Max mira a Evan con molestia, ¿por qué tiene que sacarla a ella a colación?
—Siempre he sabido dónde está.
—Entonces te diré por qué yo me quedé solo, como tú —Max duda un momento y se vuelve a sentar, con la risa más burlona de toda su vida—. Supongo que sigues siendo el mismo chismoso de siempre.
—Sí, pero quiero saber cómo el gran Evan Smith terminó tirado… imagino que peor que yo.
—No te equivocas —llega el mesero con las entradas, momento que Evan aprovecha para sonreír con cierta tristeza—. Creo que los dos lo tomamos de manera distinta, tú te fuiste por la diversión, yo por alejarme de la gente.
—Sí, y para eso te hiciste senador, para estar lejos de la gente.
—Contrario de lo que crees, esto te aleja mucho de las personas, porque no te ven de la misma
Los días pasaron para Giselle, sumergida entre el trabajo y su nula vida social.Ya le habían entregado el auto del taller, parecía como nuevo, como si nunca ese patán de ojos grises y cuerpo de dios griego lo hubiese impactado, pero aprovechando la generosidad del hombre, se quedó con el nuevo.Ahora mismo, iba recorriendo la ruta a su trabajo, escuchando su música favorita, que iba entre el pop, el rock y el metal. Sus dedos van tocando al ritmo de la música sobre el volante, hasta que una de las canciones que la desordena comienza a sonar, sube el volumen y comienza a cantar fuerte.—This ain’t a song for the broken-hearted…Mueve la cabeza al ritmo de la música, el cabello se le comienza a soltar de a poco, hasta que ella misma se quita el broche que lo sostiene. Es un verdadero espectáculo para aquellos autos que la rodean, algunos comienzan a grabarla, aprovechando el atochamiento.Ella no se cohíbe, sigue con lo suyo hasta que una llamada le entra y debe detener la música.—¿Al
—Hola, chica del choque… —pero una bofetada lo calla y lo obliga a ponerse la mano en la mejilla.Cuando ve a la cara a Giselle, se da cuenta que su cabello va desaliñado, como si alguien se lo hubiese revuelto.—No puedo creer que fueras tú… por eso te me hacías conocido, ¡patán!—¿Te sirvió el auto que te mandé?—¡Sí! —le dice ella amenazando con un puño frente a su cara—.—Lo siento, ese día no era yo.—¡Por supuesto que no! ¡¡Seguro seguías con la resaca de la fiesta de la noche anterior!!—Disculpen —dice Lucy tímidamente, parándose entre ellos, para evitar que Giselle la deje sin hijo mayor—. ¿Se conocen?—Lamentablemente, sí —responde Giselle, sin dejar de fulminarlo con la mirada—.Su enojo no es por el choque, sino por recordar que Max Hunter es el suripanto más grande de la ciudad… que ciudad, ¡del estado!Y ella pensando todos esos días en él, dedicándole suspiros. Se siente como una perfecta idiota.—Mamá… ella es la chica a la que choqué el otro día.—¡No puede ser! ¡Tú s
Los días fueron pasando para Giselle, entre papeles, reuniones y llamadas infructuosas a su padre. Es casi cerca del mediodía, el estómago le ruge y ya no puede concentrarse en el trabajo de esa manera, así que decide parar e ir a comer, antes que su estómago la absorba por completo.Guarda los documentos en el computador, arregla un poco su escritorio y toma su bolso. Mientras camina a la salida, coge su teléfono para llamar otra vez a su padre, a ver si esta vez le responde. Cuando sale, le hace un gesto a Tomy y este le sonríe. También es su hora de almuerzo.Como nadie responde del otro lado, guarda su teléfono en el bolsillo y espera el ascensor, balanceándose sobre sus pies y con el dedo índice derecho entre sus dientes, pensando en lo tranquila que ha estado su vida por esos días.Y me refiero a que para ella tranquila, es sin contratiempos.Las puertas se abren, se
—Evan… me contrataste para que te ayudara a mejorar las relaciones con los medios de comunicación y todo el resto de la humanidad, pero yo no veo que tengas problemas para relacionarte. ¿Me dirás por qué llegaste a SPR?—Créeme, con la única persona que me comporto así es contigo, porque siento que puedo relajarme contigo.—¿Por qué?—Porque me pusiste en la cara tu accidente como un reto abierto que habías superado y me dejaste como payaso.—No fue así…—Para mí sí. Creo que nunca me voy a olvidar de la primera vez que te vi, llegaste como si nada, desafiante, con tu mirada me dijiste “aquí estoy, idiota”.—No estaba pensando eso… más bien “no era tan viejo como esperaba”.—¿Creías que era viejo? ¡¿Por qué
Cuando Giselle abre los ojos por la mañana del sábado, sonríe al saber que por fin verá al hombre más importante de su vida después de tantos días. Sale de la cama, se despereza con ánimo y se va al gimnasio en la habitación contigua, se coloca los audífonos y deja que la trotadora se lleve el estrés de toda la semana.Suda cada uno de los problemas que resolvió, los que se están resolviendo y con mayor razón, aquellos que no tienen para cuando solucionarse.El trote es ligero, pero la ayuda a canalizar la energía, a pensar en toda su vida por estos días y qué mejor hacerlo al ritmo de In the Shadows de The Rasmus. Hasta que aparecen esos ojos grises frente a ella, con una mezcla de burla e invitación, esa que se niega a aceptar.Aumenta el ritmo y comienza a correr, tratando de escapar de esos pensamientos, pero mientras más rápido lo hace, es peor.La llamada de su asistente la saca de ese exorcismo fallido, ralentiza el paso y contesta jadeante.—Señor… Joules…—Señorita, disculpe
Cuando al fin llega al observatorio Griffith, camina por el costado y deja salir su rabia en forma de lágrimas. Sollozos fuertes y lastimeros, como un animal herido. Y por supuesto que está muy herida, porque la persona a la que más ama en este mundo, en la que más confiaba, la usó para esconder sus porquerías.—Creo que es momento de tomar muchas decisiones, Giselle…Tras un tiempo indeterminado así, tomando decisiones, siente que puede regresar a su vida para enfrentarse a su padre y a todas las consecuencias que traerán las malas decisiones de su progenitor. Ve la hora de su reloj, su padre debería estar por llegar, por lo que se limpia el rostro y regresa a su auto, para luego salir con dirección al aeropuerto.Ni siquiera llama a Lilly, porque su hermana se pondrá de parte de su padre y lo que ella quiere es enfrentarlo en cuanto el hombre se baje del avión.
Max se ve forzado a abrir los ojos producto de un gran chorro de agua fría y hielo que le cae a la cara. Se sienta en la cama… o al menos creía que allí estaba durmiendo, y ve a su madre sentada sobre la mesita de noche.—Pero que buena noche que tuviste, ¿verdad hijo mío?—Mamá…—No, la vecina a la que le tiraste el macetero al lado de su puerta —le dice con sorna y Max se pasa las manos por la cabeza, frunciendo el ceño para tratar de recordar cómo llegó allí—.—Yo no tengo vecinos… — le dice cuando recuerda que vive en el ático del edificio—.—En este piso, pero sí que tienes en los pisos de abajo y te diré, en los tres pisos donde te bajaste equivocado, dejaste tu huella.—Me voy a disculpar con ellos —hace ademán de ponerse de pie, pero Lucy le hace el ge
Los tres siguen hablando de ciertas cosas, hasta que Max decide que es suficiente, necesita irse a su departamento para descansar.—Prométeme que irás a dormir, hijo, por favor —Lucy lo obliga a bajar y apoya su frente con la de él—. No quiero que sigas bebiendo de esa manera, terminarás enfermo de algo.—Y desde ya te digo, yo no te voy a donar parte de mi hígado o un riñón —Lucy le da un golpe en el brazo que no le duele—. ¡¿Por qué me golpeas a mí?!—Porque dices cosas malas.—Tranquila, hoy solo quiero ir a casa a dormir —le da un beso en la frente a su madre, luego un abrazo a su hermano—. Éxito en Inglaterra, me mantienes informado.—Y tú te mantienes sobrio, porque puedo llamarte en cualquier momento.—Claro, sabes que siempre estoy disponible para dar consejos a mi hermanito