•••••••••• Hace cinco horas y media atrás. ••••••••••Esa madrugada en el castillo principal de Maita. Tan solo diez minutos atrás, el grupo de soldados maitanos que fueron a la frontera junto al BarĂłn Jones, habĂan vuelto de su viaje de rutina para resguardar ese sector del Reino. En la glamurosa sala, varios guardias a distancia vigilaban a ese hombre que reciĂ©n habĂa llegado y fue solicitada su presencia por Ă©l Rey al que servĂa de inmediato. Clack~ Unos minutos despuĂ©s, finalmente la puerta se abriĂł y anunciaron la llegada del Rey. Lance Lamparth se apresurĂł caminando hasta el sofá donde se encontraba sentado ese BarĂłn rubio. El Rey se detuvo justo frente a Ă©l a poco más de un metro de distancia. — ÂżPor quĂ© me has llamado? — PreguntĂł Allen Jones. — EscuchĂ© que a la una de la tarde, hay un juicio… ÂżQuĂ© rayos sucediĂł en mi ausencia? — No te llamĂ© para darte informaciĂłn confidencial. — ContestĂł Lance tajante. — Debes volver a tu mansiĂłn, hay un carruaje listo esperando por
…..— Ante todo los presentes como testigos, el juicio se llevará acabo en dos partes. — Hablaba el vocero del Rey. — Traigan a la doncella de la primer concubina Real de Maita, Lady Chantelle Lorens, hija del BarĂłn y baronesa Lorens. AsĂ mismo a los dos cĂłmplices: los caballeros de la primer concubina, Marko Raid y Fred Lowan. Tras la señal las puertas se abrieron e ingresaron los caballeros que llevaban a Chantelle cada uno a cada costado de ella.AsĂ como los que llevaban a los otros dos cĂłmplices. La mujer de cabello corto oscuro, lucĂa bastante desaliñada, aĂşn vestĂa las ropas de hombre con las que se disfrazĂł e intentĂł huir en la madrugada. Sin embargo Chantelle Lorens caminaba altiva y con total calma. Ella volviĂł a ver en el sector de la izquierda, lugar donde estaban sentados los consejeros del Rey Maitano como testigos en representaciĂłn de cada territorio y departamento del Reino. Sus ojos celestes se encontraron con los cafĂ©s del marquĂ©s Forsten. "SĂ© que Ă©l me ayudará,
DespuĂ©s de que el secretario Real terminĂł de leer los actos cometidos por la concubina asĂ como las declaraciones…El Rey de Maita se puso nuevamente de pie para dar la sanciĂłn. — Primer concubina, Lady Abril Brown, por el delito de invadir una área restringida, como lo es la habitaciĂłn matrimonial de los Reyes. Se le prohĂbe su presencia en el castillo principal, asĂ mismo, se le va a vetar de todo evento Real por un mes completo, esto segĂşn las leyes Maitanas. Cuando Lance terminĂł de dar la primer sanciĂłn. Abril sonriĂł altiva. Virginia quien lo notĂł, cerrĂł sus manos en puños sintiĂ©ndose aĂşn más molesta. — Por el delito de utilizar sustancias prohibidas en el Reino de Maita. — ContinĂşo Lance hablando. — Se registrará absolutamente todo el castillo de las concubinas y sus posesiones en el, para decomisar cualquier sustancia oculta. AsĂ como se comenzará una investigaciĂłn minuciosa para saber de dĂłnde obtuvo dicha sustancia y castigar severamente al proveedor de acuerdo a las leyes
"Él no será un maldito ni conmigo… Ni con lo que yo protejo" PensĂł Virginia conmovida, para segundos despuĂ©s lanzarse a los brazos de su esposo abrazándolo. — ¡Ug!… — Hizo Ă©l un pequeño gesto de dolor cuando la cabeza de Virginia se apoyĂł en el sector izquierdo de su pecho. Ella de inmediato alejĂł la cabeza un poco de ese sector, volviendo a ver hacia arriba el rostro de su marido. — ¡Oh, no! Es cierto… ÂżTe encuentras bien? — PreguntĂł ella recordando lo que le habĂa hecho esa madrugada a Lance. — No es nada… No le prestes atenciĂłn. — Te acabo de escuchar quejarte de dolor y dices que no es nada… — ComentĂł ella viĂ©ndolo con incredulidad, mientras seguĂa aferrada a Ă©l. — AsĂ es, no es nada. — SonriĂł Lance. Virginia suspirĂł cabizbaja. — Pero me siento culpable… — Ja, ÂżAhora te arrepientes de— — ¡No, no me arrepiento! — ExclamĂł ella interrumpiendo a Lance. — Solo pensĂ© que no debĂ tocarte tanto mientras nosotros… Bueno ya sabes… Lance sonriĂł maliciosamente. — SĂ~ tengo que
•••••••••• — ÂżNo vendrá? ÂżAsĂ de simple? ¿Él si sabĂa que se trataba del reporte completo de la frontera, no? — PreguntĂł el BarĂłn Jones al secretario del Rey. — Su majestad, el Rey Lance Lamparth está al tanto del motivo por el que quiere verlo. AĂşn asĂ, tiene otras prioridades y una agenda que cumplir. Respete. El hombre rubio que se encontraba en el salĂłn de espera previo a la oficina del Rey de Maita, frunciĂł el ceño y se marchĂł a pasos rápidos de ahĂ. Estaba molesto. No solo no tenĂa ningĂşn espĂa y no estaba enterado de la situaciĂłn en el territorio Real."Él me está evitando…""ÂżPero a quĂ© se debe?"PensĂł el BarĂłn mientras caminaba, hasta que se encontrĂł a una persona conocida que parecĂa iba hacia la oficina del Rey. — Ni te molestes, Ă©l al parecer tiene otros asuntos de los cuales ocuparse. — InformĂł Allen Jones a Charlie Evans, el comandante de la seguridad Real. — ÂżEs asĂ? Gracias por el aviso, aĂşn asĂ a quien quiero ver es al secretario. Allen se le quedĂł viendo ser
…..CLINK~ Un fino sonido resonĂł en la habitaciĂłn cuando la espada de Virginia fue a dar varios metro a distancia. Ella se quedĂł completamente inmĂłvil. ¡Estaba en shock! Hizo tal como Lance le estaba pidiendo y atacĂł con un movimiento directo, uno que lo tomĂł a Ă©l por sorpresa y tuvo que evadir con un hábil movimiento para desprender la espada de las manos de esa enfadada Gorianita. "MaldiciĂłn…"PensĂł Ă©l sintiendo como su corazĂłn latĂa rápidamente. "No volverĂ© a provocarla asĂ" Se prometiĂł a si mismo. Los aplausos de parte de Tiana sonaron en ese momento. — Felicidades mi Reina, lo hizo muy bien. — FelicitĂł la guardiana pelirroja a Virginia. — ÂżSi? ÂżRealmente… Estuvo bien? — PreguntĂł ella un poco asustada por el movimiento de Lance. — No te bastĂł mi pecho, apuntaste hoy directamente a mi brazo, casi me dejas coto~ — SonriĂł Ă©l falsamente bromeando con su Reina. Virginia se ruborizĂł.Tiana no entendiĂł nada, viendo a sus Reyes confundida. "ÂżNo le bastĂł su pecho? ÂżDe quĂ© habl
Allen Jones se quedĂł perplejo. Él no creĂa que Virginia pudiera estar enamorada de alguien como Lance. — ¡Mientes! Él te está obligando a decirme eso, ¡MaldiciĂłn! SabĂa que iba a suceder… — DecĂa el BarĂłn apoyando su mano en su cabeza y con una clara expresiĂłn de incredulidad. Él posĂł sus ojos de un marrĂłn claro en Lance, quien lo veĂa con total seriedad. — Cuando pensĂ© que no podrĂas hacer una jugada más baja me has sorprendido. — ComentĂł Allen intentando mantener la calma.Seguidamente ese BarĂłn rubio, volviĂł a ver a la mujer Gorianita. — SĂ© que no estás enamorada de Lance, Ă©l solo está jugando contigo y haciĂ©ndote creer que es de ese modo. Él fue quien asesinĂł a tu familia… A todo tu Linaje, ÂżCĂłmo puedes simplemente decir que lo amas? Todos los Wiztan que fallecieron por su sed de venganza se sentirĂan decepcionados de ti. Virginia se sorprendiĂł al escuchar esas palabras. Ella era consciente de que Lance no era bueno. Sin embargo… Sus hermosos ojos azules zafiros volvieron
••••••••••Su mirada celeste perdida en la nada… Sus ojos ardĂan despuĂ©s de tanto llorar. Las lágrimas se habĂan secado en su rostro mientras su cuerpo se quedaba inmĂłvil. En una esquina del frĂo calabozo, se encontraba Chantelle Lorens. Unos pasos se escucharon a la distancia, pero la mujer de cabello corto oscuro no les prestĂł atenciĂłn. La posibilidad de que fueran soldados que vigilaban el lugar era muy alta, esos tediosos hombres que la habĂan estado maldiciendo y tratando como si fuera la peor escoria del Reino. Era considerada una terrorista despuĂ©s de todo.Alguien que atacĂł el castillo principal destruyendo una parte del sector sur "buscando asesinar a los Reyes" para despuĂ©s simplemente huir. Tap, tap~ Sonaban los pasos cada vez más cerca, hasta que ella distinguiĂł que no era el sonido de botas pesadas de soldados, si no de zapatillas. Ella se levantĂł de la esquina del piso donde se encontraba sentada y se acercĂł a toda prisa a las verjas. — Se… Sebastián… — SusurrĂł