40º Que empiece el juicio

Me miro al espejo y no puedo creer cómo se han dado las cosas. Mi padre, como me imaginé y pronostiqué acertadamente, llevó a Phellscom a la bolsa de valores y nos dio la oportunidad de comprar el cuarenta y cinco porciento de su empresa, que fue lo que puso a la venta.

Zack hizo un excelente trato que nos benefició y, como extra, se encargó de que ningún punto estuviera fuera de lugar ni impidiera que la ley sobre la propiedad empresarial (esa que dicta que, cuando uno de los socios es encarcelado, debe ceder o venderle sus acciones a su o sus socios sin ningún tipo de contra), así que, en el momento en el que lo declaren culpable, la empresa de mi familia pasará totalmente a nuestras manos.

Mientras tanto, podemos usar los insumos y contactos de su empresa para favorecer la de Filip sin que mi padre lo sepa.

Ahora, con todo lo del juicio en marcha, me siento rara viendo los iris de color gris que me devuelven la mirada desde el espejo. Llevan tanto tiempo ocultos bajo el marrón
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