido un éxito.En su última llamada le dijo que tenía algo que decirle que cambiaria sus vidas. Ella de inme
Capítulo 2. Una Mujer decepcionada — ¿Ya están comprometidos? ¿Tienen establecida fecha para la boda? ¿Qué hay de cierto sobre una fusión entre sus empresas familiares? Un zumbido sordo comenzó a resonar en sus oídos. Su mano apretó con fuerza el alfiler en forma de libélula, tanto así que este se soltó y siguió presionando, sin darse cuenta de que se le incrustaba en la piel, provocando que la sangre comenzara a brotar. La imagen de Michael, acompañado de esa mujer deslumbrante, la golpeó con fuerza. Mientras la multitud de periodistas rodeaba a la pareja, sus palabras resonaban en su mente como ecos de una pesadilla. La mujer, con su vestido ajustado y su risa encantadora, se veía tan bien a su lado. Michael, el hombre que amaba, estaba sumido en un torbellino de flashes y preguntas que esperaban una respuesta ansiosa. Alexandra se sintió invisible, como si su presencia no tuviera peso en ese momento. "¿Ya se comprometieron?" "¿Tienen planeada la fecha para la boda?" Las pregunta
Capítulo 3 Un encuentro inesperado Al mismo tiempo, Luca caminaba en busca de su hija y su esposa en el aeropuerto mientras seguía amonestando su chofer. — ¿Eres un principiante o qué? Casi chocamos con ese automóvil en la carretera —Disculpe, señor, en verdad solo pensaba en que usted quería llegar a prisa. Fue un error de mi parte, lo lamento. —Solo espero que no vuelva a ocurrir, o perderás tu empleo. ¡Espérame en el automóvil! Además, verifica si la cámara grabó el número de matrícula del vehículo de la persona con la que casi chocamos por tu culpa. Necesito disculparme por tu imprudencia. —En verdad lo lamento, Señor, el hombre estaba muy preocupado.Este empleo era bien pagado y había cometido un gran error. Comenzó a alejarse deseando que la presencia de la niña calmara al empresario. — ¡Papá! —Se escuchó gritar a una niña. — ¿Por qué llegas tan tarde, Luca? ¡He estado esperándote por horas! Una mujer y una niña pequeña estaban de pie cerca de ellos. La mujer de aspecto
Capítulo 4 ¡Hermosa hada!Eleonor sintió el toque, de una pequeña mano muy suave y se giró con un respingo, escucho la llamada de una voz infantil y se distrajo de la tormenta de flashes tras ella. Sus ojos, nublados por el llanto, se posaron en la pequeña que le sonreía con inocente alegría; luego bajaron a sus manos unidas… y se agachó a su altura.— ¿Estás perdida, pequeña? —preguntó Eleonor con voz temblorosa, intentando secar sus lágrimas con el dorso de su mano libre.Jennifer la observó con seriedad, con su pequeña frente fruncida en una expresión de genuina preocupación.—No, no estoy perdida —respondió con dulzura—. Pero tú sí, señorita hada. ¿Tienes que encontrar a tu mamá? ¿Te perdiste?Eleonor parpadeó, sorprendida.— ¿Por qué dices eso?—Porque estás llorando —susurró la niña—. Solo alguien que está perdido llora así. Yo lo se.La inocente declaración hizo que un espasmo recorriera el rostro de Eleonor. Para Jennifer, Eleonor no era una extraña. La recordaba con absolut