Cuando Max llega a la oficina, el guardia corre hacia él asustado, para ver en qué condiciones llegó su jefe, si el auto está así de malogrado…
—¡Señor Hunter! ¿Se encuentra usted bien?
—Sí, tranquilo, no me pasó nada grave, excepto que el airbag se activó y casi me rompe la nariz.
—¡Por dios, su madre debería saberlo!
—¡No! Yo seré quien se lo diga, gracias… solo deje esa cosa ahí —dice señalando el auto y camina con cierta dificultad para respirar—.
Entra al edificio y todos lo saludan con cordialidad, aunque puede notar que algunas de las mujeres lo miran con lascivia, algunas no se cohíben en pasar la lengua por sus labios de manera seductora, lanzarle besos o cerrarle el ojo.
—Rayos, sí que me grabaron —dice para sí mismo con remordimientos, se rasca la frente y sigue su camino al ascensor—.
Cuando las puertas se abren, sube y aprieta el botón para que se cierren las puertas lo antes posible, esas mujeres le dan miedo precisamente porque pueden convencerlo de hacer algo que no debería repetir.
Al abrirse las puertas nuevamente, da dos pasos antes de ver a su hermano gritando por teléfono.
—¡Pues quiten esos videos de una vez o los demandaré por difusión de pornografía! —corta la llamada y mira a Max, acercándose de manera peligrosa hacia él—.
Kevin camina hasta una oficina, Max lo sigue y cierra la puerta, para saludar a su hermano menor.
—¡Hermanito! —pero un puñetazo en el mentón lo calla y a Max como fuera de sí—.
—¿Tanto odias hacerte cargo de mis escándalos? —le dice mirándolo con recelo—.
—Esto no es un escándalo, ¡es una cagada monumental!
—No digas groserías, sabes que a mamá no le gustan —trata de alivianar el ambiente con su hermano, pero no lo consigue—.
—¡No quiero oírte ahora, a la oficina de mamá! ¡¡Ahora!!
Max camina en silencio, molesto y algo mareado, cuando entra a la oficina de su madre, ella se acerca para regañarlo por llegar tarde, pero Max se desploma sin ninguna amortiguación y Lucy corre hacia él.
—¡Déjalo, madre, debe ser una nueva táctica para que no lo regañes! —Kevin no hace el menor intento de ayudar a su hermano, porque sabe que bien puede fingir un desmayo para librarse de los regaños de su madre—.
—Kevin, tu hermano no se está haciendo —dice ella tratando de despertarlo, pero sin conseguir nada—. ¡Ayúdame!
—Debe estar fingiendo —Kevin trata de creerse esas palabras, porque no quiere pensar que él es el causante del desplome de su hermano—, no creo el golpe que le di lo noqueó con retardo o algo así…
—¡¿Golpeaste a tu hermano?! —Lucy lo mira espantada y él se muestra afligido, porque en verdad Max no reacciona—.
—¡Te dije que lo haría, estoy enojado! — trata de justificarse, pero es tarde. Lucy está muy cabreada… con los dos—.
—Cuando tu hermano se despierte, te daré las nalgadas que no te di en la vida —le dice entre dientes—, ni siquiera cuando me pusiste pimienta en el postre por quitarte la mascota.
—No importa, se lo merecía y yo ya me siento mejor —deja salir un bufido y se acerca a su madre, ayuda a Max a levantarse, arrastrándolo al sofá—.
—Tenías que hacerle esto, justo cuando debemos reunirnos con el senador…
—De todas maneras, él no quiere ir y yo acepto que no vaya, luego del… escándalo de anoche.
—Es tu hermano —Lucy saca una pequeña botella de perfume de su cartera y la coloca cerca de la nariz de Max—. No deberías golpearlo, dios… ¡Kevin, estoy tan molesta, no los crie así! Tú nunca le faltaste el respeto a tu hermano.
—Madre, me supera —ven que Max comienza a abrir los ojos y Kevin se separa de ellos—. Esta vez fue demasiado lejos, tuvo sexo, con cuatro mujeres, en un lugar público. Te faltó el respeto a ti y a mí con esa acción.
—Se supone que estaba en uno de los privados del lugar, así que quien hizo aquella grabación, de cierta manera, invadió la privacidad de tu hermano…
—Deja de justificarlo, madre —le dice rodando los ojos, porque no le gusta que Lucy termine tomando parte por Max siempre—.
—No lo estoy justificando, yo también quiero darle con mi bolso —Max la mira y puede ver los ojos de su madre aguados solo unos segundos, porque aparta la mirada en seguida—, pero no puedo dejarme llevar por lo primero que siento.
—¿Y qué harás? ¿Dejarás que las cosas se calmen como siempre? —le dice con sarcasmo y ella lo mira como si quisiera lanzarlo por la ventana—.
—No, esta vez voy a intervenir de manera directa —le toca la mandíbula a Max y este se queja—. ¿Estás bien?
—Vaya, hasta que dejas de criticar mi estilo de vida y te preocupas de mí —trata de incorporarse, pero un leve dolor en el pecho se lo impide—.
—¿Qué te pasa?
—Tuve un accidente, madre, por eso llegué tarde.
—¿Un accidente? ¡¿Qué?! ¡Kevin, golpeaste a tu hermano en esas condiciones! —se pone de pie y toma de una oreja a su hijo menor—.
—¡Mamá, ¿no crees que debemos ocuparnos de Max?! ¡Yo no sabía nada!
—Cierto —lo suelta y vuelve con Max—. ¿Te duele algo más hijito? ¿Tienes alguna herida?
—Solo me duele el orgullo, porque mi hermano menor me golpeó.
—Ese te lo golpeaste tú mismo, con el video que salió en todos lados —sisea Kevin y los dos se miran retadoramente—.
—¡Basta! Iremos al hospital… — la sentencia de Lucy hace que Max deje de moverse, porque no quiere ir a un hospital, para él ese día es muy importante—.
—No, tenemos una cita con el senador en una hora —dice Max, que se sienta con dificultad—.
—Tú no quieres ir, vete a tu departamento —responde con ligereza su hermano, pero Lucy mira a Kevin y este levanta las manos—. O ven con nosotros, no me molesta.
—Iré, ese senador me debe una, soy el CEO y quiero darme el lujo de decirle que no a su petición.
—Max, por eso no quiero que vayas, ¿tienes idea del prestigio que nos daría desarrollar un sistema de seguridad para un senador? —Kevin lo mira con incredulidad—.
—Me importa una mier… un cacahuate —cambia la palabra en el último segundo, cuando ve la cara de su madre—. Él tiene una afrenta conmigo desde hace un tiempo y esta es mi oportunidad de cobrármela.
—Estás siendo infantil. Sabía que eres irresponsable y te gusta vivir como adolescente, pero no que la empresa no te importe un carajo —lo regaña Kevin—.
—¡Esta empresa es mi vida! —se para Max de repente, pero se arrepiente cuando el dolor en las costillas lo detienen de avanzar—.
—¡¡Demuéstralo!! O te quedas aquí o aceptas trabajar para el senador.
—Yo no trabajo para nadie…
—¡Ya basta los dos! —dice Lucy en un tono que no permite más discusiones—. Max irá con nosotros, pero no para cobrarse su antigua afrenta, sino para aceptar cooperar con el senador — Max abre la boca y ella lo calla levantado su dedo índice—. Sigo siendo la dueña de esta empresa y tu madre, o haces caso por una o por otra razón, pero no harás nada que nos perjudique.
—Creo que debería quedarme —dice cruzándose de brazos—. Soy una vergüenza para ustedes, ¿no?
—No te preocupes por eso, ya encontré la solución, la veremos en unos días. Hoy solo dale la mano al senador y di que sí a todo lo que yo le sonría.
—Algo me dijo Jeanette sobre tu solución, ¿es cierto que quieres contratar a Sparks Public Relations?
—Sí, Phil y su hija son los mejores arreglando este tipo de problemas —Max simula su sonrisa con una mueca de dolor—.
—Dudo que Giselle quiera aceptar trabajar con nosotros, este es una bestia —Lucy le da una palmada en la nuca a Kevin y Max se ríe, recibiendo una también—.
—No le digas así a tu hermano.
—Gracias madre, creo que el accidente no fue suficiente maltrato para mi cuerpo, me faltaban tus regaños, gracias.
—¡Lo siento! —le lleva las manos a la boca y camina a buscar hielo—. Deberías ir al hospital.
—No, quiero verle la cara de payaso a Evan Smith.
—¿Qué te hizo ese hombre que hablas con tanto odio? —interroga curioso su hermano—.
—Nada que te importe a ti —sisea—, solo deben saber que me debe una.
—Me huele a que te quitó una chica —Max lo fulmina con la mirada, mientras que su madre se gira como si hubiese detectado algo importante—.
—¿Es eso?
—No.
—Pero, hijo…
—¡No! Lo que Evan Smith me debe es el honor… ¡Y no salgas con tus estupideces, Kevin! —su hermano cierra la boca y se queda mirando a su hermano, quien le quita el hielo a su madre de las manos y se lo pone en la frente—. Dejaré que cierren el trato con él, pero yo no voy a mover ni un dedo para desarrollar nada para ese cretino.
—Max…
—Vámonos, que tengo hambre y quiero llegar a ese restaurante, antes de que el idiota de Smith vuelva a cambiar el lugar de la reunión.
Así, la familia Hunter sale con rumbo a aquel restaurante, mientras Lucy les dice que se comporten, como si fuera una madre que va al supermercado con sus hijos pequeños y les advierte que no les comprará nada de lo que pidan y mucho menos aceptará berrinches en público.
Cuando salen del imponente edificio y Lucy ve el golpe del auto, ahoga un grito y se sostiene de Kevin.
—Max Elijah Hunter, tú te vas a un hospital.
—Luego de la reunión —se queda helado porque, para ser honesto, no se tomó el trabajo de mirar bien el auto—.
Kevin tira de su madre y su hermano, los hace subir al auto, se sube en el asiento del copiloto y le pide al chofer que los lleve al restaurante en donde el senador finalmente los citó.
Todo fue de último minuto, primero sería en las dependencias de Hunter Security Solutions, luego en la casa del senador, pero hace un rato, justo cuando chocó a Giselle, volvió a cambiar el lugar de encuentro.
Mientras Kevin se come el trayecto rumiando la manera de apagar el incendio que su hermano provocó con su última salida, Max piensa en que la vida al fin lo enfrentará al hombre que le robó lo que una vez fue lo más importante para él.
Ese hombre que fue su amigo, hoy es su enemigo y podrá mostrarle lo diferente que es a ese muchacho ingenuo que conoció en la universidad.
Cuando Kevin se detiene frente al restaurante, su madre le toma la mano y lo mira a los ojos.
—Sea lo que fuese que ese hombre te hiciera en el pasado, por favor, no permitas que la empresa lo pague… un escándalo más y perderemos mucho más que la credibilidad.
—Lo sé, sé el impacto económico que mis acciones de anoche provocaron, madre, te prometo que haré todo lo posible para arreglarlo.
—No quiero que lo arregles, quiero que lo termines —le acaricia el rostro a su hijo y le sonríe con nostalgia, porque aún ve a ese pequeño de doce años alegre y lleno de vida—. Deja que te ayuden a cambiar tu forma de vida o al menos, a que tus aficiones no se vuelvan tan…
—Públicas —responde él y ella asiente—. ¿No te parece ilógico? Contratar a una relacionadora pública, para que mis actividades no sean públicas…
—Si lo dices así, suena estúpido.
—A veces yo lo soy —le da un beso a su madre en la frente y sale del auto—.
Kevin la ayuda a bajar y los tres caminan con paso decidido al interior del restaurante, que se encuentra cercado por agentes de seguridad. Los revisan antes de entrar y luego les indican a dónde ir.
—Cómo sería si ese tarado fuera el presidente —pregunta Max—.
—Te habrían revisado hasta la ropa interior y seguro se espantan —responde Kevin—.
Max finge una sonrisa y Lucy les da una mirada de advertencia. Se acercan a la mesa donde un hombre de cabello castaño está sentado de espaldas, Lucy se adelanta a sus hijos y se para a su lado. Evan deja el diario de inmediato, se pone de pie y le extiende la mano.
—Señora Hunter, un placer conocerla.
—El placer es mío, le presento a mi hijo Kevin —el hombre se acerca y lo saluda de la misma manera—, y mi hijo Max.
Evan extiende la mano para saludar a Max con expresión neutra, mientras que este se queda viendo la mano del hombre por algunos segundos, Lucy lo mira con los ojos abiertos, así que Max solo da media sonrisa, acepta la mano de Evan y la aprieta un poco más de lo que debe.
—Smith…
—Hunter.
Mientras que en aquel lugar se podría cortar la tensión con un cuchillo, Lucy se queda mirando la expresión de ambos hombres, que se observan retadoramente, como si fuera un partido de tenis.Ella pensó que lo de Max era un chiste, tal vez, que solo se trataba de un asunto de ego o que le quitó alguna chica en el pasado, pero lo que veía entre los dos era la mirada de dos hombres que se hicieron daño, que se enfrentaron por algo más que una chica de ocasión.La afrenta de la que habló su hijo es por un amor intenso.El tema era dilucidar de quién había sido el amor y quién se la llevó luego, aunque creía saber quién era el principal afectado y esta vez no se quedaría sin respuestas. Pero, por ahora, debía hacer algo antes de que esos dos hombres se mataran telepáticamente.Se aclara la garganta y Max le suelta la mano a Evan
Max mira a Evan con molestia, ¿por qué tiene que sacarla a ella a colación?—Siempre he sabido dónde está.—Entonces te diré por qué yo me quedé solo, como tú —Max duda un momento y se vuelve a sentar, con la risa más burlona de toda su vida—. Supongo que sigues siendo el mismo chismoso de siempre.—Sí, pero quiero saber cómo el gran Evan Smith terminó tirado… imagino que peor que yo.—No te equivocas —llega el mesero con las entradas, momento que Evan aprovecha para sonreír con cierta tristeza—. Creo que los dos lo tomamos de manera distinta, tú te fuiste por la diversión, yo por alejarme de la gente.—Sí, y para eso te hiciste senador, para estar lejos de la gente.—Contrario de lo que crees, esto te aleja mucho de las personas, porque no te ven de la misma
Los días pasaron para Giselle, sumergida entre el trabajo y su nula vida social.Ya le habían entregado el auto del taller, parecía como nuevo, como si nunca ese patán de ojos grises y cuerpo de dios griego lo hubiese impactado, pero aprovechando la generosidad del hombre, se quedó con el nuevo.Ahora mismo, iba recorriendo la ruta a su trabajo, escuchando su música favorita, que iba entre el pop, el rock y el metal. Sus dedos van tocando al ritmo de la música sobre el volante, hasta que una de las canciones que la desordena comienza a sonar, sube el volumen y comienza a cantar fuerte.—This ain’t a song for the broken-hearted…Mueve la cabeza al ritmo de la música, el cabello se le comienza a soltar de a poco, hasta que ella misma se quita el broche que lo sostiene. Es un verdadero espectáculo para aquellos autos que la rodean, algunos comienzan a grabarla, aprovechando el atochamiento.Ella no se cohíbe, sigue con lo suyo hasta que una llamada le entra y debe detener la música.—¿Al
—Hola, chica del choque… —pero una bofetada lo calla y lo obliga a ponerse la mano en la mejilla.Cuando ve a la cara a Giselle, se da cuenta que su cabello va desaliñado, como si alguien se lo hubiese revuelto.—No puedo creer que fueras tú… por eso te me hacías conocido, ¡patán!—¿Te sirvió el auto que te mandé?—¡Sí! —le dice ella amenazando con un puño frente a su cara—.—Lo siento, ese día no era yo.—¡Por supuesto que no! ¡¡Seguro seguías con la resaca de la fiesta de la noche anterior!!—Disculpen —dice Lucy tímidamente, parándose entre ellos, para evitar que Giselle la deje sin hijo mayor—. ¿Se conocen?—Lamentablemente, sí —responde Giselle, sin dejar de fulminarlo con la mirada—.Su enojo no es por el choque, sino por recordar que Max Hunter es el suripanto más grande de la ciudad… que ciudad, ¡del estado!Y ella pensando todos esos días en él, dedicándole suspiros. Se siente como una perfecta idiota.—Mamá… ella es la chica a la que choqué el otro día.—¡No puede ser! ¡Tú s
Los días fueron pasando para Giselle, entre papeles, reuniones y llamadas infructuosas a su padre. Es casi cerca del mediodía, el estómago le ruge y ya no puede concentrarse en el trabajo de esa manera, así que decide parar e ir a comer, antes que su estómago la absorba por completo.Guarda los documentos en el computador, arregla un poco su escritorio y toma su bolso. Mientras camina a la salida, coge su teléfono para llamar otra vez a su padre, a ver si esta vez le responde. Cuando sale, le hace un gesto a Tomy y este le sonríe. También es su hora de almuerzo.Como nadie responde del otro lado, guarda su teléfono en el bolsillo y espera el ascensor, balanceándose sobre sus pies y con el dedo índice derecho entre sus dientes, pensando en lo tranquila que ha estado su vida por esos días.Y me refiero a que para ella tranquila, es sin contratiempos.Las puertas se abren, se
—Evan… me contrataste para que te ayudara a mejorar las relaciones con los medios de comunicación y todo el resto de la humanidad, pero yo no veo que tengas problemas para relacionarte. ¿Me dirás por qué llegaste a SPR?—Créeme, con la única persona que me comporto así es contigo, porque siento que puedo relajarme contigo.—¿Por qué?—Porque me pusiste en la cara tu accidente como un reto abierto que habías superado y me dejaste como payaso.—No fue así…—Para mí sí. Creo que nunca me voy a olvidar de la primera vez que te vi, llegaste como si nada, desafiante, con tu mirada me dijiste “aquí estoy, idiota”.—No estaba pensando eso… más bien “no era tan viejo como esperaba”.—¿Creías que era viejo? ¡¿Por qué
Cuando Giselle abre los ojos por la mañana del sábado, sonríe al saber que por fin verá al hombre más importante de su vida después de tantos días. Sale de la cama, se despereza con ánimo y se va al gimnasio en la habitación contigua, se coloca los audífonos y deja que la trotadora se lleve el estrés de toda la semana.Suda cada uno de los problemas que resolvió, los que se están resolviendo y con mayor razón, aquellos que no tienen para cuando solucionarse.El trote es ligero, pero la ayuda a canalizar la energía, a pensar en toda su vida por estos días y qué mejor hacerlo al ritmo de In the Shadows de The Rasmus. Hasta que aparecen esos ojos grises frente a ella, con una mezcla de burla e invitación, esa que se niega a aceptar.Aumenta el ritmo y comienza a correr, tratando de escapar de esos pensamientos, pero mientras más rápido lo hace, es peor.La llamada de su asistente la saca de ese exorcismo fallido, ralentiza el paso y contesta jadeante.—Señor… Joules…—Señorita, disculpe
Cuando al fin llega al observatorio Griffith, camina por el costado y deja salir su rabia en forma de lágrimas. Sollozos fuertes y lastimeros, como un animal herido. Y por supuesto que está muy herida, porque la persona a la que más ama en este mundo, en la que más confiaba, la usó para esconder sus porquerías.—Creo que es momento de tomar muchas decisiones, Giselle…Tras un tiempo indeterminado así, tomando decisiones, siente que puede regresar a su vida para enfrentarse a su padre y a todas las consecuencias que traerán las malas decisiones de su progenitor. Ve la hora de su reloj, su padre debería estar por llegar, por lo que se limpia el rostro y regresa a su auto, para luego salir con dirección al aeropuerto.Ni siquiera llama a Lilly, porque su hermana se pondrá de parte de su padre y lo que ella quiere es enfrentarlo en cuanto el hombre se baje del avión.