2 meses antes
Ella levantó la mirada y observó el rostro del cliente, se sorprendió al no haberlo visto antes. -Se nota que no es de por aquí -Pensó y divisó su físico escultural. El hombre bien vestido de chaqueta marrón con un rostro perfilado se le acarcaba, pero su mirada expresaba alguna incomodidad, quizá le pasaba algo, o andaba apurado.
-Buenos días ¿que desea?
-Buenos días, me da cuatro empanadas de carne y pollo y dos batidos.
-¿Para llevar? -Le preguntó Marián sacando las empanadas del calentador de exhibición.
-Sí, por favor.
Le entregó la orden y el hombre se retiró después de cancelar. Ella logró divisar como se alejaba a través de las vidrieras de la tienda, él se acercó a una camioneta negra, se subió en ella y arrancó después de cerrar su puerta.
-Me gustaría un hombre así -dijo Marián para adentros- pero ¿quién me va a mirar en estas condiciones? -Se observó en delantal y que apenas se dejaba ver el pantalón azul que cubría sus tobillos, se acercó al espejo de medio cuerpo que colgaba en la pared, se quitó la cola que lleva puesta para soltarse el cabello, divisó sus ojos café y su cabello castaño por debajo de los hombros. Desde hace cinco años que se alejó de su pareja no le apareció ningún pretendiente, no porque era fea, la separación le pegó tanto que dejó de arreglarse. De inmediato se amarró nuevamente el cabello, se acordó de la razón por la cual debía usarlo agarrado, sería un escándalo que alguien encontrara un pelo en la comida, podrían cerrarle la tienda.
La imagen del hombre alto y guapo no se esparció de su mente, "cuatro empanadas y dos batidos". -Lo más seguro es que llevaba una chica en su auto... cómo lo pensé, esos hombres nunca están solteros.
Un repique constante interrumpió sus pensamientos...
Marián colgó el teléfono después de recibir la llamada, se quedó paralizada mirando a su alrededor analizando que hacer. Divisó la puerta principal del establecimiento, en su mente le dijo permiso a la muchacha que pareció estorbar la entrada y salió corriendo, pero sus pies siguieron firmes detrás del mostrador.
-¡Por favor, un café!
La voz del señor que parecía de unos cincuenta años la hizo sobresaltar.
-Ya se lo sirvo –le respondió en voz baja.
Su boca casi cerrada le impedía que surgieran las palabras. Manejó el dispensador de café con la incomodidad como si para ella fuese la primera vez, tenía el cuerpo tenso. Le entregó el café al cliente, pero antes derramó varias gotas del líquido sobre ella misma, por suerte no manchó su ropa debido a que llevaba el delantal puesto, agarró un pañito y lo pasó suavemente sobre la parte húmeda para limpiarla.
-Marián, ¿qué pasó?
Levantó la vista para mirar el rostro de la muchacha que portaba el mismo uniforme que el de ella.
-Nada… solo los nervios. -Bajó la cabeza y continuó con el mismo movimiento tratando de quitar la mancha con un poco más de fuerza.
-¿La llamada fue del hospital? -La chica continuaba cerca de ella para que le rebelara su inquietud.
Marián volvió a levantar la mirada y colocó en paño sobre el mostrador, esa pregunta la sorprendió, como si hubiese leído sus pensamientos.
- Si Cristina, me llamaron del hospital -afirmó Marián y esquivó la mirada de la muchacha que la vio fijamente esperando más información.
- ¿Y qué te dijeron?
- Muy poco, quieren hablar conmigo en persona.
-¿Y qué esperas? ¡Anda!- Le dijo Cristina señalándole la puerta.
-No me gusta dejarte sola atendiendo el negocio. –dijo divisando a una familia que entraba al establecimiento.
-No hay problema, yo te cubro.
- Está bien Cristina, vuelvo en lo que me desocupe.
- No te preocupes, tómate las horas que necesites, estaré bien.
Las palabras de Cristina hicieron que Marián se relajara, de cinco pasos salió de la tienda, se acercó a su auto y avanzó velozmente sobre la carretera.
Apagó el motor del auto al llegar al estacionamiento, entró por la puerta principal del hospital, llegó al tercer piso gracias al ascensor y caminó por el pasillo, antes de ubicar el consultorio de la doctora observó que las personas a su alrededor la miraron de arriba abajo, otra soltó una risita silenciosa antes de apartar la vista tratando de disimular.
-Esto no es normal -pensó Marián. Frenó su paso para analizar que tenía de diferente a los días anteriores- ¿Acaso será por mi cabello? -Pero era común para ella llegar con una cola de caballo y ni una gota de maquillaje en el rostro -. ¿Será por la mancha de café? -Pero si ya la había quitado. Miró hacia abajo para observar su vestimenta y una vergüenza se apoderó de sus emociones-... ¡El delantal! ¡No me lo quite! -Inmediatamente procedió a desamarrar el lazo por detrás de la cintura y a doblarlo-. Mis vecinas tenían razón, siempre ando destruida- dijo para sus adentros pasándose las manos por su cabeza tratando de aplanar el friz de su cabello.
Ellas acostumbraban a criticarla por andar siempre sencilla, pero no se ponían en los zapatos de Marián. Pasaba su vida de la pastelería a su casa, cuando no atendía a los clientes se encontraba horneando tortas, se siente feliz por ello y no le importa no tener una vida social como salir a fiestas y cenar en lujosos restaurantes, desde que se alejó de su pareja dejó de comprarse un labial.
Después de subir por el ascensor, casi se resbalaba con el piso pulido cuándo pegó una carrera hacia el final del pasillo; vio a su madre salir del consultorio.
-Pensé que no vendrías, ya terminó la consulta.
-¿Y qué te dijo la doctora mamá?
-Estoy bien, solo sobre unos tratamientos, vamos a casa -le respondió la madre sosteniendo una carpeta en la mano.
-Pero me llamaron por teléfono a la tienda, creí que era algo grave - dijo Marián sospechando que algo no andaba bien, tomó la carpeta de las manos de su madre, la abrió con rapidez e hizo un barrido con la vista hacia la primera página del documento.
-Todo está bien, vamos a casa -la señora volvió a insistir, quería evitar la preocupación de Marián, pero ya era tarde.
Los nervios subieron por las piernas de Marián que la hizo ponerse estática, no podía dar un paso más hacia el frente sin antes recibir una explicación de lo que estaba sucediendo
-Si quieres me esperas aquí, tengo que hablar con la doctora. Ojalá estos resultados tengan un error -dijo antes de abrir la puerta del consultorio y entrar sin llamar.
-¡Oye muchacha espera tu turno! ¡No ves que la doctora está ocupada! - le dijo eufórica una mujer bien vestida con cabellos secados, un buen maquillaje y tacones altos; sentada en una silla frente al escritorio.
Marián quedó muda al escuchar ese reclamo, dejó de ver a la mujer para detectar la expresión de la doctora y la notó sorprendida por su presencia.
-Espérame cinco minutos afuera, tengo que hablar algo importante con la hija de mi paciente.
Un sudor frío entró en el cuerpo de Marián y más cuando vio que la mujer se levantó con una cara molesta y trancó la puerta con poca suavidad, eso le aseguraba de que no era su intuición, en realidad estaba pasando algo muy grave en el cuerpo de su madre.
-Yo te llamé porque necesitaba la acompañaras a la consulta -dijo la doctora al percibir su presencia- ella tiene 65 años...
-¡Lo sé! Es una mujer madura, aún camina y se desenvuelve sola, está cumpliendo al pie de la letra los tratamientos -le dijo Marián interrumpiéndola, no le gustaba que trataran a su madre como una vieja, cuando puede hacer las cosas por si solas.
-De eso te quería hablar, de los tratamientos... hace tres meses se los mandé a cambiar porque no le funcionaban.
Marián quería gritar, ¿cómo era posible que ella no se había enterado de eso? Le compraba las mismas medicinas que hace dos años.
- ¡Disculpe doctora, pero yo no sabía! ¡Se los hubiese comprado! ¡Lo que más me importa es la salud de mi mamá! -Sintió molestia con su madre por habérselo ocultado y con la doctora por no habérselo mencionado... aunque podría ser su culpa, hubo varias ocasiones en que no asistió con ella las citas, un descuido, es la primera persona que debía enterarse de todo-. ¿Y cómo está la salud de mi madre ahora? -le preguntó.
La doctora se mordió los labios pensando en la mejor palabra que expresar.
-No puedo decirte que está mejorando.
-¡¿Está peor?! -Esta palabra lo pronunció en tono fuerte, que hizo estremecer a la doctora.
-No, pero...-Negó con la cabeza, luego acomodo las palabras-. Requiere un mayor tratamiento, una serie de exámenes y posiblemente una operación para eliminar el problema.
- Ella no tiene seguro médico; Y aquí ese tipo de operación no son nada accesibles- pensó Marián saliendo del consultorio.
Con las manos en el volante dio una suave mirada al asiento de al lado después de pasar diez minutos incómodos sin decir una palabra.
-¿Por qué mamá? ¿Por qué no me mencionaste que te habían cambiado el tratamiento hace tres meses? ¿Sabías lo delicada que estás?
-Dijiste que hablaríamos en casa, no te alteres hija, conduce con cuidado -le dijo señalando el parabrisas con la intención de que mirara la carretera.
Marián colocó su vista hacia el frente, en realidad ella tenía razón, el noventa por ciento de los accidentes ocurren porque el conductor lleva un desequilibrio emocional. Pero la euforia mezclada con impaciencia la estaban desesperando, no aguantaba llegar hasta su casa para descubrir el motivo por el cual su madre se dejó agravar tanto la salud.
***
Marián se colocó el pijama después de darse un baño y se dispuso a cenar, tuvo que pasar la tarde entera en el negocio de la pastelería para darle las horas libres a Cristina, su prima debía estudiar para su examen en la universidad.
No debía llevarse la cama esos pensamientos preocupantes del no explicarse por qué su madre había descuidado su salud.
-¿Será que no quiere vivir? -Se preguntó en voz baja después de tomarse el último sorbo de café con leche que tenía en la taza. Inmediatamente un sudor frío recorrió todo su cuerpo... Un susto, un miedo, no descifraba lo que estaba sintiendo, pero no podría imaginarse perder a la persona que más amaba en el mundo.
Dio unos pasos lentos Hasta el interior de la habitación acercándose a su madre.
-Quiero que te recuperes mamá, haremos lo posible para que te recuperes -Marián la rodeó con sus brazos. Después del abrazo le dio un beso en la mejilla. Al apartarse un poco miró sus pupilas húmedas, que dejó caer una lágrima y recorrió una arruga de su rostro blanco, que se tornó rojizo al querer dejar salir el llanto.
-Tranquila mamá, lo solucionaremos -Marián trataba de calmarla, aunque ella misma quería llorar, se sentía culpable por haberla descuidado-. Mañana conseguiré para comprar los medicamentos, con el favor de Dios empezarás a cumplir el nuevo tratamiento.
- No hay dinero Marián, sé que la pastelería no está dando mucho dinero y tienes planes de ampliarla, necesitas invertir.
-Lo primordial es tu salud mamá, más importante que mis caprichos de ampliar la pastelería -Ambas guardaron silencio, no querías entrar en discusión.
***
-¿Qué has pensado hacer para comprarle los medicamentos a tu mamá Marián? -Le dijo Cristina mientras pasaba coleto húmedo al piso de la tienda. Marián se encontraba sentada en una silla alta detrás de mostrador contando los billetes de la caja registradora.
-Con la ganancia de la semana pasada le compré parte de tratamiento, pero eso solo le durarán quince días.
-Hay que conseguir para generar ingresos de otra manera, lo vas a necesitar.
-Tú no te preocupes Cristina, pienso en vender el auto.
Cristina soltó el trapeador y miró fijamente a Marián.
-¿Vender el auto? ¡No puedes vender el auto! Lo necesitas, para llevar a tu mamá al hospital, venir al trabajo e incluso a veces me ayudas buscándome a la universidad, piensa en otra manera.
Marián guardo silencio por dos minutos; a su mente llegaron imágenes de su hogar...
-Mi casa, podríamos venderla y comprarnos una más pequeña.
-¡Es una hermosa y gran casa! Si no fuera por la lejanía de la universidad viviría con ustedes.
-También me agradaría que te vinieras con nosotras, vivimos mi madre y yo nada más, es muy grande para las dos, aunque ella piensa en mi futuro deseando que los cuartos vacíos sean de sus nietos.
-Eres su única hija, es normal que ella piense así, y además es lo único que te dejó tu padre ¿verdad?
-No es lo único, nunca he hablado de ello, pero había algo más... -Como si retrosediera en el tiempo se acordó claramente de su pasado.
-¿En serio? Sé que mi tío era un gran empresario que derrochaba su dinero, ¿te dejo alguna otra cosa? ¿Una casa o un auto?
-No lo creo, su deseo siempre fue que yo me hiciera cargo de su empresa, y antes de morir hizo un registro para que yo firmara.
-¡Eso es buenísimo Marián! ¡Eres dueña de una empresa!
-De una empresa de albañilería... ¿qué voy a hacer con eso Cristina? -Lo preguntó un poco angustiada.
-En realidad no suena nada interesante, ¿pero te dejó solo el nombre o hay algo más?
-Lo más seguro es que no tenga ningún fondo, como tú lo mencionaste, la empresa quebró y vaciamos su cuenta de ahorros para hacer su funeral.
-Pero nada te cuesta ir a revisar esos registros, por si las dudas.
-Nunca firmé Cristina, a lo mejor ya se perdió eso- dijo de la boca para afuera, pero en su mente pensó- "¿Y si aún existe algo para mí? Eso podría solucionar todos mis problemas".
En todo el día Marián no dejo de pensar en la herencia de su padre, en realidad aquella vez no quiso firmar por miedo a que su antigua pareja le quitara lo que podría obtener, pero ahora estaba libre y debía reclamar lo que era suyo. Si solo quedaba el nombre de la empresa alguien podría comprarlo y así obtendría para los gastos de la recuperación de su madre.La habitación oscura fue alumbrada por la luz de una linterna cuando ella dio pasos hacia el interior del sótano, sus fosas nasales percibieron el polvo y a lo lejos se escuchaba el sonido de insectos hurgando en las cajas viejas de cartón. Divisó ropas y cosas antiguas de su padre, su mamá nunca quiso tocar las pertenencias de él después de fallecido, pero a pesar de todo era muy organizado, esos últimos meses de enfermedad dejo un archivador con todos los documentos de su compañía.Rod&o
Marián entró a la pastelería y alcanzó a ver a Cristina atendiendo a los clientes, pero siguió directamente a la cocina para que nadie viera su rostro lleno de lágrimas.En realidad, fue una hija consentida, de pequeña vivió como una princesa, poseía todos los juguetes nuevos de la juguetería, ropa de los mejores diseñadores, una prestigiosa escuela y paseos y viajes cada fin de semana. Su madre también lo disfrutó, ella sí fue una buena esposa, siempre acompañaba a su padre al trabajo. En la preparatoria todos envidiaban a "la hija del ingeniero", los profesores pensaron que sería como él, la carrera que más le llamaba la atención en ese campo era la de arquitectura y el diseño de interiores, incluso aspiraba trabajar con su padre en el interiorismo de sus construcciones. Pensaba que no necesitaba estudiar al enamorarse de un abogado que
"Quizás sea en otro departamento, yo me encargo del registro empresarial" la voz de la mujer que la atendió el otro día resonó en su cabeza, cuando antes de abrir la manilla de la puerta que cruzó la vez pasada dudó si sería correcto entrar...-¿Y si todo fue un error? ¿Y si en realidad mi herencia no existe y no poseo nada?... - Al menos se había alegrado cuando le habían mencionado que formaba parte de Empresas Bosques-. Tal vez mi supuesto socio adinerado ya hizo de la suya y eliminó mi nombre del registro empresarial...- Llena de ira empujó la puerta con agresividad...Un susto tocó su corazón que lo hizo latir rápidamente, sus piernas le temblaron de los nervios, no esperaba que ese sujeto estuviese en ese lugar.-Me dijiste que querías más información sobre la empresa.-Así es -le dijo a la secretarí
-Yo sé Juan Carlos, tenemos pendiente el viaje para el asunto de la posada frente a la playa y el proyecto de la residencia en Campo Palma, pero si no arreglamos los asuntos legales sobre registro empresarial no puedo dar un paso más.-Pero que sea rápido Alberto, tengo los planos listos para empezar a movernos.-También quiero meterle mano a eso esta semana, ahorita tengo una reunión con mi abogado, espero que haya buenas noticias.-De acuerdo, estamos en contacto.-Hasta luego Juan Carlos.Después de colgar la llamada del arquitecto Alberto entró por el área principal del buffet y empujó la puerta de la oficina después de darle vuelta a la manilla. Fue una sorpresa observar a Marián sentada en el lado derecho de la mesa cuadrada a dos metros de su abogado, "qué diferente se ve una mujer cuando se arregla", le había gustado observarla elegante con la pinta q
-Marián, no puedo proceder con una demanda...ustedes son socios - dijo Alberto tratando de convencerla- no puedes demandar a tu socio por tomar un dinero que estaba en una cuenta de la empresa de ambos y si fue para invertir, menos.-¿En serio? Esperaba que pudiéramos demandarlo, ese hombre difícilmente me pagará ese dinero- dijo Marián.-La demanda podría seguir siendo una amenaza para tu socio, aunque legalmente no la podríamos procesar. Pero tú tienes la "carta bajo la manga".-¿Y que tengo yo? ¡Yo no tengo nada! -Marián casi dejaba salir el llanto de la preocupación.-Él te que necesita Marián -lo dijo mientras miraba sus ojos húmedos- sin ti, él no puede hacer ninguna compra-venta a nombre de su empresa.-Eso es verdad... ¿Y qué debería hacer yo?-Aceptar el matrimonio con tu socio, al divorciarte, te
Al pasar dos meses desde que le vio el rostro a Alberto por primera vez…Marián entró a la pastelería; el reloj analógico de pared marcaba a las 11:45 de la mañana, retiro su mirada de la hora para dirigirse a Cristina que la observaba fijamente y preocupada.La mirada de su prima indicaba que no le iba a prestar la mayor importancia a su vestimenta. Llevaba puesto un vestido verde de seda que dejaba ver sus tobillos, le combinaba perfectamente con los tacones negros que calzaba en sus pies. El rostro estaba totalmente maquillado y el peinado semi recogido terminaba de darle el toque de elegancia. Solo su madre había notado su belleza; el ahora esposo no le había prestado atención a su apariencia.-¿Te casaste?-Sí -le afirmó- vengo del registro civil -La expresión de Marián no era la de una mujer feliz, llevaba la amargura de una
-Señor, ¿encontró a la persona que falta para autorizar las ventas de las propiedades?Alberto guardo silencio mientras miraba la gran cantidad de documentos en su escritorio, no quería que más nadie se enterara de que tenía una socia y ya había llegado el problema a los oídos del administrador. El que menos debía saber; si ocurría el caso debía obligarse a incluir a la socia en la nómina y empezar a pagarle un sueldo como si formara parte de su compañía… Debía evitarlo a toda costa.-Sí, no te preocupes, solo es una confusión -le aseguró.-¡Cómo no me voy a preocupar Alberto! Si las ventas de las propiedades están paradas y este mes no nos ha entrado dinero, debemos pagarles a los empleados y necesitamos el material para empezar a construir la fábrica.-Todo eso lo sé señor Parra -di
Alberto bajó la velocidad de sus emociones, al darse cuenta de que ella se cerró herméticamente.-Tranquila, te depositaré algo a final de semana.Al escuchar esto Marián sintió un alivio que la hizo des tensionar su cuerpo, pero seguía con las cejas ceñidas por el siguiente comentario de él.-Pero solo por caridad y será solamente algo, no lo meteré en la cuenta de lo que te debo.El auto frenó y Marián abrió la puerta de la camioneta para dirigirse a su auto rojo que lo tenía estacionado al frente, pero al bajarse se acercó a Alberto, no para despedirse, sino para expresarle algo que le estaba rondando en la cabeza desde el día anterior.-Puedes darme dinero ahora para alquilar una habitación.-¿Y eso por qué? -Alberto la miró con extrañeza, se imaginó l