Marián salió del aeropuerto en compañía de Alberto y el resto del personal. Llevaba al niño en los brazos y un asistente le cargaba la maleta. Ella veía a su esposo hablar por teléfono y esperó que se desocupara para preguntarle. -¿Qué haremos ahora? -Me van a traer el auto, te llevaría, pero debo hacer unas diligencias, te llamaré un taxi. -¿Vendrás a mi casa? -Un día de estos. -Pensé que viviríamos juntos Alberto. -Esa es la idea, pero hay que organizarnos bien –dijo Alberto y le hizo señas al asistente que introdujera la maleta de Marián en el taxi que acababa de llegar. -Alberto siempre está ocupado, nunca tiene tiempo para mí, verá que cuando él se decida vivir conmigo ya no voy a querer- dijo para sí misma. -¡Marián, me alegra verte! -Hola madre –dijo al entrar a su casa- le entregó el niño a la mamá- también me contenta estar aquí. -Ay pobrecito, Leander está sudadito. Como te llevaste a ese niño poray, me lo hubieras dejado. -Alejarlo de su madre y destetarlo a los
La mano de Marián sostenía el tetero para que el bebé tomara cuando llamaron a su puerta. Su cuerpo se congeló al ver el rostro de la visitante. -¿Rocío? –Interrogó quedándose sin palabras, la verdadera pregunta era, ¿qué hacía ahí? ¿Sera para algo bueno o habrá sucedido algo malo? -¿Cómo estás Marián?, ¿Puedo pasar? –Preguntó Rocío al ver que Marián la miraba seria como si fuera una desconocida. -Adelánte… ¿qué quieres? ¿Vienes a reclamarme algo o a burlarte de mí? –Preguntó Marián luego de que llegaron a la sala de su casa. -Ninguna de las dos, primero quiero pedirte disculpa por cómo te traté en el pueblo, en realidad si estaba rencorosa por lo que tuve con Cristina y lo tomé contigo. Fue la impresión que me dio al verte y lo tomé de esa manera. -Cristina me explicó lo de ustedes, que ella tenía un novio y tú la acusaste de que te lo había robado, siendo mentira, él y tú ya habían terminado- dijo Marián con seriedad. -Sí, en realidad eso lo superé, me pasó en la adolescencia,
Sus pies daban pasos despacio, las manos sudorosas y el cosquilleo en el estómago combinaban la expresión de los nervios, estaba emocionada y era el momento de compartir la gran noticia con su madre, llegó a la habitación y empujó la puerta con suavidad. Estaba ella, allí sentada con el celular en la mano mirando a través de la pantalla. Marián se paralizó y sus párpados se abrieron grandemente por la impresión, al ver la tela de seda blanca que colgaba con destellos brillantes y terciopelo por la orilla de la cama hasta reposar en el suelo.-¡Mamá! ¿Lo compraste?Ella la miró y como si la hubiese atrapado con algo indebido, soltó el celular y recogió el vestido para doblarlo con un poco de incomodidad –Ah sí. Espero que no te moleste, bueno me lo dieron a crédito, era el único que quedaba y… de igual forma lo puedo devolver si no lo llegas a usar –la señora expresó agachando la cabeza.-No mamá, espera –Marián se adentró a la habitación y se sentó en la cama a su lado- mira –mostró s
Sus tacones volvieron a pisar las calles de su ciudad de nacimiento después de dos años, le alegraba escuchar nuevamente el lenguaje verbal de sus raíces en las voces de los que le rodeaban. Había estado encantada de conocer nuevos lugares y de que la empresa haya llegado tan lejos a ofrecer sus servicios. Marián observó a Alberto que cargaba a su hijo de cinco años e hizo una expresión de incomodidad.-¿Que sucede? –Le preguntó Alberto caminando a su lado.-Nada, solo que, lamento que tuvieras que rechazar los proyectos de construcciones en París solo por mí.-No te preocupes, ya era hora de volver, seguiremos trabajando en esta zona y tendremos la estabilidad familiar que deseas.-Me alegro que pienses así, había asumido que nos separaríamos por un tiempo.-Eso no va a suceder, debemos apoyarnos en todo y aún más en tu estado.Al escuchar estas palabras de su esposo Marián sintió una corriente de nervios.-No estoy enferma, estoy bien –expresó ella para que él le siguiera la corrien
Todos se preguntaban por qué había pocos invitados en el salón, la madre le sonreía con una cara de felicidad, esa alegría inmensa que tenía que tener también ella en su corazón, pero nada era cierto. Sus estados internos no encajaban para nada en el lugar, estaba triste, dicen que nada es peor que un matrimonio obligado y ya estaba viviendo el porqué, se vistió muy elegante para la ocasión, ese vestido verde de seda y el cabello semi recogido daban la ilusión de ser una princesa, pero no el de un cuento de hadas, porque jamás escogería a un príncipe como el que tenía al lado.- Firma por favor.Su mano temblaba al tomar el lapicero, dudó por un segundo antes de afincarlo en el papel, aún podía decir que no. Podía levantarse de la silla y salir corriendo, pero permaneció sentada, no debía ser tan cobarde,
2 meses antesElla levantó la mirada y observó el rostro del cliente, se sorprendió al no haberlo visto antes. -Se nota que no es de por aquí -Pensó y divisó su físico escultural. El hombre bien vestido de chaqueta marrón con un rostro perfilado se le acarcaba, pero su mirada expresaba alguna incomodidad, quizá le pasaba algo, o andaba apurado.-Buenos días ¿que desea?-Buenos días, me da cuatro empanadas de carne y pollo y dos batidos.-¿Para llevar? -Le preguntó Marián sacando las empanadas del calentador de exhibición.-Sí, por favor.Le entregó la orden y el hombre se retiró después de cancelar. Ella logró divisar como se alejaba a través de las vidrieras de la tienda, él se acercó a una camioneta negra, se subió en ella y arrancó después de cerr
En todo el día Marián no dejo de pensar en la herencia de su padre, en realidad aquella vez no quiso firmar por miedo a que su antigua pareja le quitara lo que podría obtener, pero ahora estaba libre y debía reclamar lo que era suyo. Si solo quedaba el nombre de la empresa alguien podría comprarlo y así obtendría para los gastos de la recuperación de su madre.La habitación oscura fue alumbrada por la luz de una linterna cuando ella dio pasos hacia el interior del sótano, sus fosas nasales percibieron el polvo y a lo lejos se escuchaba el sonido de insectos hurgando en las cajas viejas de cartón. Divisó ropas y cosas antiguas de su padre, su mamá nunca quiso tocar las pertenencias de él después de fallecido, pero a pesar de todo era muy organizado, esos últimos meses de enfermedad dejo un archivador con todos los documentos de su compañía.Rod&o
Marián entró a la pastelería y alcanzó a ver a Cristina atendiendo a los clientes, pero siguió directamente a la cocina para que nadie viera su rostro lleno de lágrimas.En realidad, fue una hija consentida, de pequeña vivió como una princesa, poseía todos los juguetes nuevos de la juguetería, ropa de los mejores diseñadores, una prestigiosa escuela y paseos y viajes cada fin de semana. Su madre también lo disfrutó, ella sí fue una buena esposa, siempre acompañaba a su padre al trabajo. En la preparatoria todos envidiaban a "la hija del ingeniero", los profesores pensaron que sería como él, la carrera que más le llamaba la atención en ese campo era la de arquitectura y el diseño de interiores, incluso aspiraba trabajar con su padre en el interiorismo de sus construcciones. Pensaba que no necesitaba estudiar al enamorarse de un abogado que