Corro por el pasillo, no pienso en nada, solo quiero llegar hasta la oficina de Filip, porque no lo he escuchado corriendo o llamándome y me preocupa mucho que pueda ser que esté herido, ¿de dónde salió el fuego? Los pasillos están plagados de llamas, el humo y el olor a quemado inundan mis pulmones, y sé que debo arrojarme al suelo para poder respirar el poco oxígeno que queda, mas si no me apuro, el pasillo podría desaparecer por el fuego antes de que llegue a Filip, podría eliminar mi única posibilidad de llegar hasta él. Siento mis pies calientes y me arden las plantas, incluso los brazos y la cabeza caliente. Todo se me dificulta y me pesan los pulmones al tiempo que la garganta me arde, haciendo que tosa una y otra vez. Cuando por fin alcanzo la oficina, al agarrar la manija, lo caliente de ésta me quema la mano, haciéndome chillar por el dolor, ¡MALDITA SEA! Gruño adolorida, mas no me detengo a mirar cómo quedé, simplemente busco algo con lo cual agarrar la puerta sin quemar
La cabeza me late igual que un bombo, ¿qué fue lo que pasó? Lo último que recuerdo fue… estaba en mi oficina, revisando unos papeles, escuché un sonido y luego… nada. A mi mente vienen el dolor, un golpe y luego… calor, mucho, casi ardiente, y una voz, una que conozco que me llamaba una y otra vez…¡DANIELA!Su mirada aterrada se muestra a todas luces en mi mente y me levanto rápido, sintiendo un ramalazo que me recorre completo, alojándose principalmente en la parte trasera de mi cabeza, y al mismo tiempo, inundándome con náuseas que me hacen doblarme a la mitad. No suelto nada, las bascas no son más que molestias que no dejan escapar nada, no obstante, tardan casi un minuto en desaparecer. Cuando por fin mi cuerpo se calma, respiro profundo y me dejo caer nuevamente sobre la cama, encontrando a un costado el botón que se supone que llama a la enfermera. No tarda ni un minuto en aparecer.-Buenos dias Sr. Reeft, es bueno verlo despierto. ¿Qué tal se siente?-Eso no es lo importante
Uno creería que volver al trabajo luego de no poder caminar por casi tres semanas por quemaduras en los pies y aún tener cierta incomodidad debido a los zapatos que debo de usar en el trabajo, sería más que suficiente como para no tener ni una pizca de ganas de que alguien me fastidie el día, sin embargo, creo que el destino tiene un gran gusto por hacerme poner de malas. Desde el momento en el que me dijeron que la Sra. Reyes estaba abajo, y de forma que parecía que debía saber quién era, una voz en mi cabeza debió de advertirme que esto no sería bueno para mí. Ni que hablar de cuando la puerta metálica del ascensor se abrió y de él bajó una mujer completamente llamativa, aunque no por un atuendo extravagante o ridículo, sino por el aura de poder y seguridad que emana de ella. Traje negro que, puedo jurarlo, jamás ha colgado de una percha en una tienda y le queda de muerte, un par de tacones a juego de verdadero vértigo, una cabellera pelirroja fuego sin siquiera un cabello fuer
-¿Que qué me pasa? -Sí, porque todo el día has estado rara. -Ah bien, ahora resulta que yo soy la rara. Seguro no tiene nada que ver con el hecho de que me has tratado todo el maldito día de forma fría e impersonal, y no me digas que fue solo porque eres “mi jefe”, porque sé que es más que eso. La forma en la que me mira, en silencio y como si estuviera meditando en silencio lo que va a decirme, me hace fruncir el ceño y sentirme aún más frustrada que antes, por lo que me dejo caer sobre la cama y alzo mi pie sobre mi rodilla, viendo mi adolorida planta que, si bien ya está casi curada, las secuelas todavía son visibles. Tengo que ponerme la crema… Las curtidas manos de Filip hacen a un lado las mías y veo la mancha blanca de la pomada en una de ellas, haciendo que alce la mirada nuevamente hacia él. -Lamento que te hayas sentido así, la verdad es que intentaba protegerte. -¿De qué estás hablando? -Celia es… particular. -¿De qué hablas? -¿De casualidad notaste algo diferen
-Bueno, bueno, bueno, se te ve de muy buen humor hoy, ¿qué pasa contigo? El saludo de Zack cuando llega a la mesa que reservé para el almuerzo, me hace poner los ojos en blanco, ¿cómo es que lo nota? -No sé de qué estás hablando. -Sí claro, y yo me chupo el dedo. -¿Debería preguntarle a Celia si te obliga a hacerlo? -Cállate. -Entonces no me provoques. Su mirada de párpados entrecerrados prometiendo venganza me resulta divertida. -Maldito… -No juegues con fuego si sabes que te puedes quemar. Ahora, dejémonos de tonterías y dime lo que has encontrado. -Primero dime dónde está tu sexy secretaria que no está aquí. A ella también le incumbe esto. -Tenía un ataque de migraña y la mandé a la casa, se la veía realmente mal. Estaba pálida, con el rostro cansado y hasta le temblaban un poco las manos. -Wow, eso es horrible. -Ni que lo digas, así que habla conmigo que, luego de aquí, iré a ver cómo se encuentra. Ya dejé todo listo en la oficina, así que de aquí me vuelvo a la
La lata de energizante en mi escritorio debería ser una clara muestra de que, justamente hoy (al igual que ayer) no debería de molestárseme, sin embargo, parece ser que la gente no está enterada de esto. Ahora mismo tengo frente a mí a un idiota que no sé cómo carajo es que llegó hasta aquí, que exige ver a Filip y sino, pondrá una demanda. Estoy segura de que eso fue lo que intimidó a las de la recepción y por eso tengo que soportar esto justo ahora. Lo peor es que soy del tipo a la que el ataque de migraña la sigue torturando un tiempo más luego de que pasa y no solo me siento un tanto letárgica, sino que encima estoy nauseosa y no tengo paciencia casi para soportar esto por mucho más tiempo.-No me importa que esté en una reunión, si ese infeliz no viene hasta aquí ahora mismo, entonces le pondré una demanda y no me importará en lo más mínimo a quién afecte. -Por milésima vez, no puedo interrumpir al Sr. Reeft en éste momento, si realmente quiere hablar con él de algo importante,
La forma tan conmocionada con la que me mira Filip, solo rivaliza con la risa con la que estalla pocos segundos después, como si mi comentario fuera una completa locura. Bueno, no lo había mencionado, pero la verdad es que, en éste último par de días, sentí el bra un poco más apretado e incómodo. Cómo se nota que me está por bajar la regla… Solo que no pensé que fuera tan notorio para todos. Sí, me incomodan, estoy más sensible, ¿lo notarán otras personas? Pasa casi minuto y medio hasta que por fin consigue controlar su risa y hasta tiene que limpiar una lágrima que le escapa del ojo, sonriendo aún mientras acorta la distancia entre ambos. -Ok, me habría esperado cualquier cosa, menos esa pregunta. -Lo siento, como te dije ayer, se acerca mi ciclo y, con lo que él dijo, todo lo sensible y ciertamente hinchado que sentí él último par de días, que solo es el preludio de lo que me espera mientras me desangro en vida, se me hizo más notorio a mí. Pensé que tal vez se notaba mucho tamb
Encontrar a Daniela con medio cuerpo dentro de la heladera, dejando su trasero expuesto a mi mirada, creo que es la mejor forma de empezar el día, si me lo preguntan, porque la verdad es que, llámenme exagerado, pero alguien debería hacerle un monumento. -¿Hay algo interesante ahí dentro? El chillido de susto que suelta (mezcla de susto con dolor), junto con el golpazo que se escucha desde dentro de la heladera, evidentemente su cabeza con alguno de los estantes, me hace reír sin que pueda evitarlo. Ni siquiera su gesto de “o te callas o te mueres” que me muestra a penas sale de ahí dentro mientras se frota la zona adolorida puede cortarme. -¡Filip! Con un demonio, ¿cómo se te ocurre asustarme de esa manera? ¿Estás loco? -Lo siento, querida, sin embargo, no es mi culpa que parecieras querer atravesar el refri como si estuvieras intentando entrar a Narnia por el armario. -¿Conoces la saga? Me hago el ofendido ante la sorpresa que muestra en su pregunta. -Por supuesto que sí, t