La consternación en su rostro me resulta cómica, pues pareciera que le hubiera dicho que pienso comprarle un traje espacial. -No solo un vestido, vamos a buscar el que te haga resaltar entre todas esas mujeres que creen que, por tener dinero, eso les dice que son las reinas y mostrarles así, que están en un error. -¿No estás exagerando un poco?-En lo absoluto, jamás te han tratado como te mereces, y aunque no puedes ser tu misma y restregarles en el rostro a todos esos idiotas tu nueva vida, sí que puedes mostrarles que eres mejor que todos ellos y mucho más hermosa que todas ellas. Será divertido, ¿no crees? En un mundo lleno de hipocresía y donde las apariencias son lo único que importa, tú serás quien les reviente su burbuja.-¿Tu secretaria va a hacer eso? -Claro que sí, serás mi acompañante, así que ahí no importará el puesto. -Si tú lo dices…-Ya vamos, estoy deseando verte con vestido. Ya te he visto de otras formas, sobre todo con tu sexy “traje natural”, solo me falta és
Esto es una maldita locura, ¿y a éste qué mosca le picó ahora? ¿Realmente está considerando el hacer ESO aquí? ¡CUALQUIERA PODRÍA ATRAPARNOS! Y yo no lo provoqué, él fue quien insistió en que “modelara”, él era quien quería verme con esto puesto, no es mi culpa que el resultado lo pusiera cachondo… ¿o sí? Bueno, a decir verdad, si tengo que ser honesta al menos conmigo misma, el saber que lo he dejado lo suficientemente caliente para meterse aquí a querer hacer “travesuras” con el simple hecho de aparecerme frente a él con un vestido, me gusta más de lo que estoy dispuesta a admitir. Incluso, aunque suene a locura, la idea del riesgo o peligro que representa lo que quiere hacer, sumado al hecho de sentir ese órgano sin cerebro presionando contra mi abdomen, está haciendo que yo también reaccione a él como quiere. Antes de que pueda decir nada más, su boca se une a la mía, impidiéndome el replicar de alguna forma y revolucionando aún más mi sangre en mis venas, haciendo que la necesi
Saber que parece estar disfrutando de todo esto que, en general, suele aburrir a los hombres, la verdad es que me resulta cada vez más curioso. Casi por norma, y sobre todo en los de estatus alto como Filip, donde los tipos están demasiado ocupados para andar perdiendo el tiempo en “tonterías de mujeres”, él no solo no lo considera un desperdicio, sino que se nota que esto le gusta. Otra novedad unida a éste hombre.Ya dentro del local de “La Perla”, mientras recorremos los distintos muestrarios, observo con curiosidad cómo él repasa las prendas con sus ojos. Lo principal que requiero es una braga azul medianoche o negra, la cual se disimule bien bajo los pliegues de la larga falda y, como el vestido tiene un escote en el frente que no deja que use brasier, también voy a requerir unos cubre o unas pezoneras con adhesivo, las cuales mantendrán todo en su lugar y fuera de peligro para que nada se vea si me muevo. Mientras pienso en eso, veo a Filip pasando sus dedos por un maniquí,
Observo la enormes puertas del SPA y suspiro con cansancio, ¿cómo me dejé convencer de esto? Hay otras maneras de relajarse que estar en un sitio que te cobra una maldita fortuna por sumergiste en lodo y ponerte rodajas de pepino en los ojos. Como sea, no puedo volver a la casa, Filip me dijo que no me dejaría entrar sin que antes ver que, la cuenta completa del SPA, apareciera entre sus cobros. Digamos que no tengo muchas opciones precisamente. Aún con renuencia, me rindo y entro de una vez, encontrando una estancia amplia, bien luminosa y casi completamente blanca, en la cual hay todo tipo de plantas esparcidas por el espacio y una música suave y relajante flota en el aire. Al menos es lindo…Me acerco al mostrador que hay en el centro de la estancia y una mujer joven, de quizás veintidós o veintitrés años me observa con una sonrisa que, a mi parecer, se nota bastante sincera. Nada mal…-Buenos días, mi nombre es Amelia, bienvenida al SPA Golden Moon, ¿en qué puedo ayudarla?-Hol
Corro por el pasillo, no pienso en nada, solo quiero llegar hasta la oficina de Filip, porque no lo he escuchado corriendo o llamándome y me preocupa mucho que pueda ser que esté herido, ¿de dónde salió el fuego? Los pasillos están plagados de llamas, el humo y el olor a quemado inundan mis pulmones, y sé que debo arrojarme al suelo para poder respirar el poco oxígeno que queda, mas si no me apuro, el pasillo podría desaparecer por el fuego antes de que llegue a Filip, podría eliminar mi única posibilidad de llegar hasta él. Siento mis pies calientes y me arden las plantas, incluso los brazos y la cabeza caliente. Todo se me dificulta y me pesan los pulmones al tiempo que la garganta me arde, haciendo que tosa una y otra vez. Cuando por fin alcanzo la oficina, al agarrar la manija, lo caliente de ésta me quema la mano, haciéndome chillar por el dolor, ¡MALDITA SEA! Gruño adolorida, mas no me detengo a mirar cómo quedé, simplemente busco algo con lo cual agarrar la puerta sin quemar
La cabeza me late igual que un bombo, ¿qué fue lo que pasó? Lo último que recuerdo fue… estaba en mi oficina, revisando unos papeles, escuché un sonido y luego… nada. A mi mente vienen el dolor, un golpe y luego… calor, mucho, casi ardiente, y una voz, una que conozco que me llamaba una y otra vez…¡DANIELA!Su mirada aterrada se muestra a todas luces en mi mente y me levanto rápido, sintiendo un ramalazo que me recorre completo, alojándose principalmente en la parte trasera de mi cabeza, y al mismo tiempo, inundándome con náuseas que me hacen doblarme a la mitad. No suelto nada, las bascas no son más que molestias que no dejan escapar nada, no obstante, tardan casi un minuto en desaparecer. Cuando por fin mi cuerpo se calma, respiro profundo y me dejo caer nuevamente sobre la cama, encontrando a un costado el botón que se supone que llama a la enfermera. No tarda ni un minuto en aparecer.-Buenos dias Sr. Reeft, es bueno verlo despierto. ¿Qué tal se siente?-Eso no es lo importante
Uno creería que volver al trabajo luego de no poder caminar por casi tres semanas por quemaduras en los pies y aún tener cierta incomodidad debido a los zapatos que debo de usar en el trabajo, sería más que suficiente como para no tener ni una pizca de ganas de que alguien me fastidie el día, sin embargo, creo que el destino tiene un gran gusto por hacerme poner de malas. Desde el momento en el que me dijeron que la Sra. Reyes estaba abajo, y de forma que parecía que debía saber quién era, una voz en mi cabeza debió de advertirme que esto no sería bueno para mí. Ni que hablar de cuando la puerta metálica del ascensor se abrió y de él bajó una mujer completamente llamativa, aunque no por un atuendo extravagante o ridículo, sino por el aura de poder y seguridad que emana de ella. Traje negro que, puedo jurarlo, jamás ha colgado de una percha en una tienda y le queda de muerte, un par de tacones a juego de verdadero vértigo, una cabellera pelirroja fuego sin siquiera un cabello fuer
-¿Que qué me pasa? -Sí, porque todo el día has estado rara. -Ah bien, ahora resulta que yo soy la rara. Seguro no tiene nada que ver con el hecho de que me has tratado todo el maldito día de forma fría e impersonal, y no me digas que fue solo porque eres “mi jefe”, porque sé que es más que eso. La forma en la que me mira, en silencio y como si estuviera meditando en silencio lo que va a decirme, me hace fruncir el ceño y sentirme aún más frustrada que antes, por lo que me dejo caer sobre la cama y alzo mi pie sobre mi rodilla, viendo mi adolorida planta que, si bien ya está casi curada, las secuelas todavía son visibles. Tengo que ponerme la crema… Las curtidas manos de Filip hacen a un lado las mías y veo la mancha blanca de la pomada en una de ellas, haciendo que alce la mirada nuevamente hacia él. -Lamento que te hayas sentido así, la verdad es que intentaba protegerte. -¿De qué estás hablando? -Celia es… particular. -¿De qué hablas? -¿De casualidad notaste algo diferen