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Capítulo 5: El idiota y el patán

Mientras que en aquel lugar se podría cortar la tensión con un cuchillo, Lucy se queda mirando la expresión de ambos hombres, que se observan retadoramente, como si fuera un partido de tenis.

Ella pensó que lo de Max era un chiste, tal vez, que solo se trataba de un asunto de ego o que le quitó alguna chica en el pasado, pero lo que veía entre los dos era la mirada de dos hombres que se hicieron daño, que se enfrentaron por algo más que una chica de ocasión.

La afrenta de la que habló su hijo es por un amor intenso.

El tema era dilucidar de quién había sido el amor y quién se la llevó luego, aunque creía saber quién era el principal afectado y esta vez no se quedaría sin respuestas. Pero, por ahora, debía hacer algo antes de que esos dos hombres se mataran telepáticamente.

Se aclara la garganta y Max le suelta la mano a Evan, quien no hace ni un gesto de dolor o de acariciarla, luego de que se la apretara más de la cuenta.

—Muchas gracias, senador, por la invitación —le dice con una sonrisa que parece cómoda, pero dista mucho de eso—. Es un honor poder ayudarle con sus requerimientos.

—Sí, estamos seguros que podremos ayudarle con lo que sea necesite de Hunter Security Solutions —agrega Kevin, que solo quiere darle una palmada en la nuca a su hermano, pero hacerlo delante de otra persona sería minimizar su imagen de empresario agudo—.

—Tome, asiento, por favor —Evan se apresura a tomar una silla para ofrecérsela a Lucy, pero Max lo empuja y le sonríe a su madre, pero ella solo entrecierra los ojos con la clara advertencia de que está en problemas—. Yo soy el agradecido de que pudieran asistir a esta reunión de trabajo…

—A ver, Smith, primero dejemos claro dos cosas. En primer lugar, esta no es una reunión de trabajo, es una de propuestas. En segundo lugar, me parece perfecto que agradezcas que estemos aquí, considerando que cambiaste el lugar tres veces —Evan mira a Max con una sonrisa sincera y toma asiento al lado de Lucy—.

—Tienes razón, Max, pero para mí es un hecho que tomaré los servicios de tu exitosa y prestigiosa empresa…

—No me adules, idiota —Lucy y Kevin dan un respingo ante el insulto, pero Evan ni se inmuta—.

—¿Acaso no es exitosa y prestigiosa? —Max le pone mala cara, si es que eso es posible—. A pesar de tus desastres personales, Hunter Security Solutions es rentable, sólida, una de las mejores empresas del país para trabajar, contratar e invertir.

—Idiota.

—Y sobre los cambios —mira a la Lucy y le toma una mano—. Me disculpo, pero tuve un contratiempo en casa y me vi obligado a invitarlos a uno de mis restaurantes favoritos.

—No hay problema, señor Smith —le dice ella con amabilidad, pero Max no está nada contento—.

—Es mejor que lo sueltes, madre, o querrá seducirte luego —Lucy le da un puntapié y Max se queja—. ¡Aauch!

—Compórtate, Max —es todo lo que ella dice, aunque de pronto le provoca darle uno igual al senador, porque acaba de comprobar su teoría—.

—Bien, creo que, si no hay más reproches, podríamos comenzar a hablar, me tomé la libertad de pedir una entrada liviana —dice Evan en tono relajado—. T***s de salmón ahumado con queso crema…

—No me gustan —dice Max y se cruza de brazos, mientras que Kevin lo mira con los ojos a punto de salirse de sus cuencas—.

—Lo sé, por eso te pedí huevos rellenos, tus favoritos.

Lucy y Kevin se miran con el ceño fruncido, sin entender lo que pasa entre esos dos, se conocen bastante, pero también se odian.

—Idiota —es todo lo que le dice Max y mira a otro lado—.

—Bien, su asistente nos dijo que requería de un sistema nuevo para su oficina y su casa —le dice Kevin tratando de no salir corriendo de la vergüenza—. Tenemos un sistema que le puede interesar…

—Tienen muchos, pero lo que le estoy pidiendo es uno que probablemente no han desarrollado aún —le sonríe a cada uno, aunque Max no lo esté viendo—. Quiero uno que no solo se encargue de la seguridad del lugar y mis dispositivos tecnológicos, sino también de saber quién, cuándo y dónde está irrumpiendo en ellos. No solo quiero seguridad, sino también un contraespía virtual.

—¿Algún problema en particular que le sucediera antes?

—No, pero si han visto las noticias, algunos de los integrantes del partido se están viendo en problemas de escándalos, producto de filtraciones de informaciones confidenciales.

—Pero eso bien pudo ser por personas de sus propios equipos quienes filtraron la información —le dice Lucy—.

—Sí, el problema está en que esa información estaba en sus dispositivos personales, esos a los que nuestros colaboradores normalmente no acceden.

—¿Tienes algo que no quieres que se sepa, Smith? —le pregunta Max con sarcasmo, Evan solo ríe—.

—Pues claro que sí, no quisiera que supieran mis números de cuenta, mis claves, dónde vive el resto de mi familia, no quisiera que tuvieran las fotografías de mi hermana en el cumpleaños de mi abuela o de mis padres cocinando juntos —Lucy asiente y toma notas en su teléfono de lo que el senador quiere—. Soy muy celoso con mi intimidad, a diferencia de otros.

Si las palabras fueran golpes, esas habrían noqueado a Max y dejado con una contusión cerebral, pero él como hombre que se respeta, no dice nada, solo bebe un poco de agua y suspira cansado.

—Bien, puedo comenzar a desarrollarlo de inmediato… —dice Kevin, pero el senador lo detiene—.

—No me malentienda, señor Hunter, pero quisiera que sea Max quién se encargue de hacerlo —hasta el aludido se queda con la boca abierta—. Verá… la persona que lo desarrolle será quien tenga el acceso, además de mí, por lo que debe ser de mi entera confianza —Max lo mira fijamente y puede ver que habla con sinceridad, sin una pizca de malicia en sus palabras—. Y yo confío en Max.

—Me estás jodien… — pero un pellizco de su madre lo detiene de decir la grosería—. ¿Es una broma?

—Sabes que esto es serio para mí y cuando algo lo es, yo no bromeo —apoya los codos en la mesa y posa el mentón en sus manos—. Solo tú tendrás acceso a mi intimidad, si quieres en la fase de desarrollo y pruebas, puedes involucrar a quien quieras, incluso a tu hermano, pero cuando llegue la fase de implementación, quiero que solo tú te encargues.

—No.

—Max…

—No, madre. Ya una vez me dejé embaucar por este idiota y perdí mucho más que el orgullo o el ego —se pone de pie y mira a Evan—. Si quieres nuestros servicios, que lo haga mi hermano, es mil veces más confiable que yo. Me retiro, debo ir al hospital.

—Si lo haces, te diré dónde está —Max lo mira como si le hubiese dicho una grosería y gruñe.

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