Mientras que en aquel lugar se podría cortar la tensión con un cuchillo, Lucy se queda mirando la expresión de ambos hombres, que se observan retadoramente, como si fuera un partido de tenis.
Ella pensó que lo de Max era un chiste, tal vez, que solo se trataba de un asunto de ego o que le quitó alguna chica en el pasado, pero lo que veía entre los dos era la mirada de dos hombres que se hicieron daño, que se enfrentaron por algo más que una chica de ocasión.
La afrenta de la que habló su hijo es por un amor intenso.
El tema era dilucidar de quién había sido el amor y quién se la llevó luego, aunque creía saber quién era el principal afectado y esta vez no se quedaría sin respuestas. Pero, por ahora, debía hacer algo antes de que esos dos hombres se mataran telepáticamente.
Se aclara la garganta y Max le suelta la mano a Evan, quien no hace ni un gesto de dolor o de acariciarla, luego de que se la apretara más de la cuenta.
—Muchas gracias, senador, por la invitación —le dice con una sonrisa que parece cómoda, pero dista mucho de eso—. Es un honor poder ayudarle con sus requerimientos.
—Sí, estamos seguros que podremos ayudarle con lo que sea necesite de Hunter Security Solutions —agrega Kevin, que solo quiere darle una palmada en la nuca a su hermano, pero hacerlo delante de otra persona sería minimizar su imagen de empresario agudo—.
—Tome, asiento, por favor —Evan se apresura a tomar una silla para ofrecérsela a Lucy, pero Max lo empuja y le sonríe a su madre, pero ella solo entrecierra los ojos con la clara advertencia de que está en problemas—. Yo soy el agradecido de que pudieran asistir a esta reunión de trabajo…
—A ver, Smith, primero dejemos claro dos cosas. En primer lugar, esta no es una reunión de trabajo, es una de propuestas. En segundo lugar, me parece perfecto que agradezcas que estemos aquí, considerando que cambiaste el lugar tres veces —Evan mira a Max con una sonrisa sincera y toma asiento al lado de Lucy—.
—Tienes razón, Max, pero para mí es un hecho que tomaré los servicios de tu exitosa y prestigiosa empresa…
—No me adules, idiota —Lucy y Kevin dan un respingo ante el insulto, pero Evan ni se inmuta—.
—¿Acaso no es exitosa y prestigiosa? —Max le pone mala cara, si es que eso es posible—. A pesar de tus desastres personales, Hunter Security Solutions es rentable, sólida, una de las mejores empresas del país para trabajar, contratar e invertir.
—Idiota.
—Y sobre los cambios —mira a la Lucy y le toma una mano—. Me disculpo, pero tuve un contratiempo en casa y me vi obligado a invitarlos a uno de mis restaurantes favoritos.
—No hay problema, señor Smith —le dice ella con amabilidad, pero Max no está nada contento—.
—Es mejor que lo sueltes, madre, o querrá seducirte luego —Lucy le da un puntapié y Max se queja—. ¡Aauch!
—Compórtate, Max —es todo lo que ella dice, aunque de pronto le provoca darle uno igual al senador, porque acaba de comprobar su teoría—.
—Bien, creo que, si no hay más reproches, podríamos comenzar a hablar, me tomé la libertad de pedir una entrada liviana —dice Evan en tono relajado—. T***s de salmón ahumado con queso crema…
—No me gustan —dice Max y se cruza de brazos, mientras que Kevin lo mira con los ojos a punto de salirse de sus cuencas—.
—Lo sé, por eso te pedí huevos rellenos, tus favoritos.
Lucy y Kevin se miran con el ceño fruncido, sin entender lo que pasa entre esos dos, se conocen bastante, pero también se odian.
—Idiota —es todo lo que le dice Max y mira a otro lado—.
—Bien, su asistente nos dijo que requería de un sistema nuevo para su oficina y su casa —le dice Kevin tratando de no salir corriendo de la vergüenza—. Tenemos un sistema que le puede interesar…
—Tienen muchos, pero lo que le estoy pidiendo es uno que probablemente no han desarrollado aún —le sonríe a cada uno, aunque Max no lo esté viendo—. Quiero uno que no solo se encargue de la seguridad del lugar y mis dispositivos tecnológicos, sino también de saber quién, cuándo y dónde está irrumpiendo en ellos. No solo quiero seguridad, sino también un contraespía virtual.
—¿Algún problema en particular que le sucediera antes?
—No, pero si han visto las noticias, algunos de los integrantes del partido se están viendo en problemas de escándalos, producto de filtraciones de informaciones confidenciales.
—Pero eso bien pudo ser por personas de sus propios equipos quienes filtraron la información —le dice Lucy—.
—Sí, el problema está en que esa información estaba en sus dispositivos personales, esos a los que nuestros colaboradores normalmente no acceden.
—¿Tienes algo que no quieres que se sepa, Smith? —le pregunta Max con sarcasmo, Evan solo ríe—.
—Pues claro que sí, no quisiera que supieran mis números de cuenta, mis claves, dónde vive el resto de mi familia, no quisiera que tuvieran las fotografías de mi hermana en el cumpleaños de mi abuela o de mis padres cocinando juntos —Lucy asiente y toma notas en su teléfono de lo que el senador quiere—. Soy muy celoso con mi intimidad, a diferencia de otros.
Si las palabras fueran golpes, esas habrían noqueado a Max y dejado con una contusión cerebral, pero él como hombre que se respeta, no dice nada, solo bebe un poco de agua y suspira cansado.
—Bien, puedo comenzar a desarrollarlo de inmediato… —dice Kevin, pero el senador lo detiene—.
—No me malentienda, señor Hunter, pero quisiera que sea Max quién se encargue de hacerlo —hasta el aludido se queda con la boca abierta—. Verá… la persona que lo desarrolle será quien tenga el acceso, además de mí, por lo que debe ser de mi entera confianza —Max lo mira fijamente y puede ver que habla con sinceridad, sin una pizca de malicia en sus palabras—. Y yo confío en Max.
—Me estás jodien… — pero un pellizco de su madre lo detiene de decir la grosería—. ¿Es una broma?
—Sabes que esto es serio para mí y cuando algo lo es, yo no bromeo —apoya los codos en la mesa y posa el mentón en sus manos—. Solo tú tendrás acceso a mi intimidad, si quieres en la fase de desarrollo y pruebas, puedes involucrar a quien quieras, incluso a tu hermano, pero cuando llegue la fase de implementación, quiero que solo tú te encargues.
—No.
—Max…
—No, madre. Ya una vez me dejé embaucar por este idiota y perdí mucho más que el orgullo o el ego —se pone de pie y mira a Evan—. Si quieres nuestros servicios, que lo haga mi hermano, es mil veces más confiable que yo. Me retiro, debo ir al hospital.
—Si lo haces, te diré dónde está —Max lo mira como si le hubiese dicho una grosería y gruñe.
Max mira a Evan con molestia, ¿por qué tiene que sacarla a ella a colación?—Siempre he sabido dónde está.—Entonces te diré por qué yo me quedé solo, como tú —Max duda un momento y se vuelve a sentar, con la risa más burlona de toda su vida—. Supongo que sigues siendo el mismo chismoso de siempre.—Sí, pero quiero saber cómo el gran Evan Smith terminó tirado… imagino que peor que yo.—No te equivocas —llega el mesero con las entradas, momento que Evan aprovecha para sonreír con cierta tristeza—. Creo que los dos lo tomamos de manera distinta, tú te fuiste por la diversión, yo por alejarme de la gente.—Sí, y para eso te hiciste senador, para estar lejos de la gente.—Contrario de lo que crees, esto te aleja mucho de las personas, porque no te ven de la misma
Los días pasaron para Giselle, sumergida entre el trabajo y su nula vida social.Ya le habían entregado el auto del taller, parecía como nuevo, como si nunca ese patán de ojos grises y cuerpo de dios griego lo hubiese impactado, pero aprovechando la generosidad del hombre, se quedó con el nuevo.Ahora mismo, iba recorriendo la ruta a su trabajo, escuchando su música favorita, que iba entre el pop, el rock y el metal. Sus dedos van tocando al ritmo de la música sobre el volante, hasta que una de las canciones que la desordena comienza a sonar, sube el volumen y comienza a cantar fuerte.—This ain’t a song for the broken-hearted…Mueve la cabeza al ritmo de la música, el cabello se le comienza a soltar de a poco, hasta que ella misma se quita el broche que lo sostiene. Es un verdadero espectáculo para aquellos autos que la rodean, algunos comienzan a grabarla, aprovechando el atochamiento.Ella no se cohíbe, sigue con lo suyo hasta que una llamada le entra y debe detener la música.—¿Al
—Hola, chica del choque… —pero una bofetada lo calla y lo obliga a ponerse la mano en la mejilla.Cuando ve a la cara a Giselle, se da cuenta que su cabello va desaliñado, como si alguien se lo hubiese revuelto.—No puedo creer que fueras tú… por eso te me hacías conocido, ¡patán!—¿Te sirvió el auto que te mandé?—¡Sí! —le dice ella amenazando con un puño frente a su cara—.—Lo siento, ese día no era yo.—¡Por supuesto que no! ¡¡Seguro seguías con la resaca de la fiesta de la noche anterior!!—Disculpen —dice Lucy tímidamente, parándose entre ellos, para evitar que Giselle la deje sin hijo mayor—. ¿Se conocen?—Lamentablemente, sí —responde Giselle, sin dejar de fulminarlo con la mirada—.Su enojo no es por el choque, sino por recordar que Max Hunter es el suripanto más grande de la ciudad… que ciudad, ¡del estado!Y ella pensando todos esos días en él, dedicándole suspiros. Se siente como una perfecta idiota.—Mamá… ella es la chica a la que choqué el otro día.—¡No puede ser! ¡Tú s
Los días fueron pasando para Giselle, entre papeles, reuniones y llamadas infructuosas a su padre. Es casi cerca del mediodía, el estómago le ruge y ya no puede concentrarse en el trabajo de esa manera, así que decide parar e ir a comer, antes que su estómago la absorba por completo.Guarda los documentos en el computador, arregla un poco su escritorio y toma su bolso. Mientras camina a la salida, coge su teléfono para llamar otra vez a su padre, a ver si esta vez le responde. Cuando sale, le hace un gesto a Tomy y este le sonríe. También es su hora de almuerzo.Como nadie responde del otro lado, guarda su teléfono en el bolsillo y espera el ascensor, balanceándose sobre sus pies y con el dedo índice derecho entre sus dientes, pensando en lo tranquila que ha estado su vida por esos días.Y me refiero a que para ella tranquila, es sin contratiempos.Las puertas se abren, se
—Evan… me contrataste para que te ayudara a mejorar las relaciones con los medios de comunicación y todo el resto de la humanidad, pero yo no veo que tengas problemas para relacionarte. ¿Me dirás por qué llegaste a SPR?—Créeme, con la única persona que me comporto así es contigo, porque siento que puedo relajarme contigo.—¿Por qué?—Porque me pusiste en la cara tu accidente como un reto abierto que habías superado y me dejaste como payaso.—No fue así…—Para mí sí. Creo que nunca me voy a olvidar de la primera vez que te vi, llegaste como si nada, desafiante, con tu mirada me dijiste “aquí estoy, idiota”.—No estaba pensando eso… más bien “no era tan viejo como esperaba”.—¿Creías que era viejo? ¡¿Por qué
Cuando Giselle abre los ojos por la mañana del sábado, sonríe al saber que por fin verá al hombre más importante de su vida después de tantos días. Sale de la cama, se despereza con ánimo y se va al gimnasio en la habitación contigua, se coloca los audífonos y deja que la trotadora se lleve el estrés de toda la semana.Suda cada uno de los problemas que resolvió, los que se están resolviendo y con mayor razón, aquellos que no tienen para cuando solucionarse.El trote es ligero, pero la ayuda a canalizar la energía, a pensar en toda su vida por estos días y qué mejor hacerlo al ritmo de In the Shadows de The Rasmus. Hasta que aparecen esos ojos grises frente a ella, con una mezcla de burla e invitación, esa que se niega a aceptar.Aumenta el ritmo y comienza a correr, tratando de escapar de esos pensamientos, pero mientras más rápido lo hace, es peor.La llamada de su asistente la saca de ese exorcismo fallido, ralentiza el paso y contesta jadeante.—Señor… Joules…—Señorita, disculpe
Cuando al fin llega al observatorio Griffith, camina por el costado y deja salir su rabia en forma de lágrimas. Sollozos fuertes y lastimeros, como un animal herido. Y por supuesto que está muy herida, porque la persona a la que más ama en este mundo, en la que más confiaba, la usó para esconder sus porquerías.—Creo que es momento de tomar muchas decisiones, Giselle…Tras un tiempo indeterminado así, tomando decisiones, siente que puede regresar a su vida para enfrentarse a su padre y a todas las consecuencias que traerán las malas decisiones de su progenitor. Ve la hora de su reloj, su padre debería estar por llegar, por lo que se limpia el rostro y regresa a su auto, para luego salir con dirección al aeropuerto.Ni siquiera llama a Lilly, porque su hermana se pondrá de parte de su padre y lo que ella quiere es enfrentarlo en cuanto el hombre se baje del avión.
Max se ve forzado a abrir los ojos producto de un gran chorro de agua fría y hielo que le cae a la cara. Se sienta en la cama… o al menos creía que allí estaba durmiendo, y ve a su madre sentada sobre la mesita de noche.—Pero que buena noche que tuviste, ¿verdad hijo mío?—Mamá…—No, la vecina a la que le tiraste el macetero al lado de su puerta —le dice con sorna y Max se pasa las manos por la cabeza, frunciendo el ceño para tratar de recordar cómo llegó allí—.—Yo no tengo vecinos… — le dice cuando recuerda que vive en el ático del edificio—.—En este piso, pero sí que tienes en los pisos de abajo y te diré, en los tres pisos donde te bajaste equivocado, dejaste tu huella.—Me voy a disculpar con ellos —hace ademán de ponerse de pie, pero Lucy le hace el ge